lunes, febrero 23, 2009

Playa Club (La Coruña), por Toni

Lo primero que llama la atención del restaurante Playa Club es su privilegiada situación a pié de la playa de Riazor. No está tan a ras de suelo como el Real Balneario pero todavía es más impresionante la vista de la bahía desde sus mesas. Todo un lujo. Si se entra en su página web, el lector podrá ver la mesa en la que estuvimos ya que es la que sale en primer lugar a la izquierda de la foto.

Como llegamos los primeros, la carta llegó casi al instante y pudimos comprobar que afortunadamente cumplen con la ley en vigor y ponen el precio final con IVA de los platos y vinos.

De aperitivo nos pusieron unas huevas de merluza agradables para abrir boca.

Algo que he observado en las últimas visitas a restaurantes gallegos es que abusan del marisco sobre todo en los entrantes aunque también en los platos de pescado. Tanto aquí como en el restaurante Artabria, ó en otros restaurantes visitados el año pasado que el 80% de entrantes sean a base de marisco me parece excesivo. Ya sé que de restaurantes de Galicia hablamos pero estoy seguro de que nunca se les ocurriría tener ese porcentaje de platos a base de otro producto autóctono gallego como el cerdo, por ejemplo.

Curiosamente uno de estos entrantes, croquetas de erizo con crema de pomelo, 1/2 ración 8€, debían de tener solamente miligramos de erizo ya que yo no noté su sabor en absoluto, teniendo en cuenta que mi paladar es casi un detector de marisco y que detesto especialmente los oricios/erizos. A mi mujer que le encanta no le supieron a nada. Flojo.

El foie-gras con jugo de remolacha y espárragos trigueros, 1/2 ración 9€, sólo correcto ya que estaba algo aceitoso y no era de la mejor calidad que haya probado. En cambio había un buen contraste con el jugo de remolacha y los espárragos limpiaban y refrescaban el paladar de la grasa. Mejorando el foie sería un plato interesante.

Los principales estuvieron a buen nivel como unas magníficas carrilleras de ternera con cous-cous de verduritas, 16€, de sabor elegante y potente, con una rica salsa del fondo de carne y un fresco cous-cous de contrapunto. Muy bien.

También nos gustó el corzo con cantarelos y cebollitas, 19€, muy bien de punto para mi aunque seguramente a mucha gente le hubiera parecido poco hecho. Bien los cantarelos para combinar con el sabor intenso del corzo.

Un original postre fue el coulant nitro de praliné con kumquat, 5,50€. Combinación de libro la del dulce frío del praliné con el toque agridulce del kumquat . Muy rico.

Más convencional pero resultón fue el helado de queso con frutos rojos, 5,50€. Estos postres los acompañamos con una copa de Don PX. 3€.

La carta de vinos es normalita para un restaurante de estas características, y a pesar de tanto marisco y pescado en carta con más tintos que blancos como es habitual. Bebimos un Viñas del Vero Gran Vos 2003, 23€. Un valor seguro.

El servicio atento y ágil, en especial la maitre, muy eficiente y además simpática.

Antes de ir había leído opiniones que hablaban de que estaba en decadencia con respecto a tiempos pasados. No lo puedo contrastar, pero a mi me pareció un restaurante correcto en conjunto juzgando por esta cena a pesar de algún fallo. También es posible que la comparación con el restaurante de la noche anterior hace que el Playa Club gane en valoración. En todo caso no me importaría volver en un futuro.

