domingo, febrero 28, 2010

Restaurante Los Avellanos (Tanos, Torrelavega), por Jorge Díez



Escapada con rumbo a Cantabria; objetivo, Los Avellanos. Tengo Cantabria ahí al lado y la zona me gusta, así que es buena opción para un día libre. De este restaurante hablan bien varias guías pero no tengo referencias personales hasta ahora. O mejor dicho, no tenía, que poco antes de ir alguien que sabe mucho de vinos me da pistas sobre la bodega del sitio. La cosa promete.

El día tiene una luz bonita, hace algo de frío, se viaja con comodidad… pero estoy llegando a Torrelavega, población que nunca incluiré en una lista de mis preferencias. Normalmente no te hace falta fijarte, porque a cierta distancia se manifiesta El Olor, así, con mayúsculas. Alguien que viva allí podría hablar sobre él como el Coronel Kurtz de Coppola hablaba sobre el Horror. Pero es tiempo de máscaras y puede que hasta el aire quiera aparentar lo que no es y parecer puro. En fin, llegamos a Tanos.

Tampoco aquí vamos a encontrar mucho aliciente entre urbanizaciones miméticas, así que vamos directos a comer. La sala es funcionalidad pura: cuadrangular, blanca, luminosa… Los “cortes” necesarios para colocar a un lado cocina y bodega y para inventarse al fondo un baño, casi todo invisible si no lo buscas. Mesas amplias, bien separadas y cada una con su mesita auxiliar. La pared de la bodega pone una nota de color y sugiere vino, ¿o estaré yo imaginando demasiado? No sé, pero estoy cómodo, que es lo que me importa. La carta breve, con los ajustes en la oferta de pescados y con un par de platos de cuchara aparte. Y la de vinos se destaca: encuadernación más noble y un volumen manejable pero amplio, y dentro encuentro bastantes cosas de interés. No fallaban mis fuentes cuando me prometieron sorpresas en ese aspecto.

Atiendo la invitación de la casa a pedir medias raciones si deseo probar más cosas y empieza el convite.

La crema de boletus y pan especiado del aperitivo de cortesía huele bien y sabe mejor, me predispone favorablemente. Como también me hacen sentir bien el servicio amable, las sugerencias comedidas, un pan sabroso o los dos aceites (Oro de Bailén y Marqués de Griñón) y el cuenco con forma de trébol, para cada uno y para la sal especiada que te ofrecen.

Esto de viajar solo limita la elección de los vinos, así que entre muchas tentaciones francesas (Aviso para navegantes: es el apartado mimado de la carta.) me fijaré en un vino de paso fácil, versátil, ligero y que además tenga carácter; por pedir que no quede. Y si ha de ser todo eso ha de ser un champán. Hay unos cuantos apetecibles pero, ya que estamos y que sé que en la casa son buenos conocedores, que me aconsejen algo, que me sorprendan, ¿por qué no? Y me recomiendan el Jacques Lassaigne “Le Cotet” Extra Brut. Hago un pequeño paréntesis para reconocer dos méritos. Ese champán está en esa carta –además de por el interés del restaurante en cuidar sus vinos, claro- porque existe un sitio llamado La Ruta del Vino y una persona llamada Phillippe Cesco. Si os interesa este mundillo buscad y encontraréis motivos para agradecérselo. Y el otro mérito cae del lado de los blogs, venga, que también hacemos cositas. Me sorprendieron con el champán por sus propias virtudes pero también por una debilidad de mi memoria, porque si no hubiese recordado los comentarios que recogió el blog de Sobrevino más de una vez. Lo mismo: si os apetece pasaos por allí.

Pero yo había ido a comer, por lo tanto… Media de un plato ya consolidado de esta casa: Milhojas de perdiz, foie gras y manzana. Hay quien ha criticado poca renovación en la carta pero ni entro ni salgo en eso porque es mi primera visita. A lo que iba: equilibrado y sabroso el entrante. El foie no se hace pesado porque no se abusa de la cantidad, porque es bastante fino y porque contrasta con el carácter más agreste de la perdiz picada y con la acidez y el frescor de la manzana. Me gustó.

