Pero bueno, vamos a ver; mira que tiene sitios bonitos Galicia para vivir. ¿Cómo se os ocurre plantaros aquí? Yo vengo de una ciudad con cuestas pero esto no son cuestas, son paredes. Y luego está la señalización. Está claro que Vigo la ha señalizado un cabronazo que la odia y que quiere que tú la odies tanto como él. Y lo consigue enseguida. No hay más que caer un par de veces en sus señales emboscada y tener que dar un rodeo, lo que en esta ciudad serán dos o tres kilómetros sin despeinarse, para que también tú detestes circular por allí. Reconozco que en mi relación con las ciudades las trato como humanas, puedo amarlas u odiarlas, o toda una gama intermedia de aprecio o desapego. Con Vigo siempre discuto y en tono elevado, no hay manera de llevarnos bien. Pero insisto y vuelvo a verla. Nunca me recibe bien: ajena a la estación que sea o me agarra una lluvia pelotuda o me toca un calor abrasador, como esta vez.
Empecé, como animal que tropezará innumerables veces en la misma piedra, por no cumplir reglas básicas del viajero. Primera: evita el verano. Pero claro, ¿y si no puedes escoger? Segunda: no, nunca, jamás, tampoco viajes a una ciudad en obras. Aunque, ¿existen ciudades sin obras? Y más ahora que nos las dejarán inacabadas como museo permanente de la mucha estupidez. Vamos, que las reglas sirven para poco salvo para sufrir las consecuencias de no cumplirlas. Así que ahí me vi asediado por un sol excesivo, alojado a desmano y perdido con frecuencia en el laberinto urbano, pero decidido a pasarlo bien pese a todo.
Primeros paseos de reconocimiento, para situar lo que quería visitar. Veo muchos sitios cerrados por vacaciones y otros que tienen menos interés del que yo me prometía. Y aprovecho la (buena) costumbre de la zona de poner tapitas abundantes con la bebida para pelearme con el calor y a la vez solucionar la cena. La “amenaza” de las fiestas, los tenderetes y las banderolas tapando los edificios de gran parte del casco antiguo presagian un día duro para mañana; habrá que hacer intenso slalom urbano.
Una mañana de visitas con agenda apretada, con el constante subir y bajar de rampas y pendientes duras, no admite el bullicio de ostras al abordaje por debajo del Mercado da Pedra, así que hay que buscar refugio en los bares que más disimulen el lado turístico. Una cerveza en Casa Gazpara, por ejemplo, o atravesar el Berbés, infiltrado de africanidad, para mimetizarse lo más posible. Después será el momento de acercarse a la cara más civilizada de los muelles y de buscar sombra en
El asunto de la comida, que es por el que muchos estáis esperando… No me decido a calificarlo. Por lo visto y lo probado esta plaza también es de las muy conservadoras. Quería conocer Maruja Limón pero los comentarios de alguien con un criterio fino me hacían dudar. No obstante al final fui allí. Un problema con la temperatura de los vinos y un mercado que ese día no aportó buen bonito; por lo demás puedo escoger. Puedo escoger demasiado, incluso, porque durante un largo rato era el único comensal; después llegó otra mesa de dos. Día de semana, mediodía, pero es agosto. Debe de ser difícil mantener tu apuesta así. Ensalada de tomates confitados, una buena pieza de sanmartiño, un postre de chocolate agradable; un Lagar do Merens 2009 que me sorprendió gratamente y que acompañó bien cuando enfrió lo suficiente.
La tarde será para pasear por esa otra arquitectura que se suele valorar menos por su proximidad en el tiempo. Vigo refleja su primer gran crecimiento en los edificios solemnes (bancos, aseguradoras…) de Policarpo Sanz, García Barbón y calles adyacentes. Merecen atención, cuidado y respeto, más del que reciben a veces, sobre todo sus bajos.
