Después de un tiempo demasiado largo desde que nos tomaran nota, y tras haber acabado las mantequillas de aperitivo (que estaban bastante bien) , nos trajeron el torto con revuelto de cabrales y cebolla confitada, que estaba bueno , aligerada la masa , ufada (un poco en la línea buñuelosa que criticaba el otro día) , contenido de cabrales, y un poco frío.
Seguimos con una Lubina con habitas verdes. Una buena lubina con un acertado, por lo suave y porque combinan bien los sabores, acompañamiento de habitas tiernas , crujientes, con abundante cebollino, y servida con el caldo de sus jugos con un pequeño toque de vinagre y aceite . La ración, aún tratándose de menú degustación, un poco corta. Estaba bastante buena.
Como prepostre trajeron unos Quesos en texturas: manchego rallado ( a mi modesto entender, un despropósito ), con una emulsión dulce de calabacín insípida; una crema de cabrales de un intenso sabor a buen Cabrales, con una gelatina de Pedro Ximénez muy rica y apropiada, y un cuadradito de gamoneu frío y tieso, con una emulsión de tomate (e hierbabuena) con poca intensidad.
De postres, el Tocinillo de muscovado con sopa de manzana, rúcola y cristal de aceituna negra . El tocinillo es una especie de flan con un sabor bastante plano, razón por la que le introduce la intensidad en la rúcola (se me hace un poco extraña), la sopa de manzana (muy concentrada, ácida y fresca) y el cristal de aceituna negra. No me entusiasmó.
Seguimos con Helado de azafrán con aceite al curry, chocolate y teja de naranja , composición delicada, bastante agradable de tomar.
Buen café y pan aceptable. Servicio que , aunque en uno de los casos fue bastante amable, nos dejó muy desastidos con las bebidas . Como estaban colocadas lejos de la mesa, tampoco podíamos servirnos por nosotros mismos. Carta de vinos no muy amplia pero con selecciones interesantes, aunque un poco subida de precio. Total factura dos personas, con vino de 30 euros , agua y cafés, 171 euros.
En resumen, comida decepcionante. Primero por el exceso de tiempo transcurrido en el servicio de los platos, que hizo que a la mitad ya estuviéramos haciendo la digestión y con pocas ganas de continuar. Luego por problemas de temperatura (curiosamente, me pasó lo mismo en La Salgar) y de falta de redondez en los platos, aparte del problema puntual del exceso de sal. En las composiciones se nota un intento de renovar las recetas siguiendo las últimas tendencias (no puedo dejar de observar que los brotes de soja, las flores, la lombarda, la coliflor, la navaja, la ostra,... aparecieron en el menú tomado hace poco en Martín Berasategui), no siempre congruentes (esos brotes de soja con la morcilla) , tendiendo a una mayor complejidad y obligando, por lo tanto, a una mayor exigencia a una cocina que , esta vez, no estuvo a la altura.
Nota general 5,5. Nota de emoción 5 .