Después, otro medio entrante, el Carpaccio de carne roja con cremoso de queso ahumado. La presentación es un timbal formado con las lascas de carne y sobre el mismo la bola de crema de queso fría con unos brotes de cebolla. Y ahí empezó un pequeño motín de los platos contra el servicio de sala, que tuvo su primer episodio en la tendencia suicida del cremoso de queso, empeñado en saltar desde lo alto del timbal al plato. Infeliz, ¿no sabía que ahí lo iba yo a estrellar en cuanto empezase a separar la carne? Un poco más atemperado hubiese ganado casi la perfección, porque el corte, fino pero un poco más denso de lo habitual, y la calidad de la res vieja daban una potencia notable al plato. Ese sabor profundo, que definimos como mineral puede que sin mucho sentido, estaba ahí y marcaba el terreno. Y el queso era un acompañante perfecto, con un deje ahumado delicioso. La nota fresca de los brotes, con una punta ácida y un regusto dulce, completaba el cuadro.

Como principal escogí otro ofrecimiento fuera de carta que sonaba bien: Secreto de cerdo ibérico con frutos de mar. Un mar y montaña a su modo, con el secreto frito en tiras y acompañado de chipirón, langostino y unas sabrosas verduras con el punto de cocción exacto.

A todas estas, el champán estaba quedando como un señor. Una nariz delicada pero rica y constante, persistente. Carbónico nada punzante, acidez en la retaguardia. Manzana, mucha manzana, y fermentación leve; sugería la sidra bien elaborada. Enseguida notas de pastelería fresca, y luego la combinación de ambas, la evocación de la manzana asada… Vaya, que aquí no hubo que dudar qué hacer con la botella empezada porque sólo sobró una copa, poco más.

Llegamos al postre. La Isla de chocolate flota en un mar blanco con la manteca de cacao bien presente y deja que el náufrago vaya descubriendo entre la firme mousse trocitos de buen chocolate negro, destellos crujientes, hasta encontrar el tesoro, la trufa escondida en su interior.

Pero la calma de esta isla se va a ver alterada por nuevos ánimos belicosos. Fallido el ataque del queso kamikaze un infiltrado en los petit fours lo intentará de nuevo. Con el café venían unas gominolas de mango y coco, una trufita y un chupito de crema de café (descafeinado, por cierto) Y en la primera bandeja, cuando llegaba a la mesa, el chupito decidió dejarse caer para que su contenido causase todo el daño posible. Tampoco le sirvió de nada. Repulsa unánime de las demás golosinas, reacción tranquila de la camarera, vuelta a cocina y por fin pude tener acompañantes para un café solo.

En fin, una comida muy agradable. Para quien conozca El Serbal son conceptos con ciertos parecidos. Cocina teñida con las tendencias actuales, guiños a los productos de la zona, especial cuidado de la sala, bodega bien atendida, detalles para buscar la comodidad del cliente, para hacerle el restaurante cercano. En este caso aún más por la dimensión más modesta, más hogareña casi.

Antes de que la bancada de economistas me pregunte, unos cincuenta pavos por la comida y casi otros tantos el vino.

Ya hablé de la falta de alicientes en el entorno, con lo que prefiero ir hasta Santander a disfrutar de la tarde. Cafés, paseos (Qué incómodos son algunos recorridos por esta ciudad, con tanto sube y baja. Y no es que sea yo de tierra llana precisamente.) El mar, que casi siempre me hace más agradables los sitios. El viento, que a mí me gusta aunque tiene pocos amigos. Los rincones bonitos, algún edificio de interés, todo escondido entre otros más vulgares y poco cuidados. Pero mi paladar está satisfecho y mi cabeza me dice que pronto volveremos a La Cigaleña, que otro día tengo que pasar a curiosear por La Ruta del Vino, que Cantabria, igual que Asturias, ofrece bastante en ese terreno para su tamaño, probablemente porque apenas hay un vino propio que defender, y eso la hace más abierta. Eso, que mucho protestar pero esta tierra también me gusta. Además, está ahí mismo…

34 comentarios:

  1. Tiene buena pinta el sitio, aunque , lo msimo que el Serbal, parece que le falta un poco de brillo en lo gastronómico.

    Hablaba no hace mucho que me había encantado el Barolo 2005 de Elio Grasso, y decía, después de una rápida búsqueda por internet, sobre los 90 euros. Bien , pues el viernes que me pasé por la tienda de Germa´n a coger algún vino me encuentra que estaba en los sesenta y algo. Andaba un poco flojo de efectivo, pero en una próxima cae.

