miércoles, febrero 27, 2008

Fabiola (La Ampuyenta, Fuerteventura), por Toni


Fabiola es probablemente el restaurante más peculiar que me he encontrado en los últimos años.

Peculiar por su ubicación, en un pueblo del interior de la isla lejos relativamente de los principales centros turísticos y que además si se llega desde el sur no tiene el letrero con el nombre de la localiad y la calle tampoco. Peculiar por sus responsables, los belgas Eric Bisschop en cocina y Alexandre Van Simpsen en sala que además se encargan ellos solos de todas las tareas del restaurante y sobre todo peculiar por el propio restaurante en sí, que parece clandestino ya que no hay ningun letrero que te lleve hasta él y ni siquiera la propia casa en la que está situado tiene cartel alguno.
La casa tiene más de doscientos años y está decorada con bastante buen gusto por el propio Alexandre que era al parecer un decorador de prestigio en Bruselas.


La primera sorpresa nos llegó con la carta, que como se puede ver era un pizarra con los nombres de los platos en francés y en español.
Practican una cocina burguesa de clara influencia francesa . Los precios llevan el I.G.I.C. incluído.
Al contrario de lo que se estila habitualmente no sirvieron ningun aperitivo de la casa.




Uno de los entrantes consistió en un tartare de solomillo de añojo. 15€. Pido disculpas por la manifiestamente mejorable calidad de las fotos. Buena carne, muy bien aliñada con el toque justo picante y sorprendentemente buenos también los vegetales de la guarnición.







El otro entrante fueron unas popietas de queso cabra con curry. 14,50€. Unos ricos hojaldres rellenos de queso con una lograda salsa de curry que combinaba muy bien con el queso. Estuvo bien pero algo alto de precio.



Como principales tomamos un salteado de conejo a la vainilla. 24,50€. No es muy habitual encontrar conejo en los restaurantes españoles y sí en Francia. Este nos gustó, con un sabor más intenso de lo habitual y con el complemento de la salsa de vainilla que le viene muy bien, pero le aplico el mismo comentario que a las popietas: excesivamente caro. Ni la materia prima ni la preparación creo que justifiquen los 24,50€.



El otro plato principal fueron unas lonchas de pierna de cordero al ajo. 25€. Con este plato hubo división de opiniones. A mi mujer le gustó mucho, pero a mi, que me encanta el ajo, me pareció que éste dominaba demasiado el sabor del cordero. Muy al gusto francés, venía con una guarnición de vegetales varios.
Para los postres otra pizarra. Uno de ellos fue un pastel cremoso de chocolate. 7€. No estaba mal pero tampoco pasó de discreto. El otro fue un sorbete de queso y limón, 6€, muy correcto pero lejos de encandilar.
La carta de vinos penosa. 4 ó 5 tintos, igual en blancos, un Cava y un Champagne. Nosotros tomamos un Agustí Torelló Gran Reserva 2003. 33€. Bastante subido de precio.
Sorprendentemente la cubertería era bastante vulgar y las copas para el Cava con unos relieves bastante horteras.
Hablaba al principio de lo peculiar del restaurante, pero lo más peculiar ocurrió a la hora de pagar. La cuenta estaba escrita a mano, sin el CIF ni nada parecido en plan restaurante de menú del día de polígono industrial. Al no tener ni letrero el restaurante, tampoco había nada que dijera que aceptaban tarjetas de crédito y como nos temíamos nos dijeron que no las podían aceptar ya que como nos explicó el maitre: "estamos tan lejos de todo". Gracioso esto. Sí tienes teléfono, como es el caso, también puedes aceptar tarjetas, hombre.
Menos mal que en vacaciones siempre se lleva algo más de dinero en metálico por lo que no hubo problema, pero los más sorprendente es que a la hora de traernos la vuelta, había desaparecido la cuenta del plato. No recuerdo algo así en ningún restaurante y eso que estuve muchos años comiendo de menú del día en restaurantes de todo tipo y jamás me habían traído la vuelta sin la nota. Si sumamos esto a la falta de letreros del restaurante, no aceptación de tarjetas etc, que cada uno saque sus propias conclusiones.
En conjunto me decepcionó. Cenamos aceptablemente pero a un precio alto para lo disfrutado. No dudo que sea el mejor restaurante de Fuerteventura como dicen las principales guías, pero he estado en restaurantes parecidos en Francia y Bélgica más baratos y con mejores resultados.
Nota general: 4,5
Emoción: 5
Fabiola
C/ Real, 1 La Ampuyenta (Fuerteventura)
928 174 605


