sábado, diciembre 27, 2008

A finales del 2008


Esto de estar sin ordenador también tiene sus ventajas: uno disfruta de más tiempo para jugar como un niño, es capaz de terminar ese libro que se le resistía (La Manía , de Trapiello), puedo estar hora y media seguida viendo una película (Picpocket, que ha envejecido regular por la parte más superficial, pero estupendamente por la principal) . También sirve para echar la mirada atrás , a estos cuatro años que llevo participando en blogs gastronómicos, más de dos con blog propio. Recordar el entusiasmo del principio por poder compartir esta pasión que uno llevaba, como otras , casi a escondidas. El buen humor, el sentido común, el buen rollo. A "gourmetilla", cuando decía que no se fiaba de alguien al que no le importara comer bien. Y todo lo que uno desconocía: hacerse un chintonis, buscar la mineralidad de un riesling o de un chuletón, emocionarse transportándose a la infancia, que los mejores vinos se hacían allende los Pirineos, que los mejores quesos están allende los Pirineos....y a no dejarnos guiar por guías, y criticar a los críticos. Esa búsqueda que compartíamos por discernir verdad y mentira , donde no siempre atinamos. Donde nos creímos tantas cosas. Y nos reímos de tantas otras. Creo que todo lo justificó un entusiasmo genuino, en volandas del cual hicimos miles de kilómetros, gastamos miles de euros, quemamos días y noches. Buscando un placer efímero que nos durase siempre en la memoria. Nos creímos también alguna vez ser más de lo que éramos, quizás por descubrir que los que disfrutaban del prestigio de ser algo lo habían despilfarrado en los feos requiebros de la soberbia, de la vanidad . Descubrir que Internet abrió las ventanas de una habitación que olía a cerrado, donde todo se apolillaba. Disfruté y disfruto yendo de link en link, viendo que la actividad es cada día más diversa y fecunda.Todo cabe : el profesional y el amateur, el que empieza y el veterano, el que se lo toma con humor, o de forma trascendente. El talento, o su ausencia, serán los que nos hagan continuar leyendo, o no, después del click. Mientras, también se ha ido perdiendo la frescura y el asombro que acompaña a los comienzos, a los que van desbrozando los caminos vírgenes.

También fue uno descubriendo las sentinas de esta actividad, el reverso de tanto fuego de artificio, razones y sinrazones. Los intereses. Y es que alguna vez nos olvidamos que al fin y al cabo, esto es un negocio, donde mucha gente intenta, primero, ganarse la vida. Luego prosperar. Un trabajo, donde el que está al otro lado será mejor o peor profesional, pero seguramente preferiría estar en otro sitio.

Llevo un tiempo que , contra lo que uno quisiera , esto del blog va cayendo en la lista de prioridades. Hace tiempo que no llevo libreta cuando voy a comer, porque descubrí que la comida se me enfriaba mientras pensaba la mejor manera de describir un plato. Se me olvida con frecuencia la cámara de fotos. Cada vez salgo menos. Apenas tengo tiempo para escribir lo que pruebo y siento. A pesar de todo, intento seguir pasándome por esta taberna, buscando un buen rato entre la gente de bien que tiende a estar por aquí, mientras esperamos tiempos mejores.

lunes, diciembre 22, 2008

Deloya (Oviedo), por Toni

Deloya es el restaurante del hotel Santo Domingo Plaza de Oviedo, regentado por la familia Loya del Real Balneario de Salinas y con Javier Loya como principal responsable de cocina.

Ha conseguido desde su apertura hacerse un nombre en el mundillo gastronómico asturiano por su buen hacer tanto en el restaurante como en su servicio de catering y celebraciones.

No describo el restaurante ya que en su web hay una buena colección de fotos de las instalaciones.

Casi podría copiar y pegar el principio del anterior post porque las experiencias son casi idénticas. Los precios de la carta tampoco tienen el IVA incluído. No estaría de más una lectura de la ley en vigor.

El aperitivo que nos pusieron al principio también prodría parecer que es una invitación de la casa pero cuando se cobra el concepto entrada-pan, 1,92€ c/u, la invitación se esfuma. De acuerdo que no es mucho, pero que fácil sería no reflejar lo de "entrada" en la cuenta. Por lo menos la crema de calabaza estaba muy rica al igual que una croqueta aparte realmente notable.

El montadito de setas, foie y yema de huevo, 14,98€, se ha convertido ya en un clásico de esta casa. Yo no puedo evitar pedir siempre esta lograda mezcla de los marcados sabores terrenales y salados de las setas y grasos del foie suavizados por el huevo que consigue en el paladar un sabroso bocado.

