sábado, diciembre 13, 2014

Aubergue du Cheval Blanc (Bayonne, Francia)



Hace pocos días que salió publicada la nueva edición de la Guía Michelin y como siempre, vino acompañada de todo tipo de comentarios y opiniones sobre la cicatería en su concesión de estrellas a la cocina española y sobre el criterio de sus inspectores. No voy a entrar en ese debate pero sí quiero hacer una pequeña puntualización y es que por experiencias pasadas y por la que voy a relatar seguidamente, está claro que restaurantes con estrella en Francia como éste que voy a comentar dudo mucho que ni siquiera vinieran recomendados en la guía si se encontraran en España o en cualquier otro país.

Se trata de Aubergue du Cheval Blanc que está en funcionamiento desde 1959 aunque ya desde nada menos que 1715 existía una estación de correos en el lugar. El responsable de cocina es Jean Claude Tellechea que consiguió la preciada estrella en 1995 además de dos Toques de la guía Gault et Millau.

Algo que me gusta mucho de los restaurantes franceses es que suelen tener varios menús que se pueden formar con platos de la carta por lo que si pides entrada, plato y postre sale así más económico que si no hubiera menú. Algo que podrían copiar los restaurantes españoles que lo único que ofrecen es el manido menú degustación que incluso algunos llevan al extremo de ser menú único.

Nosotros pedimos el menú “Entre amis” que por 44€ ofrecía entrada, plato principal y postre, como ya comenté a escoger de la carta.


 

Como aperitivo de la casa nos pusieron una  crema de pescados y mariscos que no probé pero me comentó mi mujer que era de las mejores que había probado en mucho tiempo.




Hay que hacer una pequeña crítica, por lo menos por mi experiencia, gastronómicos franceses, a la hora de los entrantes no les sacas del foie gras, las vieiras, las ostras y el bogavante. Aquí ofrecían algo más y aunque nosotros escogimos el típico a que en muchos restaurantes foie gras de las Landas cocido al natural con higos asados. Bien sin más y sin ir más lejos inferior al comido hace unos días en el Avenue de Lisboa.



El otro entrante fue un prensado de trucha de Banka, foie gras y peras reducidas con Oporto. Si lo hubieran servido esperando un poco más y no recién sacado del frigorífico se hubieran apreciado mejor los sabores ya que nos pareció una buena combinación un pescado con poca grasa con el foie gras y el toque dulce de las peras. De todas formas tampoco es un plato que quede en el recuerdo.


 Para los platos principales nos decidimos por la carne. El parmentier de Xamango con jugo de carne trufada nos pareció cercano a la tomadura de pelo. El xamango es como llaman en la zona al jarrete del jamón de Bayona y en este caso venía en una cantidad minúscula sepultada en una montaña de puré de patata además de formar todo un conjunto insípido. Hacía tiempo que un plato nos dejaba tan descontentos.



Mejor estuvo, aunque eso era fácil, el solomillo de ternera con trompetas y pimientos del piquillo y jugo del guiso. Carne de calidad, perfecta de punto y bien acompañada. Nada  sorprendente pero por lo menos bien hecho.






Los postres retomaron la mala senda. La tartaleta de limón, pasas y nueces fue un monumento a lo anodino. Insípida totalmente. Poco más que decir…




 
No fue mucho mejor la cúpula de chocolate negro y blanco, cremoso de limón verde y sorbete de marfil. La cúpula  de chocolate parecía sacada del lineal de un supermercado y de lo demás no merece la pena comentar nada de lo mediocre que era. Mal.





La carta de vinos impropia de un restaurante con pretensiones. Muy poca variedad de zonas y cantidad de vinos. Tomamos un Pessac-Leognan, Château Rochemorin 2008, 43€, marcado lo normal..., el triple de lo que cuesta en tienda.





 Las copas, penosas como se puede ver. Ni en una vinatería de cuarta las ponen así.

