Con los últimos racimos de la moscatel del año, a primeros
de septiembre, feos , pequeños, en gran
parte pasificados , numerosas familias en la Axarquía elaboran su vino dulce,
que ayudará a pasar el invierno. Siempre ha tenido fama el de la zona de
Cómpeta , de forma que normalmente se conoce como vino de Cómpeta o, en caso de
rivalidad cainita , vino´l terreno. Un terreno
que son terrazas de pizarra y monte bajo, por darle un barniz de terroir al vino. Uva pisada, fermentada , trasegada y embotellada (frecuentemente en botellas
reutilizadas de Pet de 5 lts), de forma totalmente natural y artesanal, con fortuna , lógicamente,
desigual, aunque raramente fallida. Para
los roscos de vino de navidad siempre subimos unos cuantos litros, de los que siempre sobra la mayor
parte . Este año el vino vino especialmente redondo. Escribo esto mientras
apuro las últimas gotas…es un vino que se pica según se va acercando el verano.
Sorprenderá a algunos el frescor que
tiene en nariz, su gracia en la boca. El
enigma se soluciona con sencillez: prueben una auténtica pasa moscatel de
Málaga ,secada al sol, y verán que , al
contrario que esas abúlicas pasas sultanas, en la carnosa uva malagueña palpita
aún con vida ese frescor. Con matices
claro, pero el hecho de que exista, y la naturalidad del proceso, dan viveza y
complejidad a un aroma que diría de un Kracher aligerado,ese aroma almizclado y
de miel propio de la moscatel pasa. El paso en boca es ligero, no llega a
empalagar, aunque le ayuda sobremanera ser acompañado de unas migas, a ser
posible con sus coquinas y su ensalada ajoarriera. Prometo después unas siestas memorables. El precio es
variable : la garrafa de 5 lts suele andar entre una bolsa de aguacates o una
caja de tomates . En todo caso, nunca es caro. Si van por la zona , hay quien
embotella de forma presentable esta modesta maravilla. Cómprenla, seguro que no
se arrepentirán
lunes, enero 21, 2013
viernes, enero 11, 2013
Azafrán (Villarrobledo, Albacete), por Toni
A veces acabas recalando en un sitio por pura casualidad. Hasta hace unos días no tenía ni idea de la existencia del restaurante Azafrán de Villarrobledo pero fue precisamente buscando información turística de esta localidad manchega la que me llevó a un enlace en el que se comentaba que Azafrán estaba entre los candidatos a restaurante revelación del próximo Madrid Fusión. Aún así tampoco tenía pensado ir ya que en teoría no me cuadraba la hora de la visita a Villarrobledo con la comida, pero por circunstancias que pasan, al final sí que llegamos a la localidad manchega justo a la hora de comer por lo que no dudamos en visitar el restaurante.
A los fogones está su responsable, Teresa Gutiérrez, formada con grandes cocineros y en restaurantes como su casi vecino Las Rejas de Las Pedroñeras.
La situación del restaurante no es céntrica, aunque sí es muy accesible en coche y con aparcamiento en la misma puerta. La sala es muy luminosa y con una decoración sencilla pero con empaque. Nosotros como pensábamos comer a base de raciones nos pusimos en una de las mesas enfrente de la barra.
Mientras hojeábamos la carta, precios con IVA incluído, nos pusieron unas fantásticas cortezas caramelizadas como aperitivo que resultaron totalmente adictivas. ¡Madre mía que buenas estaban!. Me hubiera comido un kilo, con eso lo digo todo. Una excelente idea es que muchos de los entrantes se pueden tomar por medias raciones, con la ventaja que tiene poder configurarte casi un menú degustación de entrantes a un precio muy ajustado.
Todo tenía una pinta muy apetecible pero estando en La Mancha y previendo que íbamos a tardar en volver por la zona nos decidimos a comer a base de entrantes típicos de la parte de la carta de "Del recetario de mi abuela".
Pero primero la propia Teresa Gutiérrez nos trajo una sartén de migas del pastor con panceta y mermelada de uvas, cortesía de la casa, muy ricas para abrir boca y comenzar a sumergirnos en la cocina manchega.
Todos los platos nos los presentó Teresa Gutiérrez y el siguiente fue el lomo de orza casero con salmorejo, alioli y pan tostado. Media 6,50€. Excelente la calidad del lomo, de sabor potente, intenso y elegante, con un suave alioli que se combinaba muy bien con la carne sin anularla y un fino y sabroso salmorejo en forma de mermelada, con el toque crujiente de las migas de pan tostado. Teresa nos comentó que era la receta de una de sus abuelas aunque imaginamos que puesta convenientemente al día. Excelente.
Seguimos con unas croquetas caseras de atascaburras manchego y pan de ajo tostado, media 5€. El atascaburras es una pasta hecha a base de patatas y bacalao, muy típica de Albacete y Cuenca. Se suele comer frío o a mi por lo menos siempre me lo han servido así pero aquí cobra otra dimensión como relleno caliente de las croquetas, con una masa magnífica y el conjunto con un sabor intenso al bacalao. Muy buenas.
El tercer plato fue el "ajopringue" albaceteño de matanza con manzana y piñones. Media, 6€. El ajopringue es como un paté hecho de casquería de cerdo y matanza parecido al morteruelo y venía acompañado de un buen pan tostado. Plato condundente perfecto para el invierno y que queda sin duda clasificado en primer lugar de los patés de este tipo probados hasta la fecha en La Mancha. La ración entera como entrante para uno sería ciertamente un desafío.
