martes, abril 29, 2008

El Serbal (Santander), por Toni

El Serbal está considerado uno de los mejores restaurantes de Santander desde su apertura en el año 1999, y así es reconocido en las principales guías gastronómicas. Si a esto se le suma la viva recomendación de un buen amigo devoto de esta casa, la elección en la visita a Santander estaba clara.

Llama la atención la amplitud del comedor, con mesas grandes y gran separación entre ellas, además de la calidad de la mantelería.

Nada más sentarnos nos ofrecieron una copa de Champagne a elegir entre rosado y normal de Möet & Chandon. Un buen detalle.

Después de echar un vistazo a la carta y ver que los precios se siguen sin reflejar con el IVA incluído como debería de ser, nos tomaron nota de la comanda y acto seguido nos trajeron unos aperitivos por cortesía de la casa consistentes en una cucharilla de carpaccio de atún con foie, una combinación algo arriesgada, otra con pastel de queso correcto y un dedal de crema de hongos muy rica.

También te ponen un plato con unas botellinas de diferentes aceites con una pequeña carta en la que te explican las características de cada uno de ellos.

Casi inmediatamente, llegó el primer entrante: carpaccio de cordero y foie con arroz salvaje frito y aceite de hongos. 16€ + IVA. Lo trajeron excesivamente rápido por lo que el carpaccio estaba bastante frío. Además la cantidad de foie era sorprendentemente excesiva anulando el poco sabor que tenía el cordero y encima el conjunto estaba más salado de la cuenta. Primer patinazo.

Al cabo de bastante tiempo llegaron los huevos escalfados con foie, en hojaldre y salsa de Oporto y aceite de hongos. 18€ + IVA. Ambas entradas vinieron emplatadas para dos sin cargo extra y esta en considerable cantidad. Un guiño a la cocina francesa con buen resultado. Bien el punto del foie y lograda salsa de Oporto.

Decepcionante resultó la careta de cerdo lacada rellena de hongos con estofado de berza al jengibre, 17€ + IVA, a priori muy apetecible, pero arruinada por un exceso de sal.

Mejor estuvo el lomo de cordero emparrillado con polenta de olivas negras y chalota glaseada, 21€ + IVA, perfecto de punto y con gran sabor.

Sólo tomamos un postre que fue bizcocho de pan, crema brulée y helado de pan de centeno con pasas al Pedro Ximénez. 6€ + IVA. Muy correcto todo pero lejos de generar entusiasmo.

Para beber tomamos un Alma de Tobía 2001. 30€ + IVA. Tienen el mismo sistema que hace poco vi en Yayo Daporta, de pasar a la cava para elegir el vino y el mismo fallo que consiste en que la temperatura de la cava está pensada para los tintos por lo que los blancos no están a la temperatura de servicio. Buena selección de tintos pero escasa en blancos.

El servicio de escuela y nota, impecable, pero con un estilo agobiante. Me parece excesivo que a cada sorbo que se da a la copa te vengan a rellenarla. No te dejan prácticamente intimidad.
Curioso fue el servicio del pan, 3€ + IVA c/u. Vienen con un carro en el que tienen unas cuantas barras de diferentes tipos las cuales te explican con pelos y señales durante un buen rato. Después te preguntan cual prefieres y te acaban sirviendo trozos de casi todas. ¿¿?? Mucha variedad, pero bastante mediocres todos.
No pedimos café por lo que no vimos de primera mano el ceremonial del servicio en el que al parecer lo muelen y preparan in situ.

Como las expectativas eran muy altas la impresión fue decepcionante en general. Vuelvo a repetir que esto es la crónica de una cena en concreto y que no juzgo la cocina del restaurante por una sola experiencia, pero algunos fallos en los platos no son de recibo en un restaurante tan considerado y tan bien tratado en las guías. Tal vez tuvieran una mala noche.
Además, pienso que deberían replantear la filosofía del servicio y no estar tan encima del cliente. No es precisamente el local perfecto para una cena romántica.