Así, después de un café en el Van Gogh, muy tranquilo a esa hora, hice un recorrido comercial y de museos. Hagamos aquí un alto. De acuerdo, riño mucho con Vigo pero en ese aspecto bien puede presumir de un buen puesto como ciudad grande. Esas sedes bancarias tan graves esconden en varios casos buenas colecciones y buenas exposiciones y no se mustian con el calor. Vale la pena repasarlas. Tenía como asignatura pendiente
Un helado de Capri-2 para intentar engañar al calor. Entro en
Vuelta al cogollo histórico y el calor que no deja de apretar, así que me siento en la terraza del Scala, en la misma Praza da Constitución. Ya me pueden mirar todo lo mal que quieran los grupitos que buscan sitio porque ocupo aquella mesa yo solo, que de allí no me pienso mover en un buen rato. Empieza un ensayo y arma bastante ruido. Las señoras de edad avanzada que tengo al lado ponen mala cara pero yo voy siguiendo el ritmo con el pie mecánicamente. Unas cuantas Estrella de Galicia más tarde aquello suena hasta bien; los Donatore di Groove seguro que darán un buen concierto esa noche.
Los tres días siguientes Vigo sólo será mi dormitorio. Tendría que haber podido aprovechar el final de la tarde, la luz bien bonita de la puesta de sol, las primeras horas de la noche, pero llego siempre rendido, deshidratado y sin ganas de más. Hasta el fin de semana casi no volveremos a hablarnos Vigo y yo. Tranquilos, en esos días se concentra el interés gastronómico de este viaje y hablaré de ellos.
Para el sábado ya estoy preparado. Voy a pagar una buena primada de aparcamiento pero bajo directo y me lanzo a la caza de un café decente y de prensa que no sea local-regional, que es bastante cutre.
Rúa do Príncipe. Entro en el MARCO (Museo de Arte Contemporáneo) casi por refrescarme. Este ya lo conocía y siempre pensé que había más continente que contenido, depende de la exposición temporal de turno. Esta vez no está mal, hay cosas interesantes, pero tiene trampa: son fondos del CGAC (Santiago de Compostela) así que ese tanto no te lo apuntas, Vigo, que te sigo vigilando de cerca.
La idea era comer casi a base de los pinchos que tendrían que acompañar a las abundantes cervezas que iba a necesitar, pero la zona más céntrica es también más rácana. Ni en el Café Princesa ni en los entrañables y viejos Verín y Salceda voy a saciarme. (Moito enxebre, amigo, y eso tiene otras normas.) El Princesa presenta un muestrario de batallas por el casco antiguo, contra diversas maneras de maltratarlo, que hay muchas. El Verín es un bar anclado en el tiempo y en la calle Placer –no me digáis que no suena bien- justo al lado de un restaurante vegetariano (el Gálgala), donde me pusieron Mahou por mi acento que no pasó la prueba de autenticidad. Y el Salceda cae en el Berbés y si no te fijas ni lo encuentras. Auténtico, recogido, oscuro. La tortilla estaba buena. Lástima que estuviese casi vacío, malo para ellos.
Visto que
Resuelto el trámite de la comida por un precio razonable me aferro a otro café digno (el conjunto de café y prensa, que para mí forman tándem) en el Don Gregorio.
Y vuelta a la pelea con el tráfico para ir al Museo Quiñones de León. Siempre merecerá la pena la visita por los jardines y por el propio edificio además de su contenido interesante. Claro que poco van a ayudar salas cerradas, restricciones, una boda que parasitaba por allí, poca información, y calor y humedad excesivos que no pueden ser buenas condiciones de conservación de la obra depositada y expuesta. Sustituir al personal de apoyo y guía por personal de vigilancia y seguridad, traspasar al visitante, al usuario, el trabajo de depositar cualquier objeto en una consigna automatizada y el de orientarse por las salas seguro que es buena forma de ahorrar dinero pero es mala manera de hacer cercano y accesible el patrimonio expuesto. Y como además se hace todo ello con mi dinero, con el de todos, con dinero público, pues no me da la gana de callarme y dejo aquí mi queja. Eso sí, el personal, en sus funciones, de acuerdo a las instrucciones recibidas, es atento, es cortés. La culpa de todo esto no es suya, desde luego.
