sábado, marzo 27, 2010

Restaurante Asador La Bolera (Gijón)



Hay días de frío y viento que a uno le apetece el cobijo del cálido olor de un cocido, de un pote o fabada, y mañanas de domingo donde a uno le apetece ser un poco niño con el entrañable olor de un bizcocho haciéndose en el horno. Y días cualquiera donde el buen fartón se levanta con un hambre visceral y primitiva de chuletón. Cuando me ataca, me gusta acercarme por La Bolera, el restaurante que fue lo que dice su nombre , además de popular merendero. Tiene un bar informal a la entrada , con menú del día y ambiente de chigre, y un comedor detrás , luminoso y bien vestido, donde te recibe el expositor de carnes y las brasas. Allí suele oficiar Cuco , que, como él mismo cuenta , no viene de la hostelería (aunque esté muy presente en su familia) , sino de la genética bovina, que le llevó a trasegar árboles genealógicos de los ‘bos índicus’ y los ‘bos taurus’, e irse por los cerros de Costa Rica, donde acabó como embajador de nuestra Asturiana de los Valles. De ahí le nace una pasión y un conocimento por la carne que hace valer en su restaurante, donde enseña con naturalidad lo que tiene, sin historias de maduraciones imposibles ni leyendas de trabajos que llevan haciendo los tractores desde hace muchos años. Le gusta descartar y escoger los mejores cortes de vacas alemanas de Trasacar, con unos elevadísimos niveles de infiltración de grasa dulzona. También tiene con regularidad diferentes cortes de Aberdeen Angus argentino, carnes que suelen tener un buen equilibrio sabor/suavidad, y que, gustándome mucho, aún no me han hecho tilín. Yo suelo empezar, como todos, con la invitación de un poco de rica panceta . Esta vez llega fría y más escasa de lo que recordaba. Diremos aquello de “a caballo regalado…”. El servicio es informal y se satura con facilidad. La carta de vinos es algo más amplia de lo habitual , y no abusa de los precios, aunque opté por una sidra Trabanco Seleccionada. Me gusta seguir con unas mollejas de ternera, simplemente cortadas finas y bien tostadas, pero esta vez no les queda, así que opto por unos correctos chorizos parrilleros para ir engrasando la maquinaria, a pesar de que otras opciones parecen atractivas (pastel de morcilla, callos, puerros rellenos de oricios,…).
De principal , chuletón de vaca gallega. No tiene la infiltración de la alemana, pero gana en potencia y peculiaridad de sabor, a lo que ayuda una maduración perfecta, con aires de añejamiento pero no de enranciamiento. Lo acompañan una patatas fritas fácilmente mejorables, y unos pimientos confitados que tampoco son gran cosa(ay , aquellos de Casa Arturo) . El punto de la carne trae su tres colores bien definidos, y el humo que se pega a la grasa churruscada es mejor de lo habitual. La grasa es sabrosa mantequilla, y podría comerse sola. El estómago se calma, satisfecho: esto es lo que quería.
En cuanto a los postres , no se les da mal el arroz con leche, y está rica la compota de manzana requemada con nata montada, aunque yo suelo optar por tomarme directamente una refrescante y digestiva Caipirinha (aunque yo le echaría un poco menos de azúcar que la última vez).
Precios, Iva incluído : Chorizo parrillero (4), Chuletón (1.5x45= 70), Sidra ( 2,80), Caipirinha (5 ), café (invitación).

Restaurante La Bolera

Avenida del Jardín Botánico, 355.
Teléfono:
984 193 422.


domingo, marzo 21, 2010

Güeyu Mar, in Cantábrico Veritas. (Playa de Vega, Ribadesella)




En estos tiempos revueltos , donde la mixtificación de la cocina parece sufrir la crisis de fe que suele arremeter desde hace siglos a otras creencias, parece que el apetito se nos ha hecho un poco el sueco , minimalista, o cualquier chorradita que venga a decir de forma fisna aquello que sonó siempre del “pijaes , las justas”. El gusto, después de derribar la cocina deconstruída, nos pide reconstruir el edificio desde la sólida base del producto, al que le puede ocurrir, y más en estos tiempos de profecías apocalípticas de alimentos sin alma y sin alimento, que acaben también mixtificados. Tenemos en Asturias la inmensa suerte de tener una despensa Cantábrica que , aunque no rebosa como antaño, aún es capaz de alimentar unos cuantos estómagos. Y digo estómagos mejor que bocas porque , desgraciadamente, aún siendo fácil encontrar un buen surtido marino en infinidad de sitios, y de que abunden las sencillas preparaciones “a la sin importancia” que , en teoría, minimizan el riesgo, es difícil encontrar quien trate con mimo la delicada alma nacarada del pescado. Abundan los excesos: de cocción , ajo, aceite, vinagre y caldo en las preparaciones al horno (que solo hacen buenas a las patatas) , y con ellos, ese ligero recuerdo que guarda el cadáver del pez de su vida en el mar , se evapora para no volver jamás.