toni

viernes, febrero 22, 2008

Tiempo de migas


Cuando el tiempo está frío y aborrascado como hoy se dice por esta parte de Málaga que hace tiempo “de migas”, ese plato campesino y humilde que se preparaba después de la faena de la mañana para afrontar con fuerzas la de por la tarde. Consiste en una masa de harina entre cocida y frita con agua, aceite de oliva y ajo. No se usa aquí grasa animal ni pimientos ni chorizo, como pudiera suceder en la tierra manchega .Obliga a remover la masa en sartén o perolo entre media y una hora, incluso más, dependiendo de la cantidad: a más masa más tiempo , así que conviene también tener buen brazo. Se dice que están buenas , como siempre, cuando se roza la cuadratura del círculo: tienen que estar un poco tostadas pero tiernas, sueltecitas pero no secas, sabrosas pero finas,….. Antiguamente se acompañaban de lo que hubiera: aceitunas, arenques, chacinas,tomates…..y hoy lo más probable es que se sirvan con unas coquinas o con unas almejas de aquí mismo, que son unas almejas pequeñas con la cáscara parda y rugosa, algo insípidas pero con una dulzura muy especial. Ahora no hay,así que me pusieron unas fatuas almejas italianas.También se acompañan de una ensalada que dicen por aquí arriera, deformación de ajoarriera: naranja (malagueña y recién cogida del árbol), cebolla, tomate, aceitunas y bacalao. También son habituales unos boquerones fritos, aunque esta vez preferimos hacer régimen . Lo que sí es imprescindible es tomarlas con un vino pasificado de Cómpeta o ”del terreno”, elaborado con uva moscatel “sobremadura” y algo de uva tinta, normalmente de forma “artesanal” , que suele conservarse en botellas Pet ( de entre 1,5 a 5 lts) rellenadas, y sale un vino dulce y racial, por decir algo, pero al que siguen una siestas a las que les pasa lo mismo que al vino, es decir, son dulces y raciales. A mi, por si no había quedado claro me encantan (las migas), y me las preparan muy bien adondequiera que me inviten, como por ejemplo hoy. Se hacen normalmente de harina de sémola. Aunque nadie me las ha hecho nunca tan bien como mi tía Mercedes, que es capaz de hacerlas de harina de trigo, más difíciles , pero más esponjosas y suaves .Un abrazo en estos momentos difíciles que , para ella, no pueden ser “de migas.

lunes, febrero 18, 2008

Château D'Yquem 1998 vs Oremus Tokaji Aszú 5 puttonyos 1999


Hace ya unas semanas que tuvimos la oportunidad de agenciarnos con un Château d’Yquem 1998 a 115 euros la botella de 750 ml. Un vino que es una categoría única, que dio la fama a Sauternes y a sus vinos con Botrytis Cinerea. El vino que bebieron Jefferson o Napoleón. El vino que se vendimia uva a uva , de vides centenarias, con rendimientos ridículos, en el que "una cepa es una copa". Es un precio que no se encuentra todos los días, así que nos lo llevamos a la cata , que repartiendo entre 5 la cosa se hace más llevadera. Lógicamente, era de una añada menor como la de 1998, aunque confiábamos en que un D’Yquem si no se puede sacar no se saca, como pasó en el 92. Lo decidimos enfrentar a un Oremus Tokaji Aszú 5 puttonyos (no encontramos de 6), de unos más razonables 31,90 euros. Empezamos con el Oremus. Tenía una nariz de buena intensidad, compleja, concentrada pero fresca. En boca presentaba una muy buena acidez, viva e integrada . Era potente, largo, persistente. Destacaban las notas de miel, membrillo, hongo, y muy evidentes las de la botrytis. Equilibrado, delicado ,pletórico, a todos nos gustó mucho. Y servimos el d’Yquem. Lo abrimos alrededor de hora y media antes de la cata. El corcho estaba empapado hasta casi la mitad. La otra mitad estaba un poco seca y rígida, por lo que no es improbable que hubiera sufrido una mala conservación. Al principio en nariz no tenía intensidad alguna. Poco a poco fue cogiendo fuerza, hasta llegar, casi al final , a tenerla al nivel de la del Oremus. Tenía más notas florales, y cítricas de naranja, lima. En boca tenía una acidez muy fina que se imbricaba bien con el dulzor, aunque alguna vez fue insuficiente; un volumen medio , con un ligero amargor, que aparecía y desaparecía. Sin embargo , en medio de toda esa decepcionante estructura, presentaba un abanico amplísimo de notas: flores, naranja, miel, frutas tropicales…. también especiados, balsámicos,además de la propias de la botrytis, dándose con una gran delicadeza, conformando una identidad muy original, extraordinariamente elegante y, para mi , embriagadora. Volver al Oremus después del D’Yquem, según metáfora que surgió en la propia cata, me pareció como volver con una chica joven después de haber disfrutado de los encantos de una mujer madura.