Nota general: 6

Emoción: 6,50


Playa Club

Andén de Riazor s/n 15011 La Coruña
981 257 128
http://www.playaclub.net/restaurante



toni

viernes, febrero 13, 2009

La Tabla (Fano, Gijón) , por Jorge Díez



Esta vez vamos a hablar de un local muy conocido por los habituales de estos foros, más aún desde su asociación con el proyecto de “La maleta del loco” y, a partir de ahí, su implicación en actividades de difusión del conocimiento del vino. Porque si bien nació sobre un negocio familiar de comidas yo creo que la pasión por el vino ha salido lanzada hacia un sprint sin meta a la vista y no ha esperado a la cocina. La última muestra pública de esto la tuvimos el pasado noviembre en el evento del “Mensaje en una botella”, con una presentación de bodegas y productos como apenas se hacen en Asturias. Y la muestra diaria es su carta excepcional, con referencias de todo el mundo y con botellas cotizadísimas. Sobre esto nos extenderemos después.

Decíamos que se puede considerar continuación del negocio familiar, y esto lo explica bien su propia web. Han decidido actualizar aquel bar rural y convertirlo en una sala moderna, cómoda y luminosa… aunque con muchas posibilidades de no encontrarla a la primera. Y es que el entorno bonito tiene sus contrapartidas y la señalización es casi inexistente. Hay que acercarse con cuidado y fijarse en el kilometraje para evitar vueltas innecesarias.

Una vez que nos sentemos nos atenderán con cordialidad y con el detalle de todas las ofertas de la carta, que además de posibles extras se refiere sobre todo a la opción de medias raciones e incluso cuartos de ración, según las preparaciones y cantidades. Todo sin incremento de precio.

La carta de platos es mediana y compensada entre entradas frías y calientes, carnes y pescados. Se renueva poco a poco porque la casa tiene clientela bastante fiel y mantiene muchos “clásicos” por su demanda.

En cambio la de vinos, tal como había adelantado, es un tomo de considerable tamaño. Es creíble, es decir, tienen realmente lo que ofrece y bien conservado. Pero ya entra en un terreno que, aunque los aficionados al vino agradecemos, considero problemático. Es demasiado amplia para que el cliente la examine y escoja entre tanta oferta, lo que fuerza a pedir asesoramiento. En el fondo, la mayoría de cartas de este tipo es lo que pretenden. Siempre y cuando estén respaldadas por un buen profesional el resultado puede ser bueno pero también puede intimidar o restar autonomía a un comensal de nivel medio; no tengo claro que sea lo más apropiado. En este caso ese asesoramiento profesional funciona muy bien si se solicita, lo que permite disfrutar de vinos a la medida de cada paladar y cada bolsillo.

Empecemos el detalle de la comida. Tras tomar nota nos ofrecieron un aperitivo de cortesía a base de dos mantequillas, una con pasta de oliva y otra que no recuerdo. Sabrosas para hacer boca sin excesos.

Como entrantes, “Crema de pote de castañas”, apropiada para estos días fríos, apetitosa, con ese punto dulzón de la castaña. Clásico puré tradicional en otros tiempos, hoy convertido en elemento pintoresco de las cartas. Algún día deberíamos dedicarle un monográfico a la castaña.

El otro entrante, “Salteado de setas de temporada”, montado en timbal, también sabroso y abundante; un plato más intenso que la crema pero también domado, tratado de manera que no condicione al paladar en su acompañamiento, ni con la bebida ni con otros platos.

Los principales fueron uno de cada lado de la carta. Un pescado, “Lubina en caldo de lentejas”, con un buen corte acompañado de verduras salteadas y sobre un caldo suave. El punto leve, buena textura del pescado y de su piel. Y la guarnición, sabrosa pero discreta, sin restar protagonismo.

Y una carne: “Presa de cerdo ibérico con manchego y arándanos”. Punto menos hecho de lo habitual por petición expresa y perfectamente atendida. Daba gusto ya su presencia sonrosada y lo tierno y delicado de la carne correspondía a su aspecto. Fue el plato más logrado de la comida, en mi opinión. Sigo siendo un devoto del humilde cerdo, que volverá seguramente a aliviarnos en esta crisis, y si no, al tiempo y ojo a las cartas. Sea en presentaciones más solemnes o en las más sencillas y tradicionales, siempre nos quedará el cerdo. A lo que íbamos, corte fino y tierno acompañado de una crema de manchego fluído, no demasiado fuerte para evitar tapar demasiado la carne.