Original resultó el otro entrante: terrina de foie con piña y perdiz escabechada, 14,98€. Resultona combinación del dulce de la piña, lo graso del foie y el agrio de la perdiz que estimula totalmente las papilas gustativas y hace desear el siguiente bocado. Muy rico.

Pasando a los principales, la merluza de Celeiro con salteado de fideos chinos, tomate y genjibre, 23,54€, estaba perfecta de punto, algo que no es tan fácil de ver como debiera. Muy buen sabor, con intensidad. La cantidad no era muy grande pero cumplía. A su lado una original guarnición con los fideos chinos que aportar no es que aportaran demasiado a la merluza, pero tampoco estorbaban y estaban bastante bien con ese toque del genjibre.

Bien también el lomo de lubina con espaguetis de mar y cítricos. 25,68. Tampoco una ración grande pero sí una lubina de intenso sabor, igualmente perfecta de punto y con el complemento de unas algas de potente sabor marino que daban la nota original al plato ya que no se suelen ver demasiado todavía. Notable.

Los postres no son lo mejor de Deloya, pero cumplen sobradamente. Un postre sencillo pero que casi siempre acabo pidiendo es el biscuit de chocolate blanco y vainilla con migas de kikos y naranja. 6,42€. Es casi adictivo el bocado el biscuit con las migas refrescado por la naranja.

Muy refrescante y golosa es la crema de mascarpone con macedonia de frutos rojos y helado de nueces garrapiñadas, 6,42€, que deja el paladar fresco y contento.

Para beber tomamos un magnífico blanco com madera, de Rueda: Naiades 2005. 28,89€. Para mi uno de los mejores blancos de España. La carta de vinos está bastante bien, no muy extensa pero sí con una buena selección y lo que es mejor, sin excesos en los precios.

El personal de servicio de muy buen nivel y solventando profesionalmente la tarea con un comedor lleno.

Exceptuando algún detalle comentado arriba, buena experiencia como siempre en Deloya. Una cocina de muy buen producto con algunos detalles creativos que sin ser rompedora alcanza un buen nivel en sus elaboraciones. Recomendable.


Nota general: 7

Emoción: 7


Deloya

Hotel Santo Domingo Plaza
C/Ronda Sur s/n, Oviedo
985 221 095
http://www.deloyarestaurante.com/


toni

sábado, diciembre 13, 2008

La Fonda de Alberto (Valdepeñas, Ciudad Real), por Toni

Ya es habitual que todos los años a partir de mediados de noviembre salte la polémica en el mundo de la gastronomía a cuenta de la publicación de algunas de las más importantes guías de restaurantes.
Seguro que al lector le viene a la mente el nombre de la guía Michelin pero también es polémica la Guía Repsol (antigua Campsa). En el caso de la Gourmetour este año no habrá polémica ya que no se publicará al salir con carácter bianual, política del todo "ágil" para tratarse de una guía gastronómica.

Una de las habituales críticas que se hacen a los blogs gastronómicos es que juzgamos a un restaurante por una sola visita. Por lo que a mi respecta ya he explicado varias veces que sólo cuento la experiencia concreta de una comida ó cena por lo que en ningún caso juzgo la trayectoria del restaurante por esa comida ó cena.

Pero, ¿y los inspectores de las guías?. ¿Acaso visitan más de una vez al año los restaurantes que incluyen en las guías para las que escriben?. Sería interesante saberlo.

A pesar de las críticas que habitualmente se hace a las guías hay que reconocer que siguen siendo útiles en muchos casos. Si no se tienen referencias de primera mano de una ciudad que no conoces como este caso de Valdepeñas, si un restaurante viene reflejado en todas las guías al uso, aparentemente no hay duda de que no será una mala dirección. Otra cosa es la puntuación que tiene, en las guías que puntuen como la Gourmetour, sea comparable con la misma en restaurantes de otras zonas geográficas.

Todo este preámbulo viene relacionado con dos experiencias consecutivas que tuve hace poco en el restaurante La Fonda de Alberto de Valdepeñas, recomendado por las principales guías publicadas en España.

El restaurante está situado en un edificio moderno en un barrio cercano al centro de Valdepeñas. A la entrada tiene un bar muy concurrido en el que sirven una gran variedad de raciones. Tiene dos comedores decorados en estilo clásico y un reservado. No preguntan si eres fumador ó no, y la separación entre los comedores no es total.