Por todo ello me es grato comunicaros que , como me había ido adelantando la extensa y perspicaz red de informadores de este blog, efectivamente en Güeyu Mar se trabaja un género inmejorable, donde no es difícil encontrar bugres jurásicos que necesitan ser movidos en carretilla , rodaballos como espaldas de un culturista, o humildes pero sabrosos tiñosus ( o cabrachos), todos ellos vecinos por igual en el Cantábrico. Abel sabe trabajarse , además de los buenos distribuidores, también las lanchinas y demás pescadores de bajura. Pero además, sabe tratar al preciado y díscolo producto sin someterlo a ningún tipo de violencia de género . Y no es caro, al menos fuera de temporada turística. Se ve , por otra parte, que no descubro nada nuevo, porque el bien aprovechado comedor estaba a rebosar y doblando mesas.

Y las razones que me llevaron a semejante conclusión fueron: unas buenas anchoas , grandes, de conserva, como indican, con unos pimiento asados y un chorro de AOVE, aunque no las pediría en una segunda visita; un buen pulpo del pedreru, chiquitín y meloso, con unas mantequillosas patatinas.

Siguieron unos espléndidos percebes, (aquí el deber me obliga a comunicar que la calidad en el servicio de los percebes puede afectar dramáticamente al sentido crítico del informador), anchos como mi pulgar, henchidos de gloria marina, resonantes aún de las olas que rompían en ellos ayer. Perfectamente cocidos, no hubo tiempo a comprobar si templados mejoraban . Honestamente, hacía mucho tiempo que no los tomaba tan buenos, y eso que me gusta pedirlos de vez en cuando. Y los míos fueron los normales , que iban a 60 el kg , así que os podéis imaginar, como yo , como podían ser los de 170 euros/kg.

De segundos llegaron a la mesa lenguados finos y virreyes, sencillamente plancheados. En los lenguados , curiosamente, estaba mejor el de ración individual que el de doble, algo falto de sabor debido, probablemente , al rigor mortis que denunciaban sus enhiestos lomos. En todo caso, no se le podía hacer ningún reproche ni de frescura ni de finura. . Y unos virreyes, que son también monárquicos reyes, ya que en teoría todos son todos Beryx Decadactilus, aunque al bueno de ojos grandes y cerca de la boca, y de cuerpo más abombado, se le llame virrey, y a los otros , los menos buenos, de ojos grandes pero menos saltones , más separados de la boca y más digamos, regularmente pisciformes, se les llame , simplemente reyes, o , vulgarizándolos, palometa roja, por diferenciarla de la grisácea “hijaputa”. Bueno , pues los reyes que eran virreyes (yo tampoco me aclaro muy bien) , aún siendo de ración individual (a ojo de buen fartón , les echo unos 600-700 grs), resultaron un manjar de gelatinas , grasas, pieles y sabores intensos pero suaves que es lo que queremos decir cuando hablamos de finura, resaltado todo ello por el certero golpe de plancha, y acabamos rechupando cabezas y espinas como si llegáramos de correr un maratón. Terminamos, como es habitual, por otra parte, con los postres: un buen tiramisú, sin ningún exceso; una entrañable “tarta de la abuela”, que nos retrotrae a los cumpleaños de la infancia; y una contundente y riquísima tarta de queso, que será la que tomaré en mi próxima visita. De la que salíamos, el mostrador de pescados lucía ya casi vacío, sin rastro del bugre de cinco kilos ni del rodaballo para nueve.

Para beber empezamos con un Champagne Camille Savés del que nos bebimos la última botella, previo aviso (quizás no todo esté perdido), agradable, fresco y cítrico (36 euros), como siempre, y un buen Zárate El Palomar, que conseguía darle algo de hondura a la albariño sin que perdiera su gracia original (25 euros). Como habréis podido colegir los sagaces lectores que hayan llegado hasta aquí, tienen , por lo tanto, una carta de vinos interesante y no excesivamente marcada.