La verdad es que hubo cierta polémica con la percepción del D’Yquem. Una mayoría, 3 de 5, se quedaban a ojos cerrados con el Oremus. Tenía pensado incorporar en el post una cata paralela de Toni, que estaba entre esos 3, pero por lo visto se quedó en el limbo del ciberespacio. Yo estoy de acuerdo en que fue una cata decepcionante para un vino legendario (y carísimo) como el que probamos. Quizás fue la añada. Sin embargo, uno tuvo la impresión de probar algo realmente singular, único y muy especial. Quizás tenga algo que ver con eso que llaman terroir. Algo que pocas veces sucede, y que compensó, al menos en parte, el desembolso realizado. Surgió en la sobremesa el tema de la conveniencia de realizar la cata a ciegas, ante el temor de que el fulgor de las etiquetas y la historia pudiesen deslumbrar y aturdir el frágil juicio de un joven principiante como uno. Así que, por si acaso, de aquí en adelante, lo mismo que en las catas del grupo de Gijón, cataremos a ciegas.

viernes, febrero 15, 2008

Yayo Daporta (Cambados, Pontevedra), por Toni

Se suele decir que Arzak es el restaurante más barato del mundo entre los que tienen 3 estrellas Michelin. Yo no me atrevería a decir que Yayo Daporta es el restaurante más barato del mundo con estrella Michelin, pero sí sería capaz de apostar algo a que es uno de los 5 más baratos, porque un menú degustación de 38€, IVA incluído (otro milagro como el de Pandemonium), no lo he visto nunca en otro restaurante con la preciada estrellita. Además, creo que no lo ha subido y sigue al mismo precio que antes de la concesión de la estrella.

El restaurante se encuentra en el antiguo Hospital Real, una casona de piedra imponente con un patio con horreo formando un conjunto muy pintoresco. La única pega es que no tengan la carta a la vista en la calle, pero no me extrañaría que al ser un edificio protegido no se la dejaran poner.

Al echar un vistazo a la carta me surge una pequeña crítica. Ya sé que estamos en Galicia y encima en las Rías Baixas, pero que 4 de 5 entrantes y 4 de 5 platos de pescado tengan marisco me parece excesivo. Algo más de variedad no vendría mal. Los precios están con el IVA incluído.

Como aperitivo de la casa nos pusieron un caviar de lubina con erizos de mar que yo no probé pero que a mi mujer le gustó mucho.

Una entrada fue terrina de foie-gras, queso de Arzúa y calabaza caramelizada. 15€. Magnífica combinación grasa-lácteos-dulce. Fueron 4 tostadas con el foie, sobre éste el queso y coronando la composición la calabaza. El graso foie combinó a la perfección con el toque ácido del queso y el punto dulce de la calabaza formando un conjunto sabrosísimo en la boca. Muy bueno.

La otra entrada consisitió en una ensalada de vieiras con cujiente de arroz y vinagreta de su coral. 14€. Dos hermosas vieiras muy sabrosas según mi mujer, acompañadas por un notable crujiente de arroz y una pequeña ensalada de intenso sabor.