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  2. Jorge

    El champagne que nombras, tuve la ocasión de beberlo este verano, al comienzo me impactó, elegante, sedoso, largo en boca, de repente cayó fulminado
    No sé si será cuestión de la botella o del champagne en sí

    Buena metáfora utilizar a Conrad para describir cierta estampa de Torrelavega

    Un abrazo

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  3. En cuanto a ese olor de coliflor química de las papeleras, tampoco el de Navia se queda manco.

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  4. No parais entre tu y el Toni, menudos corresponsales....
    certifico que la pesta de Torrelavega es aún peor que la de Navia

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  5. Estupenda crónica Jorge, pero hago la misma crítica de siempre: faltan los precios de los platos individualmente.

    Y para otra ocasión pregunta antes de viajar pequeño saltamontes. Justo al lado de Tanos hay dos pueblos muy guapos que se llaman Cartes y Riocorvo, ambos conjunto histórico artístico.

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  6. Leyendo a Matososes y a Regol, parecen claros los nuevos caminos de la gastronomía: neotradicionalismo, bistronomía, localismo, producto,... y precios, que no márgenes, más ajustados. Al final, el mismo movimiento pendular de siempre, con los polos de vanguardia y tradición en cada lado.

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  7. Interesante también el artículo de Apicius sobre los puntos de cocción de los mariscos, con la excepción de lo que ya hablé del pecebe, que me gusta en todas sus versiones: caliente, tibia y fría.

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  8. Toni

    Coincido contigo Cartes y Riocorvo son pueblos muy bonitos
    Cantabría interior considero que está bien conservada

    Saludos

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  9. Hay cosas sorprendentes, el buey de mar de un día para otro, frío, concentra sabores, está sorprendentemente bueno.

    En Castilla es muy típico poner como aperitivo gratis lo que se llaman "bocas", un poco del mismo buey de mar e incluso gambas frías. Unos casos más afortunados que otros, claro está.

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  10. Buen post,como es de esperar.Hablan muy bien de los Avellanos en esta región, aunque también existen detractores que dicen que este restaurante lleva el nombre de Jesus de Diego pero no se sabe quien cocina...en fin, de todas maneras Adrián y yo intentamos ir un par de veces las pasadas navidades pero estaba cerrado, lástima, lo tenemos pendiente.Un saludo Jorge, te esperamos ansiosos.

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  11. Se me había pasado: pullazo para el editor del post. Faltan las etiquetas.

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  12. Perdonad que haya tenido esto un poco desatendido pero un virus de los que juegan con el aparato digestivo ha impuesto sus condiciones.

    A ver, para mi puntilloso compañero corresponsal: la media de milhojas, 10 euros; la media de carpaccio, otros 10; 15 el secreto y 8 el postre.

    No obstante insisto en que no es olvido por mi parte, es una opción o cuestión de estilo, si quieres. No trato de escribir una guía, sólo de transmitir una impresión.

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  13. Alberto, lo del champán quizá fuese mala suerte con esa botella. La mía aguantó bien, aunque tampoco le di mucho tiempo.

    Sobre los pueblos que citáis tanto tú como Toni y demás consideraciones paisajísticas, de acuerdo. Ya digo que Cantabria me gusta en general. Mi pobre impresión se limitaba estrictamente a Torrelavega y Tanos.

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  14. Jordán, al final acabé bastante cerca de vosotros. No dudes que pronto haré esa visita prometida.

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  15. Jorge, no te enfades. Estoy en una época de tiquis-miquis toca narices. ;-) De todas formas mi opinión de un post es que aparte de la vision global es importante la RCP del plato y para juzgarla hay que conocer el precio.

    Lo de los pueblos lo dije porque me extrañó que teníendolos al lado del restaurante no hablaras de ellos y sí de las "urbanizaciones miméticas" de la zona.

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  16. Tranquilo, Toni, que ya nos conocemos ;-) No hay riesgo de enfado.

    Sobre los detalles que incluyo en cada post, depende. El sitio me pide unos u otros. Hay ocasiones en que me parece oportuno resaltar el precio por favorable o desfavorable o por lo que aporta el sitio aunque sea caro. En otros casos el rasgo principal es otro y ahí me centro. En esta ocasión quise resaltar sobre todo lo acogedor, lo familiar que resultó, por encima de cualquier otro detalle.

    De lo otro creo que está claro: me metí a comer y luego me alejé de Torrelavega, para respirar mejor :-) En serio, ya iba con la intención de dedicarle tiempo a algunas cosas en Santander, me centré allí.

