martes, abril 20, 2010

Cada vez menos. Por Jorge Díez

Estos días se han conjurado duendes para hacerme pensar en el hábito de contar cosas en un blog, eso que yo entiendo como tertulia de nuestro bar virtual, ni privada ni pública del todo. No es privada precisamente porque se desarrolla en un espacio público, porque cualquiera puede seguirla y puede sumarse, como pasa con una conversación abierta en un bar real. Pero tampoco es una tribuna pública, porque no creo que aquí ejerza nadie el magisterio gastronómico suficiente como para ponerse a impartir doctrina, como para que alguien se obligue a leernos y a tenernos en cuenta; no asumimos tanta responsabilidad. Y no pienso que haya quien prefiera cerrarla, hacerla sólo para los que ya se conocen; perdería la gracia.

Tengo mis estudios, mi título, y tengo mi trabajo, que se quedo muy por debajo de aquel, pero ninguno de los dos es “bloguero”. Entonces, ¿por qué se refieren a mí de esa forma, incluso en un periódico? Quien esté pensando en la opción más común que la descarte: aunque firmara con seudónimo, Asturias es demasiado pequeña y la hostelería es un pañuelo. Te acaban conociendo. Volvemos pues al “bloguero” Jorge Díez. No tengo forma de sacarlo de mi cuerpo, de ejercer a tiempo parcial dado que no es una profesión, así que lo llevo puesto. Lo llevo puesto, por ejemplo, cuando voy con unos amigos a comer fuera, a pasarlo bien. Pero alguno es hostelero y lo conocen en el sitio al que vamos, y cuando nos presenta a los demás, cuando dice mi nombre, alguien de la casa pone un rictus de duda, le suena de algo… hasta que se da cuenta y hace un gesto como de escribir en un teclado. “Esto es una encerrona, en menudo compromiso me pones, Fulano”. No sé si exageraba, si había algo de broma, pero si de verdad aquello le puso nervioso, le hizo sentir incómodo, puedo asegurar que a mí, bastante más. No es eso lo que yo espero cuando salgo a comer con mis amigos, no es lo que pretendo, cada vez menos.

Cada uno es como es, cada quién es cada cual.

Los que cambiamos impresiones por aquí, los que incluso nos conocemos en persona, en fin, este pequeño grupo reúne profesiones diversas, edades distintas, distinta residencia… En común, poco, aparte de la afición a hacer algo más de la comida y la bebida, a darle más vueltas que la mayoría. Una afición blanda, nada visceral, que permite la convivencia de gustos dispares sin mayor problema. Una afición poco trascendente que no nos exige demasiado ni nos lleva a mucha discrepancia. Porque si este blog tratara de literatura, de pintura, de cine, de urbanismo, la exigencia sería mayor, la discrepancia tendría otra categoría. Hace poco alguien elogiaba el respeto que mantenemos en este foro, la armonía que se observa. Bien, mientras cuidemos ese hilo fino que pasa por las manos de todos sin sernos extraño, porque si damos un paso fuera del tema, si alguien se mete en honduras, enseguida veríamos las líneas rojas, las que no hay que sobrepasar. Así que me gusta quedarme con esa informalidad, evitar la trascendencia que no le conviene a esta tertulia, cada vez menos.

En cualquier caso en los blogs hay de todo, en general y en este nuestro en particular. Hay quien busca influir con su opinión y quien lo evita, hay quien hace una guía de establecimientos o productos con detalle y quien prefiere contar impresiones más vagas, hay quien esquiva las experiencias negativas y quien las incluye…

De todos modos hemos creado la etiqueta, tenemos nuestros códigos, nuestro lenguaje, somos blogueros, ¿incluso a nuestro pesar? No sé. Cada uno tiene su estilo y tiene una intención. Muchos empezaron en esto porque las guías les quedaban cortas, en la era de internet ya no eran lo bastante ágiles. También se rechazaron los intereses económicos o el juicio de los críticos. Faltaba independencia. Y aquí entrábamos nosotros, se supone, aquí venían las virtudes de los blogs. Con todos los defectos que podamos señalar y todos los méritos que podamos aportar nunca un medio humilde como este podrá abarcar la amplitud de una guía, nunca los recursos de un simple aficionado alcanzarán a los de un profesional para probar todo lo que aparece nuevo por ahí.