Nota general: 5,25

Emoción: 5,5


El Serbal

C/ Andrés del Río, 7, Santander
942222515
http://www.elserbal.com/


toni

sábado, abril 26, 2008

Una apología de los blogs gastronómicos y amateur


“A los blogs les tengo miedo”. No pudo dejar de chocarme esta expresión de Pepe Rodríguez Rey después de la última comida en El Bohío, aunque esta actitud tan refractaria a los blogs venga siendo habitual. Tendrán sus razones, aunque a mi , un diletante que aún no comprende del todo algunas cosas, no le acaban de convencer. Tener miedo a los blogs me parece tener miedo a los clientes, a los aficionados a esta cosa del comer y del beber que van a los restaurantes sin pedir un trato especial, pero por lo menos con tanta ilusión y ganas de pasarlo bien que las de los profesionales. Al fin y al cabo, son los que pagan la fiesta. Por otra parte, no me ha dejado de sorprender que los profesionales acaben dando pábulo a lo que se escriba por estos patios de porteras de pico fino. Tampoco que tengan una piel tan sensible que les haga confundir tantas veces la caricia con el roce, y el roce con el bofetón. Quizás nos vean como a los bárbaros que acabaron con la Roma Imperial, a caballo de este animal de anarquía que es el internet. Quizás lo seamos un poco y , en ese caso, no les falte un poquito de razón.

A mi, en principio, me hizo una enorme ilusión encontrar un lugar de encuentro de gente con la que compartía este desvío pecaminoso de la gula, que uno llevaba con cierto disimulo so pena de que cayera sobre uno el anatema del esnobismo. Uno hablaba con naturalidad de sus impresiones casi en tiempo real , ya fueran en Casa Manoli o en Berasategui, y se encontraba con gente, por lo general, generosa, bienhumorada e inteligente, con la que uno disfrutaba mientras aprendía. Era la primera vez que el aficionado, la experiencia del comensal anónimo se hacía oir en un medio bastante endogámico e inmovilista, donde el rol que se suele interpretar, con menor o peor fortuna, es la de la figura deminonónica del crítico omnisciente que tiene que disimular que no puede saberlo todo en una cosa tan rica y tan cambiante como esta de la gastronomía. En los blogs la opinión del titular es tasada inmediatamente por una comunidad. Y esta comunidad es en verdad lo importante, de forma que el dueño del blog es solo uno más, y no necesariamente el mejor. Cada uno, cada nick, se va labrando una trayectoria, comunica una sensibilidad, un saber, y así se puede ir sabiendo las cosas entre todos. Cada uno puede aportar diferentes visiones de una misma experiencia, o bien diferentes experiencias en un mismo local, que esto de las comidas unas veces sale de una manera y otra de otra. En los blogs se encuentra por lo general una pasión, una emoción por esta cosa de la gastronomía que parecía perdida en las trincheras de los medios. En los blogs se encuentra buen humor ,es decir, cordura, en medio de esta vorágine tecnovacuidal. La comunidad además suele detectar las fallas individuales, o los mamporreros ocasionales, y sabe depurarlos, normalmente no haciendo demasiado caso. Suele sortear con fortuna ese talón de Aquiles que es también el anonimato, cuando sirve para encubrir la cobardía o intenciones retorcidas y torticeras. Por ello se tiende a ir dando la credibilidad con el tiempo , con lo que uno es capaz de ir aportando, y no tiene el mismo peso, sobre todo a la hora de hacer una crítica negativa, la opinión del bloguero principiante (que todos lo hemos sido), que la del talludito que se ha labrado una trayectoria, aunque no por ello no pueda ser más acertada. Por todo ello el potencial de los blogs me parece increíble: experiencias anónimas, múltiples y casi en tiempo real, lo que se suele acompañar de recetas, comentarios sobre vinos, películas, infancias , milis, chascarrillos varios y desvaríos sobre lo divino y humano, en la que uno se siente como entre un grupo de amigos. Más aún si lo comparamos con lo que había. Por todo ello he animado a la gente a participar, a abrir un blog, a hacerse escuchar sin hacer caso del menosprecio de los profesionales. Solo por el hecho de no serlos, será más fácil que su crónica sea más fiable. Esto lo creo firmemente, y por eso se animó uno a jugar a crítico, aunque este pueda ser un juego de lo más antipático.

