viernes, noviembre 30, 2007

Los callos de Arrieta


Ayer fue otra más de esa mayoría de noches que apetece poco cocinar , así que me saqué de la nevera unos callos. Anda uno todavía no del todo bien repuesto de un proceso gripal que le ha hecho perder unos cientos de gramos, así que hay que aprovechar ahora que la gula tiene bula santal. Y reponerse cuanto antes. Me gustan mucho los de la carnicería Arrieta. En esto soy poco original , porque tienen ganada fama en la ciudad desde antes que uno naciera. Los callos son sobre todo callos de ternera, cortados grandes, y además tienen morro ,un poco de carne magra de pata de res y casi nada de jamón, con un especiado imperceptible . Suelen estar contenidos en pimentón, aunque esta vez estaban más alegres (con la ayuda de algo de guindilla) , lo que tampoco les sentaba mal. Abunda la gelatina y escasea la grasa (y quizás sobre, esta vez , un poco de agua). Contra lo que pueda parecer son muy digestibles, agradables de comer. La carne los suaviza. El sabor es potente (la nota animal) pero no deja de tener su finura (la dulzura de la gelatina, la suavidad de la ternera) . La textura es blanda pero no flácida. Rústicos, pero equilibrados . A mi, como ya he dicho, me parece un manjar de dioses y reyes. Aunque en esto tampoco soy original, porque San Gugel me encuentra que los callos aparecían ya en La Ilíada, cuando obsequian al Aquiles con un plato de callos de buey (seguro que entonces lo de buey era otra cosa), y que a nuestra Isabel 2ª, cuyo restaurante favorito era un tal Lhardy, su cocinero le preparaba con frecuencia una receta original y , como ella misma, algo disparatada.




domingo, noviembre 25, 2007

Casa Camila (Oviedo)


Como no podía ser que no hubiera ido nunca al 2º mejor restaurante de la Blog Gourmand de la ciudad en la que vivo (Oviedo), pues allá que me fui a ver qué tal ponían de comer. ¡ Qué duro es esto del deber informativo-gastronómico!

La verdad es que el sitio es una especie de oasis bucólico en el monte Naranco, con unas vistas fantásticas sobre el entorno urbano de Oviedo. Nos recibió un chico todo simpatía y amabilidad, que fue quien nos atendió en el restaurante.

Restaurante agradable, con las mesas separadas y bien vestidas, con bonitas cristalería (Schott Zweissel), vajilla, cubertería,…y una decoración sobria pero agradable y acogedora, dejando el protagonismo a la cristalera que rodea todo el comedor.

En la mayor parte de la carta del menú se pueden pedir medias raciones, con un 60 % del precio original.Así que pedimos dos medias raciones de primero, media de pescado y media de carne, todas, en mayor o menor medida , en clave otoñal , lo mismo que el día.

Empezamos con una Pasta fresca con shitake y queso Los Beyos. La pasta era fresca pero vino un poco apelmazada y más dura de lo habitual. La shitake estaba plancheada fuerte, sacando los tostados, que combinaba muy bien con la cremosidad sabrosa del abundante queso. Un toque de aceite de oliva, y un poco pasado el de vinagre balsámico. Un breve acompañamiento vegetal de rúcola y (creo) berro. Resultó agradable,pero la sencillez de la propuesta obligaba a una perfección que no se produjo. (5,6 eu.)

Seguimos con una Crema de setas, huevo y cebolla. La crema muy sabrosa, con los aromas de la seta francos, frescos, sin nada que los estorbase. Unas ligeras notas tostadas. Una cebolla bien confitada, un poco entera, con la yema hecha a baja temperatura. Una tostada fina de pan de calidad. Un plato con los sabores de siempre (pan tostado, yema, cebolla) elegantizados con la finura de las setas. Difícil que no guste. (5 eu.)

Seguimos con una Merluza asada en su jugo con setas. Merluza de buen género y frescura, marcada la piel, con un punto perfecto, jugoso, tirando a poco hecho. La seta era medio boletus salteado, que aportaba su aroma con levedad. El resultado fue muy bueno, con el tierno sabor de la merluza concentrado y limpio. En este caso la sencillez sí funcionó. (13 eu.)