Uno de los platos principales fue un arroz cremoso con vieiras, amanita cesarea y carpaccio de cigala. 20€. No lo probé, pero me fío totalmente de la opinión de mi mujer ya que ha probado todo tipo de arroces durante muchos años. Comentó que el arroz estaba perfecto, bien ligado, impregnado del sabor de las vieiras y setas con el velo de cigala por encima. Le encantó.

El otro principal fue besugo asado con patatas crujientes. 19€. Dos trozos de besugo perfectos de punto y con intenso sabor. Las patatas merecen mención por sí solas ya que estaban cruijientes por fuera y por dentro eran pura mantequilla. Muy ricas. Una lástima que sólo pusieran 2 ya que un par de ellas más sería magnífico. No es un plato de epatar pero sí convincente.

Uno de los postres consistió en un imperial de chocolate con helado de café y teja de cacao con espuma de citronella. 6€. Magníficos tanto el helado de café con el chocolate, pero lo que más me gustó fué la teja de cacao con citronella. Pienso que merecía un postre con ella como protagonista y no sólo de acompañante. La teja de cacao por sí sola tenía un sabor impresionante, de lo mejor que recuerdo en cacao en mucho tiempo y la mezcla con la citronella era como una explosión en boca, persistente y larga. Buena, buena.

El otro postre fue un mousse helada de queso de tetilla, espuma de membrillo y reducción de P.X. .5€. Después de probar el anterior me pasó algo más desapercibido pero estaba bien en todo caso.

Con los postres tomamos un aguardiente de café y otro de hierbas que costaban 5€ c/u pero que muy amablemente nos invitaron.

Para beber tomamos un Pazo de Señorans Selección de Añada 2002. 37€. No tienen carta de vinos. Te invitan a pasar a la cava, que está en el mismo comedor, a escoger el vino. Lo que a priori parece una buena idea no me convenció. Como reconoció la camarera, tienen la temperatura de la cava pensada para los tintos por lo que los blancos están a superior temperatura de la aconsejada para el servicio. Esto sería fácilmente subsanable si te pusieran rápidamente una cubitera con agua y hielo, pero ésta llegó bastante tarde ya que las camareras son sólo dos y no daban abasto con la sala sobre todo al principio al llegar casi todos los comensales a la vez. Por esta razón el vino no estuvo a su correcta temperatura hasta bien entrado el segundo plato. Podrían solucionarlo teniendo sólo una botella de cada vino blanco en la cava y el resto en un armario aparte, a la temperatura de servicio.
Otra cosa que no me gusta del sistema de la cava es que unos cuantos vinos no tenían el precio y tal como están las cosas con el vino en los restaurantes no está la cosa para escoger una botella alegremente sin saber el precio.

Hablando del personal del servicio, difícilmente puede ser mejor. Como comenté, dos camareras ejemplo de profesionalidad, eficacia, rapidez y además simpatía. Pero claro, no tienen el don de la ubicuidad.
Comentaba al principio que el precio del menú degustación me parecía barato, pero a lo mejor sería una buena idea aumentar algo los precios y tener más de personal en sala.

Tampoco aquí cobraron el pan. No sé si será costumbre de la zona ya que tampoco en el Pandemonium lo cobraron. Menaje, cubiertos, etc, de buena calidad.

Al final de los postres pusieron unos petit fours por cortesía de la casa.

Una buena experiencia en general con los fallos puntuales que comenté. Alguien que pruebe los platos con marisco probablemente se pueda formar una mejor idea que yo de la cocina de Yayo, pero indudablemente los platos que tomamos tuvieron un gran nivel. Probablemente le falte algo más de rodaje al restaurante para formarse una identidad clara. Tal vez la estrella le haya llegado algo pronto pero puede servirle de acicate para progresar y encontrar su línea.
De todas formas no cabe duda de que merece la pena la visita.

Nota general: 6,50

Emoción: 7


Yayo Daporta

Rúa Hospital, 7
33630 Cambados (Pontevedra)
986 526 062
http://www.yayodaporta.com/

toni

miércoles, febrero 13, 2008

Pandemonium (Cambados, Pontevedra), por Toni


A pesar de que últimamente se están cuestionando los blogs gastronómicos por parte de ciertos sectores, si no fuera por la información de primera mano y casi instantánea que encontramos en ellos, en este caso en el del Gourmet de Provincias, probablemente no hubiera probado la cocina de Antonio Botana en mi escapada por las Rías Baixas.