De alguna forma, como dije alguna vez, el éxito de los blogs es su gran peligro, porque hace más difícil jugar su mejor baza: la naturalidad. A los blogs les sienta bien ser un poco gamberros, dentro de los límites del respeto, y eso es más difícil siendo foco de atención de la gente que se gana la vida con ello. Eso es algo serio y aunque alguna vez se me ha acusado de lo contrario, siempre he sido muy consciente de ello. Otro de los problemas puede ser el de su profesionalización, o el de buscar serlo. Algunos blogueros me parecen mucho más interesantes que muchos profesionales, por lo que no me importaría que lo fuesen , pero ese camino suele imponer ciertos corsés de los que tendrían que saber liberarse. Por otra parte, también es un peligro lo contrario : su amateurismo. Y es que mantener un blog mientras a uno, que no es rentista ni prejubilado ni funcionario cesante , se le amontona el trabajo en la mesa y en la calle, cuando se tiene un niño, cuando el estómago se ha puesto de lo más delicado y no quiere entender de crisis, cuando uno tiene muchos días (cada vez más) que no está para celebraciones , os aseguro que no es fácil.

Por si no ha quedado claro me encanta que existan sitios como los que tengo entre mis links, y seguro que muchos más que no me da tiempo a leer. Aunque algunos sean profesionales de esto, me parece que reservan su vena amateur para sus blogs. Pero estoy especialmente contento de que exista un rincón como el que se han currado el Sr. Ligasalsas y demás cuates. Brindo con un chintonis por ellos: Cent’anni!
Foto: "El festín de los dioses ", de un tal Giovanni Bellini

lunes, abril 21, 2008

Riojas: Imperial Gran Reserva 1995, Barón de Chirel 2002, Marqués de Riscal Reserva 2003

La semana pasada tocaron vinos clásicos de La Rioja, de esos que uno lleva viendo desde pequeño en las ocasiones especiales, y que quizás por eso asocio a gente de edad , a las corbatas, al brandy y al humo de puro:

Faustino de autor 2002: . Al principio, a pesar de los tonos avinagrados, pareció que podía aguantar un poco, pero acabó cayéndose con lo puesto. Una pena.

Imperial Gran Reserva 1995 : fue un Rioja de un clasicismo impecable. Empezó poco expresivo en nariz, con notas de carne cruda. Pero fue evolucionando elegantemente hacia una mayor intensidad para dar las notas de fruta (mucha roja) y una mayor complejidad, acabando en notas de crianza bien integrada. En boca tenía esa finura característica, pero sin que ello supusiera una merma del vino: una buena expresión de la fruta (tempranillo sobre todo, algo de graciano y mazuelo), una tanicidad fina, una punta de acidez, un recorrido medio-largo. Todo muy conjuntado, mostrando una agradabilísima identidad, haciéndose muy fácil de beber. 22-24 euros, por lo que en estos tiempos me parece de una muy buena RCP.
83

Barón de Chirel 2002: Me sorprendió que este vino, que empieza por Barón y lo elabora un Marqués , tuviera tanto de vino de “alta expresión” , aunque en nariz no pudiese disimular su carácter riojano, junto con un abundante especiado . Es un vino denso y concentrado , potente , carnoso, sabroso, con abundante fruta negra compotada, sin perder del todo su carácter riojano. Taninos firmes pero sedosos. Acidez ajustada.Muy amplio y con una buena persistencia, evolucionaba muy bien , dando unas notas de crianza elegantes y bien integradas (tostados , tabaco, vainilla). Muy buen vino, aunque me faltó ese no se qué para emocionar que quizás exija su precio :65-70 euros.
84