El pan, malo, con el buen pan que suele haber en Francia. El personal de servicio correcto, aunque seguimos esperando por la jarra de agua…

La web de restaurante está bastante bien, además de traducida a varios idiomas pero podían fijarse un poco en que no coinciden las cartas en francés y en español.



Hacía tiempo que no nos dolía tanto gastar 131€ en un restaurante. Como decía al principio, un sitio así probablemente en otro lugar que no fuera Francia ni siquiera vendría reflejado en la guía y mucho menos tendría una estrella Michelin. O si le damos la vuelta al argumento, si este restaurante merece la estrella bastantes en otros sitios la merecerían. Pero como dice un bloguero y tuitero al que sigo, es su guía y en la Michelin dan las estrellas a quien les da la gana. Faltaría más.

               
Aubergue du Cheval Blanc

68 Rue Bourgneuf, 64100 Bayonne, Francia
+33 5 59 59 01 33   www.cheval-blanc-bayonne.com

lunes, diciembre 01, 2014

Assinatura (Lisboa) 2014




Segunda visita al restaurante Assinatura casi cuatro años después. De aquella al mando de los fogones se encontraba Henrique Mouro y en la actualidad es Vitor Areias quien detenta la responsabilidad.

La sala sigue exactamente igual que la vez anterior con el típico estilo de mesas muy juntas que se estila en muchos países aunque esta vez a nosotros nos tocó una de las mesas centrales. Decir que esta noche solo tuvieron medio aforo, raro para ser sábado noche, al contrario que la vez pasada.



 

La carta, como en el restaurante de la noche anterior, con tres entrantes, tres pescados y tres carnes, dos menús degustación y curiosamente también un menú vegetariano.
 




También curioso es que de aperitivo nos pusieron algo muy parecido a la otra vez corteza de cerdo con buey de mar, que no probé pero gustó a mi acompañante. También un plato de aceite del Alentejo de notable nivel. Decir que esto no es gratis ya que por el concepto de aperitivo cobran 4€ por persona, aunque el pan va incluído.
 

 
De entrantes esta vez pedimos dos. Uno fue la morcilla con membrillos y cebollinos en un caldo anisado, 12€, al que solo se le puede criticar lo parco de la ración porque el conjunto de una rica morcilla, muy fina, con el toque agridulce del membrillo y los cebollinos y la aportación punzante del caldo anisado resultó estupendo y muy armónico en el paladar. Excelente.



 
De notable alto también  el lomo de borrego con ensalada tibia de granada, 14€, que aparte de tener una cantidad más normal que el otro entrante resultó de una carne potente pero elegante y muy bien acompañada de la frescura y leve dulzor de la ensalada de granada. Un acierto.

 

 
Para los platos principales volvimos a escoger carne. Algo alto de precio pero excelente el cordero lechal con salsifí glaseado y pimentón casero, 32€, bien de punto, de fantástico sabor con el toque ligeramente amargo del salsifí que combinó muy bien con el del lechal y todo ello alegrado con el pimentón. Un platazo.



 
El otro plato fueron unas plumas de cerdo ibérico con pera glaseada con miel y romero, 26€. También bien conseguido el punto de la carne y sabrosa aunque la pera glaseada con miel les quedó algo dulzona aunque nada que estropeara el sabor principal. Bien.



 
Esta vez solo pedimos un postre y la verdad es que podríamos habérnoslo ahorrado ya que el helado de chirivía, chirivía glaseada con nueces y hierbas anisadas, 8€, resultó plano, sin apenas sabor, no encontramos el dulzor por ninguna parte y ni siquiera estaban demasiado presentes los propios toques anisados de la chirivía ni de las hierbas. Postre realmente extraño.




La carta de vinos, corta pero con vinos notables. Tomamos un magnífico Douro, Passadouro Reserva 2011, 49€.  También sendas copas de un moscatel dulce de Herdade de São Miguel, 6€, servido en una cantidad casi ridícula y más viendo el precio. Además, reitero el fallo de no tener una carta de vinos dulces por copas. Detalles ambos a mejorar.