Antes de cenar, tomamos un vino en la vinoteca, pequeña pero muy agradable. Una vez en el comedor, estuvimos la mayor parte del tiempo solos hasta que llegó una mesa de siete personas. Desafortuanadamente, poca clientela para un viernes noche.

Tienen una carta corta, 4 entrantes, 3 pescados, 3 carnes y 4 postres y ofrecen un menú degustación al increible precio de 35€, IVA incluído. Los precios de los platos también tienen el IVA incluido, algo casi milagroso en España.



Comenzamos con el aperitivo de la casa que consistió en una crema de tomates asados con acelgas y zamburiña densa, untuosa, casi como un salmorejo y que estaba muy buena. La zamburiña no la probé pero me comentó mi mujer que estaba muy sabrosa.








El primer entrante consistió en huevo, patata y bacalao. 10€. Un plato desenfadado, con las yemas de los huevos líquidas acompañadas de un buen bacalao aunque tal vez algo escaso.



En conjunto bien.




La otra entrada fue para mi el plato de la noche. Pulpo cocido a baja temperatura con gelatina de su cocción y aire de pimentón de la Vera. 12,50€. Un magnífico pulpo con una textura tierna pero firme, con sabor intenso realzado por la sabrosísima gelatina del agua de la cocción, casi golosa, y el simpático detalle de la espuma de pimentón. No me han gustado algunas versiones del pulpo que he probado en otros restaurantes pero esta es totalmente convincente.

Uno de los principales fue el choco de la ría con alubias de Lourenzá. 16,50€. No puedo juzgar completamente este plato ya que hubo un malentendido. Antes de pedir la comanda, pregunté a la camarera si tenía tinta. Ella regresó de la cocina diciendo que sí tenía tinta pero que se la podían quitar. A la hora de pedir, mi mujer le dijo que ella lo quería tal cual lo servían habitualmente con tinta, pero a la hora de servirlo nos dijo que por culpa de dicho malentendido con la cocina le habían quitado la tinta.

El choco tenía un buen sabor por si sólo pero las alubias estaban algo duras y no tenían el sabor que nos esperábamos.

El otro principal consistió en paloma asada en su jugo con ratatouille de berenjena. 16,50€. Para nuestro gusto, la paloma estaba algo más hecha de la cuenta, pero el sabor sí que era el intenso y potente de caza dulcificado por el pisto de berenjena que se complementaba de maravilla con la paloma.





Uno de los postres consistió en mango en texturas y yogurt. 4€. Muy rico el helado de mango, sin empalagar como ocurre a veces con el contrapunto del yogurt. Sencillo pero conseguido.






El otro fueron unas natillas con helado de galleta Chiquilín, 4€, sabrosas, con caramelo por encima y un rico helado de galleta Chiquilín recordando sabores de la infancia. Bien.






Para beber tomamos una botella de El Castro de Valtuille 2004, 22€. Carta de vinos no muy amplia pero bien escogida. A los postres tomamos sendos chupitos de Oporto Tawny a 3,50€ c/u.
Sorprendentemente también, el pan no lo cobraron. El servicio voluntarioso pero algo falto de rodaje tal vez.

A pesar de algunos fallos en algunos puntos de cocción que estoy seguro de que fueron puntuales, Pandemonium es un restaurante que merece la pena visitar si se va por Cambados. Tiene una cocina divertida, desenfadada, pero a la vez con detalles técnicos notables, algunos conceptos bastante originales y todo esto a unos precios muy asequibles y casi imposibles de encontrar en otras partes de España en restaurantes de parecidas características. Recomendado.

Nota general: 6,25.

Emoción: 6,75

Pandemonium
Rua Albariño, 16 36630 Cambados (Pontevedra)
http://www.nove.biz/es/pandemonium


toni

domingo, febrero 10, 2008

El Corral del Indianu

Tenía ganas de volver al Corral . Así que aprovechando que lo mismo le pasaba a un amigo, allá nos fuimos con la intención de darnos un más que merecido homenaje. Este amigo es también amigo de la casa, y con Campoviejo he coincidido en algún acontecimiento gastro-festivo, así que esta no es una crónica de comensal anónimo. Fuimos un lunes al mediodía donde solo hubo otra mesa, así que la cocina y la atención de Yolanda pudieron centrarse en nuestra mesa con mayor facilidad que , por ejemplo, un sábado noche.

