miércoles, marzo 28, 2007

Chenas Quartz Piron & Lafont


Va un post de vino, que no solo de menús-degustación vive el gastrónomo:

Intrigado por la descripción que el compañero bloguero Ligasalsas había hecho del vino Chenas Quartz de Piron & Lafont, aproveché una visita a Gijón para pasarme por Coalla y pillar una botella (16,5 euros), que guardé hasta este domingo , en el que pude disfrutar de la tranquilidad necesaria para su disfrute. Esta sería la “nota de cata” de un diletante:

Se trata de un beujolais (a partir de ahora boyolé). Los boyolés, como ya sabrán la mayoría, son esos vinos jóvenes que aparecen cada año el tercer jueves de noviembre a medianoche. Se vinifica únicamente con racimos enteros de la variedad Gamay, próxima al Pinot Noir, mediante un proceso original: (//www.beaujolais.com/esp/vin_vini.asp )

Este sería uno de los Crus del boyolé, de la AOC (nuestra denominación de origen) Chenas.
En la copa tiene un color rojo rubí, brillante, límpido. En nariz presenta una intensidad media-baja, con notas herbales y de frutos rojos, que apenas anuncia lo que se nos viene encima.Tiene una entrada fácil, con poca acidez, muy fina, y de repente, del fondo de la lengua brota , llenando el fondo del paladar, una espesura, una mezcla animal y mineral , una profundidad de carbón y bosque, que aturde, que en principio hace pensar en defectos (excesos fenólicos) , pero que al poco se asienta y se estructura y se convierte en una experiencia única, indescriptible. Terroir, mineralidad brutal, fruta roja,…. son solo pistas de algo que solo se puede conocer tomándolo. Tanicidad ligera y recorrido medio tirando a corto, si no se tiene en cuenta esa larga persistencia al fondo de la boca, al inicio de la de garganta, de una especie de mezcla de cuero, frambuesa y pizarra. Un vino, como dijo Ligasalsas, para mentes abiertas.

Por cierto, que me da envidia que a estos gabachos les salgan vinos jóvenes, en aparte la personalidad de este vino, tan pulidos y elegantes. Menos mal que el boyolé, aquí en España al menos, tiene mala prensa.

sábado, marzo 24, 2007

Koldo Miranda


Ya tenía ganas de ir al restaurante de la nueva michelín asturiana de este año, situado en La Cruz de Illas, Avilés, (se llega muy bien desde la nueva autovía). Aunque empezara de forma muy rompedora y ya bastante afinado (según me cuentan) hace casi tres, en la primavera del 2004, hasta ahora no lo había visitado. Y mira que me arrepiento, porque la experiencia, salvo algún pequeño detalle, fue muy buena :

De aperitivos trajeron en principio dos biscotes para que nos hiciéramos un pan tumaca con un muy buen arbequina y tomate aplastado con un poco de ajo. Como ya habían servido el pan, después de zamparme los dos biscotes, seguí dándole, que un día es un día (tras otro, que últimamente ando que no paro. El afán informativo, qué le vamos a hacer.)

Luego vinieron también de aperitivo unas barritas de pan frito con tres cuenquitos a mojar: ali-oli, salsa de tomate y una crema de queso. En una línea correcta, aunque un poco excesiva en contundencia para ser un aperitivo .

Luego vino otro aperitivo que recuerdo que elevaba el nivel , pero con el que me ha pasado lo que hasta ahora nunca me había sucedido: olvidárseme exactamente lo que era. Y es extraño sobre todo porque recuerdo que me gustó bastante. En fin , que uno va para mayor y voy a tener que empezar a apuntar. Con la libretita y la cámara de fotos, solo me va a faltar alguna tarjeta de acreditación que diga “el diletante”. Si mis comidas empiezan a mejorar exageradamente, no os preocupéis, que me daré cuenta mirando a las mesas de al lado.Os pongo la foto, a ver si algún alma caritativa me dice qué fue lo que comí.