Una vez acomodados nos traen unas ricas aceitunas negras mientras miramos la carta en la que nos fijamos que los precios no tienen el IVA incluído. Tarjeta amarilla por no haberse leído la ley en vigor. Los precios que reflejo ya llevan sumado el IVA.

Para abrir boca no pusieron unas cucharas con gamba y pulpo, que pensamos que como las aceitunas sería una invitación de la casa, pero no. Cobraron 2,14€ c/u por el concepto pan y aperitivos. Un detalle muy cutre que fácilmente podrían evitar quitando lo de "aperitivos" de la cuenta.

Tenían una carta aparte de raciones de cocina manchega que fue por lo que nos decidimos. Bien el pisto manchego con lomo, 6,53€, aunque era difícil encontrar los minúsculos trozos del lomo.
Mejor estuvieron los galianos de caza con torta del pastor. 9,63€. Yo creía que los
galianos eran precisamente las tortas que se comían con el gazpacho manchego hecho a base de caza, pero supongo que en cada zona lo llamarán a su manera. Muy rico el gazpacho con el sabor intenso y sabroso de la caza, además en una buena ración. Perfecto para una noche fría.

Pronto llegaron los platos principales. Magníficas las chuletitas de cordero. 19,47€. Notable materia prima con gran sabor acompañadas de unas patatas asadas y vegetales. Tradicional pero perfecto.

Menos nivel tuvo el solomillo de ibérico a la pimienta. 15,52€. Bien el punto del solomillo pero los he comido mejores de sabor. Además la salsa de pimienta estaba bastante insulsa.

Después de esta contundente cena no tomamos postre.

Para beber un Dominio de Valdepusa Cabernet Sauvignon 2002. 26,96€. En apariencia buena carta de vinos con gran selección de Valdepeñas, La Mancha y demás vinos de la región y también de otras zonas de España. Si el lector continúa leyendo sabrá por qué apunto lo de "en apariencia" .

El servicio correcto aunque el maitre no era precisamente el buen humor personificado.

Otro detalle sorprendente y negativo fue el del guardarropa. Cuando nos cogieron las cazadoras no nos dieron un número ni nada que sirviera para identificarlas y al salir nos preguntaron que cuales eran las nuestras. Asombroso. Perfecta oportunidad para alguien al que le guste una prenda más que la suya se la pueda llevar sin problema.

A la hora de pagar nos pusieron un cuestionario de calidad para cubrir y dar la opinión.

Si hubiésemos ido sólo esta vez habríamos salido con un buen sabor de boca general en cuanto a lo comida aunque algo menos en los otros detalles comentados. Lo malo es que volvimos la noche siguiente.

Lo primero que nos llamó la atención fue que a la hora de pedir una lubina al hinojo nos dice el maitre que no podía ser ya que no tenían hinojo. ¿¿¿??? ¡No tienen hinojo! Y eso que sólo tenían cuatro pescados. Al final acabamos pidiendo una lubina a la sal para dos.

Pero el sainete se escenificó al pedir el vino. Primero pedimos un Protos Verdejo. Al cabo de unos minutos vuelve la camarera y dice que no tiene. Vale. La siguiente petición fue un Manuel Manzaneque Chardonnay. Otros minutos de espera y tampoco les queda. Con la mosca detrás de la oreja pido un vino que tienen hasta en cualquier chiringuito playero: Waltraud de Torres. Tampoco. Definitivamente mosqueado le pregunto a la camarera sí es que allí la gente no tomaba vino blanco y nos quedamos a cuadros cuando nos reponde que casi nunca y que además estaban restructurando la carta y que por eso apenas tenían vinos blancos.
Sin dar crédito a lo escuchado acabamos pidiendo dos cervezas y nos pusieron dos cañas que para terminar de rematarlo no tenían fuerza ninguna ya que el gas debió de ir al mismo sitio que los vinos blancos.
Al final nos las cambiaron por dos botellas.

Menos mal que por lo menos el paté de perdiz, 6,96€, de entrada era magnífico y en una buena ración. No es que lo haya comido muchas veces pero es sin duda el mejor que recuerdo.

Con todo el asunto del vino y el tiempo que nos llevó comer el entrante ya hacía bastante que habíamos pedido la lubina a la sal, 19,15€ c/u, pero todavía se demoró bastante más y encima al maitre le llevó un buen rato romper la cubierta de sal para servirnos. El resultado fue una lubina seca y demasiado pasada. Una pena porque el bicho tenía buena pinta.

