
Se dice en Portugal que
Braga es la capital religiosa del pais. Es famoso el dicho de "Viana do Castelo duerme, Braga reza, Oporto trabaja, Coimbra estudia y Lisboa gasta". No sé lo de cierto que habrá pero lo que si que es verdad que Braga está bien provista de edificios religiosos de todo tipo que ahora lucen mucho mejor que hace años, como toda la ciudad.
El lavado de cara acometido antes del europeo de fútbol de 2004 seguro que tiene algo que ver y les ha quedado una ciudad muy agradable y adecuada para pasar un fin de semana, por ejemplo en la
Albergaria Bracara Augusta.
Gracias a todas aquellas obras, hay una moderna autopista apenas transitada desde la frontera de Verín y esto hace que en unas 4 horas se llegue a Braga desde el centro de Asturias.

El restaurante
Inácio está situado a la entrada del casco antiguo y curiosamente en la misma acera que otros 2 de los restaurantes recomendados por la famosa guía francesa. Es curioso, pero en la nota y pone Inácio, pero como se puede ver en el letrero pone Ignácio.
El interior está decorado en plan rústico y el primer vistazo de la mantelería, menaje y sobre todo las copas hace que nos entren tentaciones de salir corriendo.
Al traernos la carta observamos algo muy típico que llevamos viendo en Portugal. Está escrita en portugués, francés e inglés. Este año hemos estado varias veces en Portugal, en ciudades muy cercanas a la frontera española y en todos los restaurantes se repite invariablemente la ausencia de la carta en español. Siempre los tres idiomas citados acompañados a menudo del alemán.
También es de justicia decir que en la parte española de la Raya, también brillan por su ausencia las cartas en portugués.
Esto me parece una cortedad de miras increíble por parte de los empresarios hosteleros de ambos lados. Tanto en Evora, como en Viana do Castelo, como en Braga, etc, la mayor parte de turistas eran por lógica de la cercanía españoles, por lo que me resulta difícil entender que no tengan las cartas en español y más siendo la enorme mayoría restaurantes tradicionales en los que no debe de cambiar jamás la carta. Y no vale el típico argumento de la similitud entre el portugués y el español ya que en términos gastronómicos las diferencias son notables.
Una vez vista la carta, con el IVA incluído en los precios, para picar algo tomamos media docena de
salgadinhos. 3,60€. Son unas croquetas de bacalao y pan que en este caso estaban muy bien. Típicas de Portugal, fueron de las mejores que recuerdo.
Casi no habíamos acabado con los salgadinhos cuando llegaron los platos principales. Decididamente no tengo suerte con los bacalaos en Portugal. El
bacalao al estilo de Braga, media 15€, venía rebozado y acompañado de un montón de patatas fritas y cebolla también frita y unas aceitunas negras y todo en una cazuela de barro. No es de los peores que comí, pero hubiera ganado bastante si hubiera estado a la misma temperatura en toda su integridad.
Me quedaron ganas de preguntar que clase de microondas era el que tenían ya que al
cabrito al horno, media 14€, le pasó lo mismo. Unas partes calientes y otras sólo templadas. Menos mal que estaba bastante bueno al igual que las patatas asadas que lo acompañaban.
De postres tomamos un
mousse de café, 3€, correcto y un notable
pudim Abade de Priscos, que es una especie de flan con Oporto, especias y limón, típico del norte de Portugal.
Para beber un espumoso,
Murganheira Reserva Bruto, 18,50€. Carta de vinos tradicional en línea con el local. Nada de cubitera. Capuchón de estos de gas congelado y biela. Las copas...
El pan era horrible aunque por lo menos sólo cobraron 60 céntimos. El servicio era sólo una moza que bastante tenía con atender sola las mesas.
Se puede decir que no lo recomendaría precisamente. Aunque tampoco fue horripilante, para otra oportunidad habrá que probar los vecinos de acera.