El domingo lo empiezo más o menos igual aunque Vigo no madruga ese día. Todo cerrado, vacío, calles desiertas. Allí sólo están activos un montón de chavales que hacen cabriolas con sus bicicletas como parte del festival O Marisquiño y un enjambre de putas que te salen al paso en Abeleira Menéndez, entre cascarones de ciudad destartalada. Sin complejos, que aquí cada cual está a su negocio y a su riesgo. Es lo que hay.
Me sigue cansando esa prensa tan local, tan cateta. Me sigue resultando chocante ver que se hacen planes para humanizar las calles, cuántos juegos de palabras se me ocurren. Pero bueno, me sumerjo otra vez en ese Vigo popular, sudoroso, ajeno a las fotos y las visitas. Hay mucho de pueblo grande aquí, hay reductos que no saben contar tantos cientos de miles de habitantes. También hay sitios muy pijos, claro (¿
La tarde será para el Museo do Mar, tan mal señalizado como todo por aquí. Pero dentro la cosa cambia. Buen espacio expositivo, muestras temporales, vistas bien escogidas desde el interior. Es un museo didáctico, explicativo, no de muestra; es decir, tiene muchos paneles con datos pero pocas piezas. Sin embargo es completo y claro. Otra vez un personal especialmente amable. Si acaso, señalar un pequeño error en mi entender: preeminencia del texto en gallego. A mí no me supone un problema pero los museos tienen que pensarse también para el visitante foráneo y no es fácil que manejen esa lengua los usuarios de zonas lejanas de España o del extranjero. En todo caso está muy bien. Y me sorprende su estupenda integración en el entorno, ese carácter abierto que podría suponer problemas de custodia pero que parece haberse resuelto como buena convivencia.
Poco más queda por contar. Antes de irme el lunes, eso sí, visité Peccataminuta Delicatessen, una tienda bien surtida y amablemente atendida en la calle Rosalía de Castro. La había visto la primera tarde y la dejé pendiente para comprar algo al marchar. Me busqué compañía para el viaje de vuelta: Attis 2009, Nana 2007 y A Torna dos Pasas Escolma 2007. Ya os diré más cuando los beba. Aparte, una conversación agradable con las dos chicas que estaban al cargo y algunas risas a cuenta del Gran Cerdo (para dudas, pregúntenle a Gonzalo Gonzalo). Para los que tenemos estos gustos es una visita interesante.
En fin, Vigo, no hay manera contigo. Discutimos y discutimos pero… De una gran capital andaluza dijo un natural que lo peor eran sus habitantes. Vigo es su antítesis: lo peor es la ciudad; sus gentes, en general, son estupendas. No sé, será la vecindad pero con los gallegos acabo conectando sí o sí, incluso a mi pesar. Así que están locos estos vigueses, mira que vivir ahí, pero me caen bien, qué coño. Volveré. Y vosotros no protestéis, que en los próximos capítulos ya hablo de comida, ya. Qué prisas.
Graciñas. Chao.
muy buenos recuerdos tengo yo de vigo, en esa ciudad empece mi "vida laboral", un añito alli que dio para mucho, no volvi desde entonces pero la recuerdo perfectamente.
ResponderEliminarveo que las cuestas siguen jeje.
el año anterior al que yo estuve llovio absolutamente todos los dias del invierno, ni uno se libro, la mujer de un compañero de trabajo era psiquiatra en el xeral (hospital de vigo) y decia que ese año se habian multiplicado los suicidios por un monton.
curioso microclima el de vigo, el mas curioso que conozco.
me encanta el post jorge, pero dale caña a las comidas jjajaja :-D
es coña
Sevilla.
ResponderEliminarPd.: Uff, tas desatao.
Sólo tenías que haber cruzado la Ría...
ResponderEliminaranonimo
ResponderEliminara quien respondes?
