sábado, agosto 25, 2007

Salmón del río Narcea y Anjou La Lune 2005

Un amigo que tiene un amigo pescador me consiguió un par de raciones de lomo alto de auténtico salmón de río . Hacía ya varios años que no tenía oportunidad de catarlo, así que me hacía mucha ilusión volver a encontrarme con estos sabores olvidados.

Las piezas estaban congeladas. Así que las dejé un día en la nevera y por la noche me puse a dar buena cuenta de ellas.


Lo primero que llama la atención es la tersura de la carne , que llega hasta los bordes, con un color naranja limpio y brillante, frente a la pastosidad y el color rosa/naranja apagado de sus primos lejanos de piscifactoría. Tiene una menor cantidad de grasa, y está bien entreverada y repartida de forma más regular.Y al meterlo en la nariz, nada de tufos agresivos, sino un atercipelado olor a salmón, y ese olor a musgo, a río,... algo apagado, eso sí. Cosas de la congelación/descongelación, supongo

Para hacerlos me habían aconsejado un confitado suave a 50 º y luego toque de plancha fuerte, sin quitar ni las escamas. Pero sabiendo que había estado congelado quise arriesgar y dar tan solo plancha, de forma que quedara una buena porción casi totalmente cruda. Además, al perder tan poca agua (al revés que sus primos de granja), evitamos cocciones.Y aunque no lo aconsejaría a ningún amigo, el resultado me satisfizo totalmente.

En la boca era un prodigio de nobleza. Habrá quien piense que el salmón salvaje debe de ser más intenso, más fuerte que el de piscifactoría. Y sin embargo es menos intenso, mucho más delicado y equilibrado, con una finura, una dulce suavidad que nos envuelve la boca mientras nos entrega todo su sabor de rey de los ríos, que nos obliga a exclamar...¡qué maravilla!.

Para acompañar elegí un Anjou La Lune 2005 de Mark Angeli, el hermano pequeño de la familia, que estuvo a la altura de las circunstancias: floral, muy bien estructurado,un recorrido larguísimo,lleno de fruta, pleno de franca naturalidad, con notas de una mineralidad ligera y una fina acidez, que, sin embargo, no llegaba a compensar del todo lo que me pareció un exceso de azúcar. De esta bodega hablaron pistoynopisto en un artículo que ayuda mejor que mi descripción a entender lo que significa este vino y la bodega.

En fin, que me fui a la cama más que feliz, y no tardé en coger un dulce sueño en el que me convertía en un oso de esos que en Alaska , famélicos tras una larguísima hibernación, se encuentran ríos púrpuras repletos de salmones, a los que solo tienen que empujar con sus zarpas para empezar a devorarlos en la orilla. Qué pena de despertar.

lunes, agosto 20, 2007

Ossian 2005


Sé que no soy original, pero es que me encanta el Ossian 2005. Es uno de esos vinos que siempre apetece tomar, entre otras cosas porque acompaña con gallardía desde un pescado graso a un camembert o a unas becadas (supongo).

En Vilaviniteca (http://www.vilaviniteca.es/) tenéis la ficha del vino. Copio y pego su historia y nota de cata, además de la foto, porque el enlace me da problemas en el blog:
Ossian nace en 2005 de la mano de Javier Zaccagnini (Bodegas Aalto) y el viticultor Samuel Gozalo. El proyecto parte de 9 hectáreas de verdejo de viñedo muy viejo y prefiloxérico. Las viñas están situadas en Nieva, en la zona de mayor altitud de toda la Denominación de Origen Rueda, entre los 840 y los 930 metros sobre el nivel del mar. Esta elevada altitud favorecerá en la calidad final del vino, dadas las oscilaciones térmicas existentes entre el día y la noche. Se trata de un viñedo de cultivo ecológico certificado desde hace 6 años, siendo el viñedo ecológico más antiguo registrado y certificado en la DO Rueda. En todo este tiempo las viñas han estado libres de productos químicos de síntesis, de abonos, herbicidas y fungicidas. La añada 2005 se ha elaborado y criado en un pequeño local que es parte del antiguo Monasterio del Parral (siglo XII). A partir del 2006 este local tan sólo se utiliza para la crianza del vino.La elaboración parte de una separación de parcelas, lo que ha permitido el máximo conocimiento de los viñedos y de la expresión del verdejo en cada parcela. En 2005 han efectuado dos elaboraciones diferentes: por una parte, fermentaciones en barricas borgoñonas de 228 litros y por la otra, en barricas grandes de 500 y 600 litros. Las barricas son de cuatro toneleros distintos (todos de Borgoña) y confeccionadas con madera de tres bosques diferentes (Tronçais, Allier y Vosges) y de dos tostados distintos. La fermentación ha sido espontánea gracias a las levaduras autóctonas. Una vez acabada la fermentación en barrica, se procedió a la crianza del vino -en las mismas barricas- durante ocho meses con bâttonage. La producción de esta primera añada ha sido de tan sólo 12.000 botellas.Ossian 2005 es de color amarillo con reflejos verdosos y aspecto cremoso en la copa. La nariz está inmersa en la barrica con aromas de toffee, chocolate con leche y pimienta blanca. También hay frutas, tanto cítricas como blancas (pera) y algún recuerdo de flores blancas como el azahar. La entrada en la boca es untuosa, con bastante cuerpo y un buen equilibrio. Recuerdos de caramelos de café con un toque ligeramente cítrico. Se podrá guardar hasta dentro de 5 años.
También en esa fantástica comunidad de enochalaos que es verema hay un gran número de catas.Y los blogueros pistoynopisto hablaron de él en su página.
Y a mi me gusta porque encuentro en él sabor y concentración (se nota ese recorrido especial que le da la crianza con el bâttonage,), sí,con la barrica muy presente, pero, sobre todo, porque es capaz de ofrecerse, tan personal (aunque, por otra parte, tan tradicional, tan parecido a los borgoñas que he descubierto no hace mucho), con amabilidad y ligereza, con notas vivas, frescas, pero tocadas con delicadeza. Con un elegante equilibrio. Por eso siempre apetece un sorbo más.
Puntuación: 83