El personal de servicio, en general profesional, aunque se le notó demasiado las ganas de colocarnos el vino dulce al final.

La página web, magnífica, con toda la información necesaria e incluso hasta la carta de vinos aunque con añadas algo desfasadas. Además la tienen traducida a varios idiomas incluido el español. Ejemplo que deberían tomar muchos restaurantes para sus webs.

En general salimos satisfechos obviando el postre. Areias realiza una cocina basada en la tradición portuguesa pero actualizada y por lo probado, con gran importancia del producto de calidad. Sin duda cocina “con cabeza” y que tiene todos los mimbres para gustar a casi todo el mundo. Además, estando en el centro de Lisboa, no queda duda de que es una dirección imprescindible de la capital lisboeta.


Assinatura

Rua do Vale de Pereiro, 19, 1250-270 Lisboa, Portugal
351 21 386 769  www.assinatura.com.pt/index.php/es/

sábado, noviembre 22, 2014

Avenue (Lisboa)


El restaurante Avenue se encuentra situado en la principal arteria lisboeta, la Avenida da Liberdade y a los fogones se encuentra la chef Marlene Vieira que es al parecer una de las más reconocidas caras de la gastronomía contemporánea portuguesa.

Tiene una decoración elegante pero sencilla y desde la mesa que nos tocó había una gran vista de la avenida.

La carta es corta, tres entrantes, tres platos de pescado, tres de carne y cuatro postres dulces y un plato de quesos. También disponen de tres menús degustación e incluso uno vegetariano.


 

Por el concepto de cubierto cobran 4€ y aparte del pan consiste en una  aceite de oliva virgen extra, mantequilla de hierbas de cabra y chicharrones.




 
También nos pusieron tres aperitivos de la casa. Uno fue  una tempura de verduras con hojas y mayonesa de cilantro, otro una anchoa con salsa rosa y por último una cucharita de pulpo con una emulsión que no recuerdo. Agradable para abrir boca.




En esta ocasión solo pedimos un entrante y fue “Pipis de pato”: Mousse de foie gras, mollejas de pato y membrillo. 18€. El mousse venía por encima con una gelatina de vino de Madeira según nos dijo el maitre y resultó una de las mejores combinaciones que foie gras que probamos en mucho tiempo. También muy ricas las mollejas, con una conseguida textura y todo ello acompañado del toque algo agridulce del membrillo. Notable.


Los problemas comenzaron en el tiempo que transcurrió entre este plato y los principales que tardaron más de media hora en llegar. Pero lo malo no fue el excesivo tiempo sino que al probarlos ambos estaban fríos por lo que tuvimos que darles la vuelta. Todo apunta a grave descoordinación entre cocina y sala.

 El caso es que el Arroz de pato: magret de pato, hígado de pato, molleja de pato, espárragos verdes y hojas, 27€, que a priori era una apetecible versión de un clásico de la gastronomía portuguesa finalmente acabó en un mazacote, demasiado duro y con las carnes secas por el recalentamiento. Una pena porque lo poco que probamos antes de darle la vuelta, a pesar de estar frío se veía sabroso. Las fotos son de los platos según llegaron la primera vez.



Lo mismo se puede aplicar al  Entrecot de vaca:  carne madurada 45 días, remolacha, coliflor, yema de huevo trufado y setas. 29€. Además, añadir que el corte de la carne dejaba algo que desear ya que nos tocó la pieza que más nervio tenía. Con el fallo del ingrediente principal del plato y de su elaboración, poco aportaba el acompañamiento.

 
 
Menos mal que los postres volvieron a elevar el nivel. Uno de ellos fue Babá savarin com texturas de cítricos: babá en licor de cítricos, naranja sanguina, merengues de lima, cremoso de limón y mascarpone.10€. Goloso conjunto agridulce el formado por el savarín con todas las preparaciones de los cítricos. Muy rico.



