viernes, julio 19, 2019

Cobo Vintage (Burgos)



 Cobo Vintage es el restaurante burgalés del chef Miguel Cobo, que se dio a conocer en uno de los concursos de cocina que tanto abundan en nuestra televisión. Está situado muy cerca del casco histórico aunque al parecer en noviembre se va a mudar a otro local ya en pleno centro.


Sorprende que la estética del local sea más de gastrobar o sitio informal que de un restaurante "Michelin", lo mismo que las mesas, sillas, mantelería, etc, pero si se van a mudar en breve se comprende que no se de más importancia al local.

Estuvimos dos noches consecutivas pero como suelo hacer, en el post lo reflejo como si de una cena hubiera sido.
Disponen de dos menús degustación pero afortunadamente también de carta, aunque con alguna particularidad que luego comentaré.






 Como aperitivos de la casa sirven dos distintos como invitación.  El primero son unas olivas rellenas de vermut, algas y su salmuera. Refrescante y resultón bocado.











 El otro fue un tomate ibérico, encurtidos y espuma fermentada.  Realmente el fantástico tomate casi merecía servirse en solitario de lo bueno que estaba. Pocas veces se come actualmente un tomate de tal intensidad de sabor aunque pudiera ser que acostumbrados a tomates anodinos e insípidos, cualquiera que destaque un poco nos parezca lo máximo. Destacar que los encurtidos y la espuma combinaban muy bien con el tomate.




La segunda noche cambiaron el aperitivos del tomate por una prueba que estaban haciendo que no recuerdo muy bien ya que no hice foto pero que era con mozzarella.
Buen detalle en servir dos aperitivos invitación de la casa pero se vio empañada por otro que no había visto nunca en ningún restaurante por más que hago memoria. El platillo de aceite de oliva virgen extra que suelen servir en casi todos los restaurantes de cierto nivel no era una cortesía de la casa y fue cobrado a 4€ con el concepto degustación de aceite. Cierto que la segunda noche nos fijamos que el concepto viene al final de la carta pero no me parece de recibo cobrar nada menos que 4€ por unos centilitros de aceite y menos cuando el cliente no te lo ha solicitado. Recuerda a antiguas prácticas de la hostelería portuguesa.



 
Si algo hay que reconocer a Miguel Cobo es su capacidad de persuasión y la pasión con la que habla de su cocina. Fue por eso por lo que pedimos las croquetas melosas de leche fresca de vaca e ibéricos, 2€ c/u, que sin duda van a la parte alta de la clasificación de croquetas probadas, pero por otra parte, 2€ me parecen algo excesivo por lo pequeña de tamaño que es la croqueta.






Otra cosa que no nos gustó del concepto de carta del restaurante y que creo que tampoco lo hemos visto nunca es que los entrantes hay que pedirlos a mesa completa. Es decir, que no puedo pedir yo un entrante y mi acompañante otro. Tienen que pedir los dos comensales el mismo entrante, algo que no reflejan en la carta que tienen colgada en la web y que me parece un poco chocante como poco.
Concepto extraño y en mi opinión, a revisar.


 
 
La primera noche tomamos la cebolleta de Fuentes, cecina de Burgos, emulsión de grasa de buey y su consomé. 9€.  Magnífica combinación de todos los ingredientes destacando lo menos esperado tal vez, que fue el fantástico consomé, de una profundidad y sabor excelentes.

En la foto no se aprecia la proporción pero la ración era demasiado pequeña para el precio...




 
Algo parecido se puede decir de las anchoas ecológicas de Santoña, sobao pasiego y pimientos a la llama. 9€. La calidad de las anchoas y sobre todo de los pimientos era espectacular y la combinación de aquellas con la tosta con los ingredientes de un sobao, fantástica, pero tal vez aquí se pueda ver la proporción de la ración aunque es cierto en la carta avisan de que son 2 unidades.  Ya sabemos que unas buenas anchoas son caras  pero ¿9€?







  La primera noche, en ese momento no sabíamos que habría una segunda, tomamos carne. Costilla de simental, puré Robuchon y nuestro jugo ahumado, 26€, fue una de nuestras elecciones. Carne de alta calidad, perfecta de punto y sabor, con un muy sabroso puré y el buen toque del jugo ahumdao. Sin duda, impecable, pero... sí: se comía literalmente de tres bocados.