De entrantes fueron trayendo:

Unas anchoas con tomate, realmente extraordinarias. La anchoas estaban marinadas delicada, suavemente, y permitía disfrutar toda la profundidad marina y grasa de un bocarte de excelente calidad. La emulsión de tomate del fondo (ligera) y el tomate picado, junto con unas gotitas de buen arbequina, resultaron un acompañamiento congruente, aunque con este aperitivo fuera la cuarta vez, y seguida, en que aparecía el tomate.

Luego trajeron un foie gras, preparado de verdad por ellos, bien limpio, muy fino y equilibrado, con una acompañamiento de zanahoria, recortes de un buen joselito con bellota, aunque vinieron un poco pegados y con algún frío de la nevera, y una compota de Pedro Ximénez, además de unas líneas de esas emulsiones de vinagre de Módena. Todo ello sensato y que permitían dinamizar la toma del foie. Muy bien.

Luego trajeron su arroz con hongos y cigala, además de con la ineludible galletita de queso (tres de tres). En un punto inmejorable, jugoso pero algo suelto, delicado, no en la línea de los rissottos nadando en nata y queso, más elegante la composición : boletus, un bastante de trufa rallada por encima , un poco de emulsión de trufa , una punta de queso para ligar, perejil fresco, algún brote y especia más que no sé definir, sensatas en todo caso, una puntina de ajo y el sobresaliente detalle de llevar un cacho de cigala de buen grosor. Traían un cazo con más arroz, muy guapo y que lo mantenía caliente, y aunque éste no traía cigala, también dimos buena cuenta de ello. Solo puedo decir que me encantó.

De plato de pescado vino un excelente mero, de pieza original gigante, excelente en frescura, con judía helda ,un espárrago verde y una salsa densa de azafrán. Punto de plancha perfecto. Las hojas verdes creo que eran espinacas secadas en sarten, aunque puedo equivocarme. A mi entender la salsa, aunque rica y suave, con pronunciado sabor a azafrán , era más apropiada para el pixín y estorbaba un poco el maravilloso pescado. Ya he dicho alguna vez que soy muy clásico en lo que respecta al pescado, y siendo bueno y estando bien preparado, como era el caso, me sobra todo lo demás.

De plato de carne vino un cordero relleno de hongos (boletus). El cordero se hizo al vacío, dándole un achuchón final en el horno. Muy tierno, perfecto de punto, en la base había un fondo de carne , ligero y acidulado, luego un fino puré de patata, y finalmente un puré trufado.Fantástico el acompañamiento. Sin embargo, al empezar a comer el cordero, notamos como un sabor ahumado un poco extraño, que hacía que el sabor se pareciera al del lacón. Pregunté a la camarera, que no sabía muy bien a qué podía ser debido, y aunque le (mintiese y) dijera que no tenía importancia, álgo debí traslucir porque fue a la cocina a preguntarlo, viniendo con la razón: se había hecho el cordero con un trozo de bacon. Me pareció una pena , ya que el bacon se comía el sabor del cordero. En la parte del final, donde el bacon desaparecía, el cordero estaba muy bueno.

De primer postre trajeron un tiramisú “a nuestra manera “ , que era una espuma de café en la que nadaban trocitos de biszcocho y que en medio tenía una crema que en lugar de ser de mascarpone lo era de La Peral (afortunadamente, muy aligerado),. La verdad es que estaba muy logrado, con la espuma con un intenso sabor a buen café.

De segundo postre trajeron un bizcocho de coco, concentrado, tierno, caliente, acompañado de un delicado helado de vainilla, cremoso, con un fondo de suave crema de pistacho y unos daditos de café. Todo ello armonizaba golo y gloriosamente.

Para el café tuvieron el excelente detalle de ofrecernos servirlos en la terraza de fuera, por lo que pudimos disfrutarlos junto con el hermoso día que nos tocó, a lo que se sumó una agradable charla con Koldo. Pusieron también unos petit-fours muy ricos (una pasta casera, una copa de tarta de queso, y algo más)

Servicio joven, eficaz y extraordinariamente amable. Me aguantaron la retahíla de preguntas con que los abordé, y algún que otro capricho, con una sonrisa perenne.