 

También rayó a buen nivel la interpretación del famosísimo pastel de nata lisboeta, Nuestro pastel de nata: helado de pastel de nata, hojaldre, café y canela. 10€, aunque difícil de hacer olvidar el original.

 

Algo que siempre me llamó la atención en muchos restaurantes portugueses es que a pesar de tener grandes vinos de postre como los Oportos, Madeiras, Moscateles de Setubal, etc, es rarísimo que tengan una carta de vinos dulces por copas para acompañar a los postres o simplemente como sobremesa. Aquí no fueron la excepción.

La carta de vinos muy buena, con vinos de todas las zonas portuguesas y aunque como siempre subidos de precio, los tenían para casi todos los presupuestos. Tomamos Roquette & Cazes 2011, 35€, un magnífico Douro de una de las mejores cosechas al parecer en muchos años. Tanto el maitre como el sumiller muy correctos y profesionales aunque deberían de hacer algo más de caso al cliente cuando les dice varias veces que por favor dejen la botella en la mesa y no querer llevárselo constantemente.

Al final la chef vino a pedirnos disculpas. Arregla poco pero por lo menos es un detalle.

La web del hotel, casi perfecta: sencilla, sin animaciones molestas y con la información justa, carta con precios incluida. Además se puede reservar en la misma web con contestación inmediata. Solo le añadiría la carta de vinos.
Ejemplo a imitar por cualquier web de restaurante que se precie.

Vuelvo a recordar que esta es la crónica de una cena en concreto, por lo que la experiencia en su conjunto fue manifiestamente mejorable pero “leyendo entre líneas” se ve que hay buena base de cocina e ideas renovadoras de la tradición portuguesa. Esta vez nos tocó a nosotros una mala noche, en parte, pero en una futura visita a Lisboa no me importaría darle otra oportunidad.

Avenue

Avenida Da Liberdade, 129B, Lisboa, Portugal
351 21 601 7127  www.avenue.pt
  

lunes, noviembre 03, 2014

La Fundición (Oviedo)

 
 

Desde hace unos meses disfrutamos en Oviedo de otro sitio que enriquece la un poco alicaída oferta gastronómica de la capital. Se trata del Bar La Fundición, cuyo responsable es Adrián Mancheño que hace unos años fue el ganador del V Concurso Zoco de Jóvenes Cocineros y que posteriormente pasó por L’Alezna, La Casona de Llerana y Ca Suso.

El local está situado en la calle Campoamor al lado de una de las zonas de vinos de la ciudad y sorprende por su pequeña superficie, y la original decoración, y sobre todo por el tamaño minúsculo de la cocina a la vista en la que llama la atención que Mancheño consiga sacar los platos con tanta solvencia y sin demoras. No en vano su lema es “Lo grande de ser pequeños”. Al nombre de La Fundición le acompaña el adjetivo de Bistronomía y para entendernos se trata básicamente de un gastrobar del tipo que está actualmente de moda.

La carta está estructurada por partes, con embutidos, quesos, ensaladas, terrinas y tostas, “pizzetas” y finalmente los platos principales. El IVA está incluido, menos mal.  También tienen entre semana menú y medio menú del día, con una pinta muy buena.

Como en otros posts, vuelvo a pedir disculpas por la mala calidad de las fotos, pero las incluyo para hacerse una idea de lo probado.



 Como aperitivo de la casa nos pusieron un riquísimo salmorejo, aunque tenía una textura más líquida, más bien como un gazpacho.





 Como éramos cuatro, pedimos varias cosas para compartir y comenzamos con unas notables croquetas caseras de picadillo, 8,50€, que no llegan al nivel de las  mejores que recuerdo del restaurante Blanco de Cangas del Narcea, pero que duraron menos en el plato que una tarta en la puerta de un colegio. Crujientes, bien la bechamel y con materia.