Para el remate dulce escogimos el “Coulant de chocolate”, postre conocido y el único que hay que decidir al principio de la comida. Para un amante del chocolate, como es mi caso, un buen final.

Elaboran ellos mismos distintos tipos de panes que están bastante bien y que permiten combinaciones con los platos al gusto de cada uno.

Y de su bodega tentadora escogí un “Domaine Jean Pillot Chassagne-Montrachet Premier Cru Morgeot 2002”. Tengo recientes otras satisfacciones con blancos de Borgoña y había oído comentarios bien fundamentados que elogiaban este vino, así que vi la ocasión para probarlo. Resultó un vino glicérico, con una lágrima densa, dorado limpio, con nariz golosa, amielada, algo de plátano maduro, un paso de boca sedoso y elegante y una acidez estupenda para hacerlo fresco y de amplio espectro. No flaqueó con ningún plato.

En esta ocasión, como es un sitio bastante conocido en nuestra tertulia, más que descripción prefiero debate. Hay dos rasgos característicos del local por encima de otros: su rica bodega y una cocina para un público amplio, que mantiene platos por su demanda y que procura correr pocos riesgos para contentar a una clientela bastante fiel. Contrastando mi opinión con otros comentarios encuentro que hay quien considera sus propuestas poco creativas mientras conozco gente que lo tiene como el techo de elaboración moderna que puede admitir. ¿Cuál es vuestra opinión?, ¿en qué escalón lo situáis?. Y respecto a su bodega ¿qué os parece? ¿creéis, como he oído alguna vez, que está desproporcionada respecto a la cocina?

Tenéis la palabra.

Datos:

Restaurante La Tabla
Fano. Gijón
Tfno. 985 13 64 56
www.restaurantelatabla.com

Precios (IVA incluído)

Crema de castañas, 14 euros; salteado de setas, 20 euros; lubina, 27 euros; presa de cerdo, 22 euros; coulant de chocolate, 4’50 euros. El vino citado costó 66 euros.

lunes, febrero 09, 2009

Rieslings

Cuando me preguntan por un vino con una buena RCP lo primero que se me viene a la cabeza suele ser un Riesling alemán, la uva dorada del Rhin , esa uva generosa, exhuberante , que es raro que pierda su compostura elegante, aunque vista sus más sencillos ropajes . Hay , como en todas partes, vinos malos, aguados, dulzarrones, pero con un poco de tiento y unos pocos euros, se consiguen con facilidad vinos muy expresivos, con una acidez punzante pero integrada, en tensión con el dulzor, una mineralidad diáfana y una larga capacidad de guarda en la que desarrollar infinitos matices y delicadezas, como demostraron los vinos que probamos en la última cata:

1. Weingut Hertmann Dönhoff Riesling 2007 (Nahe).
Uno de los vinos básicos de uno de los grandes productores alemanes, Hermann Dönhoff, propietario de algunos de los mejores viñedos del valle del Nahe, tradicionalista y partidario de la menor intervención posible en bodega.
Color amarillo pálido, de ribetes verdosos, que denotaba juventud. Vino semiseco. Notas cítricas, azahar, hierba recién segada. Buena acidez. Equilibrado, serio. Muy satisfactorio y agradable, con una graduación alcohólica de 10,9º
Imbatible RCP: sobre los 15 euros en tienda.
70/100

2. Weingut Peter Jakob Kühn Quarzit 2006 (Rheingau)
Este es el vino básico de Peter Jakob, que junto con Georg Breuer, forman la élite de los produtores del Rheingau. De viticultura biodinámica, con suelos de arcilla y cuarzo. En esta añada se ha empezado un giro hacia la tradición con levaduras propias y fermentaciones lentas en grandes toneles.
Color amarillo pálido con ribetes cobrizos. Presentaba al principio notas de reducción y de “hidrocarburos”,muy evidentes. Parecía un vino evolucionado, pasado, con la acidez caída. Sin embargo , al final de la cata se había limpiado totalmente, haciéndose más expresivo, sacando la fruta,
amable , tranquilo, notándose mejor la acidez y la estructura del vino. Lo malo fue que ya habíamos probado otras cosas, potentes,
dulces, y no nos pudo dejar de parecer un vino menor. Sin duda, solo y dándole un poco de tiempo nos habría causado una mejor impresión.
68/100