Ante una crónica como esta solo me queda decirte, te falta una crónica nocturna Jorge, cuando uno va a Vigo y tiene alguna relación con el rock (y tu la tienes) no puede dejar pasar la oportunidad de visitar La Iguana el la calle churruca (sino recuerdo mal).
ResponderEliminarVigo parece san Franscisco, es la leche...
En cuanto a vinos creo que te gustrá el Attis mas que el Nana (su hermano con barrica) y en cuanto al Lagar do Merens, hace tiempo que lo tengo apuntado...
Por lo general a mi Vigo me disgusta mas que me agrada; pero hay dos motivos por los que de vez en cuando me dejo caer por allí (con el desembolso de casi 30 € en peajes y 1,5 horas de trayecto):
ResponderEliminarUna la ha mencionado Sibariastur, o sea, el rock&roll; muy bien La Iguana y alguno más, a lo que habría que sumar grandes templos jazzeros como el Manteca (y un importante festival anual).
A la otra si has ido y veo que no le has pillado el punto. Hablo de Maruja Limón y advierto que si hablas de la misma crítica en la que estoy pensando, te diré que nunca he leido tal despropósito de un autor, que por el resto admiro.
Y creo que en lo tocante a Maruja Limón hablo con conocimiento de causa. Recomiendo que si cambias de opinión y te dejas caer por allí; apuestes fuerte por el menú degustación.
He probado restaurantes de corte similar en Vigo y pese a no estar mal; siempre los he visto muy por debajo...
Por cierto, si has hecho todos esos recorridos a pie, envidio tu salud, por que te habrá hecho falta un buen equipo de escalada. :) .
Saludos.
Estupendo post Jorge, además de la ciudad en la que pasé varios de los años más interesantes de mi vida. Por cierto Lolo, no sabía que hubieras estado en Vigo un año.
ResponderEliminarLa última vez que estuve hará 4 años había cambiado muchísimo con respecto a los años 80 época en la que reconozcámoslo, Vigo era un horror. Lo que sí que me pareció que cambió a peor fue el ambiente. En los 80' en la zona de la Piedra daba gusto salir de vinos por la tarde y había mogollón de bares y ahora, por lo menos hace 4 años, esa zona está bastante degradada, tomada por los emigrantes, con muy pocos bares y sin rastro del buen ambiente.
Un restaurante que no sé si seguirá, hace 4 años sí, pero que merecía la pena ir es Las Bridas en la calle Ecuador. Era como entar en la máquina del tiempo por decoración, servicio y comida. Y se comía bien.
Por cierto, el clima de Vigo es el que más me gusta de los que conozco. Algo más de calor en verano que en Oviedo y bastante menos frío en invierno. Los meses de Octubre estaba en manga corta hasta final de mes y por lo menos los 5 años en los que yo estuve llovía algo menos que aquí.
ResponderEliminarsi fio, por alli anduvimos, la cosa era no sentar el culo jeje.
ResponderEliminaryo vivia en cangas, al otro lado d la ria.
recuerdo el mercado, una pasada,con unos precios muy buenos y unos berberechos gigante que no los volvi a comer en mi vida :-(
siempre q venia a casa traia en una nevera unas bolsas y mi padre flipaba, eran como almejas buenas de tamaño, llenos llenos, buahhhhhhhhhhhh para llorar
yo el año que estuve hizo un tiempo perfecto, como el nuestro pero mas suavizado, me gusta mucho ese microclima (q es propio de vigo)
ResponderEliminarAntonio, ya va, ya va, calma. Mira que yes fartón, ¿eh? ;-)
ResponderEliminarToni, ya ves: el clima os va mejor a otros que a mí. Cuando digo que Vigo y yo siempre reñimos es por algo.
Compangu, ¿das Sevilla como respuesta a la capital andaluza cuyos habitantes...? ¡Respuesta correcta!
Anónimo (de la ría) no pillo por dónde va el comentario, lo siento.
Sobre lo de la noche en Vigo, de acuerdo, pero acababa los días literalmente deshidratado y agotado. La coincidencia con fiestas tampoco es el mejor momento para mi gusto. Como lo demás: me gustaría otra ocasión para ese contacto pero no pude elegir.