En cuanto a los precios, los percebes fueron medio kg-30 eu, las generosas raciones de pescado a 20 euros, y los postres a 4,5, por lo que con las dos botellas mencionadas y algo de agua no llegamos, por poco, a los 50 euros p/c.


Ah, y no conozco a Abel (aunque sepa, como casi todo el mundo, que fue socio fundador de La Parrilla de Ribadesella) ni a ningún amigo de Abel, aunque alguno tuviera por el restaurante, y le llegara el pescado un poco más grande o un poco mejor colocado en el plato, pero poco más . Nada que no hiciéramos nosotros mismos.


Restaurante Güeyu Mar

Playa de Vega (Ribadesella)

Tel.: 985 86 08 63



miércoles, marzo 17, 2010

Argán - La Casona de Llerana (Llerana, Cantabria), por Toni




La Casona de Llerana se encuentra situada en el pueblo homónimo situado en las estribaciones de los valles pasiegos. Impresionante casona montañesa transformada en un excelente hotel de tan solo 12 habitaciones con todas las comodidades y una tranquilidad casi absoluta.



A esto hay que sumarle el restaurante Argán del que se podría decir que es un restaurante asturiano situado en Cantabria al estar dirigido por los asturianos Adrián Mancheño en la cocina y Jordán Cortés en sala, bajo la dirección de Cesar Fernández Casado.

Tienen un menú degustación de 45€ (IVA incluído), 35€ para el cliente hospedado, y nosotros pedimos que lo alargaran un poco hasta los 55€ que costó el menú que al final tomamos. El agua y el pan están incluídos en el menú. Si a esto se le suma el que está prohibido fumar y a la inclusión del IVA en los precios se puede decir que estamos en un restaurante rayando lo paranormal en comparación con el resto de la hostelería española. Yo por lo menos no recuerdo haber visto estas 3 características a la vez en España, algo que debería ser la norma no la excepción. Enhorabuena.

Gracias a las fotos y a la prolija descripción de cada plato el lector se puede hacer una idea bastante fiel de lo comido.



Antes de empezar pedimos sendas copas de Fino Macharnudo Alto, invitación de la casa, acompañadas por unos botes con queso, anchoas, tomate y aceitunas, perfecto acompañamiento de las copas de fino.





El primer entrante del menú consistió en un cocktail de bienvenida, profiterol relleno de foiegras y gominola de A.O.V.E. . Un goloso profiterol combinando su dulzor con la grasa del foiegras y con la gominola de aceite limpiando el paladar ayudado por un cocktail de zumo de fruta de la pasión con albahaca. Puede parecer una entrada efectista para llamar la atención, lo que consigue, pero todo el conjunto formaba una muy notable combinación que estimula el apetito aun más.






Seguimos con la tortilla de trufa e ibérico que como se puede ver era en forma de espuma con la trufa y el jamón por debajo con el sabor intenso y muy rico de estos suavizado y complementado por la espuma. Rico, rico.





El tercer entrante fue una degustación de grasas vegetales y ahumadas consistente en una rica mantequilla al estragón con un notable y sabroso aceite de arbequina ahumado con serrín de arce que en este caso se me escapó de la foto.




La cuarta entrada tal vez fue la mejor de todas tal vez por no esperada. A modo de ensalada, lomo de trucha en dos cocciones presentada con piel crujiente, brotes de hierbas anisadas acompañando una picada en reconstrucción. El enunciado prácticamente explica el plato. Sorprendió el gran sabor de la habitualmente bastante insípida trucha con un logrado e intenso ali-oli. Muy bien.





Para acabar los entrantes muy notables también las kokotxas de bacalao al pil pil intensas de sabor y con un buen pil pil.



El primer pescado fue A modo de mar y montaña, pulpo asado en un aceite de sarmientos y ligéramente ahumado, teja melosa de ibérico, cremoso de pimentón y caldo mentolado de cocido lebaniego. Casi diría que el plato estrella de la cena. Ya he comentado en algún otro post que no me suelen convencer las preparaciones de pulpo que se aparten de la tradicional a la gallega, pero esta si. Estupenda combinación donde armonizaban de maravilla el pulpo y la crema de pimentón con el cerdo y todo ello acompañado de un sensacional caldo de cocido. Excelente.