48 euros el menú, iva y bebida aparte, sin cobrar pan ni cubierto, e invitando a los cafés. Me pareció de una excelente relación calidad-precio

En resumen, un sitio muy agradable en la línea de cocina creativa, trabajada y con sentido, con un fondo muy serio y respeto por el producto.

Nota general 7,5. Emoción, 8

domingo, marzo 18, 2007

Ca Suso

Como aquí en Oviedo no andamos sobrados de aperturas interesantes, y además Toni había dicho que el sitio tenía una visita, me decidí finalmente por visitar, al menos una vez, el restaurante Ca Suso.
El sitio está guapo puesto, en una línea moderna pero acogedora y con cierta elegancia.
Pan de leña realmente excelente .Carta de vinos corta pero bien escogida, con precios ajustados, alrededor de 1,5 de precio en tienda.
De aperitivos nos trajeron unos canutillos fritos de queso Vidiago, compota de manzana al fondo, bien fritos, muy calientes y sabrosos.
Pedimos dos primeros para compartir cuatro:
Unas Croquetas de queso La Peral, de exterior crujiente , con el interior líquido que se derramaba en la boca. Aunque un poco falto de intensidad quesera, resultaron unas croquetas agradables .
Un plato de Cecina de León con aceite arbequina. Cecina de buena calidad, un poco más tierna de lo habitual, cortada muy fina, con un poco de buen arbequina. Correcto
De segundos nos trajeron, a la vez y calientes:
Carrillera de ternera braseada. Generosa ración de unas carrilleras muy bien preparadas, tiernas pero enteras, sin perder del todo su jugosidad. Fondo de carne oscuro e intenso. Acompañaba un puré de patatas fino y agradable. Muy buenas.
Solomillo de buey en su jugo con puré. Buena carne de vaca, con muy buen punto de plancha, tirando a poco hecho. El jugo también concentrado y suculento. Acompañaba un puré de patata más concentrado y sabroso que en las carrilleras. El resultado es que estaba muy bien.
Rissotto de hongos de temporada. Lo mismo que el otro día en Los Tres Caracoles, es extraño que hablemos de hongos de temporada y no aparezca el perretxico y sí , en este caso, el pluriestacional(¿?) boletus. Creo que este año va a estar difícil con el final de invierno(¿?) tan seco que está viniendo. Hablando del plato, el rissotto estaba muy bien ligado, cremoso, generoso en la seta, con buen sabor y bastante intensidad. Las setas las planchearon ligeramente, y los jugos resultantes fueron utilizados, aparte de para el arroz , para hacer el fondo . Venía también una galleta crujiente de queso, la última moda, que la verdad es que aparte de quedar muy guapo ayuda a dinamizar el plato. Con unos mimbres sencillos, la cocina consiguió mejorar la gustosidad , así que muy bien.
Entrecotte de buey con pimientos. Buena carne de buey algo fresca, aunque a mi me gusta así, sobre todo en el entrecotte. Correcto punto de plancha, muy fuerte, dejando bien tostado el exterior y tierno y al punto el interior.Quizás, por ponerse picajosos,un pelín de más. Ración generosa. Los pimientos asados y el puré de patata (el de las carrilleras) eran un acompañamiento congruente.
De postres:
Dos de Arroz con leche, requemados, densos, jugosos, equilibrados. Muy buenos.
Una Tarta de queso con frutos rojos, tierna pero concentrada, con la suavidad de un puntín de buena mantequilla, donde los leves tostados y el contrapunto de los frutos del bosque hicieron que me pareciera estupenda y que me quedara con las ganas de repetir.
Buen café.
Servicio joven, pero eficaz , amable y atento.
Con una botella de vino de 20 euros, 133,30 euros, algo más de 33 euros por barba
En resumen, cocina de poca identidad y riesgo, pero que remontó el vuelo por el buen hacer de la cocina. Entre tanto debate de si cocina de vanguardia, cocina tradicional o tercera vía, creo que muchas veces nos olvidamos de aquello que siempre se da por supuesto y que cada vez es más difícil de encontrar : el esmero, el cuidado, el mimo. Esta vez lo hubo y, contra el pronóstico que me hice al leer la carta, me hicieron disfrutar.
Nota general: 6,5. Emoción: 7