Empezamos con unos Oricios con parmentier de coliflor y una salsa agridulce de naranja con un toque anisado. El parmentier era de una gran finura, y la salsa agridulce alegraba el plato sin estorbar al caviar de oricios. Buen comienzo.

Seguimos con una Yema de huevo montada sobre una crema de patata (finísima también) con una lasca de buena trufa reforzada con unas gotas de café, de aceite de trufa y una pizca de sal. El huevo y la trufa matrimoniaron para no separarse jamás, y el conjunto resultó sabroso y conjuntado.

Seguimos con unos Patatinos rellenos de ciervo estofado, con fondo de la propia carne. Los patatinos, perfectos de punto, un poco enteros , cremosos y dulces,caramelizados con los jugos del estofado, tenían la única pega de dejar poco espacio para el estupendo guiso de ciervo.

Seguimos con el famoso plato que reza en carta como “Tubérculos, verduras y tallos con viera y trufa de verano”, que es un plato en constante evolución según mercado, por lo que ahora sería algo así como “Tubérculos (patatín, patata violeta,…), setas, vieira y trufa mellanosporum ". Los tubérculos venían con toda su variada dulzura invernal, la vieira hacía de delicado ensamblador, la trufa era la misma que la de la yema, o sea , muy buena, y las setas (lengua de vaca y angula de monte) aportaban su perfume de bosque en un conjunto bello y delicado, donde la calidad de las patatas no hacían monótono el conjunto, sino todo lo contrario. Riquísimo

Seguimos con el Tocino Joselito, huevas de trucha y gel tibio de atún ahumado. El tocino desbastado, hecho tocinillo, contrastaba de forma equilibrada con el gel de atún , más suave de lo que suena (y sin perder su esencia), y con las huevas de trucha, con unas notas tostadas/ahumadas que iban muy bien. Un plato de creador en la concepción y de cocinero a la hora de limar aristas, con un resultado lleno de sabor y elegancia.

Seguimos con la Fabada (texturas de hoy, sabores de antaño). Al contrario de la anterior vez , donde tomé el pote un poco deslabazado, esta vez la fabada venía conjuntada. Es una fabada desestructurada, donde en el fondo viene una emulsión de morcilla, luego otra con las fabes, y finalmente arriba un velo de chorizo, con unas alubias salpicadas por encima y un poco de lechuga para refrescar el conjunto. La verdad es que está buena. Las emulsiones suavizan la contundencia de la fabada, y el sabor sigue ahí. Además , no deja ser de ser bastante contundente. Me dejó un poco Ko. Estaba muy buena, aunque reconozco que sigo prefiriendo las texturas de antaño.

Seguimos con una Lubina a la plancha, de noble origen . Plancheado perfecto y un buen fondo que dejaba el protagonismo a un producto que no necesita más para estar fantástico.

Seguimos con una Perdiz en dos cocciones, con un pure cremoso al ajoarriero. Impecable.

Seguimos con un Ciervo con ñoquis de afuega ‘l pitu.Campoviejo gusta de usar el vacío en la carne, pero sin descuidar la regeneración, lo que resulta en una buena textura y en un buen acabado. La carne estaba buena, algo menos insípida de lo que suele ser el ciervo , con cierto gusto terroso. El fondo era un desglasado con los jugos de la propia carne. Los ñoquis estaban deliciosos, dinamizando un plato que solo con el ciervo se hace un poco monótono. Yo hubiera puesto un par de ellos más.

Y finalmente acabamos la parte salada buena Vaca gallega, llena de grasa y perfecta de punto, aunque venía un poco verde . Algo más de maduración le hubiera venido bien. Contra mi voluntad , me fue imposible no dejar algo en el plato.