Seguimos con un Solomillo de ciervo con trompetas de la muerte y crema de patata trufada. El solomillo venía perfecto de punto, tirando a poco hecho , un poco tierno, con un buen sabor, cierto frescor (vamos, que no era una de estas piezas pasadas de oreo ni faisandage) , e intenso, entre vegetal y mineral, con alguna nota ahumada. Una sorpresa, porque esperaba una carne insípida de esas ultracongeladas neozelandesas, y que si lo era supone que en algunos casos lo hacen bien. Venía con el acertado acompañamiento de unas abundantes y frescas trompetas de la muerte ,al dentes, y un puré de patata denso y bien perfumado con aroma de trufa, supongo que sintético, pero que le iba bien. Un plato de notable alto. (12 eu.)

Terminamos con un postre de Chocolate, chocolate y chocolate con naranja , donde un bizcocho tipo brownie, con cacahuete, un poco seco, tirando a duro, se acompañaba de chocolate líquido y de un helado superdenso de buen chocolate.La naranja la aportaban unas ralladuras de naranja y una confitura de naranja muy concentrada e intensa. Lástima de bizcocho. (4,8 eu.)

Un Arroz con leche bien ligado, denso, recién hecho, con el azúcar requemado por arriba. Cariñoso, muy rico. (3 eu.)

Vuelvo a destacar el servicio. De esos que hacen sentirte como en casa de un amigo, a gusto.

Un pan muy bueno (1,2), y un café hecho en cafetera italiana pero que no estaba mal.

A los precios hay que añadir IVA. Tienen un menú-degustación que no llegaba a los treinta y cinco euros, y un menú asturiano de 25 euros+ IVA. Por carta, lo normal (con primero, segundo y postre), con vino de 20-25 euros, es salir en el entorno de los 50-55 euros

En resumen , un sitio muy agradable, con una cocina poco original pero de buena factura, en la que se ve la buena mano del cocinero , que en la sencillez busca y encuentra el sabor de forma armoniosa, sin estridencias.
Buena recomendación de los blogueros.

Nota general: 6,5
Emoción:7

Hotel restaurante Casa Camila. Fitoria,29
Tfno.- 985114822



martes, noviembre 20, 2007

Casa Fermín (Oviedo) por Toni

En los últimos años se ha convertido en tradición para mi ir en otoño a Casa Fermín a probar la caza, con la que siempre han tenido muy buena mano, pero esta vez mi gozo en un pozo: no tenían. A pesar de la pequeña decepción inicial al echar un vistazo a la carta nos recuperamos rápidamente y cambiamos totalmente de tercio para ir a por los pescados.

Una de las cosas que más me gustan de Casa Fermín es el comedor. Con una decoración sobria pero muy agradable, gran separación entre las amplias mesas y sobre todo el no tener que aguantar el humo del tabaco de los fumadores.

Una vez tomada nota por parte de la simpre elegante y discreta María Jesús nos trajeron una crema de zanahoria como aperitivo de la casa, agradable pero creo que algo más adecuado para el verano que para el otoño.

Aunque lo de la caza no pudo ser, aprovechamos la estación para tomar unas setas, castañas y huevo. 20€ + IVA. Las setas muy sabrosas con el toque justo de plancha y bien armonizadas con las castañas. Muy rico el conjunto.

La otra entrada fue un arroz cremoso de berberechos. 14e + IVA. No lo probé pero mi mujer dijo que estaba bien ligado, con un profundo sabor a mar. La cantidad era considerable y venía coronado por lo que me pareció un carabinero, aunque no es del todo fiable mi opinión , conocido mi poco afecto a todo ese tipo de bichos.

Luego llegó una lubina con coliflor, algas y cítricos. 25€ + IVA. Magnífica lubina, con el punto perfecto, el toque muy bien medido de la salsa de cítricos y el acompañamiento poco usual de las algas que daban un toque diferente al plato.