jueves, marzo 15, 2007

Los Tres Caracoles


Cena en Los Tres Caracoles, el restaurante que Alex Sampedro y Aroa inauguraron tras su paso por La Casa de la Ribera en junio del 2004, y que continúa siendo una propuesta de éxito y con fieles seguidores en la capital. Como no abundan en Oviedo los restaurantes fiables de este tipo , la verdad es que me acabo acercando bastante.
De aperitivo trajeron una Crema de coliflor, con tomate, esparrago verde y cebollino, agradable, aunque un poco falta de sal.

De primeros pedimos una Ensalada de verduras, setas de temporada y aceite de calabaza. De verduras venían tirabeques, judías, espárragos verdes, cebolla, zanahorias baby, cebolla,… y las setas eran unos níscalos . Creo que poner seta de temporada a un níscalo en marzo es un poco tendencioso, pero en fin. Todo venía ligado con una salsa de calabaza, me pareció que amostazada, aunque puedo equivocarme. Agradable, aunque algunas de las verduras traían un frío exagerado de la nevera.

Unas Patatas a la importancia con berberechos. Patatas rebozadas, bajo una salsa ligada con los jugos de los berberechos, abundante perejil fresco y un toque de aceite de oliva. Sabroso, sencillo,bueno.
De segundo el Solomillo de buey con gorgonzola y falsa tortilla de patatas. El solomillo vino con buen punto, aunque me pareció mejorable. La salsa de gorgonzola arrasaba, así que tampoco se podía apreciar muy bien. La tortilla de patatas, unos cuadraditos de patata (no recién) fritos con el huevo a medio hacer, venía un poco frío, aunque era un acompañamiento congruente. Un poco flojo.

De postre voy a piñón fijo y me pido siempre el Mascarpone con sorbete de mora, con un poco de pistacho por encima, y que, como siempre, está muy bueno.

Servicio informal, aunque razonablemente eficaz.
Buen café, larga carta de vinos, con precios razonables. Salimos a 45 euros per cápita con una botella de vino de 16 euros para tres.



En resumen, cocina creativa y resultona, sin excesivas complicaciones, bien resuelta, aunque eché de menos un poco más de esmero. Esta vez disfruté un poco menos que otras veces. Nota general 5. Emoción 5,5

martes, marzo 13, 2007

La Oveja Negra

La Oveja Negra fue de las primeras vinaterías de nueva hornada que se pusieron en la calle Manuel Pedregal de Oviedo, aunque el primero de la zona fue en verdad el Entrevinos de Maxi. Desde el principio fue un éxito fulgurante, lo que , junto con lo reducido del sitio, hacía tarea casi heroica llegar a la barra, hacerse un hueco y pedir algo. Vinos jóvenes y con algún interés y tostas resultonas parecieron ser la fórmula, que se ha repetido hasta la saciedad desde entonces y rara ha resultado la semana que no haya abierto un nuevo local con la pretensión de repetir fórmula y éxito. No hace mucho que ampliaron con otro local al lado que , junto con una barra más espaciosa, dispone de una zona inferior de restaurante. Rufo Alonso conoce la razón de su éxito: raciones superabundantes y productos y recetas sabrosas pero sin complicaciones, y que fue más o menos lo que me encontré el otro día en un menú especial con champán:
Tienen el detalle, que ya quisieran para sí muchos restaurantes de "altura", de tener un excelente aceite de oliva :“Capilla del Fraile” del Marqués de Griñón, para mojar con un pan aceptable. Yo procuro abusar bastante, aunque luego me arrepienta. Ante tal fineza extraña un poco el aperitivo que sigue : un criollo con patatas fritas, aunque tampoco dejamos nada de él.