Acabamos con otra receta de la abuela de Teresa, unas empanadillas de "desmigao" de cordero y asadillo de berenjena. Media, 6,50€. Extraodinarias. Plato con aires árabes, el relleno de cordero fínamente especiado estaba de matrícula de honor con la masa de las empanadillas magníficamente lograda y el asadillo de berenjena con un toque de comino merecía un desarrollo aparte como entrante por si mismo. El conjunto resultó un plato por el que casi se justifica la visita.
Viendo el nivel que había alcanzado lo probado no dudamos en probar un par de postres. Evidentemente uno tenía que ser la "Merienda manchega": bizcocho de azafrán con queso manchego, membrillo y sopa de romero con mistela. 6€. Directamente va a la candidatura de postre del año. I-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e. No sabría decir qué estaba mejor, si el bizcocho, el queso, el membrillo o la sopa de romero. Ejemplo de libro de puesta al día de recetarios tradicionales con resultados espectaculares.
Después de la contundencia de todo lo probado nos vino de perlas el helado de lima-limón, limón confitado, sopa de lima y merengue quemado, 6€, perfecto equilibrio de dulzor y acidez.
La carta de vinos bastante bien escogida con 70 referencias de vinos de la tierra y 100 de otras partes del país. Pero en este caso había que conducir por lo que tomamos sendas cervezas, 2€, y medio litro de agua, 1,75€. Los postres los acompañamos con una copa de moscatel Finca Antigua, 2,50€.
Como concepto de "servicio cubierto" cobran 1,15€ c/u pero viene incluído el pan, bastante bueno, que además no escatiman. El servicio femenino, agradable y eficiente.
Y en este caso hasta la web del restaurante es buena: sencilla pero informativa. Solo se hecha de menos que no venga reflejada la carta de vinos y más información sobre la cocinera.
El lector deducirá sin mucho esfuerzo que salimos encantados, llenos y satisfechos y más habiendo pagado 48,55€ en total. Es una pena no haberlo sabido antes ya que hubiésemos cambiado la base del fín de semana de Alcázar de San Juan a Villarrobledo para haber probado otro día los platos principales u otros entrantes como los gazpachos manchegos con conejo de campo, el arroz meloso con perdiz y calabaza o los "gurullos" con mollejas de lechal y setas de cardo que llaman a gritos desde la carta.
Da gusto encontrar restaurantes así, con excelente producto, cocina autóctona puesta al día con sentido y, seamos prosaicos, precios muy contenidos. Aunque hayamos probado poco, la cocina de Teresa Gutiérrez convence. Sin duda. A ver si tiene suerte en Madrid Fusión ya que seguro que le supondría un salto en conocimiento de su restaurante y popularidad.
Y como siempre digo en estos casos de lejanía: lástima que nos quede tan lejos.
Azafrán
Avenida Reyes Católicos, 71, 02600 Villarrobledo (Albacete)
967 145 298 www.azafranvillarrobledo.com
martes, enero 01, 2013
Mantecados de aceite Cristina
Ya sé que a estas alturas andamos refalfiaos de productos
navideños. A mi me gustan. No suelo perdonar cuatro subtipos: los turrones, en
especial el “blando”. Los roscos con vino de Málaga que hace mi madre. El
roscón de Reyes, alternando el de Peñalba y el de Santa Cristina. Y
mantecados y polvorones, sin ser demasiado escogido. Hasta este año, que probé
estos mantecados de aceite Cristina. Lo de aceite es porque sustituyen la
habitual manteca de cerdo por aceite de oliva, lo que hace que los podamos
comer con menos cargo de conciencia (aunque la barriga la cargan igual). Están
jugosos, menos secos de lo habitual, por lo que no hay que aplastarlos. Tienen
almendra abundante, con ricos tropezones. Un tostado un poco subido, que me gusta. Abundante ajónjoli. Un
sabor a mantecado más integrado y fino de lo habitual. Seriamente adictivos.
Tanto es así que ya me estoy acabando la segunda caja. Se encuentra por 17
euros (creo recordar, los vale), en lo de
Marisun (Umm qué rico)
1999 Domaine Henri Gouges Nuits St. Georges 1er Cru Les Saint Georges
Dicen las guías que la Pinot Noir es una uva difícil de
cultivar y de interpretar, que lleva
a la desesperación a numerosos
viticultores. De lo que no hay duda es de que es esquizofrénica, con dos caras opuestas: una
femenina, que huele a cassis, violeta , frambuesas; otra visceral, que huele a tierra , bosque,
establo. No es fácil que las muestren de forma conjuntada. En los de cuerpo más
ligero, suele primar , con la frescura de una elevada acidez, lo primero. Pero
los grandes Pinot Noir , de los que habré tomado tres o cuatro, ese envoltorio
de seda esconde un órgano vivo, telúrico, trascendental . La finura de sus
taninos envuelve una negrura de bosque y entrañas. Este vino se queda a las
puertas de esa grandeza, tan complicada. Diría incluso que es demasiado joven,
si no fuera por unos terciarios
oxidativos que lo hirieron de muerte.
Como animal poderoso y noble que es , le saqué aún unos buenos capotes. Al
natural claro. Pero la faena quedó lejos de merecer premio, aunque el animal
presentaba hechuras para trabajarse las dos orejas. Desgraciadamente, no es la
segunda vez que me pasa.
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