miércoles, agosto 15, 2007

Alfonso V (León)

Este restaurante es uno de los clásicos de León, y está situado en el primer piso del hotel del mismo nombre.

Lo primero que nos llamó la atención fue el uniforme del servicio. Daba la impresión que estaba sacado del personal de los paradores nacionales de los años 40 del siglo pasado. Horrible. Urge una puesta al día inmediata.

Inmediatamente despues de pedir nos trajeron el aperitivo, que pasó con más pena que gloria, tanto que no recuerdo que era. El lector de esta crónica seguramente comentará que vaya ruina de cronista y con razón, pero es que me llamó mucho más la atención el hecho de que nos pusieran el aperitivo antes que la cubertería, y que al poco nos sirvieran el vino sin presentarlo antes. Fallos importantes en el servicio de un restaurante de una supuesta categoría y reseñado en las principales guías gastronómicas nacionales.

El único entrante que pedimos fue un plato de cecina y chorizo de León. 12.90€ + IVA. Lástima de cámara de fotos. La cecina parecía que había sido cortada a hachazos. Si la hubieran cortado como es debido hubieran sacado cuatro raciones por lo menos de lo gruesos que eran los trozos. Además ni se molestaron en echar por encima un poco de aceite. Muy mal.

Luego seguimos con un centro de merluza con tomate y pimientos de Fresno. 23,40€ + IVA. Merluza al vapor bien de punto pero con menos gracia que una plaga de medusas. De todas formas tenía su mérito ya que para encontrar los pimientos hubiera hecho falta un microscopio de fuerza atómica.

El otro plato fueron unos tacos de bonito con jugo y cebolla confitada. 17,60€ + IVA. Les avisé de que fueran poco hechos, pero para mi gusto se pasaron un poco. De todas formas no estaban mal aunque la sensación fue parecida a la de la merluza. Plato comido y olvidado.

De postres tomamos un helado de leche merengada totalmente anodino y unas trufas fritas con salsa de melocotón. Algo mejor, pero sin mucha emoción precisamente. Más bien parecían postres de menú de sidrería cutre. El precio no era precisamente barato para lo ofrecido. Ambos 6,50€ + IVA.

De beber tomamos un Guitian 2006 a 19,68€ + IVA. Por cierto, vaya precio más gilipollas. La carta de vinos pasable en tintos y directamente mala en blancos. El pan no lo cobraron.

El menaje y copas manifiestamente mejorable, y el servicio muy discreto siendo generoso.

Evidentemente no puedo recomendar el sitio. Si este es uno de los mejores de León, apaga y vámonos. Aunque las comparaciones sean odiosas y tal y tal, está a añós luz del Vivaldi.

Nota general: 5

Emoción: 3


Alfonso V

Padre Isla, 1 - León
987 220 900

http://www.iova-sa.com/


toni

Vivaldi (León)

El Vivaldi es el restaurante por excelencia de León. Está situado en pleno Barrio Húmedo, el cuál estaba a tope de gente el viernes por la noche, con numerosos turistas. Por esto esperábamos que el restaurante tuviera un lleno total, pero para nuestra sorpresa en el comedor de no-fumadores sólo estuvimos nosotros y casi al final de la cena llegó otra pareja.