Personalmente no tengo formación para hacer análisis gastronómicos detallados ni información para redactar guías amplias. La ignorancia se atreve a dejarse ver en lo escrito y sueles reconocerla cuando lo relees con posterioridad. Y el paso del tiempo deja sin valor aquella crónica que redactaste en su día. Por honestidad me obligo a declarar que lo que escribo sólo cuenta lo percibido en ese momento. No puedo pretender ni quiero que tenga más trascendencia, que alguien lo tome como referencia, que busque lo mismo. Cada vez menos.

Los blogueros somos gente inquebrantable.

Se nos suele ver… Bueno, a cada uno se le suele ver por su barra y con su copa. Quiero decir que hemos asumido la etiqueta o nos la han colgado sin que hayamos podido negarnos pero eso tiene varios significados. Los blogueros somos independientes. Vale, pero hay quien pretende algo distinto, quien busca que hables en su favor o en contra de tal o cual cosa. Contamos lo que nos pasa como nos pasa. Sí, pero ¿tiene tanto alcance la experiencia individual? Nuestra opinión, nuestra subjetividad, las circunstancias concretas de esa comida, de esa botella, de ese día. Demasiado voluble para que otro lo tome y lo use. Poco más que palabras. Ah, pero, cuidado: si te excedes con el verbo, si adornas mucho el asunto habrá quien desenfunde aquello del escritor frustrado (¿cuántos hay por los blogs?) quien diga que es exhibicionismo, mero ejercicio de estilo. Es mejor no hablar de las malas experiencias. Caray, es mejor no sufrir malas experiencias; lo de contarlo luego o no es secundario. ¿Por qué evitar hablar de ello? ¿Por mantener “buen ambiente”? ¿O hay algo más? Pues yo, si algo me parece mal, lo digo. Estás en tu derecho, claro, pero suele generarse polémica y no siempre sincera. Es que con el trabajo de los demás no se juega. Tampoco yo permito que jueguen con el mío. Pero el mío no es un servicio no esencial, con oferta al público, que ha de gustar más que otro para que te elijan. La hostelería y yo somos así, señores. Y escojo lo que me gusta más para comer y beber y dónde lo hago. ¿Tanto poder tenemos por decir lo que no nos gusta? Más bien hay quien se lo quiere creer así, desde los dos lados: críticos y criticados.

En fin, que no me gustan esas poses, que no quiero hacer de una afición placentera un pleito. Cada vez menos.

Ahora que estamos solitos, vamos a contar mentiras.

Venga, hablemos claro. ¿No hay blogueros que han querido –que quieren- ocupar el lugar de esa crítica a la que tanto reprochan? ¿No hay quien parece hacer de esto una profesión? El tono, los acontecimientos que se reseñan, los vínculos, la participación en actos… ¿No contestamos a la ligera cuando nos piden recomendaciones? ¿Cuántos post son primeras o únicas experiencias y ahí lucen como criterio? El que esté libre de pecado que tire la primera croqueta (Sí, hombre, de esas que son un mazacote) Yo desde luego he cometido unos cuantos. Pero hay otro tópico que supera a estos: si hay que criticar algo, se hace, aunque sea a un amigo. ¡Butifarra! Y no de las de comer. Ni el más ácido de nosotros. Las personas somos así, no le demos vueltas. Tenemos nuestro corazoncito y la hipocresía es el cemento social por antonomasia, así que a los allegados no les decimos lo que no nos gusta o nos parece peor de ellos, sobre todo en público. Se puede leer entre líneas, claro, y se deducen cosas más por los silencios elocuentes que por lo (no) dicho.

¿Cuántas veces os habéis sorprendido “cazando” novedades, con prisa para ir a probar lo último abierto o sacado al mercado? Prisa para probarlo y contarlo, claro, que no se adelante alguien. ¿Nunca os ha condicionado este hábito para escoger? Vamos, que os crece la nariz. Y como yo ya la tengo bien grande quiero desintoxicarme, no quiero engancharme, cada vez menos.