Primero trajeron una ensalada: lechugas trocadero y hoja de roble(algo mejorables en frescura), tomate, fresas, pasas, queso cheddar de este para ensaladas, pasas y nueces, todo regado con salsa Calvé de yogur. Éramos dos y hubiera servido para cuatro.

Luego trajeron un milhojas de bacalao y oricios. El milhojas resultó ser unas patatas fritas haciendo de capas, rellenas de bacalao y coronadas por una buena cantidad de caviar de oricios Costera (o similar). Creo que sobra entrar en detalles, aunque sí decir que las patatas llegaron recien fritas y calientes.


De principal trajeron el que se ha convertido en el plato estrella de la casa: una rueda de lechazo asado en la base, con una capa de mango encima,luego otra de queso de cabra y finalmente otra de foie a la plancha. Todo regado con un buen vinagre de Módena. No apto para el que tenga problemas de colesterol (yo por si acaso no me lo miro). A mi me gusta mucho.
De postre trajeron una especie de cocktail extraño con algo de fresa que no estaba nada logrado.
Todo regado con un champán Mumm,del normalín pero que está muy rico. 75 euros dos personas , más 1 euro de cubierto, Iva aparte.
Se recomienda la visita para reponerse de actividades de gran desgaste ( por ejemplo una maratón),o bien para gente con graves deficiencias nutricionales.
Nota general: 5. Emoción: 5,75.

viernes, marzo 09, 2007

Casa Fermín

Desde que sigo la cosa gastronómica, cada vez que la Michelín saca su nueva guía se dice siempre aquí en Asturias que Casa Fermín es el gran olvidado de la dichosa estrella. Yo por lo bajinis le daba la razón, ya que aquí siempre comí bien, pero nunca salí diciendo que fue algo apoteósico, como sin embargo me cuentan que sí eran los pescados que trasegaban los padres de Mª Jesús, la encantadora jefa de sala del restaurante, y mujer del cocinero en jefe, Luis Alberto Martínez. Esta vez tampoco fue apoteósico, pero me gustó más que otras veces:
El comedor , a pesar de los años, está plenamente vigente, diáfano y agradable.
Buena carta de vinos, con unos precios ajustados.
Pedimos el menú-degustación :
De aperitivos: unos montaditos de bacalao, pimientos y pulpo, sabrosos, correctos, y unas croquetas que , como no las probé, no sé lo que llevaban (¿cabrales?). Los que las comieron me dijeron que estaban muy buenas.
Bacalao marinado con vinagreta de pimientos y aceite de aceituna negra. El marinado suavizaba el bacalao, al que le faltaba un punto de intensidad ,haciéndolo más amable. Muy buena la vinagreta de pimientos, con tomate muy maduro y sabroso y un excelente aceite. Plato muy agradable.
Taco de salmón con yogur y aceite de vainilla. El lomo de salmón estaba bueno, aunque me pareciera más Skandia que Carpier. La composición era muy bonita, con el yogur haciendo cuadraditos en los que se metían unas salsas de diferentes colores (albahaca, curry, fresa, aceituna negra) , adornos vegetales. El aceite de vainilla era un aceite neutro con vainilla y pimienta negra. El conjunto resultaba armonioso, muy grato de comer.

Cigalas a la plancha con verduras y almendras. Plato de inspiración oriental, donde las cigalas venían envueltas en una masa muy fina ligera , que venía plancheada por una cara. Las cigalas, cuyas atemporalidad e inmanencia en los menús degustación supongo debidas a las artes del congelado, estaban razonablemente buenas. Las verduras (zanahoria, puerro, espárrago verde) tenían un buen punto crujiente, y las almendras tostadas daban un amable contrapunto de fruto seco. Plato muy agradable
Arroz cremoso con setas de temporada. El arroz tenía un punto excelente. Muy, muy cremoso, y con un sabor muy agradable a boletus y trompetas de la muerte. El arroz venía acompañado de una galleta de parmesano, de crujiente textura y punzante sabor. Muy bueno.
Pixín con sopa de avellanas y verduras. Pixín terso, bien plancheado, jugoso.(blanco o negro, una vez cocinado a la plancha no sé distinguirlos) con una sopa de avellanas, congruente y ligera, que rodeaba una emulsión de aceite de oliva. Muy bueno.
Lomo de venado asado con salsa dulce.El lomo asado vino en un buen punto, conservando jugosa la carne, con su sal gruesa, con un fondo de carne hecho con sus jugos y una compota adecuada. La carne, sin embargo, me pareció algo insípida. Correcto.
De postres:
Crema de vainilla de Tahití con melocotón y mousse de yogur griego. Postre ligero, agradable, un poco plano, a pesar de los peta-zetas.
Pastel de chocolate caliente. Bizcocho bizcocho, nada de coulants congelados, con un buen chocolate caliente infiltrado, que no se derramaba en plan volcán. A mi este postre, por más que lo tome, me sigue pareciendo fantástico.

