Es bien sabido que la cocina de los Paradores no tuvo nunca una gran consideración en general por parte de la crítica y el público. Mis anteriores experiencias datan de hace varios años y no habían sido precisamente satisfactorias.
Aún así, me decidí por la Hostería por dos motivos: la recomendación de las dos principales guías gastronómicas españolas y por la falta de recomendación de muchos más restaurantes en la ciudad.
Como se puede ver en la foto, el comedor tienen todas las características típicas que hace que les guste tanto a los extranjeros este tipo de restaurantes aunque en este caso el personal de servicio no iba vestido con los trajes regionales como en otros Paradores.
Mientras mirábamos la carta nos trajeron la típica crema tan de moda ahora y que no recuerdo de que era con un
crujiente de chistorra al límite del punto de congelación. Mal empezábamos.
Nos decidimos por el menú degustación que hacía un repaso por la cocina típica alacalaína y manchega y que costaba el estúpido precio de 50,47€, IVA incluído. Menos mal.
Primero llegaron los aperitivos fríos servidos en un plato con 4 platillos en una idea parecida al restaurante
Terraza Carmona . Los aperitivos consistían en un
ravioli de cecina y queso de cabra un poco visto pero en el que los dos ingredientes eran de calidad,
asadillo de verduras manchego con ventresca de bonito, rico pero la ventresca había que buscarla con microscopio,
jamón ibérico D.O. Guijuelo sobre torta de pan de aceite con semillas de amapola y sésamo y tomate, en el que el cerdo no había visto una bellota en su vida, de cebo como mucho y no de la mejor calidad y con una torta pasable. Para acabar un
foie de pato en pan de especias y mermelada de higos con reducción de Pedro Ximénez, mi cuit bastante bueno y sabroso.
Después pasamos a los aperitivos calientes que tuvieron el mismo defecto todos: estaban tirando a fríos. Bien de sabor la
sopa boba alcalaína aunque mucho mejor seguro con unos grados más, pasables las
croquetas de puchero en crujiente de sésamo y sobre fritada de verduras, debe ser que compraron sésamo por sacos, congeladas las
migas del pastor con su guarnición, que debieron estar muy ricas cuando se hicieron ya que tenían "chicha" y bastante buenos los
pimientos rellenos de rabo de toro que aparte de estar a una temperatura más presentable tenían un notable rabo de toro.
De principal tenía a escoger una carne y un pescado y elegimos cada uno de cada.
El
medallón de solomillo con salsa suave de mostaza era de una carne de calidad media, digamos, aparte de que a pesar de pedirla muy poco hecha se les pasó considerablemente incluso quemando las esquinas. La salsa de mostaza era tan suave que no sabía a mostaza en absoluto.
Algo mejor estuvo el
taco de rape en salsa verde con langostinos y espárragos. ¡Qué obsesión tienen con los langostinos en los comedores tradicionales castellanos! Es que no fallan en ninguno. Por lo menos el rape estaba bien preparado y en una buena ración.
El postre perfectamente olvidable:
pastel de chocolate en distintas texturas. Empalagoso y a la vez desaborido. Todo un logro.
La carta de vinos de vergüenza ajena. Lo que coloquialmente se diría como 4 vinos y a unos precios de angina de pecho. Tomamos un
Castell de Sant Antoni Gran Rosat Pinot Noir, 33,31€. Nada más que el doble de lo que lo puedes comprar en tienda.
También estaba incluído un café con el menú y los petit fours fueron unas almendras garrapiñadas. Nada menos.
El servicio simpático, pero con un despiste igual al de un beduíno en el polo.
Evidentemente para comer en este estilo y seguro que no peor vale más ir a cualquiera de los asadores y restaurantes típicos de la ciudad. Y más barato fijo.
Nota general: 3
Emoción: 3
Hostería del EstudianteCalle Los Colegios, 3, Alcalá de Henares (Madrid)
91 888 03 30 www.parador.es
toni