Magnífico también lomo de lubina cocinado en un papillote transparente, frutas de invierno secas, aromas del campo y naranja amarga. Perfecto el punto conseguido con la lubina y muy rico el caldo resultante de la cocción con el toque de la naranja amarga.



El primero de los dos platos de carne fue el que menos nos chocó del menú sin ser malo ni mucho menos. Pichón de Araiz asado y reposado, jugo de alubia bañando una ratatouille de tres verduras blanqueadas en mantequilla noissete y frutos secos fritos en aceite de argán. A pesar del aspecto puede ser que el punto no fuera el deseado, pero el sabor del pichón por si solo no nos llegó a convencer del todo aún con un buen caldo de alubia.



Acabamos con la pieza de chuletero de vaca vieja hecha en sartén, macerada en un polvo de trufa blanca, brotes de especias montunas, achiote y frutos secos. Estupendo sabor de la carne con una interesante y original guarnición y el toque sabroso del achiote como colorante.






Como penúltimo plato llegó una selección de cinco quesos y confituras de los Valles Pasiegos. Considerable cantidad de quesos de los que recuerdo un par de Pasiegos, Picón Vejes-Tresviso y Ahumado de Liencres, con unas ricas confituras.
A estas alturas difícil acabarlos. La casa nos invitó a un vino dulce vasco, Itxasmendi.





Como postre nos pusieron un merengue ácido tostado cubriendo un sobao pasiego, nudos de cacao amargo y helado de yema tostada, otro guiño a la tierra del que si me hubieran cabido habría comido un par más.


La carta de vinos notable, con referencias clásicas, modernas y extranjeras, sin descuidar los blancos ni los generosos y dulces y además sin exagerar el margen de precios. Tomamos dos Champagne, Camile Savés Carte D'or Brut Grand Crû 2002, 40€, y André Clouet Grand Reserve Brut Grand Crû, 36€. Copas, cubertería y menaje de primera calidad.

El pan era de 2 tipos, una torta de Extramadura y otro pasiego y servido sin racanerías como suele ser habitual en muchos restaurantes y el servicio impecable a cargo de Jordán Cortés.

Nos llevamos una sorpresa muy agradable teniendo en cuenta de que llevan abiertos cuatro días como quien dice. Si ya dan este nivel en la actualidad se pueden esperar cosas importantes de este restaurante, que además ofrece una relación calidad/precio sobresaliente. Cocina apegada al entorno con sabores reconocibles pero a la vez con unos toques modernos y algunos contrastres de sabores bien pensados. Hay que ir.

Nota general: 8,5

Emoción: 9


Actualmente, el restaurante ha cambiado de jefes de sala y cocina y, por lo tanto, de modelo de negocio.


Argán (Casona de Llerana)

La Magdalena s/n. Saro. 39633 - Llerana CANTABRIA

942 593 539 www.casonadellerana.com/

ton



sábado, marzo 13, 2010

Volnay 1cru "Clos du Château des Ducs" 03


Albertobilbao:


Gran descubrimiento Lafarge y motivo para la reflexión de los grandes vinos de Borgoña que nos perdemos en España y a precio asequible como éste, no echo la culpa a nadie no es fácil y más en los tiempos que corren llenar los almacenes con el riesgo de que duerman en ella el sueño de los justos

En nariz es amplia su propuesta, quedarse con un único matiz es como pedir a un gran pintor que sólo pinte con un color de su paleta, aparecen notas cárnicas, balsámicas, violetas, guindas, especies. Complejo, vino para comprender, para iniciarse, para aprender.

Goloso pero fresco . Recuerdos de tostados tímidos pero en un segundo plano, son respetuosos, nadie puede mancillar la gloria de un Borgoña.

En boca es pleno, acidez marcada, si una palabra lo tuviera que encorsetar esa sería “armonía”, fruta roja en estado puro, una fiesta

Al día siguiente resistió la prueba del tiempo, la fruta seguía con su bandera en lo más alto del vino

Gracias a este vino te sientes en la tierra de Borgoña, en este caso en los paisajes de Volnay.