Seguimos con un notable pastel de peces de roca, 10€. Nunca me dio mucho más por el manido pastel de cabracho, pero este sí me convenció, muy fino y sabroso, en buena cantidad y con el punto de estar acompañado por unas buenísimas sablès de mantequilla. Estupendo.


 
 
 
 Continuamos con la potita de hongos, patata, paleta ibérica y huevo, 14,20€, excelente revuelto
en el que el único fallo fue el que la paleta le daba un punto de sal algo elevado, pero nada grave como para no dejar la pota limpia.



Otro plato fue el canelón de frixuelo relleno de carrillera ibérica, 10,50€. Magnífica textura del canelón con  relleno de una carrillera sabrosa, intensa y potente. Los lectores habituales recordarán mi denuncia de que muchos sitios en los que tienen carrilleras, rabo, magret, etc, te dan productos precocinados de quinta gama o inferior. Desconozco si este es el caso pero en el caso de que lo fuera la calidad es alta.



 Acabamos con sendos burguer de vaca vieja, cebolla caramelizada y foie, 10,50€. El único pero que le pongo es que la carne no está cortada a cuchillo sino a máquina, pero resulta en conjunto muy bien de sabor y sin escatimar en foie.




 


 
Mención aparte merecen los postres, de un nivel muy considerable para un gastrobar. Merece sin duda la pena guardar un poco de sitio para ellos. Tal vez el que más me gustó fue nuestro lemon pie, crema cítrica, galleta y merengue tostado, 4,50€, fantástica 

 mezcla de dulzor y acidez. Notable el sobao de chocolate con helado de leche merengada, 4,50€, adictivo el tiramisú con Abredo y bizcocho de café, 4,50€, excelente versión de Mancheño y también bien pero algo inferior el soufflé de chocolate Cibeles con helado de Baileys, 5,50€.


La carta de vinos pequeña pero muy interesante. Bastantes más tintos que blancos aunque es lógico teniendo en cuenta la composición de la carta de platos. Tomamos El Hombre Bala 2012, 20,70€ y Castrillo de Duero 2013, 16,10€.

El pan, sin escatimar, 2€ en total. Muy bien. Evidentemente con esta filosofía y precios, no hay mantelería y la verdad no hace mucha falta en este caso.

El personal de servicio, Noelia, eficiente y además simpática.

A la espera de su página web, que se retrasa demasiado, se pueden ver los menús y algo de información en varias redes sociales.

Está claro que si se quiere cenar sin dejarse la cartera, platos sencillos pero bien hechos, con buena materia prima y bien elaborada y postres sencillos pero muy notables, La Fundición se ha convertido en un sitio a tener en cuenta en Oviedo. Mancheño tiene mucha cocina en sus manos y su cabeza pero a la espera de que nos vuelva a demostrar, como en el pasado, su nivel en fogones de más enjundia, disfrutemos de su buen hacer y su actual propuesta en La Fundición.


La Fundición Bistronomía

Campoamor,  17, 33001 Oviedo
984 046 432   https://es-es.facebook.com/pages/Bar-La-Fundici%C3%B3n/475738369221576


miércoles, octubre 22, 2014

Mestura (Oviedo)



Mestura es el nuevo restaurante insignia de la familia Loya en Oviedo que toma el relevo del antiguo Deloya del hotel Santo Domingo, al que gana en una más céntrica situación en la ciudad, en el Gran Hotel España, pero creo que pierde en comodidad de las instalaciones y sobre todo en espacio. Muy bonita la decoración y con empaque, pero poco espacio y en un ruidoso y en ocasiones agobiante comedor. Esto se refleja en lo pequeño de la mesa para dos, estilo bistrot francés.

La carta es bastante amplia y sobre todo en el apartado de entradas. Precios con IVA incluído.

Como aperitivo de la casa nos pusieron sendos mini bombones de foie. Rico, pero algo simple para lo que se supone que es la cocina de este restaurante.