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  17. TABLÓN DE ANUNCIOS.

    Se ofrece post sobre El Corral del Indianu a blog que no comprometa su imparcialidad por publicarlo.
    Preguntar por Jorge Díez.

    (En serio; mañana os "atizo" un amplio resumen del último homenaje. Otro menú espectacular de una de nuestras mejores referencias, de nuestros must o como queráis llamarlo.)

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  18. A mí el término "must" no me gusta mucho. Para ser sincero me parece una de las soplapolleces más pijas que escuché en años.

    "indispensable, imprescindible, obligatorio, irremplazable, obligado..."

    pos anda que no hay.

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  19. Lo que sí me gustó fue el Bastión de la Luna 2006 que me llegó vía Costa da Morte.
    Unos aromas muy característicos de la caiño gallega, y una punta de acidez fresca que le daba la gracia y la personalidad.

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  20. Pues me vas a dar una envidia de lo más insana. Yo pa una vez que podía ir me lo encuentro lleno.

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  21. Cada vez estoy más contento de mi técnica para hacer el huevo frito (mis limitaciones técnicas me hacen moverme en este tipo de cosas). YA lo sabéis: huevo a temperatura ambiente, AOVE bien fuerte, primero la clara y , después de un ratín , la yema. Lo acompañé de una sidra de Pera de Bordelet Authentic que a mi , sin embargo, en su sencillez, , sí me convenció.

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  22. Eldi, es que escoges mal. Hay que esperar a que amenace la tormenta perfecta, la gente se asuste y... ese es el momento.

    Compangu, a mí también me parece un término pijo. No todo lo que se acuña en los blogs va a estar bien, que no somos profesionales ;-9

    Así que dentro de un rato sacaré la referencia a uno de nuestros indispensables, imprescindibles, obligatorios, irreemplazables, obligados, indefectibles, esenciales, inexcusables, preceptivos, imperativos...

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  23. Esto ya no es el menú degustación de El Corral, ni un encargo. Esto es una exhibición de gran cocina. Platos distintos, detalles nuevos, pero parecido a lo que ya hemos leído otras veces, porque las raíces siguen firmes y por tanto el árbol sigue vivo.

    El corzo atunizado, esa versión otoñal del vitello tonato, la carne de corzo con una textura mórbida única…

    La sopa de la matanza pero oceánica, de las mejores versiones de mar y montaña que se pueden pensar. Esa crema intensa de fondo para una ostra del Eo potente y sedosa en la boca da una armonía que es difícil creerse hasta que se prueba.

    El cremoso de interiores de pitu con oricios repite la jugada con ingredientes distintos. Un fortísimo pero agradable puré de menudillos de pollo contrasta de tú a tú con la personalidad del oricio sin más tratamiento. Sorprendente, mínima y sin embargo bien presente la naranja, su ralladura, que añade un acento especial al plato. Otro gran golpe.

    El guiso de golondru con patatinos es volver a casa. Volver a casa porque es una caldereta tradicional asturiana (el pescado de roca sabroso, el caldo concentrado y con su punto picante leve, las patatas bien tratadas…) porque defiende y mantiene lo mejor de los guisos marineros, porque te reconforta. Porque daría para escribir un pequeño ensayo sobre el carácter asturiano. ¿Por qué en tierra de grandones, donde el tamaño suele primar sobre todas las cosas, a la humilde patata si la queremos elevar a la mayor categoría la queremos pequeña? ¿Por qué en la tierra de los aumentativos constantes en –on/-ona las delicias son los patatinos? Misterios telúricos.

    Los callos de bacalao se han vuelto tipos duros. ¿Cansados ya de verlos como una moda en las cartas? ¿Cuestionados al lado de los callos-callos? Vale, pues aquí están estos callos mestizos, con elementos cárnicos en la salsa además de las tripas de bacalao, con lo mejor de cada parte, con ese guiño para no sonar a melodía conocida y con fuerza para que los tararees tiempo después de haberlos probado.

    El lenguado asado con sus jugos ligados con picual deja el protagonismo al pescado, que es lo que toca. Aquí echa el producto su cuarto a espadas y se mete entre tanto trabajo en la cocina para hacerse valer.

    Se acabó la arcea, así que es el pichón la estrella de la volatería, tan bueno como siempre en esta casa, con la tosta de sus higaditos que debería convertirse en pincho de campeonato… si hubiese materia prima para tanto.