El otro pescado fue un mero con costra de pistachos. 25€ + IVA. En un principio no veía muy claro los pistachos con el mero, pero su sabor un puntito dulce resultó un acompañamiento tal vez no ideal, pero que no eclipsaba el sabor del extraodinario mero, que fue lo que más me gustó de la cena. Bien.

De único postre tomé una torrija tostada con helado de cítricos. 6€ + IVA. Sabrosa la torrija aunque un poco empalagosa pero bien compensada por el helado de cítricos. No es un postre impresionante pero sí agradable. Para acompañarlo pedí una copina de Casta Diva Cosecha Miel que como siempre en esta casa tuvieron el buen detalle de invitarme.

Para beber tomamos un As Sortes 2005. 28€ + IVA. Muy buen vino. Había probado el del 2004 y no me había convencido para la traca que le dieron, pero este sí que lo hizo. Buena carta de vinos aunque el libro en el que viene es poco práctico y además yo no lo ordenaría por todas las denominaciones mezcladas sino que lo haría por tipos de vino.


Casa Fermín es un restaurante en el que siempre salí satisfecho. Ya llevo unos cuantos años frecuentándolo y nunca salí descontento. Además tiene un servicio de sala impecable, de lo mejor que se puede encontrar y la cocina funciona a la perfección, con los tiempos entre plato y plato perfectamente medidos. Por estas razones pienso que debería ir un paso más allá. Creo que Luis Alberto, el cocinero, tiene la capacidad y el conocimiento para darle un empujón a la creatividad y hacer de Casa Fermín un restaurante de referencia. Es lo único que le falta. Todo lo demás ya lo tiene.

Nota general: 7,50

Emoción: 7

Casa Fermín
C/San Francisco, 8
Oviedo

Tel. - 985 216 452
http://www.casafermin.com/

toni

lunes, noviembre 19, 2007

Sassicaia 2002


El último de los vinos que he tenido la ocasión de disfrutar de verdad ha sido el mítico y pionero de los "supertoscanos" Sassicaia. Pasa por ser el más francés de los vinos italianos, elaborado con un 85 % de Cabernet Sauvignon y un 15 % de Cabernet Franc, y con un envejecimiento de 24 meses en barricas de roble francés. Y es que su creador , el Marqués Mario Incisa della Rocchetta (se ve que esto del vino era cosa de marqueses y duqueses) fue el primero que se atrevió a plantar las variedades francesas en lugar de las locales piamontesas y toscanas, fundamentalmente la Sangiovese y la Nebbiolo, en los terrenos que poseía la familia en la Tenuta San Guido, en Bolgueri. Por cierto, que su primer asesor fue Emile Peynaud, el del libro "El gusto del vino" que recomendé más abajo, quien le recomendó comprar algunas cepas de cabernet sauvignon a Château Lafite-Rotchshild y los terrenos donde debía plantarlas. Los primeros vinos fueron un pequeño fracaso. No se conguieron los resultados apetecidos (respecto al modelo de los grandes Burdeos), se destinó al consumo local y el público siguió prefieriendo los ligeros vinos de la zona. Pero resulta que el marqués se dio cuenta de que el vino que no vendían y conservaban en los sótanos mejoraba con el paso de los años, y de que por lo tanto no andaba tan errado con el potencial de sus tierras. Así que se decidió en 1965 a comprar dos nuevos viñedos en los que se plantaron también cepas de Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, más bajos y menos expuestos a las inclemencias del tiempo que el viñedo original, en los alrededores de Castiglioncello , donde también se arrancaron y replantaron vides. Recurrió a la ayuda de su sobrino el Marqués Piero de Antinori , y de su enólogo, Giacomo Tachis. Aplicaron las más modernas técnicas de vinificación de la época, (tales como la sustitución de los sótanos por cámaras de temperatura controlada, el uso del acxero inoxidable para la fermentación, la crianza en barricas de roble francés,...) y sacaron al mercado en 1968 el primer Sassicaia, que supuso un vuelco en la concepción del vino en Italia y la aparición, junto con el primer proyecto del propio Antinori, el Tignanello, de los primeros "supertoscanos".
Pero como lo que importa es lo bueno o lo malo que pueda estar en la copa, paso a intentar transmitir las sensaciones que me produjo:

