
Ayer nos reunimos tres amigos en torno a una botella de Trasnocho, el vino que elabora Fernado Remírez de Ganuza en La Rioja alavesa con un 95 % de tempranillo y un 5 % de graciano, y criado durante 21 meses en barricas de roble francés y americano.
Presentaba un bonito color rojo picota, denso, limpio. La nariz se muestra con una buena intensidad pero, sobre todo , con una delicadísima elegancia, destacando las notas de fruta negra y, ligeras, de regaliz y torrefactos. En el primer sorbo sorprendió, aparte de la fruta roja, una astringencia que secaba la lengua y unos muy ligeros aromas de reducción, aparte de cierto desequilibrio . Pero a partir del segundo sorbo se marchó cualquier posible defecto y empezó un proceso de redondeo que no paró en la hora que estuvimos bebiéndolo, a pesar de que lo habíamos decantado y abierto alrededor de 20 minutos antes. Con una vivísima acidez, tan propia de los buenos Riojas. Unos taninos robustos pero bien integrados y golosos. De paso largo, aterciopelado, amplio y persistente, aunque todo ello también sin dejar de tener cierta ligereza riojana . Notas de fruta roja madura y leve mineralidad. En el postgusto se aprecian con más claridad las de caramelo, regaliz y finos balsámicos como la menta. El vino iba cambiando cada poco, mostrando una riquísima complejidad y haciéndose cada vez más armonioso, provocando, finalmente, un entusiasmo al que no tardó en seguir la tristeza de habernos acabado la botella. Gran vino, con el mérito de serlo en una cosecha más bien tirando a regular en La Rioja, y que vale lo que cuesta: 57-58 euros .
Retomando el juego de las puntuaciones, le daría un 90.
Presentaba un bonito color rojo picota, denso, limpio. La nariz se muestra con una buena intensidad pero, sobre todo , con una delicadísima elegancia, destacando las notas de fruta negra y, ligeras, de regaliz y torrefactos. En el primer sorbo sorprendió, aparte de la fruta roja, una astringencia que secaba la lengua y unos muy ligeros aromas de reducción, aparte de cierto desequilibrio . Pero a partir del segundo sorbo se marchó cualquier posible defecto y empezó un proceso de redondeo que no paró en la hora que estuvimos bebiéndolo, a pesar de que lo habíamos decantado y abierto alrededor de 20 minutos antes. Con una vivísima acidez, tan propia de los buenos Riojas. Unos taninos robustos pero bien integrados y golosos. De paso largo, aterciopelado, amplio y persistente, aunque todo ello también sin dejar de tener cierta ligereza riojana . Notas de fruta roja madura y leve mineralidad. En el postgusto se aprecian con más claridad las de caramelo, regaliz y finos balsámicos como la menta. El vino iba cambiando cada poco, mostrando una riquísima complejidad y haciéndose cada vez más armonioso, provocando, finalmente, un entusiasmo al que no tardó en seguir la tristeza de habernos acabado la botella. Gran vino, con el mérito de serlo en una cosecha más bien tirando a regular en La Rioja, y que vale lo que cuesta: 57-58 euros .
Retomando el juego de las puntuaciones, le daría un 90.