El diletante:

El aroma de este vino es de esos que te transportan a un mundo mejor. Huele a tierra húmeda, a hierba recién cortada, a fruta del bosque , a fruta roja, a menta,…. lo que no explica nada, porque son partes de algo unido, con identidad propia, que solo se puede conocer probándolo. Es 2003, año de calor abrasador, y sin embargo es fresco. Está cargado de fruta, pero se da con sobriedad y no empalaga. Tiene la sencillez del que habla desde el corazón, y la hondura de quien ha sufrido por hacerlo. Es complejo y cambiante , pero cualquiera será capaz de disfrutar de él. En boca es ligero, pero se empeña en persistir. Tiene acidez, toques balsámicos, cierta astringencia, una madera leve , buena y usada, notas torrrefectadas…. Invita a seguir bebiendo, y a detenerse a meditar con él. Vibrante y armónico a la vez. Un vino excelente para enamorarse de Borgoña y de la Pinot Noir , o simplemente del vino.

Nota: 91

Precio: 78 euros

Este vino es uno de los 1er Cru de la bodega de Michel Lafarge, de su gama alta, y , por tanto, más cara. Aparte de en la web de la bodega, me encuentro una pequeña historia y datos técnicos me encuentro en el blog de Verema de la Peña El Sarmiento:

El apellido Lafarge lleva unido a la historia de Volnay y por tanto de la Borgoña, desde la revolución francesa. Comenzaron a embotellar vino en 1934, aunque todavía vendían bastante a négociants y a partir de los años 60’s comenzaron a vender todo el vino embotellado. Poseen 12 hectáreas de viñedo del que salen unas 60.000 botellas anuales. La larga tradicion de vignerons hace que trabajen con especial esmero el viñedo, huyendo de fertilizaciones abusivas o clones demasiado productivos (suelen regenerar el viñedo con su propio material). Además emplean una poda “Cordon Royat” en lugar del tradicional Guyot, de cara a obtener una mejor relación piel/pulpa. Se despalilla prácticamente todo en añadas difíciles y alrededor de un 80% en las buenas añadas para ayudar a prolongar la fermentación, que tiene lugar en depósitos de hormigón abiertos con control de temperatura (30-35ºC) y tras una maceración prefermentativa de 2-3 días. Crianza en barricas de roble (25% nuevo) durante unos 14-20 meses, con un trasiego al meter en barrica, otro después de la maloláctica y un último trasiego antes de embotellar. Una vez embotellados pasan unos 5 meses en botella antes de salir al mercado

martes, marzo 09, 2010

Este post no tendría que escribirlo yo. Por Jorge Díez


No es ningún secreto en este espacio que me une relación de amistad con los dueños de La Tabernilla, de donde soy cliente. Pues eso y mi perseverancia como bebedor de Ònix, que tienen en su pizarra de chateo hace tiempo, me llevaron el pasado ocho de marzo a estar como invitado (más bien como infiltrado) en una cata de vino para mujeres organizada en dicho local y con vinos de la Vinícola del Priorat.

Ninguna experiencia previa en organizar catas y se lanzan un día de descanso, fecha significativa, con esa reunión femenina a modo de celebración y homenaje. La iniciativa de la propietaria del local juntó por un lado a una fotógrafa que presenta una exposición dedicada a su madre y al trabajo (sobre todo al callado y no reconocido públicamente) y a una enóloga que trabaja ahora en esa bodega y que se encargó de dirigir la cata propiamente dicha. Presencia masculina, la imprescindible: el propietario y el camarero para el servicio, Jordi y Andrés para representar a la bodega y al distribuidor, los fotógrafos de la prensa que hicieron su trabajo al principio y se fueron… y este intruso que suscribe. También se me podía excusar como cobaya: con el tiempo que llevo bebiendo ese vino, si no me ha pasado nada raro es que no tiene efectos secundarios.

Notable puntualidad, lleno absoluto (cuarenta y tres invitadas, más varias llamadas con interés que hubo que rechazar por falta de espacio), ambiente respetuoso sin que nadie diera indicaciones –sin ruidos para poder escuchar a la enóloga, sin humos, sin que hubiera que advertirlo- preguntas discretas pero interesadas por el tema… Y todo entre mujeres con mera afición, sin conocimientos previos y en un establecimiento sin rasgos específicos para concentrar este público. Su día a día es común, con clientela repartida por igual entre hombres y mujeres y con dominio masculino en la barra, como la mayoría de los sitios.

Frutos secos, colines de pan, chocolates sobre las mesas. Las copas que se hacían pocas para tantos vinos. Y el ambiente que se iba animando con cada nueva prueba. De los vinos merece la pena hablar, pero no fueron los protagonistas.