Tenía un precioso color rubí, limpio y brillante. En nariz, después de unos ligerísimos, agradables incluso aromas de reducción, presentaba notas de fruta roja , de toffe (o caramelo muy tostado, como un viejo PX), balsámicas , ligeras notas vegetales. Intensidad media alta, y una extraordinaria finura y elegancia.

En boca se presentaba sedoso, con una acidez un poco justa, una amplitud notable, unos taninos finísimos, un poco dulces, y una gran persistencia. En la copa no paró de evolucionar durante la hora breve que duró la cata, aunque siempre de forma pausada, sutil, demostrando una gran complejidad . Muy equilibrado, conjuntado. Notas de fruta roja muy evidentes, minerales ,algo más ligeras las de fruta negra. También la madera dejaba sus notas, más evidentes las de regaliz, menos las de vainilla .

En resumen, un vino de una elegancia extraordinaria, fácil, fino, aterciopelado, goloso , sin dejar de tener por ello una profundidad, un carácter arrebatador. Un gran vino, en las antípodas de lo que se hace ahora por España.
Lo peor que tiene es su precio, aunque sin ser barato he podido comprobar que hay grandes diferencias dependiendo de donde lo compre uno. Desde los 112 euros que piden, por ejemplo, en Vinissimus , a los 90 euros que pagó uno de los amigos por la botella que tomamos en la tienda de Coalla en Gijón. Al poco recibí el catálogo de Makro ofertando el mismo a 70 euros, así que allí me fui y me hice con una botella que guardaré para una ocasión especial.

PD.- El corcho, sin ser malo, no estaba a la altura del vino
Nota: 91

viernes, noviembre 16, 2007

Ordoño II (Oviedo)

Me encantan los oricios. Tienen finura, identidad, una delicadeza especial, sin dejar de traer un intenso sabor a mar. Me gustaba tomarlos crudos, pero un par de indigestiones hacen que vaya prefiriéndolos cocidos tal cual. También me gustan mucho en revuelto. Me presta encontrarme entre la grasa y colesterol de la yema los tropezones del caviar. Me parece que combinan muy bien, que tiene sentido esa convención. Afortunadamente, es un manjar asequible, aunque en el pecado de la gula traiga la penitencia de lo trabajoso de la extracción de las partes nobles, limpieza y descascarillado . Por eso en la hostelería, que suelen pretender complicarse la vida lo menos posible, es cada vez más difícil encontrarlos frescos, y suelen optar por las versiones en conserva o ultracongeladas. Afortunadamente, tengo un sitio cerca de casa en el que suelen tener oricios frescos:la cafetería Ordoño II. Es una cafetería de tantas, aunque con algunos detalles : aunque sea vieja está impecablemente limpia, el caldo que tienen ahora en invierno no es de Gallina Blanca , el dueño es amable, tienen una muy buena cecina, aparte de los pinchos habituales ofrecen un surtido de raciones variado (aunque,en general, de poco interés), y en su menú del día a 7,50 a veces se cuela algún buen detalle de cocina casera. Pero como ya he dicho por lo que más me interesa es por los oricios. Este año la temporada, que solía empezar a mediados de octubre, se ha retrasado hasta entrado noviembre. El martes pasé por delante y vi una caja recién traída, así que como era la hora del pincho no pude resistirme a entrar y me los pedí en revuelto en la misma barra. Este llegó al poco, con el huevo no demasiado hecho (como me gusta) y abundante y fresquísimo oricio. Qué bueno estaba. También venía con alguna cascarilla y resto de pincho que servían para despejar cualquier género de dudas. Tardé poco en acabarlo. Pagué los doce euros (10+2) de la ración y una cerveza. Salí a la calle, a continuar la tarea, más que satisfecho, contento.