¿Ya no hay dónde huir?

Sin embargo este mundillo me ha permitido conocer gente agradable, me ha llevado a actos que me interesaban, me ha aportado cosas, así que no reniego ni quiero renunciar a esa parte. Pero necesito replantearme cosas, necesito recobrar una naturalidad que estaba perdiendo.

Ni soy ni quiero ser profesional de esto, así que puedo ahorrarme ir a cada cata, cada charla, cada inauguración, cada feria… Escogeré las que de verdad me atraigan, no las que me fatiguen sin aportarme nada. No soy periodista así que contaré lo que quiera contar, lo que me apetezca compartir o difundir sin que me obligue una agenda. Y lo haré a mi modo, como prefiera en cada caso, sin libro de estilo. Soy demasiado parcial, por lo tanto no soy idóneo para jurado de ningún concurso. Soy demasiado parcial y defenderé siempre a los amigos, hablaré de mis sitios, de los entrañables, de los que me hacen sentir a gusto; pero no estoy en una ONG, esto no es Blogueros Sin Fronteras, así que evitaré apadrinar productos y establecimientos. Lo siento, el que quiera publicidad que no me busque, que pregunte en una agencia. En fin, que debo revisar muchos vicios que amenazaban con convertirse en crónicos y volver por donde empecé, por la pasión sin compromiso ni riesgo que supone compartir esta mesa, esta barra virtual. Y si en ese camino en algún momento no tengo sitio en este blog o en esto de los blogs pues sólo quedaría decir buenas noches, amigos… y enemigos.

A este post le quedarían bien unos cuantos enlaces musicales, los mismos a los que hay guiños en el texto, pero esa es otra habilidad que no tengo, es otra cosa que no soy, bloguero de pro, con su cuenta y sus recursos informáticos. No, no lo soy, cada vez menos.

sábado, abril 17, 2010

Kabanova (Logroño), por Toni



En el anterior post sobre Las Cubanas comentaba que dicho restaurante era recomendado por un par de las principales guías gastronómicas españolas. En el caso de Kabanova está recomendado por las 3 guías más reputadas de España por lo que a falta de otras referencias a priori era una opción clara para cenar un sábado en un Logroño "tomado" por las despedidas de soltero/a, fenómeno curioso que nos llamó la atención por la cantidad que había.

Kabanova tiene una céntrica situación, fuera del meollo de la calle Laurel y aledaños pero sólo a poco más de 5 minutos andando. Para saber más sobre el nombre y la historia del local, nada mejor que entrar en su web.



Supongo que como en todas partes la crisis se deja notar y aparte de la nuestra sólo tuvieron 3 mesas más, algo bastante triste para un sábado noche.


Después de echar un vistazo a la carta nos decidimos por el menú degustación que tenía un precio poco habitual hoy en día, 35€ (IVA incluído), aunque cláramente explicado en el transcurso de la cena.




El primer entrante venía con la denominación empezamos con un aperitivo Kabanova que era una tarrina de ali-oli minúscula con 4 biscotes pequeños de los que se compran en el supermercado. El ali-oli estaba correcto, pero no me parece que esta entrada esté a la altura de un restaurante con supuestas pretensiones. Además, para no llevarse a engaño no era una cortesía de la casa sino como se puede ver en el menú formaba parte de éste. Un poco de originalidad, por favor.

Seguimos con unas croquetas de ibérico y sopa de cebolla. Parece ser que los responsables de este restaurante se perdieron el capítulo de Barrio Sésamo en el que explicaban la diferencia entre "singular" y "plural". Lo que se ve en la foto era el total de lo servido para los 2 comensales, o sea que tocamos a una croqueta para cada uno. El lector se preguntará si no protestamos, pero ante la vista del plato y ayudados por los previos vinos tomados en la zona de Laurel nos entró un ataque de risa del todo paralizante.
¿Y si es un solo comensal el que pide el menú degustación?. ¿Le ponen una ó dos croquetas?. Es un detalle muy cutre.
En cuanto al resultado, la croqueta no pasaba de discreta y la sopa estaba bastante bien.