Curiosamente esta vez no nos pusieron el cuestionario de calidad. Hay que reconocer que el maitre se acercó varias veces a pedirnos disculpas por el asunto de la bebida, pero hubiera sido un bonito detalle invitar a las cervezas ó haber puesto un vino dulce por cortesía de la casa cosa que no ocurrió.

Llegados a este punto vamos a imaginar que nosotros fuéramos los inspectores de una guía. ¿Merecería el restaurante figurar en nuestra guía? Dejo la pregunta en el aire.

Sumadas ambas experiencias:

Nota general: 4

Emoción: 4


La Fonda de Alberto

C/ Cristo, 67 Valdepeñas (Ciudad Real)
926 316 176 - Fax 926 316 177
http://www.lafondadealberto.com/


toni

martes, diciembre 09, 2008

Mesón Sancho, Gijón



El Mesón Sancho es , como su propio nombre indica, un Mesón, algo que de buenas a primeras me suena bien , lo mismo que Fonda, o Posada,o Venta.....Me suena a algo un poco viejo, donde encontrar algo de hospitalidad en medio de la orfandad de todo viaje, o de refugio de las ventoleras y la grisura de los afanes de entre semana....me suena a comida sabrosa que sacie el apetito sin que me cueste mucho dinero,....me suena , por qué no , a barullo, gente , algo de incomodidad y de humo. Y doy fe que un poco de todo eso se encuentra en el Sancho. Nada más entrar uno se encuentra un pasillo con la barra a la izquierda. La barra es larga, un poco baja y una buena opción si llegamos y, cosa probable, está lleno. A mitad de ella se ve detrás, cerrada con una ventana , una cocina de dos por dos metros, ocupada la mitad por un plancha grande y la otra mitad,..¡por una parrilla! , con su fuego de verdad. Y delante de ellas una señora (tampoco caben muchos más) sudando la gota gorda bajo su redecilla hospitalaria. Tiene dos comedorcitos, uno arriba y otro abajo. Los dos abigarrados, con las mesas pequeñas y juntas, etéreos manteles de cuadros, con las paredes donde cuelgan bodegones donde los limones parecen melones o los melones parecen limones. El de arriba era antes el sumidero del abundante humo de la cocina, donde se producía a la vez un efecto invernadero y otro de captación Co2, que hacía llorar los ojos y recordar la comida por largo tiempo. Ahora la cosa ha mejorado (hacía años que no volvía, así que no sé decir desde cuando). De todas formas, mis dos experiencias este mes han sido en la barr0a y en el comedor de abajo.
Allí se va a lo que se va. Tienen un fórmula , sencilla pero efectiva, que llevan repitiendo durante años : producto, plancha y al plato. Les sirve para llenar a diario, así que para qué la van a cambiar
El primer plato que uno tiene que pedir allí son las Mollejas. Golpe fuerte de plancha , que sella y saca una costra crujiente bajo la que se mantiene la jugosidad y la suave ternura de la molleja, que se combina con esa otra terrosidad y profundidad de entraña. Un poco de pimentón picante, ajo abundante , perejil fresco y una base de patatas fritas consiguen uno de los platos más viciosos que uno ha tomado en mucho tiempo. Importante: solo las tienen a partir de los jueves
En segundo lugar pondría las Chuletas de un cordero, donde el fuego purificador desbasta lo que pueda tener de innoble y deja lo que tiene de intensidad, además de esa grasa bien churruscadita que es gloria en la tierra.
En tercer lugar pondría los Riñones (de ternera). Debido , probablemente, a la mayor dureza de estos entresijos, aplican el calor sin piedad hasta dejarlos consumidos, por lo que el sabor a riñón es casi como un recuerdo entre esa costra crujiente , aceitosa y un poco picante, y es que aplican la misma fórmula de pimentón y patatas fritas en la base, sin duda garantía de éxito.
Los pescados son muy fiables, y los cobran a un precio razonable. Tienen buenas chacinas (buena la cecina , más irregular el lomo y , sobre todo, el jamón. Buena la morcilla matachana, y un poco por debajo el criollo). El buey corría por las mesas con soltura.

La tarta de queso les sale bien.

En cuanto al servicio de vino, pues el que uno espera de un sitio así: Lan , Coto, Marqueses y Condes servidos en Duralex.

Os trancribo la última cuenta, para tres : 1 Mollejas (10 eu.), 1 Riñones (10 eu.), 2 Besugo a la espalda (comimos 3 buenas raciones) (52 eu.), 3 postres (10.50), 1 café (1.20 eu.), 2 botellas Conde de Valdemar (mejor no acordarse) (21 eu.), 3 pan (2,1 eu.). Total: 106.80.