Todo llegó pefectamente sincronizado.Los platos calientes, en su punto. Servicio extraordinariamente amable, y eficaz. Las raciones generosas. Buen café. Precio: 2 personas, con vino de 22 euros, agua ydos cafés, 134 euros.

En resumen, una comida que fue como la seda, donde todo tenía un buen nivel. Elegante. Faltó quizás un poco de sabrosura, de magia en el producto. Nota general, 7,25. Emoción, 6,75.

domingo, marzo 04, 2007

1er Encuentro de la Peña Quesera

El jueves pasado, 1 de Marzo, inauguramos una Peña Quesera sin nombre, sin mucho orden y con el concierto de ponernos morados de un montón de quesos. Todo partió de Pedro Martino, que fue al que se le ocurrió, el que se lo curró con el distribuidor, Ardai, el que los conservó, el que nos llamó a una serie de aficionados a la buena mesa, aunque de profesiones, en su mayoría, ajenos a ella, el que nos puso de acuerdo, nos los presentó de forma muy guapa en unas tablas, nos cortó pan, unas manzanas y nos puso unas avellanas para poder ir pasándolos y finalmente nos prestó su comedor, su vajilla, cristalería y cubertería. Los demás poco más hicimos que llegar, sentarnos y ponernos a degustar. Así que vaya aquí al menos nuestro agradecimiento. El apartado gráfico recayó en mi. Como se me ocurrió llevar una máquina sin batería, tuve que recurrir también a una que Pedro tenía por allí. Los pobres resultados son exclusivamente culpa mía. De vino escogimos un blanco con madera, el Ossian, muy bueno por otra parte, que empezó acompañando bien los quesos más suaves, pero que fue desapareciendo ante tanta acumulación y potencia . Los quesos que fuimos tomando fueron los siguientes:

-Empezamos con un Comte AOC, un queso de mínimo 6 meses de curación, leche cruda de vaca, de coagulación enzimática y pasta prensada y cocida.
Queso suave , ligeramente ahumado, muy equilibrado, de intensidad media, se convirtió desde el principio en uno de los favoritos de la mesa.
-Seguimos con un Manchego Casa del Bosque curado, elaborado con leche cruda de oveja, de coagulación enzimática y pasta prensada, no cocida.
Más suave de lo habitual, agradable sabor, intensidad media y un ligero picor final, echamos de menos un poco más de intensidad y profundidad en el sabor. No entusiasmó. (aunque tengo que decir que en casa , un par de días después, está de muerte, con una suave calidez de buen queso)

- Seguimos con un Camembert Selection de Normandía, elaborado con leche cruda de vaca, con 21 días de mínimo de maduración y de coagulación láctica.
Elegante, con la penetrante suavidad de un buen Camembert, sin embargo no sorprendió.