Curiosamente la anterior vez que estuvimos en Marzo, aquella vez para comer, pasó exactamente lo mismo sólo que esta vez en el comedor de fumadores, lo que nos lleva a pensar ó que fueron dos coincidencias ó que no está pasando por un buen momento el restaurante, cosa extraña viendo el buen nivel demostrado.

Comenzamos con el aperitivo que fue una sopa de tomate. Rica y refrescante para entonar el estómago.

El primer entrante consistió en un tartar de buey de Valles del Esla, micuit de oca con pan asado de especias. 16€ + IVA. No vino emplatado para dos pero tampoco importó mucho. Una buena ración de un magnífico tartar perfectamente aliñado y con buen complemento del micuit.

El segundo entrante fue atún rojo con pato en escabeche de mango y tallarines de espárrago blanco. 17€ + IVA. Otra ración grande para un entrante y sorprendente la buena armonía entre el pato y el atún. Los tallarines de espárrago suavizaban la potencia del plato. Muy bueno el conjunto.

De principales tomamos cochinillo segoviano confitado con compota de castañas del Bierzo y gel de kunquat. 23€ + IVA. Magnífico cochinillo de libro, crujiente por fuera, "mantequilloso" por dentro, con una compota muy lograda y muy bien armonizado con el sabor agridulce del kunquat.

El otro plato fue lechazo churro de Castilla y León asado a baja temperatura, reineta del Bierzo glaseada y confitura de frutas secas. 24€ + IVA. Carne de calidad con el punto perfecto y en una cantidad considerable.

A estas alturas estábamos llenos ya que las raciones eran generosas, pero todavía tomé un postre que fue bizcocho de chocolate con clavo, crema de coco, chocolate Araguany, helado de café y cacao y sopa de caramelos ronchitos. 11€ + IVA. En un principio puede parecer caro, pero si tenemos en cuenta que era como tomar dos (ó tres) postres de otros restaurantes y que cada cosa estaba buenísima, no me pareció caro. Al final la fartura era considerable.

Para beber tomamos Juan Rojo Crianza 2003 de Toro. 30€ + IVA. La carta de vinos está algo subida de precios y en algunos casos bastante. Las copas Riedel y el menaje y vajillas de muy buena calidad. El pan aceptable a 2€ + IVA y el servicio muy correcto.

En resumen, salimos bastante contentos como las anteriores veces. Este es un restaurante que no falla, con notables platos generalmente basados en la despensa local, preparados con el toque de modernidad justo y con resultados magníficos. Totalmente recomendable.

Nota general: 8,50.

Emoción: 8,75.


Vivaldi

Platerías, 4 - León

987 260 760

http://www.restaurantevivaldi.com


toni

domingo, agosto 12, 2007

Real Balneario de Salinas

Quería celebrar con mi santa esposa una ocasión especial, y para ello pensé en volver a ir al Balneario de Salinas después de más de dos años, recordando aquel comedor tan bonito dando a la playa de Salinas, y haber comido algún plato de pescado de calidad excepcional.

Pedimos el menú degustación llamado “gourmet”, 75 euros.

Extensa carta de vinos, con una buena selección de vinos internacionales. Precios altos, 2 veces precio en tienda, aunque dependiendo del vino. Con los nacionales de más rotación el multiplicador sería un 1,8 veces precio en tienda.

Pan precocido, de poco interés.

De aperitivo nos pusieron un gazpacho de remolacha, que tiene la virtud de tener una acidez muy baja, y cumple la doble función de refrescar y , agradablemente, preparar el estómago para el menú.

Empezamos con unos percebes. De buen grosor, tamaño y calidad. Venían sin embargo devaluados por llevar cocidos bastante tiempo y estar irregularmente recalentados en microondas. Manifiestamente mejorables.

Seguimos con un ravioli de cigala. Tengo que decir que previamente me habían dicho que este ravioli iba en el menú normal, y que en el menú gourmet traían las cigalas enteras en ensalada. Así que decidieron por su cuenta devaluarme el menú, y digo lo de devaluar porque lo que vino fue un ravioli de pasta tiesa, con un relleno infame de cigala reseca,ultracongelada, sin sabor ninguno, todo ello inundado de nata salpicada con unas gotas de aceite de oliva, puerro deshidratado, abundante pimienta negra,…que no conseguían arreglar el desaguisado.

Seguimos con dos lomos de sardinas confitadas, o así nos lo dijeron, acompañados de una ligera vinagreta de tomate. La sardina está en un momento excelente , así que aunque no fueran un prodigio de frescura y punto (uno de los lomos casi crudos, el otro hecho de más), no conseguían estar malas.