El restaurante
Centurium está situado en la Albergaria Bracara Augusta comentada anteriormente.
Había leído que es uno de los restaurantes que basándose en la cocina tradicional intentar alguna innovación, algo que no es muy habitual en Portugal y que pienso que es motivo de elogio.
El comedor tiene paredes de granito con arcos e incluso da a un jardín muy agradable.
Mientras mirábamos la carta trajeron el cubierto, con pan, mantequilla y aceitunas negras. En la carta marcaba 2,90€, pero no nos lo cobraron. Tengo que decir que los precios tienen un 10% de descuento al estar hospedados en el hotel.
Pido disculpas por las fotos, que entre la poca luz y el no usar el flash quedaron bastante penosas.

El primer entrante fue un
champiñón Portobelo al grill con queso de Serra. 7,11€. División de opiniones. A mi no me convenció el resultado de la combinación entre el champiñón, un poco pasado de más, y el fuerte sabor del queso. Se mataban.

La otra entrada fue una
"alheira" de Vinhais crujiente con fondo de centeno. 8,01€. La alheira es un embutido típico del norte de Portugal con carne picada, ajo, aceite y pimentón. Podría decirse que es pariente del farinato de Ciudad Rodrigo.
No les quedó muy bien. De crujiente tenía bastante poco, y el relleno era bastante insípido. Me recordaba a la "pringá" andaluza pero con bastante menos sabor. Además el pan de centeno estaba muy bañado en el aceite que soltaba la alheira y hacía muy pesado el conjunto a pesar del brócoli que pudiera refrescar el paladar. Buena intención pero resultado fallido.

De principales nos decidimos por la carne. La
posta de ternera Barrosã con vegetales, 14,31€, estaba bien de punto y sabrosa, aunque me esperaba más de esta raza portuguesa.

Sorprendente fue lo que pasó con el
tournedó de buey, con queso de Serra y cama de Portobelo. 13,41€. El plato original es el de la fotografía de la

izquierda, pero a medio plato vino un camarero y trajo otro trozo de solomillo ¿de buey...?, sin el queso, y nos dijo que lo habían dejado para que no se enfriara. No recuerdo un detalle así en mi vida. Difícil acabar el plato entero.
La carne estaba poco hecha, como lo pedimos, pero la inundación de salsa, difícil de catalogar y que no aportaba nada, hacía que no se disfrutara del plato como hubiera merecido. Urge reducir la cantidad de salsa ó mejor eliminarla en este plato.

Todavía nos quedó sitio para los postres. El trozo de
pudim Abade de Priscos, 3,38€, era considerablemente más pequeño

que el del Inácio y más empalagoso y la
crêpe rellena de helado de vainilla y chocolate, 4,28€, estaba bien, con un helado muy conseguido pero una salsa de chocolate mejorable.
La carta de vinos está bastante bien, y tenían más referencias de las que tienen colgadas en la web. Tomamos un tinto del Dão,
Only 2004. 19,90€. Curiosamente al alcohol no le aplicaron el 10% de descuento. Fue servido a temperatura ambiente, unos 24 grados, pero por lo menos tenían cubitera. El vino flojo en todos los sentidos.
Con los postres pedimos sendas copas de Oporto
Burmester 10 Anos, 3,90€ c/u, y tuvieron el magnífico y poco habitual detalle de dejarnos la botella en la mesa.
El servicio agradable y siempre atento. Tal vez demasiado, porque nada más echar vino un camarero al poco venía otro a echar más.
En resumen, está muy bien el intento de innovar la cocina tradicional y salirse de los trillado en infinidad de restaurantes de la zona que parecen clónicos en cuanto a la propuesta y los platos. El problema es que según me comentaron en el foro de Nova Critica Vinho, han cambiado varias veces de jefe de cocina y eso hace que se resienta la cocina y no acabe de asentarse. A ver en el futuro.
InácioPraça Conde São Joaquim 1/4 Campo das Hortas - Braga 4700-421, BRAGA
CenturiumAvenida Central, 1344710-229, BRAGA
http://centurium.bracaraaugusta.com/toni