Cafetería Ordoño II
C/ Matemático Pedrayes 11
33005 Oviedo
+34 985 238 758

martes, noviembre 13, 2007

El gusto del vino


Nada más ojear este libro ya se da uno cuenta de que es algo especial. Por eso lo compré, a pesar de los 55 euros con los que estaba marcado en la Fnac. Cuando me puse a leerlo no pude menos que frotarme las manos de placer, porque es una lección magistral continua sobre la degustación del vino. Está escrito por Émile Peynaud y por Jacques Blouin. Émile Peynaud fue, por lo visto, el primer colaborador del profesor Jean Ribéreau-Gayon, fundador de la Enología moderna, y acabó siendo doctor de Enología en la Universidad de Burdeos, donde se le debe en gran manera la renovación de las técnicas de vinificación y la mejora de la calidad de los vinos durante los años setenta y ochenta. Es un libro plenamente válido , aunque algún concepto , tal como el filtrado, seguro que entraba en conflicto con la práctica de los enólogos españoles actuales.

Lo bueno del libro es que sabe aunar rigor y profundidad con la claridad. Está exhento de palabrería y lleno de pasión por el vino. Es exhaustivo, pero no cansa. Es un clásico, y por eso siempre será actual. Lo mejor es que traiga algunos párrafos:

“La cata es un arte de medida, de sentido común. Acto ficticio de beber o lento preámbulo de la ingestión, la cata enseña el buen uso de los sentidos, la introspección, el dominio de las sensaciones y , finalmente, incita a la sobriedad “.

“es un estado de ánimo de constante disponibilidad frente a nuestras sensaciones”.

“El catador debe ser frío y preciso en su análisis, severo en sus veredictos y caluroso en su juicio. Debe tomar partido, pero no debe dejar de lado su placer. Debe ser capaz de asombrarse, de admirarse, que es lo contrario al hastío”

“Hace falta amar el vino para catarlo adecuadamente, y, por otro lado, aprender a catarlo es aprender a amarlo”

“Trabajando,casi todo el mundo puede ser un buen catador. Basta con unos años de práctica asidua”

“El catador entrenado se convierte en un ser ávido de sensaciones, que profesa este culto, esta manía. La mera sensación es ya para él un placer , y el hecho de pensar en el vino, la apetencia que siente, le produce un verdadero placer psicofísico”

“Para catar bien hay que tener los sentidos bien afinados, pero sobre todo una memoria ágil”

“Hay que haber aprendido de memoria los ideogramas de la acidez, del azucarado, del alcoholizado, del tánico, y de todos los que representan los infinitos olores. De algún modo, el profano tiene las mismas dificultades para descifrar el vino o el alfabeto morse”

"¡No se fíe del elocuente: puede que hable mejor de lo que cata!"
"El catador se encuentra en un estado en el que es sumamente influenciable y es muy fácil inducirle a error. ..Cuando dispone de pocos datos, el catador tiene tendencia a imaginar, a extrapolar a partir de un simple detalle vislumbrado o interpretado.... La sugestión y la autosugestión corren el riesgo de falsear una cata."

sábado, noviembre 10, 2007

Sobre los precios del vino, después de un Llanos del Almendro.