Como entrantes pedimos dos. El primero fue una boca brioche de guiso de cerdo con ciruela Pasa y pepino, 11,50€. Caro. Se comía en dos bocados y además resultó insípido. Recuerdo haberlo comido en una anterior ocasión con mucho mejor resultado.
Por otra parte fue emplatado para dos sin cargo adicional pero esto tiene una parte buena y otra mala. La buena es el buen detalle del extra de trabajo para que los comensales lo puedan probar ambos, pero la mala es que deberían haber preguntado a la hora de la comanda ya que pudiera ser que a uno de los comensales no le gustase y acabara comiendo el otro solo mientras el primero espera por su entrada.


 El segundo entrante fue una papada confitada con lulo y nabo, 16,50€. El plato nos gustó, con una rica papada que contrastaba muy bien su grasa con el toque ácido del lulo y el ligero dulzor que aporta el nabo, pero si decíamos que el brioche se comía en dos bocados, éste casi en uno y medio. Excesivamente pequeña la ración para costar 16,50€.



 
 Para los platos principales, elegimos pescado. El pixín con espinaca yodada, limón y cebolletas tiernas, 22,50€, se les pasó demasiado en la plancha. Ya sabemos que no es fácil conseguir una buena textura al pixín pero con excesos de plancha, menos.




 En cambio el salmonete frito y su jugo de sidra, ajo asado y manzana, 21,80€, resultó el mejor plato de la noche, con unos sabrosos lomos de salmonete, en este caso excelentes de punto, una lograda y sabrosa salsa de sidra, servida en recipiente aparte, y el ajo asado que complementaba muy bien el intenso sabor del salmonete. Bien.



No tomamos postre. Ponen dos tipos de pan a 1,30€ por comensal. También apuntar  que es un horror
el ¿mantel? en relieve que tienen las mesas totalmente incómodo e incluso impropio de un gastrobar de tercera. Ya sé que los tiempos no están para grandes mantelerías y menaje pero podrían haber pensado otra solución menos cutre.

 
La carta de vinos, bastante bien escogida aunque como tantas veces, desequilibrada en favor de los tintos. Los precios, sorprendentemente comedidos y razonables y en algunos casos más baratos que en tienda. Tomamos un Milmanda 2011 por 32€. Para mí que se equivocaron en la carta…

El personal de servicio de buen nivel pero escaso para un sábado por la noche. Reseñar que entre el segundo entrante y los platos principales pasó algo más de tiempo de lo normal, pero tampoco demasiado, y se disculparon varias veces por ello y no solo eso, sino que nos invitaron en el Black Bar, que está justo debajo del restaurante a lo que quisiéramos tomar. Excelente detalle del restaurante.

La página web bastante buena pero mejoraría incluyendo los precios de la carta y la carta de vinos.

Se ve que hay una buena base de cocina, pero por lo comprobado en esta cena y en otra comida anterior, aún les queda por pulir algunos detalles, de coordinación cocina-sala, puntos de cocción, relación cantidad/precio de algunos platos, etc. En todo caso, es una opción válida en el panorama gastronómico de la capital y supongo que cuando lleven más rodaje y estén más asentados la impresión será más positiva.

Mestura

Gran Hotel España
C/ Jovellanos, 2, 33003 Oviedo
984 034 014   www.mesturarestaurante.es

viernes, octubre 10, 2014

Tràngol (Benicarló, Castellón)



Si algo ha proliferado en el panorama gastronómico nacional al hilo de la crisis han sido los llamados gastrobares. Sitios en los que comer más desenfadadamente que en un restaurante tradicional y con facturas más bajas, aunque habría que escudriñar estas para ver si de verdad lo pagado al final resulta más barato en comparación con otros restaurantes.