 


Se puede aplicar la mayor parte del comentario anterior al plato de jarrete de lechazo lacado, queso de keffir de oveja ahumado, orejones y encurtidos, 27€, pero aquí la cantidad era aún menor y no de tres sino de dos bocados lo acababas.







Ya sabemos que a este tipo de restaurantes no se va a llenar la barriga sino a disfrutar de una cocina más elaborada de lo habitual, pero es que hasta nosotros, que somos actualmente de poco comer quedamos con algo de hambre.

Como dije antes, Miguel Cobo habla con verdadera pasión de su cocina y sabe venderla bien por lo que al día siguiente volvimos para probar el pescado del que tan bien nos habló y subrayó que era la especialidad de la casa.



Un plato emblemático según él es la merluza rebozada al estilo de El Vallés. 28€. El Vallés es el restaurante de Briviesca donde anteriormente Cobo ejerción de jefe de cocina. Nos explicó que lleva tres cocciones y que tiene su miga su elaboración. Realmente estaba magnífica, sin duda una de las mejores que recuerdo pero no mejor que la de Echaurren probada en el Tondeluna de Logroño con la doble ventaja para esta de que era considerablemente más barata y en una cantidad mayor.

Pero sin duda ninguna, merece la pena probarla.



 



Extraodinario también el bonito con piparras. 28€. Diría también que de las mejores preparaciones de bonito que haya probado, con un punto y sabrosidad extraordinarias. También merece la pena probarlo aunque aquí más que nunca te quedas con ganas de más...







 Precisamente porque no íbamos precisamente llenos, en ambas noches pedimos postre, algo no demasiado habitual.






Muy logrado  el postre de los chocolates (cremoso, galleta, espuma de toffe, jengibre, helado chocolate, bizcocho y ganache de chocolate blanco con AOVE, 9€, rayando a alto nivel todas las preparaciones.











Muy bien también la interpretación de un postre que vimos en bastantes pastelerías burgalesas,  galleta de almendra, cremoso de vainilla, pasta de avellana y helado de arroz con leche. 7,50€. El helado era lo menos destacable además de prescindible, pero el resto alcanzaba un sabor y textura muy fina y llamaba a repetir.












Acabamos con la fresca sopa de maracuyá, cremoso de naranja, mandarina, albahaca, yogurt y esponja de chocolate al AOVE. 8€. Un postre perfecto para una noche veraniega.








 Sirven dos tipos distintos de pan, asturiano al parecer. 3€ c/u.

La carta de vinos, bastante buena, sin apabullar pero con referencias más que de sobra para escoger y sin hinchar excesivamente los precios en general. Como en casi todos los sitios, bastante menos blancos que tintos, algo que choca al ser la especialidad del restaurante los pescados.
Tomamos Corimbo I, 54€ y Les Deux Rives, 34€.

También tienen unos cuantos vinos dulces por copas de los que probamos P.X. Tradición, 9€ y LVZ Tawny 10 Anos, 5€ y otros dos que no recuerdo por no venir en la cuenta ya que fuimos invitados la segunda noche.

El personal de servicio algo despistado sobre todo la segunda noche. Choca bastante que en un restaurante Michelin te pregunten qué vino vas a tomar cuando todavía no te han traído la carta de platos...

La página web es bastante buena en general con mucha información, la carta e incluso se puede reservar mesa en ella. Solo desmerece en la falta de información en algunos detalles de la carta.


A nivel gastronómico lo probado de la cocina de Miguel Cobo, convence. Cocina de base tradicional convenientemente actualizada pero sin extridencias, dominio de los puntos de cocción e intensidad de sabores.

Pero ciertamente también hay que criticar la parquedad de las raciones, excesiva en mi opinión, y esos detalles tan poco presentables, o como poco extraños, como cobrar por el platillo de aceite y tener que pedir el mismo entrante para todos los comensales.

A pesar de esto último, recomiendo su visita si se está por Burgos.

Cobo Vintage

Merced, 19, 09002 Burgos