Y de postres tomamos un primer cortante que era un fino helado de vinagre de limón acompañado con una emulsión de rúcola. Seguimos con Un postre refrescante. Manzana verde y roja, con un maravilloso helado de manzana asada sobre un fondo de manzana roja y unas tiritas de la ácida granny. Toda la frescura de la manzana , pero mejor. Y finalmente acabamos con un postre clásico, el Mimoso de chocolate blanco y Cabrales, con helado de avellanas y una ligera crema de pera a la vainilla. Dice Campoviejo que le parece un maridaje perfecto, porque el chocolate envuelve y engolosina el queso sin hacerle perder sus propiedades, y no le falta razón.

De vinos tomamos un maravilloso riesling Auslesse Grans Fassian 1990, enormemente complejo, maduro pero vivo ; un Sassicaia 2000 que salió mal y devolvimos sin ningún problema y un vino francés del que no recuerdo el nombre pero en el que las notas de cuero dominaban demasiado. Carta de vinos muy amplia, con precios un poco elevados (sobre 40-50% precio en tienda).

Excelente pan, lo mismo que el café.

En cuanto al resto de los detalles, vajillas, servilletas, decoración,…todo impecable, de excelente factura y buen gusto en todos los detalles.

El precio del menú degustación, con algo más de marisco y algo menos de carne, son 63,5 + Iva

En resumen, Campoviejo nos presentó un menú en el que daba protagonismo a un escogido producto de invierno, donde no hacía falta olvidarse de la memoria gustativa de siempre. Cuando tenía fama de ofrecer las propuestas más audaces, y no siempre comprendidas, del periclitado Nuca, ahora parece atravesar una etapa de madurez , expresándose mejor en el desbaste de estridencias , el equilibrio, la regularidad. Con la misma elegancia que transmite la sala, dando afinados contrapuntos sobre un cuerpo claro de sabor y tradición . Yo , por si no quedó claro, disfruté muchísimo.

El Corral del Indianu
Tfno.- 985 841 072
Avda de Europa, 14 Arriondas
http://www.elcorraldelindianu.com/

jueves, febrero 07, 2008

La Venera


Estuve hace unos días visitando ese sitio tan singular llamado La Venera. Tres mesas en un localín escondido al final de Fray Ceferino por abajo, a la altura de la nueva estación de autobuses de Oviedo. Me dicen que la mejor opción es el menú del mediodía, donde por 15 euros , después de generosas raciones de comida casera, puedes acabar comiendo un trozo de Stilton o de Roquefort. Y es que la cocinera/jefa de sala es un poco gourmet y eso se nota. Yo fui sin embargo a cenar. Empezamos con una especie de tartaleta de puré de patata recubierta de pulpo con una salsa de pimentón (15eu.), que no estaba malo pero resultó algo anodino y desproporcionado de puré. Seguimos con unas hamburguesitas de ternera del Esla con una salsa reducida de Oporto y patatas paja donde todo estaba bien hecho: las hamburguesas mostraban un rosa cariñoso en el interior y venían bien rustidas en el exterior, la carne era de calidad, las patatas venían recién fritas en aceite de oliva, y la salsa de oporto estaba de lo más viciosa (16 eu.). También tomamos un buen lomo de bacalao hecho con sus callos, un plato para los amantes de sabores intensos. O sea , que me gustó (19 eu.). Tomamos de postre algo que era todo lo contrario: una delicadísima tarta casera de lima (4 eu). Exquisita.Los precios incluyen Iva. Y a la hora del gin-tonic resultó que tenían Citadelle, Fever tree y lima, así que cayó uno. Comí bien, cosas apetecibles, mimadas, bien presentadas ,en raciones generosas y a un precio razonable . Me gustó también ser tratado con cercanía, poder escuchar el trajín de la cocina, sentirme un invitado más que un cliente. Y por ser esto más extraño, casi lo disfruto más.