El caso es que Tràngol se podría encuadrar en esta categoría aunque ellos se autodenominan restaurante-vermutería, concepto que suena casi hasta novedoso, por recuperar una bebida tan poco de moda como es el vermut. Disponen de menús de tapas para diferentes personas y una carta amplísima. Tanto, que nos hizo ponernos en guardia, ya que cuesta creer que dominen tamaña cantidad de platos.  Por lo menos en este caso sí tienen el IVA incluido en los precios.


 

Como aperitivo de la casa nos pusieron unos  bombones de foie bastante resultones.






Comenzamos con dos platos fríos. Uno era un roast-beef de pato con foie, vinagreta de naranja y frutos secos. 14€. Este plato podría ser el ejemplo de "plato resultón de gastrobar" y verdaderamente estaba  bien la carne, con una vinagreta lograda y la agradable mezcla del foie y los frutos secos. Nada que no te puedas hacer en casa parecido pero por lo menos sabroso.




 Algo inferior resultó el sashimi de atún rojo con salsa oriental casera. 15€. Con diferencia el plato más flojo de todos. El atún no parecía de la mejor calidad y su apariencia, textura y sabor lo manifestaban. Además la salsa era una vulgar de soja, no sé si “casera” de verdad pero el caso es que no la diferenciabas de otras muchas del supermercado.


 

 

Se lo comentamos y aparte de pedirnos disculpas sorprendentemente nos trajeron dos pequeños escalopes de foie, como invitación de la casa, que estaban realmente bien. Estupendo detalle poco habitual.





Seguimos con dos tipos de empanadilla. Bien las de musaka, 1,80€ unidad, pero quedaron eclipsadas por las riquísimas empanadas criollas, 2€ unidad, 

que bien merecían comer unas cuantas. Solo tengo un referente de este tipo del pasado, pero ni comparación con lo ricas que estaban estas.

Como platos principales, sendos aciertos. Uno fue una carrillada de cerdo ibérico de bellota estofada al vermut con crema de boniato, 15€.  Como ya comenté en anteriores post, es leer en una carta cosas como carrilleras, rabo, paletillas, etc, y empezar a revolotearnos la mosca cerca de la oreja; pero fuera la materia un producto de quinta gama o no, el caso es que hacía tiempo que no comíamos una tan sabrosa, bien de punto, melosa e intensa como esta. Además el toque dulce del estofado con vermut y la lograda crema de boniato la complementaban a las mil maravillas. Mejor plato de este tipo que en un montón de restaurantes de mayor (supuesto) nivel en los últimos años.


Igual pensamos del último plato. Algo que antaño pedía muy a menudo en los restaurantes era el magret de pato, pero dejamos de pedirlo porque una y otra vez lo solían destrozar. Aquí el magret de pato laqueado con peras al moscatel, 14€, no solo fue servido en la mayor ración que recuerdo en mucho tiempo sino que estaba hecho con un punto impecable, sabroso, bien cortado, casi elegante y bien atemperada su grasa por la dulzura de las peras al moscatel. Enhorabuena al cocinero por hacer tan bien un plato que puede parecer fácil pero por experiencia no lo es en absoluto.

La carta de vinos, reducida pero con cosas dignas para escoger y más en una zona como es la provincia de Castellón que no nos pareció muy amante de los vinos. Tomamos un Cava valenciano, Dominio de la Vega Brut, 14,50€. El pan, 0,85€, nada caro para restaurante.


El personal de servicio muy bien, conociendo su oficio y de formas impecables.

Un fallo a reseñar es que la página web está inoperativa.

Esto es lo que tiene a veces el mundo gastronómico, que donde no te esperas gran cosa salta la agradable sorpresa y te encuentras un sitio con el Tràngol. A lo mejor en este caso y al revés que en otros restaurantes  tuvimos suerte con los platos escogidos, salvo el sashimi, pero resultó así, por lo que no dudo en recomendar acercarse hasta Benicarló para probar su cocina a quien esté de vacaciones por el norte de Castellón.

Tràngol

Valencia, 19, 12580 Benicarló (Castellón)
964 044 323