El siguiente entrante fue una ensalada crujiente de magret de pato al sarmiento. Esperábamos otra cosa y nos encontramos con la típica ensalada de menú del día de brasserie francesa sólo que con bastante menos chicha de lo habitual por allí y con un magret salado en exceso y con mucha grasa. Mediocre.





El último entrante fue un arroz meloso de manitas a la riojana con galleta de quesos ahumados. Aquí sí que hay que felicitar al cocinero. Un arroz perfecto de punto, sabroso, impregnado del sabor de las manitas, pero que se comía de dos bocados tal era la parquedad de la cantidad como se puede ver.





El primer plato ¿principal? consistió en un lomo de lubina con verduras en papillote. Pongo entre interrogaciones lo de principal, porque la cantidad era minúscula y el grosor del lomo rivaliza casi con el del papel de fumar. Además estaba pasadísima de punto y muy trístemente acompañada de las verduras. Penoso.





Acabamos con un cochinillo deshuesado con puré de manzana, que es una vuelta al lado bueno de la montaña rusa que fue esta cena ya que estaba bastante rico, en su punto mantequilloso y con una salsa muy convincente además de en una cantidad más lógica. ¿Ó sería que lo comparábamos con el desastre de Las Cubanas?.




Acabamos con unas croquetas de chocolate caliente con helado de mandarina. A lo mejor durante el transcurso de la cena acabaron viendo el perdido capítulo de Barrio Sésamo porque ya eran 3 las croquetas, sólo pasables, con un rico helado de mandarina que seguro que no nos empalagó por su cantidad.




En su web dicen que la carta de vinos es "poco extensa, pero elegida". Una cosa es poco extensa y otra raquítica como esta y más estando en Logroño. Por lo menos sí cumplen en que los precios son ajustados. Tomamos un Roda I 2004 por40,45€. Aquí hay que criticarles dúramente ya que aplican el método Celler de Can Roca, ya que es igualito a lo que hacen allí. Como dije, el menú lleva el IVA incluído pero los vinos no, por lo que como ya comenté en el post que enlazo, además de ser ilegal no informar de todos los precios con IVA, es una tomadura de pelo al cliente aplicar el IVA al principio para unos conceptos y al final para otros, creando una clara confusión y dando una imagen penosa. Ya son varios restaurantes con detalles iguales ó parecidos a este. Lamentable.


Por lo menos no cobraron el pan aparte como en otros sitios en los que comes de menú degustación. El personal de servicio era una chica con buena actitud y que hacía bastante con antender ella sola las 4 mesas aunque tampoco es de recibo en un restaurante con prestigio y recomendaciones el que cuando acabas un plato te pongan los cubiertos manchados en la mesa y no te los cambien.


Cuando un restaurante propone un menú degustación se supone que está dando lo mejor de su cocina en él, así que si esto es lo que tiene que presentar Kabanova le queda un gran trecho por mejorar y da que pensar en los criterios que tienen las principales guías gastronómicas.
Después de las dos experiencias en restaurantes logroñeses, mejor y más barato hubiera sido que nos hubiéramos quedado tomando vinos y pinchos en la zona de la calle Laurel, aunque tuviésemos que aguantar a los celebrantes de las despedidas de soltero/a.


Nota general: 3

Emoción: 3


Kabanova

C/ Guardia Civil, 9 - Logroño
941 212 995 http://www.kabanova.com/


toni




miércoles, abril 14, 2010

Las Cubanas (Logroño), por Toni



El restaurante ó como se autodenominan, casa de comidas Las Cubanas se encuentra situado en plena zona de vinos y tapas de Logroño. Con una trayectoria casi centenaria, es interesante leer su historia explicada en la página web. Precísamente gracias a su web ví que disponían de carta tradicional y carta moderna y como ya han sido unas cuantas veces las que estuve en La Rioja comiendo su cocina tradicional, me apetecía probar su versión moderna. Si a esto le sumamos que Las Cubanas viene recomendado en dos de las principales guías gastronómicas nacionales la elección estaba clara.