Hasta hace poco me negaba a pagar más de 30 euros por una botella de vino. Pensaba que ese tenía que ser un precio límite más que suficiente para hacer un vino excelente, o al menos, muy bueno. De hecho, como consumidor, sigo pensando que debería de ser así y, afortunadamente, hay bastantes que así lo son. Pensaba también que los vinos a partir de ese precio tenían un componente de márketing importante, que las producciones reducidas tenían que ver también con estrangular la demanda y hacer subir así artificialmente el precio. Pensaba que el snobismo mal entendido también influía . Y pensaba finalmente que uno, diletante como es y todavía converso reciente a esta pasión por el vino, tampoco sabría disfrutar de esas presuntas mejoras cualitativas. Pues bien, tengo que decir algo que supongo que será una obviedad, aunque políticamente incorrecta, pero que para mi no lo era : cuanto más caro es el vino más probabilidades hay de que sea mejor. Metidos en estos pagos (o Pagos) si compensa más uno que otro u otro que uno ya será cosa de gustos personales, y supongo que habrá también un poco de todo. Vinos de 60 euros que debieran de valer 30 alguno hay. Pero vinos de 30 que debieran de valer 60, de esos debe de haber pocos. Yo al menos no encuentro ninguno. Y todo esto empecé a pensarlo después de probar no hace mucho el Valdegatiles 2004 y el Llanos del Almendro 2004, de la bodega Dominio de Atauta de la Ribera del Duero. Era la segunda vez que probaba unos vinos de estos que superan los 50 euros. La anterior habían sido un Flor de Pingus y un Termanthia ( de cuando no había que pagar más de 60 euros por él), pero el contexto, una despedida de soltero ya bien avanzada, digamos que hizo que la experiencia no pudiese ser disfrutada en las mejores condiciones, ni que estas permitieran fijar nada en la memoria de forma perdurable (salvo que me gustó mucho el Pingus, y menos el Termanthia). Pues bien, el Llanos del Almendro, aunque cometiéramos con él un infanticidio, ya que necesitaba al menos un par de años de gestación en botella, presentaba una opulencia tan elegante, una tanicidad tan compleja y rica en matices, (aunque pidiese la doma de la botella con ciertos gritos de astringencia)… evolucionaba en copa de tal forma, mostrándose tan diferente, y cada vez mejor, con una nobleza, con una sedosidad...que no pude por menos que reconocer que hasta entonces no había probado nada igual. El vino, eso sí, no lo hay ya, y el único sitio del interné donde les queda es en Vinissimus y piden 88 euros por botella, más portes. El del 2005 tuvo 98 puntos en la Peñín, así que no creo que vaya a bajar de precio.

Como este “descubrimiento” casa muy mal con la salud financiera y el director de mi oficina bancaria se niega a ampliarme la hipoteca, con la peregrina excusa de que hay un montón de chalados norteamericanos a los que los bancos les dieron dólares para comprar chalés cuando solo podían pagar una solución habitacional trujilliana, pues lo que hacemos es que nos juntamos tres o cuatro amigos y nos abrimos una de estas botellas de vez en cuando. Por eso probé el Trasnocho 2003 , esta semana cayó el Sassicaia 2002 (maravilloso, nota de cata en uno o dos posts), ... que no han hecho sino ratificarme en que para tomar ciertas calidades no hay otra que rascarse el bolsillo. Como homenaje navideño andamos buscando ya alguna botella de los grandes franceses: Latour, Lafite,... que no se nos dispare demasiado. Se admiten sugerencias. Yo mientras espero el momento con la ilusión del muchachete inmaculado que espera que su novia, esta vez sí, le deje que le vaya desabrochando la camisa.

miércoles, noviembre 07, 2007

Sollun (Nerja, Málaga)


En este páramo culinario que es la zona oriental de la Costa del Sol, me he encontrado con una de esas pocas excepciones que confirman la regla: SOLLUN, un restaurante de cinco mesas que lleva Juan con su mujer y nadie más que una ayuda en la sala en las noches de más apuro. Juan Quintanilla fue durante dos años jefe de cocina en Las Rejas, y socio fundador del Skina marbellí. Después de alguna desavenencia con el otro socio decidió arriesgar y afrontar la utópica tarea de abrir un restaurante gastronómico en Nerja, que además de preciosa es la capital del turismo inglés en la zona. Un turismo digamos que poco dotado para los placeres de la buena mesa. Tampoco debían de conocer el carácter poco dado a fantasías culinarias de los naturales de la zona. Aún así sobreviven y alguna noche, como la que siguió a mi comida, incluso llenan.

Reconozco que fui recomendado por un amigo suyo que trabajó para él y que no pude menos que identificarme , así que no pude ejercer de crítico-bloguero anónimo.