Marqués de Riscal Reserva 2003: el hermano pequeño del barón sin embargo fue poco más que un tablón con poco más que ofrecer.
56

martes, abril 15, 2008

Madrid fue una fiesta


El trajín diario, algún que otro revés , y las dificultades propias de estos tiempos me tenían el ánimo distraído de la cosa gastronómica, así que me fui para Madrid con la insana intención de resarcirme y centrarme en estas cosas superfluas pero tan importantes que son el comer y el beber. Después de que Diverxo me negara tres veces, había reservado para cenar en Viavélez, la barra-restaurante que Paco Ron abrió en Madrid hace unos meses. Allí me presenté en compañía de un hermano tuerce leyes (y aún así , buena persona) además de su encantadora pareja de lecho . A Paco lo conocí hace poco, y entonces me había comentado alguna cosa de su proyecto. Decía que quería hacer algo pequeñito, poco más que una barra y un pequeño comedor, con raciones y preparaciones sencillas. Pero se ve que a Paco no le sale eso de ser uno más, de hacer algo común o vulgar. El local tiene empaque. Es moderno y luminoso, y sabe sacar partido a su pequeño comedor de abajo. Aunque creo que si viviera en Madrid lo que frecuentaría sería la barra, que tenía una pinta estupenda. Paco tiene buen gusto y finura, y eso le sale hasta en unas patatas con chorizo, donde lo único que domina son las ganas de seguir comiendo. Buenos son los fondos, como el de carabineros que acompañaba a una cigala de corte veraniego, e imprescindibles las patatas a la importancia, donde domina el sabor nítido de buena almeja, del perejil fresco, y las ganas de pedir otro plato .Qué ricas. Sabe sacar partido incluso a la tristona merluza ( un poco pasada de punto), con poco más que un ligero caldo de guisantes, unas judías, unas cebollas confitadas y unas patatas, y a la presa ibérica, con poco más que una polenta. Cosas de la mano en la cocina, supongo. O simplemente de hacer las cosas bien. Importantes son sus quesos. Sacó uno suizo, en la línea del appenzeller, maravilloso. Me encantó también la torta que traían de una zona de Extremadura, de las de antes. Su bizcocho con helado y un almíbar de moscovado fue un digno broche a la cena. Nos levantamos con pena. No hubo, quizás , un producto sobresaliente (salvo el queso). Ni modernos fuegos de artificio, ni fruslerías. Pero salimos todos con la rotunda sensación de haber disfrutado, de haber comido bien. A mejorar una sola cosa: el precio de los vinos. El menú nos salió a 69 euros p.c.

Al día siguiente me esperaba un Galibier llamado Viridiana, el restaurante de Abraham García, donde quedé con unos cuantos blogueros: Holden , que llegaba ya renqueante a los últimos puertos de su Holden World Tour, acompañado de su encantadora esposa, Brad Pitt (alias Yerga) y su esposa Angelina, Limonta y Emiliano.Tomamos un original gazpacho de fresa con arenques (que conseguía ser refrescante a la vez que rotundo), y unas lentejas con curry y con vieira(que conseguían ser delicadas a la vez que sabrosas) .Una ensalada con tomate raf (que no por ello valía gran cosa), brotes nobles, naranja (natural y confitada), buenas anchoas y un queso fresco de cabra elaborado en el propio restaurante. Un foie (mi cuit) ahumado, con su copita de Sauternes (hay veces que eso del maridaje es verdad).. Un carpaccio maravilloso de maravillosa ternera de lidia con trigo sarraceno y parmesano. Aconsejo tomar el parmesano con moderación y poder degustar así esa carne con todos sus matices. Los huevos de Abraham, con esa perfumadísima lluvia negra de mellanosporum rallada. Seguimos con el primer atún rojo de almadraba (un poco seco aún), en brocheta, acompañado de unos raviolis de batata estofada (delicados y sabrosos) y un pesto verde y fresco. Terminamos lo salado con un aristocrático gallo guisado, que fueron palabras mayores. Dos helados, el mejor de los cuales era de de un finísimo yogur. Le sale la cocina a como le salen las palabras: especiada, excesiva, exhuberante , visceral. Tiene tanta identidad que apenas se fija uno en alguna falta de redondez de algún plato. Cocina de autor, aunque sea una cocina de siempre. A destacar un Borgoña , todo elegancia, y un Pinotage Sudafricano, una golosina, de los que no apunté el nombre. Totalmente recomendable, aunque no pudiese estar a la altura de la compañía. Muchas gracias por el privilegio de haber compartido con vosotros tan buenos ratos.