A pesar de ser un establecimiento con historia, la última remodelación la da un aspecto muy moderno como se puede ver en su web.
Cuando nos traen la carta, observamos que hay poca representación de los platos de cocina moderna que habíamos visto en la web. Preguntamos por el asunto a la camarera y nos explicó balbuceante que habían cambiado un poco la filosofía del restaurante y que no lo habían trasladado todavía a la web. Traducido: "los platos de cocina moderna no los pide ni dios y optamos por volver a tener una carta mayoritariamente tradicional". Nuestro gozo en un pozo.

Por supuesto, un establecimiento con solera como este cumple con las tradiciones ancestrales de la hostelería española y no informa en carta de los precios con IVA incluído, incumpliendo la LEY 44/2006.
Sin ningún detalle de aperitivo de la casa e inmediatamente después de traer el vino llegaron los entrantes. Mal detalle. Deberían dejar un rato al comensal probar el vino tranquílamente antes de traer los entrantes por muy hechos que los tengan, y no creo que fuera cuestión de gente ya que en nuestro comedor no hubo más que nuestra mesa y otra pareja de extranjeros en toda la noche.


Un entrante consisitió en un risotto con conejo al Gorgonzola con huevo a baja temperatura y puerro frito, 12,79€, que diréctamente entró entre los tres últimos puestos de nuestra clasificación de arroces probados en los últimos 15 años. La foto no le hace justicia y parece incluso algo ya que era una especie de engrudo pastoso que no sabía más que a sal y que se hacía difícil de tomar. Rematádamente mal.






Menos malos fueron los pimientos rellenos de carne y verduritas, 9,52€, aunque comparados con el arroz tampoco es cuestión de deshacerse en elogios y menos cuando el relleno de carne y verduras estaba en el escalón siguiente a "insípido". No llega a "rematádamente" pero sí a "mal".






Los platos principales llegaron también a buena velocidad. Deben de tener un potente microondas. El cordero lechal asado, 19,15€, el bicho debía de ser cabo gastador en su regimiento por su tamaño. De su sabor, poco puedo decir si la carne tenía la carácterística suavidad del lechazo ya que era un mazacote arruinado por el horno, fuera del tipo que fuere. Una pena.



No mejoró la cosa con un plato más "moderno", cochinillo crocante y salsa de naranja a la vainilla, 21,29€, en el que la piel poco tenía de crujiente y la carne era lo más parecido al chicle que he comido en forma de cochinillo. Tampoco ayudaba precísamente la salsa de naranja ó de lo que fuese, empalagosa y olvidable.

La carta de vinos tampoco destacaba por su brillantez. Tomamos un Sierra Cantabria Cuvée Especial 2005, 20,22€, que por lo menos estaba servido a su correcta temperatura. El pan sí que estaba bueno y al servicio no se le pide que cante ópera mientras sirve los platos pero por lo menos que no tenga esa cara y actitud de funeral.

No me gusta hacer crónicas de este tipo, pero me ciño a lo que experimentamos en esta cena en concreto. Como siempre digo en estos casos, tal vez tuvieron un mal día en cocina, pero da que pensar que un restaurante famoso en la ciudad, un viernes con la zona de vinos de la calle Laurel y aledaños a tope de gente tenga en nuestro comedor sólo 2 mesas y ambas de forasteros. Evidéntemente no puedo recomendarlo a nadie.

Nota general: 3

Emoción: 1

Las Cubanas

C/ San Agustín, 17, 26001 Logroño (La Rioja)

941 220 050

http://www.lascubanas.net/

toni

viernes, abril 09, 2010

Amando la gastronomía



Llevo unos días de vinos, farturas y trabajo, que no me dejan tiempo a sentarme con un poco de tranquilidad. Comprenderéis que lo primero es lo primero. Mañana me marcho de viaje , así que os dejo estas ocurrencias que tenía en la nevera, surgidas de comprobar que los placeres de la mesa y del amor se encuentran por diferentes veredas.