La Venera
Tfno.-636338161

viernes, febrero 01, 2008

Gin Tonic


Pensaba uno hasta hace poco (año y medio, aprox.) que la tónica sabía a farmacia y la ginebra a colonia. También que el gin-tonic era una bebida más bien de menopáusica inglesa, lo mismo que los vestidos de Marks & Spencer, o de alguien con dificultades para hacer una buena digestión. Pero en estos andurriales del interné donde nos encontramos los glotones me encontré con un montón de gente de acreditado buen gusto terminaba sus comidas con el mismo, discutía sobre las diferentes combinaciones de tónicas y ginebras, o sobre la conveniencia de añadir pepino al que se hace con Hendrick's. Así que me puse a ello y efectivamente encontré que es una bebida fantástica que a lo refrescante y digestiva se le añade el toque cítrico de la lima/limón, los olores que aportan la maceración de bayas de enebro,los frutos secos, cortezas,.....y el tono acre de la quinina, aunque ahora sean más bien "aromas a quinina". Por lo visto en la quinina está el origen tanto de la tónica como del gin-tonic. Primero fue un tal Johann Jacob Schweppe, un joyero alemán, el primero en añadir carbónico al agua envasada. De ahí se puso a producir sodas de frutas y aquello fue algo como la Coca-Cola de nuestros tiempos, por lo que pronto pasó a tener una multinacional llamada J Scheppe & Co que en 1870 decidió añadir quinina a la soda carbonatada de naranja para hacer una bebida que , además de refrescante, era un medicamento que servía para combatir el paludismo. Y eso fue la tónica en sus comienzos. Como sabréis , la quinina además del paludismo combate la malaria , así que al ejécito inglés, en su expansionismo colonial por la India, se le recetaba para que lo tomase con frecuencia. De ahí a añadirle un poco de Gin ( acepción de los ingleses del invento holandés llamado ginebra) para mejorar el sabor y , por qué no , para alegrar el cuerpo después de tanta penalidad , pues lo entiende uno incluso de ese pueblo de paladar tan poco dotado como el inglés. Dicen que fue un oficial el que lo inventó para celebrar las victorias, pero eso me suena más a Historia que a intrahistoria

Lo que definitivamente me convirtió al Gin Tonic fue la visita a ese templo que es el Dicken's donostiarra. Y ver a Joaquín Fernández prepararlo, haciendo ese juego de malabares con las pinzas de hielo, con los que extraía un poco de la parte más superficial, más frutal, de la corteza para hacerlo llover sobre el combinado, mientras exprimía el zumo para que NO se mezclase (aquí en Oviedo todavía hay algún sitio que te ofrecen como un guiño de exclusividad el zumo de limón natural. Craso error, porque neutraliza el carbónico y deja al chintonis sin fuerza) al introducirlo en la copa, y que me explicase la razón de cada cosa. Sobre todo del hielo. Él aseguraba que había que poner mucho, incluso diez o doce, pero que tenía que ser de gran calidad para que no lo aguase, así que él se los hacía de un grosor importante y , sobre todo, los tenía a una temperatura muy baja, inviable para uno de nuestros congeladores domésticos. Y luego remover, con cuidado, dando una vuelta y media. Ni una ni dos.

En cuanto a ginebras suelo usar la Bombay normal, la Seagram's (extra dry ) o la Saphire para diario, y para los momentos un poco más especiales me gustan la complejidad de la Citadelle y la finura y el toque cítrico de la Tanqueray Ten. En cuanto a tónicas reconozco que, aunque la que suelo tomar es la Schweppes, soy un converso reciente a la Fever Tree. Al principio me pareció flojita, pero ahora me gusta que tenga el carbónico más fino, que sea más aromática y delicada, y con el aporte de la quinina más equilibrado.

La fórmula casera es vaso de sidra, mucho hielo (del comprado, el Cubers está bien), dos partes de ginebra por ocho de tónica (proporción Dicken's), y una tira de la piel de limón/lima, que intento que no tenga nada de la parte blanca. Pasamos un poco de limón por el borde exterior. Removemos, no agitamos. Y si se puede hacer uno con un poco de haba tonka que rallar por encima, pues le daremos un perfume especial .

Aquí en Asturias entre los muchos sitios donde no lo saben poner, hay alguno donde los sirven muy bien: El Legado de Baco o La Maleta del Loco, entre los sitios donde puedes tomártelo si n más, y en restaurantes, de los que uno conozca, como La Tabla, L'Alezna, Gerardo. También en ese rincón de Oviedo tan especial como La Venera te lo ponen con Citadelle, Fever Tree y una rodaja de lima.

A mi es que me despeja cuerpo y mente.