Acabamos cenando en ese sitio tan auténtico y divertido que es Sudestada: empanadillas, rollitos vietnamitas , dumplings, pollo salteado, y un curry de pato y lichis de quitarse el sombrero . Sigue igual de bien. Esta vez aprendí a liar la comida con una cerveza japonesa llamada Kirin.

El día siguiente fue el de la gran quedada, el Alpe d’ Huez, y en la puerta 0 del Bernabeu pude ponerle cara y empezar a conocer a Numeritos, Kalakahua, Ignacio, Juan Luis,Ainur y sra…además de poder volver a ver a D. Ligasalsas, Suquet, Ángel y Sra ( a ella no la conocía). Gente maja y con ganas de pasarlo bien. El destino era El Bohío, previo desvío a Méntrida para visitar la bodega de los Jiménez Landi. Allí nos atendió un chaval de menos de 30 años que a pesar de su juventud y de la pasión con la que nos hablaba de la bodega era uno de los propietarios. Nos habló de sus dificultades, de sus comienzos, de su criterio, de la forma de elaboración, de lo que significa la biodinámica,….pero , sobre todo, nos dio a probar el vino directamente de las barricas de diferentes pagos, y así uno aprendió que a veces los viñedos de más altura maduran antes y son más frutales y menos ácidos , que los suelos pizarrosos dan al vino un sabor a grafito muy diferente de otros , aunque estuviera cerca, que unos salen menos buenos sin saber muy bien por qué, lo mismo que otros salen redondos. Y que cada uno sabe distinto,aunque tengan la misma uva y esta se cultive en parcelas de la misma zona. Vamos, que me he convertido en “terroirista”. Por cierto, que estaban bien ricos los vinos.

Y acabamos con un menú preparado por Pepe Rodríguez Rey en El Bohío, basado en el cerdo. El Bohío es otra cosa y está a un nivel extraordinario. En el cielo gorrino quedarán alguno de los platos que tomamos: los callos, con un especiado perfecto(nada dominaba, pero daban profundidad y finura) ; el “rabo de cerdo, col trufada y lentejas”, y las “hojas de verdura rehogadas con mano de cerdo y gachas”. A mi me gustó todo, incluido su “Bacalao tiznao”, que en mi caso vino bien de sal (me gusta pelín salado, que es bacalao), entendido como un plato de conjunto, con una fritada de pimientos que le iba como anillo al dedo. Yo solo hubiera cambiado una cosa: ese divertimento basado en los fideos “a banda” que fue la cigala, rico, no digo que no, pero seguro que distinto a un morteruelo. El “pisto con aceitunas negras y pan con tocino”, el “mojete de queso curado , aceitunas , emulsión de tomate y oliva virgen”, “el pan de la sopa de ajo con dos sardinas saladas con yema batida y jamón” (un poco menos de pan quizás le hubiera venido bien), el “tomate aliñado, berza y caldo de cocido” fueron trayendo una sinfonía manchega con una enorme identidad, trabajada con la delicadeza de un orfebre, con el sentido y sensibilidad de un cocinero de una categoría enorme, que solo tiene un defecto: le dan miedo los blogs

Y de allí para Madrid para volverme a Asturias con gran dolor de mi corazón y con ganas de farra, dejando a la gente camino de una cena- parranda que prometía. Pero mi Santa ya lo había sido bastante. Se me pasó, de todas formas , según llegué a la tierrina.