Seguimos con un foie envuelto en col china a modo de papillote, con un fondo donde la grasa del foie se mezclaba con un fondo agridulce que llevaba lo que me pareció…¿ketchup?, y rodeado de dos dados de mango fresco,plancheado.El conjunto, aunque lejos de cualquier brillo, se dejaba comer agradablemente, combinando bien el sabor de la col , un poco falta de tersura, aportando además esa densa textura vegetal,con el del foie, que aunque falto de ese tueste de su grasa tan agradable, la cocción en su grasa le permitía encarar esa especial fuerza de la col cocida.

Seguimos con un lomo de salmonete, pequeño, hecho al horno con toque final de plancha. Algo pasado de punto. Se le habían incrustado unas láminas de patata , y puesto un fondo de puré de patata, maggi o similar, con abundante mantequilla y nuez moscada, que no añadían nada al plato, más bien al contrario, porque estorbaban la viveza del sabor del salmonete, que, a mi modesto entender, es un pescado que combina mal con nada que no sea algo de aceite y un poco de perejil. Plato de poco interés,aunque el salmonete es de mis pescados favoritos y no dejé de comerlo.

Seguimos con un taco de lechazo acompañado de un membrillo sobre el que venían unos frutos rojos y un cachín de piña fresca. La carne reseca, anodina, de escaso valor. Estaba mejor el contrapunto del membrillo y la fruta.

De postres trajeron un helado de café (muy agradable), con un bizcocho de chocolate (un mazacote inacabable) con una gelatina de fresa(insípida).

Y un helado de leche merengada, muy bueno, con notas de leche fresca y la canela muy marcada. El tocinillo ligero y con un agradable regusto a yema tostada. Ambos combinaban perfectamente, la ligereza y frescura de la leche , con la densidad tostada del tocinillo. Buen postre.Recuerdo haberlo tomado también en el Deloya de Oviedo

Servicio excelente, que aguantó mi cara de cabreo creciente con profesionalidad , e incluso con alguna sonrisa.

Concluyendo, enorme decepción. Estamos hablando de un restaurante con estrella michelín, de un menú de 75 euros, bebida aparte, en el que recientemente mi compañero bloguero Toni y también el crítico y también bloguero, D. Carlos Maribona, habían tenido además buenas experiencias. Yo me sentí, sin embargo, como en un mediocre catering de boda . Tardaré en volver.

Nota general: 5,75
Emoción: 4,5


http://www.restaurantebalneario.com/

sábado, agosto 04, 2007

El Sueve


No es fácil encontrar en Asturias una carne espectacular. Las mejores parrillas se nutren de los chuletones de Trasacar, en general regulares en mantener un buen nivel , pero que difícilmente entusiaman. Me habían comentado que en Gijón ponían algo distinto y que merecía la pena en El Sueve. Así que aprovechando nos quedamos con fame en la celebración de la reapertura de La Salgar, porque habiendo champán y pincheo del bueno, y todo de papu, nos presentamos allí trescientas personas en lugar de las cien esperadas, pues nos fuimos para allá los tres amigos con los estomágos rugiendo y pidiendo sangre.

El comedor me pareció anodino e impersonal, con una iluminación insuficiente.

La carta de vinos era cara (Mauro Crianza 04 38 eu., Aalto 04 41 eu.,...), y más teniendo en cuenta que no los tenían climatizados y que el que pedimos nos lo sirvieron caliente. Nos lo trataron de enfriar con un abrigo de esos de plástico y florespán, que , como temía, no sirvió para nada.

Empezamos con dos raciones de Churrasco de punta pierna .Yo entendía que el churrasco era la costilla de ternera, pero por lo visto estaba equivocado, porque aquí nos presentaron como un entrecot grueso fileteado, de estructura muscular densa. La carne estaba sabrosa, melosa, bien hecha, con abundante especiado (pimienta negra, tomillo, romero,....) que no molestaba el disfrute de la carne. Las raciones me parecieron escasas para el precio pagado.
Mención aparte para las patatas fritas (esas sí abundantes). Nos preguntamos si serían prefritas, congeladas, o, lo más probable, ambas cosas (es decir, de las congeladas prefritas). Lo que no fue obstáculo para que , al estar en el fondo nadando en (mal) aceite, se empapasen de los jugos especiados de la carne, y , sacando nuestra vena más canalla, nos diéramos a ellas con fruición .

Pedimos también un Chuletón de buey .La carne estaba buena, con un buen punto de maduración , aunque sin propiciar tampoco expresiones de admiración. Lo malo fue que al traerla casi al mismo tiempo que el churrasco cuando empezamos con ella ya empezaba a estar fría. Como tampoco nos pareció de una cantidad exagerada, pedimos otro chuletón, que vino mejor hecho, más abundante, y pudimos disfrutarlo a su temperatura. Las patatas, como las especias, eran las mismas que en el churrasco.


No pedimos postres. La cuenta, con vino de veintiocho euros, y una botella de agua, subió a 139 euros.

Nota general : 4,75.
Emoción : 5,5