Lo que pude comer fue lo siguiente:

De entrante un poco de aceite de oliva de Málaga: Cerro Castillo, que me enseñó que un arbequina sabroso sin dejar de ser bueno

Un ceviche de ostra, ligero, españolizado, muy agradable, con unos kikos que hacían de contraste al revés, aunque yo los hubiera quitado.

Un canelón de gambón con aguacate, pipirrana y un poquito de pil-pil, todo ligero, suave, bien conjuntado .

Un plato de temporada: Escabeche de setas (Cantharellus C) y perdiz , con queso de cabra, fresco, nada agresivo, y una mermelada de monastrell para el punto dulce del agridulce. Me gustó mucho el concepto del plato, aunque un poco menos el resultado, ya que la perdiz estaba un poco seca (aún siendo escabechada), al cantharellus le faltaba algo de sabor (lógico, por otra parte) , y el escabeche estaba recién hecho, por lo que estaba un poco agudo de vinagre y falto de conjunción. Aún así, estaba rico de tomar.

Una vieira con tallarines de calabacín y puré de coliflor,bien terminado y que funcionaba bien en su sencillez, aunque la vieira fuera de calidad estándar .

Un canelón de changurro con verduras. El canelón relleno de abundante de changurro desmigado, con verdura picada (calabacín, zanahoria), un toque de hierbabuena y abundante parmesano rallado. Sabrosote.

Un chicharro a la plancha, bien rustida la piel, con unas migas de aceitunas,y cangrejo, servido con una sopa de gazpachuelo (una sopa simple ligada con mahonesa típica de por aquí). Aquí se elevó el nivel: el fuerte tostado, la intensidad con cierta finura del chicharro, contrarrestada por la suavidad untuosa de la sopa, y unas migas con aceitunas que aportaban textura y un contrapunto acertado al sabor y a las raíces. Fantástico.(aunque el cangrejo creo que, sin desvirtuar nada, aportaba poco)

Unas mollejas de ternera del Esla, bien rustidas y tiernas por dentro, con un chopito a la plancha, puré de patata y espinacas. Un mar y montaña sabroso y bien ejecutado.

Y terminamos los principales con un solomillo de cerdo al que dejó la corteza, quedando como unos rizos fritos que le iban muy bien a la tradicional insipidez del solomillo,con un puré de batata reducido con miel (riquísimo),y trompetas de la muerte, que combinaban muy bien.

De postre vino un arroz con leche deconstruido que era un helado de canela con una crema de leche y krispies que, la verdad, no me provocó el entusiasmo que sí les produjo a mis compañeros de comedor, una pareja de sibaritas,todo educación y elegancia, que sabían mucho más que uno.Así que debo estar equivocado. No sé qué les hizo pensar (quizás la cámara y la libreta influyeron algo) que uno era un crítico con algo que enseñar, así que tuve la suerte de que se sentaran a mi mesa y poder disfrutar de su compañía. Por supuesto que aprendí mucho más de ellos que ellos de mi. Y además tuvieron la gentileza de abrir y pagar una botella de Llanos del Almendro 2004, así que aunque solo sea por eso no podré olvidarlos nunca. Que sepan que cuando vuelva por Málaga están invitados al Pepe Rico o al Pata Negra, donde ellos quieran, siempre que me inviten al placer de su compañía.

El precio del menú son 40 euros + iva , más 1,50 de cubierto, y
creo que me pusieron un plato de más del menú habitual.
Carta de vinos corta pero bien seleccionada y con precios muy razonables, sobre el 50% de precio entienda, incluso menos en algunas selecciones

La verdad es que todo vino mimado, sabroso,bonito, en punto. Una cocina, de verdad, de enorme mérito por producirse donde se produce y cómo se produce. Aunque repite varias de las muletillas de la nueva cocina, hay sentido común, un obligado punto conservador (tienen que abrir su abanico de público) y algún alarde para aplaudir. Y la RCP me parece estupenda. Ojalá que Juan pueda seguir evolucionando su cocina en la zona.

lunes, noviembre 05, 2007

Altair (Mérida, Badajoz) por Toni

El restaurante Altair tiene un emplazamiento chocante en principio. Está en un sótano al lado mismo del Guadiana pero a dos pasos del centro histórico. La sala está decorada en un plan ni muy clásico ni muy moderno, pero sí con una ambientación muy lograda y relajante.