Fue un placer.

jueves, abril 10, 2008

Croquetas


Es la croqueta un plato popular, democrático, que lo mismo frecuentan las fauces del aristócrata , del jugador de fútbol que las del currito, que lo mismo te ofrecen en un chigre que en un restaurante estrellado , aunque siempre tengan las de perder. Porque la croqueta es sobre todo un plato de casa, de madre,y ya sabemos que madre no hay más que una. La croqueta es un plato que hace de la necesidad virtud, hecho de deshechos, de sobras de cocido , de potaje , de fabada….a los que algún ama de casa, sin nada más que dar a sus niños, quiso maquillar con ese afeite francés de la bechamel, redimiéndolo, dándole una bendición pagana y blanca , hecha de lo más puro: harina, leche y mantequilla. Todo bien ligado, hecho ternura y fe en una transmutación divina. Una croqueta tiene que ser dorada sin llegar a estar quemada, pero quemar mucho, porque al romperla es fundamental que salga humo de su interior, que el calor haya llegado a su corazón. La masa debe ser fresca y fina, delicada, tierna, cariñosa. Y el relleno debe tener sabor pero no en exceso, de forma que todo ese afecto se haga soportable sin ser aniquilado. En este caso, al menos para mi, lo importante es lo accesorio.
Ante una mala croqueta uno se siente desheredado. Las croquetas muertas solo sirven para usarlas como munición , como sabíamos de niños. Una mala croqueta hace a un lugar inhóspito. Lo mismo que un mal pan, por ejemplo. Y al revés, pocas cosas hay mejores para empezar a sentirse a gusto en un lugar que una buena croqueta.
Y esto viene a cuento porque el otro día tomé unas excelentes croquetas en La Salgar de Gijón, que me inspiraron (en mi descargo, quizás el vino tuvo algo que ver) alguno de estos pensamientos. Como me lo preguntaréis, el resto de la comida estuvo entre lo bueno, lo agradable y lo aceptable.

domingo, abril 06, 2008

Champanes de pequeño productor


A lo bueno se acostumbra uno tan fácilmente que solo requiere…. una vez. Hace unos días tuvimos una cata de champanes de pequeño productor que resultaron , en general , muy buenos. Pero uno no podía dejar de acordarse del Salon, del Krug, del Bollinger Rd ,…. aunque solo fueron unos sorbos dados el año pasado. Por otra parte , uno es un diletante y no está acostumbrado a estas gollerías de los champanes, así que meterse de una tacada 7 y de forma más rápida de la que hubiera deseado, solo me ha permitido poco más que un saludo y una conversación un poco superficial, de la que no puede uno extraer demasiadas conclusiones. A mi me suele gustar conocer dos o tres vinos en una sobremesa pausada rodeado de amigos y buen humor. Ir adaptándose al vino, dejar que este se vaya explayando y le vaya a uno embriagando. También disfruto el vino en la soledad, que le deja a uno estar más atento a lo que dice en voz baja. En todo caso, algo sacamos en claro. Empezamos con Varnier Fanniere Brut Grand Cru: muy ligero, fresco y sencillo en exceso, sale por unos 33 euros. Un poco flojo. Seguimos con un Marc Hebrart Brut Special Club Premier Cru, de poca intensidad en nariz y en boca, pero al contrario que el anterior, mucho más complejo, con notas viejas, amieladas, avellanas, pastelería (que iban a ser una constante),…con delicadeza . Buena acidez , integrada. Poca amplitud, pero buena identidad y persistencia. Sobre los 42 euros. Muy recomendable . André Clouet Un Jour du 1911 ,fue un champagne de “alta expresión” , muy vinoso, amplio, largo, persistente, con una fina acidez, notas de mantequilla, a tostada, anisadas.Carbónico un poco grueso. Acidez muy bien integrada.
. Este es algo más caro, sobre los 70 euros. Un champán importante, muy especial . Seguimos con un Jacques Lasaigne “Les Vignes de Montgeux” , más fresco, aunque sin dejar de ser un poco licoroso. Acidez potente. Notas amargosas y minerales. Buena intensidad.Sobre los 42 euros. Muy bueno. (80). Luego, un Pierre Gimonnet Brut Fleuron 2002 , sabroso , vinoso, poco elegante pero con buena expresión e intensidad. Sobre los 34 euros . Rico, con una buena RCP . Luego probé un Gatinois 2002, un champán de buena intensidad, muy vinoso, bastante largo en boca, con notas de fruto seco y de miel. Integrado, con buena identidad y expresión. Sale por unos 30 euros, así que me pareció de una RCP fantástica. Terminamos con un Jacques Selosse Brut Initiale Grand Cru que se mostró , igual que su productor , de forma un poco controvertida. En nariz se presentaba poco elegante, apagado, un poco sucio. En boca , sin embargo, se mostró muy original, con notas de generoso, muy fino, fresco, con una excelente concentración e identidad. Como los champanes considero que son más para beberlos que para olerlos, puedo decir que me encantó, aunque provocase división de opiniones entre el resto de los catadores. Anda por los 85 euros.