3. Ökonomierat Rebholz Siebendilgener Im Sonnenschein Riesling Grand Cru 2004 (Pfalz).

Una bodega de 300 años, considerada una de las mejores del Palatinado.

El vino se mostró con dos caras bien diferenciadas. En nariz era cariñoso, amable, con notas de miel, florales, de caoba, ligeras notas minerales
….pero en boca era seco, con una acidez eléctrica, de paso fino y corto, y
muy serio.

74/100

4. Georg Breuer Rüdesheimer Berg Schlossberg Riesling Grand Cru (Rheingau).

Uno de los productores de culto de toda Alemania, con una viticultura familiar desde 1880.

Mineralidad omnipresente. Olor a paja, puntas de crema pastelera y caramelo. Semiseco. Potente pero con cierta sedosidad, expresivo, con una acidez viva e integrada, que se juntaba con las notas cítricas para refrescar. Postgusto largo. Joven, pero un gran vino

80/100.

A partir de aquí, empezamos con los vinos dulces de calidad , o “Qualitätswein mit Pradikat”(Qmp), que se subdivide ,a su vez , en seis calidades, que de menor a mayor , serían: Kabinett, Spätlese, Auslese, Beerenauslese, Trockenbeerenauslese, Eiswein (o vino de hielo).


5. Reichsgraf Von Kesseslstatt Scharzhofberger Riesling Kabinett 1997 (Mosel-Saar-Ruwer).

Se dice que es el sitio favorito de la Riesling. Los romanos cultivaban en el valle hace dos milenios , en terrazas con inclinaciones de hasta 60º de pizarra pura, que dificultan la mecanización del trabajo.

Se notó que era un vino ya evolucionado, maduro,que presentaba notas de reducción, de pintura, algo parecido al corcho, que tardaron un poco en irse completamente, dejando paso , en nariz , a una cremosidad envolvente entre notas de caramelo. En boca se notaba más maduro, con la acidez un poco apagada pero totalmente integrada con el vino, lo mismo que el azúcar, y dando una paleta de colores un poco apagados, pero llenos de matices , de finura , de encanto.

73/100.


6. Wittmann Westhofener Morstein Riesling Grand Cru Spätlese 2004. (Rheinhessen).

A mi este vino me pareció un torrente .Una expresión poderosa, generosa, fresca y embriagadora de la Riesling.Creo que no sale a más de 25 euros en tienda. Si lo ven no dejen de comprarlo.

82/100.

7. Grans-Fassian Trittenheimer Apotheke Riesling Auslese Goldkapsel 1998 (Mosel Saar- Ruwer).
Es un Auslese, es decir, la cuarta categoría, de 6, dentro de los vinos dulces de calidad.
Si el anterior era el “majestuoso” de la melodía principal de la Riesling,
, este eran las “tocata y fuga”, los juegos de contrapuntos, las “variaciones sobre el mismo tema”, sin perder la jovialidad de una juventud que se muestra radiante. Maravilloso . 90/100


8. Dr Burkling-Wolf Wachenheimmer Gerümpel “R” Riesling 1990 (Pfalz).


Si los vinos fuesen para ser olidos este hubiera sido el mejor de la cata, realmente embriagador: ahumados miel, caramelo , fruta,… con una intensidad y conjunción que hacían tocar el cielo. En boca , sin embargo, empezaba a notar algún achaque de edad, sobre todo en cuanto al volumen en el paso en boca, la acidez, la po tencia,… pero sin llegar a perder esa magia del perfume, unos tonos maduros, hondos ,que llegaban muy
adentro.
87/100