Resumiendo: Apología de la Maillard. Producto honesto. Mesón con ambiente de casa de comidas. Precio razonable. Las mollejas. No lo dejen pasar.


Mesón Sancho
C/ Begoña 18, Gijon
985 359 973

viernes, diciembre 05, 2008

Menos mal que nos queda Portugal, por Toni



No me pude resistir. Permítame el lector que me tome la licencia de utilizar el famóso título del disco de Siniestro Total para el encabezado de este post.

Portugal es un gran desconocido en España. Parece mentira que tengamos casi 1300 km de frontera en común con el país vecino, pero durante siglos la mayoría de contactos que tuvimos fue para darnos palos en las continuas guerras y cuando se acabaron a principios del siglo XIX vivimos completamente de espaldas.

Si el desconocimiento es generalizado no digamos ya lo poco que se sabe en España sobre los vinos portugueses en general y sobremanera de sus vinos blancos.








Aunque en la foto salgan cuatro botellas, en realidad voy a hablar de cinco blancos que me llamaron la atención de los que he probado en los últimos tiempos. Dos del Alentejo, otros dos del Douro y el último en llegar un vino regional de las Beiras, región del centro del pais que está produciendo algunos vinos sorprendentes.








Aunque fue el último que de los cinco que probé, y no salió en la foto general, presento en primer lugar a Luis Pato Vinhas Velhas 2006. Luis Pato es una de las bodegas más conocidas de Portugal, con una gran variedad de vinos siempre con un buen nivel.


Este Vinhas Velhas está compuesto de las castas portuguesas Cerceal, Sercialinho y Bical plantadas en suelos de arcilla y arena y fermentando y criado en barricas de 650 litros.

Presenta un color amarillo dorado y en nariz cítricos, coco, una vaninilla suave y algo de especias. En boca es potente, graso con persistencia. Acompañó muy bien un lomo de atún al horno.







Nos vamos al Alentejo. Cartuxa 2005 es de la bodega homónima Cartuxa situada en Evora.


Este vino también sale de las uvas autóctonas Antao Vaz, Roupeiro y Arinto.

Color amarillo pajizo, aromas a cítricos, hierbabuena e hinojo. En boca es carnoso, graso y con cuerpo. Perfecto para acompañar a un plato nacional protugués como el bacalao.






El Pêra-Manca 2006 se puede decir que es el hermano mayor del Cartuxa ya que también es de la misma bodega.

En este caso se compone de las uvas Antao Vaz y Arinto y pasó 12 meses en barrica y 6 meses más en botella antes de comercializarse. 13,5 grados.

De un color amarillo suave, muestra aromas a manzana y cítricos y algo mineral . En boca es algo alcohólico con un ligero amargor. Creo que le falta botella todavía y en este momento aunque tiene un año más está más disfrutable el Cartuxa.








Del sur del país pasamos al norte, concretamente al valle del Douro. Guru 2005 es de la bodega Wine & Soul, la misma que hace el famoso Pintas entre otros.
Los enólogos Sandra Tavares da Silva y Jorge Serodio Borges producen sólo 2200 botellas de un vino de viñas de 45 años con las castas Viosinho, Rabigato, Códega do Larinho y Gouveio. 13 grados.
Tiene un color pajizo muy claro y en nariz es muy mineral, con recuerdos a manzana verde, anís, cítricos y lima. En boca es intenso, amplio, fresco y muy largo. Magnífico. Mejorará.








Y para acabar otro blanco del Douro. De las uvas de las que sale el VZ 2006 no tengo información, pero imagino que serán parecidas a las del Guru. Además aquí también es responsable Sandra Tavares da Silva junto con Christiano Van Zeller.
Tiene 13,5 grados y un color amarillo pajizo, una fantástica nariz muy intensa y compleja con toques de ebanistería, especias y algunas notas tropicales.

En boca tiene una muy buena acidez que compensa que sea algo cálido, con algún apunte mineral y de mantequilla. Muy largo. Muy buen vino que pienso que estará mejor dentro de 3 ó 4 años.






Es una buena noticia para los amantes del vino que Portugal también despegue en la producción de buenos vinos blancos. Sin duda originales son, gracias al tesoro de unas uvas autóctonas y también al buen hacer de los jóvenes enólogos portugueses y su magnífico trabajo con ellas.


Si el lector los prueba espero que los disfrute como lo hice yo.