- Seguimos con un Robiola 3 leches del Piamonte, elaborado con leche cruda o pasteurizada de vaca, cabra y oveja. Mínimo de 3 días de curación, coagulación enzimática, pasta cruda no prensada.
Muy suave, de intensidad media-baja, un poco pasado de sal. Un poco decepcionante.
- Seguimos con el Fragance, elaborado con leche cruda de vaca, de pasta cocida y prensada.
Muy en la línea del Comte, más suave aún, con notas ahumadas tipo cheddar, muy bueno, aunque la mayoría preferimos el primero.
- Seguimos con un Vall de Meranges , creo que el cremoso, elaborado con leche de oveja churra , de coagulación mixta, pasta blanda y textura cremosa.
Ligero, con poca intensidad, daba unos tonos herbáceos. Se colocó en la parte baja de la tabla.
- Seguimos con el Chevre Feulle, que, como su propio nombre indica, según me dijeron, es un queso de cabra envuelto en hojas.
De intensidad media, excelente en punto, con el borde muy cremoso, equilibrado y lleno de un buen sabor que llenaba la boca, con el agradable contrapunto de las notas de bosque que daban las hojas.

- Seguimos con el Fourme D'Ambert, queso azul de 60 a 100 días de maduración elaborado con leche cruda de vaca.
Este mismo queso (la misma pieza) lo había probado hará algo más de dos meses, y nos había decepcionado por su floja intensidad . Este tiempo transcurrido le vino bien. Ganó, demás de en intensidad, equilibrio y profundidad. Las notas azules eran parecidas a las de La Peral.
-Seguimos con un Ile D'Yeu, un rulo de cabra irregular y enmohecido.Al cortarlo, con el borde casi líquido, daba la impresión de estar cortando un helado. Excelente de punto Dentro de lo que es un queso de cabra era cariñoso, con notas frescas, equilibrado y sabroso. Alguno pensamos que un poco de membrillo hubiera estado espectacular con este queso.
-Seguimos con el Anneau de Vic Bilch, otro queso de cabra de corteza enmohecida, en forma de donut plano, al que todos le habíamos echado el ojo nada más verlo. Al cortarlo se desparramó de forma casi líquida. En boca era de una una intensidad y profundidad notables, muy largo en la boca, con un ligero picor al final , dando unas notas que describimos como a moho, humedad, cerrado. Un poco alto de sal. A algunos le decepcionó el final. Personalmente, me lo hubiera comido entero y luego otro y luego otro. Vamos , que me encantó.
- Seguimos con el Epoisses au Marc, de la Borgoña. Queso elaborado con leche cruda de vaca, con una maduración mínima de 4 semanas, coagulación enzimática , pasta blanda, y corteza naranja lavada.
Es un queso que me pareció de cierto parecido al Munster.Muy equilibrado, cuya complejidad se mostraba con suavidad y elegancia, estaba un poco estropeado por un exceso de sal.
- Seguimos con el Cathare, otro queso de cabra, presentado en forma de torta enmohecida, al que teníamos echado el ojo desde el principio. Menos líquido que el Anneau, también se mostraba de una intensidad y profundidad notables, pero con más equilbrio y cariño. Extarordinario el punto, así como la impresión general del queso, creo recordar que con unanimidad.
- Seguimos con un Capricho de Ibar vasco, menos intenso, con notas de nata, suave pero no plano, agradable de tomar.
- Terminamos con el rey de los quesos ingleses, el Stilton, un queso azul con bastantes concomitancias con el Fourme D'Ambert, aunque más fino y elegante, lo que no significó, sin embargo, que provocase ninguna exclamación de entusiasmo.

Aunque no lo parezca leyendo el artículo el nivel de los quesos era muy alto. Es decir, que los más flojos eran buenos quesos, y el resto muy buenos o excelentes. No faltaron comentarios de envidia comparándolos con el nivel general de los quesos asturianos. Lo que sucede es que la cata solo era apta para paladares muy acostumbrados, ante tal número y potencia . Se alcanzaron cotas de orgía y saturación, donde los quesos cambiaban según lo que se hubiera tomado antes o según se hubiera espaciado la toma, lo que hacía necesaria una revisitación que se hacía imposible ante la cantidad de queso ingerido. Junto con la agradable sobremesa, disfruté como un enano, y ya estoy reservando en la agenda las tardes de los jueves a partir de cuatro semanas, cuando, D.M., confío en que podamos volvernos a reunir.