Después de sentarnos a la mesa, el sueño de casi cualquier restaurante francés por su amplitud, nos decidimos por pedir a la carta en vez del menú degustación que costaba 65€ si no recuerdo mal. Lo asombroso fue que los precios tenían el IVA, algo casi inaudito en España y por lo que les felicito.


Tengo que decir que el enunciado algunos platos puede que no sea exacto ya que en la cuenta no viene reflejado el nombre completo de cada plato y sorprendentemente para un restaurante de este nivel no tiene página web.

Como picoteo nos trajeron unas aceitunas, magníficas, unos palitos de hojaldre con una salsa que tenía marisco para mojar y unas originales copas de Cava con PX.












De entradas pedimos una tosta de cierva con queso de los Ibores. 20€. Una combinación sencilla, tal vez demasiado para el precio y con el defecto de que el queso estaba muy frío, como recién sacado de la nevera. Nos esperábamos algo distinto.












El otro entrante fueron unos rollitos crujientes de prueba de ibérico. 20€. Con tal materia prima es indudable que estaban muy ricos, pero para ese precio la cantidad no era abundante precisamente y tampoco la receta era de altura, por lo que nos empezábamos a preguntar si habíamos elegido mal los platos, ya que no nos daba la impresiónde que hasta el momento fueran merecedores de la estrella Michelin que tienen.
















El primer plato principal consistió en lomo de cordero con miel y coco. 28€. Arriesgada combinación como poco. Me parece que el resultado es un plato que no deja indiferente para bien ó para mal. El cordero estaba más hecho de la cuenta y la combinación de la miel y el coco pienso que en todo caso le iría mejor a una carne como la del pato por ejemplo, pero aquí tomaba demasiado protagonismo respecto al cordero. Esto es muy subjetivo, claro.











El otro plato principal fueron unas manitas de cerdo con arroz cremoso y jamón. 28€. Otro patinazo. Las manitas estaban faltas de sabor, flojas y no tenían la gelatinosidad que deberían ya que estaban un punto duras. El arroz simplemente correcto. Tampoco es que quisiéramos comer para tres días pero como se ve en la foto la cantidad era un poco pequeña.










Como postres tomamos un pionono de almendras y helado mantecado. 12€. El pionono estaba bueno, pero el helado de mantecado no pasaba de discreto, adjetivo que no se le puede aplicar al precio precisamente.
















El otro postre fue café helado con cacao. 12€. Se le puede aplicar el comentario anterior.
















Con los postres tomamos una copa de Río Payva Moscatel, 3€, y otra de Tres Leones Moscatel, 3,50€.
La carta de vinos estaba bien, con vinos de bastantes D.O. aunque a unos precios muy altos en general. Nosotros tomamos un Borsao Tres Picos 2004 por 25€.

Al final trajeron unos petit fours que estaban bastante bien, sobre todo las gominolas.

El servicio muy correcto y el menaje, vajillas y mantelería de buena calidad.



Como se puede deducir no salimos muy contentos precisamente. Con la fama que tiene, estrella Michelin incluida, teníamos grandes expectativas, además de los lazos que tiene con Atrio de Cáceres y por lo comido nos encontramos con una cocina que nos pareció la de la típica vinatería tan de moda en Asturias sólo que a precios muy altos. Tal vez no elegimos bien ó no tenían un buen día en cocina.
Las comparaciones pueden ser odiosas pero refiriéndonos a Extremadura nos gustó mucho más el Aldebarán de Badajoz en la visita que le hicimos el año pasado.

Nota general: 5,5.
Emoción: 5.

Altair
Avda. de Jose Fdez. López, s/n. 924304512
Mérida (Badajoz)


toni