Empezaron con cuatro pruebas de depósito. Una mezcla de garnacha blanca y macabeo que será el Ònix blanco de 2009 seguramente. Turbidez por la falta de filtrado. Notas de flores blancas, cítrico maduro (pomelo), pera, piña después de reposar un poco… Acidez suave, no será muy longevo ni lo pretende. Cada detalle daba pie a que Sandra explicase por qué estaban allí esos matices. Mientras, en la retaguardia, en un barril de la esquina, la “cuota” de género me permitía recibir algún dato paralelo de Jordi. El blanco no es su apuesta, no se plantean otro tipo de crianzas, no quieren tampoco encarecerlo. Silencio; la cata sigue.

Muestras de depósito de garnacha tinta, cariñena y syrah sucesivamente. Cada vez más capa, y hablan del color. La nariz que cambia, y cada una apunta su percepción. Más fruta roja en la garnacha, más grafito en la cariñena. Esta da un punto licoroso, insinúa cacao. Me sorprende tanta definición en vinos sin acabar todavía. La syrah se muestra menos intensa pero más compleja. Especiada.

El ambiente es muy distendido cuando empiezan a probar los vinos ya hechos. El modesto Clàssic, ese que me ha sellado el salvoconducto para colarme esta noche aquí. Un fallido Fusió, con alguna botella rechazada (otro pretexto para explicar defectos) y con dudas sobre su idea misma. Y un gratificante Evolució que devolvió complejidad a las copas, que derrochó balsámicos a aquellas alturas para rematar esa parte de la cata.

Porque no acababa ahí. Esperaban los vinos de licor (ranci y dolç) y el vermut embotellados como Mas dels Frares, que llegaban un poco tarde, con los sentidos cansados, pero que también tuvieron defensoras. Otra vez conversación paralela sobre mantener tradiciones aunque no sea su línea principal. Esto se acaba. Agradecimientos y aplausos. Las más fumadoras ya no resisten y son las primeras en marchar. Salen varias bolsitas con sus botellas, así que la presentación ha hecho adeptas. En resumen, tres horas compartidas, un éxito como cata, un éxito como iniciativa femenina.

Sobre los vinos, esa afición que nos une, debo decir que esta bodega es un caso especial para mí. Es el resultado de la unión de varias cooperativas de la zona y sigue trabajando con segundas marcas para supermercados, procesando vinos para otras vecinas… Daría un perfil de los que por aquí no nos gustan, de lo que a veces llamamos “fábrica de vinos” aunque con dimensiones más modestas. Y sin embargo me gusta, respeto su hacer. Lo respeto porque han hecho de la cantidad dignidad. Han optado por mantener la tradición de la zona, sus uvas, sus mezclas y no obstante sacan vinos modestos y asequibles, en paladar y precio, para el día a día. No se han sumado a la moda de hacer un super Priorat de culto, caro y duro. Qué queréis que os diga, la mayor parte de los días no puedo beber esos vinos que tanto alabamos aquí cuando los probamos. Y también me gusta salir por ahí, así que valoro mucho el chateo. Y aquí está mi Ònix tantas veces para beber algo agradable y barato; por eso nos hemos hecho amigos. Comparaciones odiosas: lo prefiero a otros prioratos jóvenes que han logrado más fama.

Quedan dudas. Con esa buena presencia sin ensamblar, ¿por qué se exige que se mezclen cariñena y garnacha?, ¿por qué no separadas o en proporciones más desiguales? Jordi me apunta que es raro que la misma añada dé las dos buenas, que lo que mejora una hace más floja la otra. Lo corrigen en la mezcla pero podría salir todavía algo mejor. Y con lo bien que apuntan y para un vino joven, ¿de verdad hace falta madera? En fin, no soy enólogo ni bodeguero. Qué sabré yo, aparte de dudar.

Aquí hablamos de vino, aquí escribo yo, pero esta vez habría que hablar de las mujeres, de su espacio, de sus gustos; y esta vez debería escribir una mujer, una de muchas que nos leen, alguna de las pocas que escriben de vez en cuando. Este post no tendría que escribirlo yo.

Si queréis más detalles sobre los vinos los tenéis en su página (www.vinicoladelpriorat.com) Y los paneles con las fotos expuestas estarán todavía algún tiempo en La Tabernilla, por si os apetece verlas.

Es obligado que dedique estas líneas a nuestras lectoras silenciosas y sobre todo a las más animosas que entran sin complejos a la tecla y nos dejan su opinión. Y ojalá la próxima vez no me dejen escribir este post.