Resumiendo, estos gabachos hacen unos espumosos riquísimos y alguno de ellos, además, no es demasiado caro. Me parecen una opción excelente para acompañar uno de estos menús largos o degustación tan frecuentes. También que , en general , van bien con cualquier cosa y con cualquier lugar, incluyendo el jacuzzi. Eso sí, la próxima vez que les apetezca uno , por favor, no me compren un Moët & Chandon.

martes, abril 01, 2008

Comprando en La Flor de Grao


Este fin de semana fue La Flor de Grao. Ahora que se va en un momentín por la nueva autovía y que el domingo por la mañana no había otro plan que me gustase más , pues allá que me fui. Ahora ya no hay xates ni pites, y todas estas ferias se van pareciendo un poco, porque te sueles encontrar a los mismos puestos. De todas formas también se dejan caer minifundistas (más bien huertifundistas) de los alrededores. Hay que evitar que le pase a uno como al del anuncio de fabada Litoral, que más de una vez he visto a las paisaninas comprando los huevos en el Alimerka para mezclarlos con los suyos. Aun así, también suponen una buena oportunidad de comprar productos artesanos, de buena calidad y a un buen , y más justo, precio. Ya que fuimos, intenté aprovechar el viaje,así que acabé comprando:

Una boroña preñada para ir tomando (de chorizo y panceta), un poco seca, y otra sin preñar, es decir, solo con harina de maíz (y algo de trigo) , jugosina, muy buena. Un kilo de fabes blancas grandes, que toda esta zona de Grado a Teverga tiene bien ganada fama de ser excelente, si no la mejor . Desgraciadamente, es temporada de faba seca. Medio kilo de verdinas para hacer con andariques o con centollo. Chorizos frescos y una morcilla bien negra y ahumada, pa les fabes. Un chorizo seco ahumado para tomarlo solo, racial y picante. Una hogaza de un pan que resultó excelente, de miga de trigo parda. Aún hoy , aunque asentao, está bueno de tomar. Unas acelgas cortadas esa mañana, que no solo de fabes vive el hombre. Unas magdalenas tipo mantecadas, muy finas.. Medio bizcocho muy jugoso, con un particular color anaranjado .Un poco basto, pero está rico. Un trocín de empanada, regulín. Unas cebollas terciadas y chatas (muy buenas). Un afuega l' pitu atroncau blanco semicurado, que aún no he catao. Y , sobre todo, lo que más me prestó, un barra de mantequilla fresca (hecha el jueves, me dijeron) excelente, finísima, muy láctea. Nada que ver con la que compramos en el súper.