9. Peter Jakop Kühn Oestricher Leuchen “E” Riesling Beeranuslese 2003 (Rheingau).

Un Beerenauslese soberbio, suntuoso, expresivo, fresco , muy dulce, bien contrarestado por la acidez, con notas de uvas pasas , de botrytis, de tierra, de piedra,....
89/100

10. Grans-Fassian Riesling Eiswein Goldkapsel 1992. (Mosel-Saar- Ruwer)

Un vino mágico, que acabé subyugado antes de alcanzar a comprenderlo. En medio olí a champiñón, a oveja , a miel,... pero el vino era mucho más, y no puedo explicar bien el qué.

lunes, febrero 02, 2009

Un queso: Valle del Oso de Pasta blanda



Hace poco que me he encontrado con el proyecto de una quesería en Asturias que apuesta realmente por hacer algo diferente. Se llama Valle del Oso y la impulsan , con ilusión y las ideas claras, Miguel , Raúl y Carlos. El primer paso fue la de hacerse con una cepa antigüa de unos hongos fermentadores de kefir que por lo visto, aparte de las cualidades organolépticas , tienen otras beneficiosas para la salud. Hacen , por lo tanto , quesos de fermentación enzimática. Se hacen acopio de la leche de granjas vecinas de raza frisona a la que someten a una pasteurización moderada. Y elaboran distintos quesos de los que solo he podido probar dos.

El primero, hace unas semanas en La Bolera ,era parecido a un afuega´l pitu , con una buena intensidad y acidez, que se daba con una suavidad muy especial. Me gustó, pero no me entusiasmó de la forma en que lo hizo el queso de pasta blanda que presentaron hace unos días en L‘Alezna. Lo probamos en medio de una cata de quesos artesanales, con predominio francés, donde no desentonó. Aunque por fuera tiene la pinta de un cerebrito de los marcianos de Mars Attacs, por dentro presentaba un corte que anunciaba algo diferente, con toda la zona cercana al borde en estado semilíquido. Con una fina acidez y un buen equilibrio entre el sabor a nata fresca y la intensidad del queso (para un queso de maduración corta) , que era como un buen Saint Felicien pasado por Morcín, y de nuevo esa suavidad en el despliegue de su sabor que debe aportar el fermento de kefir. Me gustó muchísimo, y me alegró que por estas tierras alguien se atreva con un producto de calidad y diferente. Ojalá les vaya bonito

Domaine Ogereau Cuvée Prestige 2003


Los vinos dulces botrytizados son una cosa única, maravillosa, adictiva, con cierto deje melancólico . A cualquier aficionado al vino dulce le apetece siempre reincidir en un beerenauslese, Trocken o no, en un Tokaji o en un Sauternes bien escogido. Lo malo es que no pueden tener un precio bajo. El rendimiento de las uvas botrytizadas es magro, el trabajo de selección arduo, y las zonas óptimas y los buenos bodegueros escasos. Así que hay veces que uno tiene que bajar un escalón buscando no tanto la excelencia como lo satisfactorio. Y después de algunos Sauternes y Tokajis prescindibles, me vino vía Ronda esta Chenin Blanc del Loira.

En copa tiene un bonito color ámbar, de ribetes casi anaranjados, limpio y vivaz. Se da de una forma franca, con buena intensidad y persistencia media. Notas de orejones , de naranja, de miel. Leves notas ahumadas también. Ese sabor entre lo acre y el champiñón de la botrytis se nota con una intensidad más que aceptable, e integrada con el vino. Anda un poco escaso de acidez, que se da como retardada,aunque el vino aparece fresco, nunca dulzarrón. Y me deja la agradable y obvia sensación de lo auténtico .Quizás a influya esa atracción que va sintiendo uno , sin conocerlo, por el valle del Loira y por la uva que allí reina.

73/100