Un menú maratoniano es el estoicismo del epicureísmo.
Comer y retozar, todo es empezar
Nos suele parecer mejor el plato de la mesa de al lado.
Las expectativas son el amartillamiento del gatillazo.
Mientras comemos, estamos recordando otras comidas.
Los menús vencidos mejoran en la memoria.
Recordamos mejor los platos sencillos y honestos.
La costumbre es una castradora del hambre.
Los falsos apetitos terminan causando tormentos verdaderos.
La edad nos hace ir cayendo en la nostalgia de los apetitos violentos.
Las comidas suelen mejorar en compañía.
El amor de pago no por ser más caro es más verdadero.
El amor a primera vista suele ir ciego de hambre.
Por más que la busquemos, nunca vuelve a haber una primera vez.
Las diosas se convierten en vulgares mortales en cosa de unos minutos.
El momento en que menos nos apetece hablar de comida es aquel que la termina.
Cada vez hay menos verdad, incluso en las mentiras del amor.

Y termino , a falta de propias, con dos citas que me gustan,una del gran Woody:

"El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero de todas las experiencias vacías que existen, hay que reconocer que es una de las mejores”,

Y otra del Sr. Wilde:
"La mejor manera de vencer una tentación es cayendo en ella” .

sábado, abril 03, 2010

Restaurante Melibea (Oviedo)


Lo que era Los tres Caracoles hace unos meses ya sabéis que se ha convertido en el Melibea. Dos proyectos diferentes. Los Tres Caracoles fue un proyecto de madurez de Alex Sampedro , con las cosas muy claras en cuanto a su propuesta. El testigo lo ha recogido Borja Alcázar, un cocinero inquieto y jovenzuelo que , después de su paso por La Maleta y El Cascanueces, afronta un proyecto en el que es el máximo responsable. Ello implica , más en estos tiempos, una dosis ineludible de realismo , que le hace trasegar un menú del día y una carta resultona y comercial, dando facilidades para el picoteo informal. Ejemplo de ello son los Nuggets de Pitu Caleya con los que empezamos. Contrariamente al desabrido ave de la multinacional, es un pitu bien guisado y empanado, con una salsa de mostaza suave que, simplemente, le va bien (y unos brotes a modo de refresco).

Pero Borja tiene también inquietudes y un poquito de ambición , que le ha llevado, recientemente, a preparar dos o tres propuestas de pescados del día que le trae de Tazones el Kiku, el mismo proveedor de Germán en la Maleta,a los que procura darle alguna vuelta. Como en el fantástico Tiñosu , desespinado , sin malograr su sabor directo y sin concesiones con un correcto y concentrado guiso de llámpares con patatines. Muy bueno también estaba el Calamar de Tazones , simplemente a la plancha, con las patas bien fritas y crujientes , acompañado de una refrescante carambola y un poquito de caviar , supongo que de arenque o similar, que no le iba mal.

De postres, mejor el correcto brownie de chocolate con helado de mandarina, y algún cosquilleante peta-zeta , que el llamado “Lágrima de Valencia”, un postre de chocolate , bizcocho y varias cosas más,….excesivo, empalagoso e interminable.

Pero si ambos, Caracoles y Melibea, como dije , son diferentes, también comparten un rasgo esencial, y es la de convertirse desde su apertura en la referencia en Oviedo para los aficionados y curiosos del vino. Borja ha puesto la carta en manos de Germán , y este se ha traído gran parte de la carta de La Maleta, con los riesling de Dönhoff, Bürkling, Grans-Fassian,….los champagnes de Clouet, Cazals, Selosse , …los Borgoñas, Crozes- Hermitage o Loiras de productores con algo distinto que decir, ….y todo ello solo dos o tres euros por encima del precio tienda, como el Burklin “R” del 90 que tomé (42 euros), que se presentó con el corcho en buenas condiciones , y más austero y radical que nunca. Han procurado, también, dar un mínimo de formación al servicio (por lo demás , atento y eficaz) respecto al vino, lo que se nota y es de agradecer.

Precios, Iva incl.: Nuggets Pitu Caleya (14), Tiñosu (18), Calamar Tazones (21), Brownie (4,50), Lágrima de Valencia (4,50), pan (1,20), Agua (2,20), Bürkling 90 R(42), Cafés (invit.). Total:108.60


Restaurante Melibea

Tel. : 985 20 77 89

C/ Jovellanos 25 Esq. C/ Gascona 33003 Oviedo