    El extra ya es costumbre para un fartón como yo, incluso cuando ya me han hecho un menú a medida. Para seguir la línea, perdiz en dos cocciones, pechuga y muslo. Más clasicismo de pluma, más sabores intensos, más disfrute.

    Llega el queso y llega un conocido, uno de esos quesos que tengo yo “apadrinados” en el blog: Rey Silo (Afuega’l pitu de Pravia) con crujiente de pan y membrillo.

    Después, las tres manzanas de primer postre, por aquello de la acidez y la parte líquida que ayudarán a limpiar un poco el paladar y a refrescarse para el segundo.

    Y entonces un mimoso de cabrales y chocolate blanco con helado de avellanas. Estómagos timoratos, es el momento de que se busquen una excusa y se levanten de la mesa. La combinación está bien pensada, funciona, cumple con ese pedigrí de asturianía que tantas veces se asoma a estos platos… Pero es una bomba: el sabor dominante del Cabrales, la grasa del cacao (aunque el punto dulce y untuoso contraste bien con el queso) y la intensidad de la avellana no hacen un postre para blandengues.

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  24. Si blogger ha soportado esto es porque ya está hecho al Corral y a todo lo que implica, a la cocina de José Antonio, excepcional, al trato de Yolanda, que te hace sentir en casa incluso si no eres habitual, a todo el personal que hace que aquella maquinaria funcione con tanta precisión.

    Pues eso: imprescindible, obligado, irreemplazable, etc.

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  25. Joder Jorge, ¡vaya ruina de menú! Seguro que quedaste con fame. ;-)

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  26. Je, je. La clave es que ya tengo la sidra de marzo pagada, que llevé al Xurde y salió fartucu. Ahora que raje, que raje de la cocina "moderna", como él dice :-))

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  27. Joder, qué envidia. em gusta el cambio de la merluza por el lenguado, al que por cierto se le está acabando la temporada. En cosa de un mes multiplica su precio por dos.

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  28. Me llega por correo una entrevista a Germán y a Marta Botas, donde hablan por primera vez de la bodega de su propiedad Quinta Milú, que sacará sus primeros vinos a finales de este año. También sacará un Rara de Raro nº3, que será un cabernet de alta montaña.

    Y me informan también de que habrá en la sidrería Canteli de Gijón una cena y cata de sus vinos Dominio de San Antonio 2007, Las Favoritas 2007, La Soledad 2007, Altos de San Esteban Viñas de Monte 2008 y Rara de raro Nº2 El Año del Deastre 2007, al módico precio de 16 euros. Parece una buena opción.

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  29. Se van a hacer del vino a las montañas. Eso significa vinos más frescos y...más caros.

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  30. NO hace mucho leía que el propietario de Torres había comprado unas cuantas fincas en los Pirineos , por lo que pudiera pasar. Los vinos RAra de Raro serán mejores o peores, pero sin duda son frescos , con la acidez bien marcada, así que seguro que este es continuista con su estilo.

    Hoy me he traído del Uhmm qué rico una torta riquísima, de las de antes del boom del Casar. La etiqueta yace en el fondo del cubo de basura, así que espero que otro insigne bloguero que me encontré por allí me pueda ayudar con el nombre. Tenía de prueba el afuega´l pitu del rey Siloy y casi me acabo la mitad.

    Me traje también un pan de centeno de Sobrescobio, con el marchamo de ecológico, fantástico, denso y sabroso pero suave y con una fina acidez. Lástima que sean 4 euros la barra de medio kilo

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  31. Buenas noches

    La frecura en el vino es fundamental

    La Torta de Casar una vez abierta y no acabada como la conserváis?

    Saludos

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  32. De la de ayer , que era pikiñina, no quedó nada que conservar. De las grandes , si me queda algo,pues la enfilmo totalmente y a la nevera

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  33. Suscribo el consejo de conservación, Alberto, aunque aguantan poco tiempo.

    Sobre la marca de esa torta no la tengo al alcance ahora. Mañana os lo digo. (La mía todavía está a buen recaudo, que había otro material con más urgencia.)

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  34. Buenos días,

    Yo conservo las tortas, sean del Casar o de donde sean, cerrando la tapa que hemos abierto para comerla, y envuelta en film, como el Dile, en la nevera. Cuando la vuelvo a abrir, antes la tengo una hora como mínimo fuera de la nevera, pero cerrada con su tapa hasta el momento de tomársela.

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