Daninland, no me refería a esa crítica antigua del blog que -creo- ambos tenemos en mente; era una referencia privada. Ya ves más o menos cómo fue mi experiencia: no me emocionó pero lo considero lo bastante bueno para repetir. Otra cosa será cuándo vuelva a Vigo y con qué planes gastronómicos, que como se irá viendo en próximos post apuntan más a los alrededores.
Ah, y fue así: salvo las idas a los museos "periféricos" todo fue a pie, dándole duro a las rampas viguesas.
Me recomendáis el Bocamar? Siempre oígo cosas buenas pero nunca me he pasado y eso que no puede estar más centrico.
ResponderEliminarMalvado, si arriba a la izquierda buscas Bocamar, te sale el post que hizo el jefe.
ResponderEliminarme ha gustado el post,casi un relato para publicar... Si parece que me he pasado la tarde sufriendo esos calores a tu lado!!!
ResponderEliminarEsperaremos tu crónica culinaria.
Decir que a mi Vigo... muchas cuestas para mi body.
Así que... Vigo ¿eh?
ResponderEliminarLas obras dentro de una ciudad son siempre un estorbo, sobre todo cuando hace calor, porque las máquinas y el polvo que desprenden intensifican más su efecto. De ahí tu sed de cerveza, imagino. Y comparto.
Dado que la cerveza no sabe igual en todos los sitios, dime, ¿Cuál te provocó más en Vigo?
En cuanto a tus visitas museísticas, ya me contarás por mail qué tal.
Me alegro que sigais ahí.
Tienen en Hirpercor un vino de Cangas que yo sepa es el primero etiquetado en asturiano. Es el Llumés 2008 de bodegas Obanca hecho con cepas centenarias de verdejo tinto y criado 9 meses en barrica. Cuesta 4,15€ solo, en botella borgoñona y tiene una presentación de calidad y muy cuidada la etiqueta.
ResponderEliminarHabrá que darle una oprtunidad.
Gracias Toni, que lenta he estado :)
ResponderEliminarYo he veraneado muchos años, desde mi más tierna infancia, en Baiona, y Vigo siempre ha sido excursión obligatoria. He asistido también a la transformación de la Pedra y demás.
ResponderEliminar¿El tráfico? Uno de mis recuerdos más simpáticos es el de mi padre metiendo el R18 por el carril bus con toda la gente pitando a nuestro alrededor.
¿Las cuestas? La última vez, el año pasado, fui con una silla de gemelos y dos mellizos de dos años. :(
¿El comer y el beber? Nosotros tuvimos la suerte de conocer a un chaval, prometido de la hija del dueño de un restaurante muy famoso de Vigo, que estudiaba hostelería, y practicaba en un pequeño bar de Baiona. Practicaba con nosotros. Cada día, en la sobremesa, sentado con el café, nos preguntaba "¿Mañana que os preparo? ¿Bajo por un rodaballo? ¿Miro a ver si entra alguna langosta de la zona?". :-)~
Luego, Baiona se convirtió en lo que es ahora... :(
En fin, ciudad terrible, pero grandes gentes. :)
Por cierto, ¿sabéis que le han dado la Gran Cruz a un conocido vuestro?
¡Coño!. ¿Qué méritos especiales tiene el señor Parker para que le den esa condecoración?.
ResponderEliminarBien, bien, me va gustando más este post. Al menos os hago salir de vuestras guaridas estivales ;-) (Va por Aldente y Limonta)
ResponderEliminarLas cervezas... Todas tuvieron su punto. Me quedo con el ambiente "casero" de Casa Gazpara y con la terraza desde la que me tragué los ensayos del concierto de esa noche. Y penalizo especialmente que me pusieran Mahou como a un turista en el Verín, que además es un sitio también muy "auténtico". La Mahou es para otras latitudes, ya sabes. La próxima vez ofreceré resistencia o amenazaré con hablar en pixuetu.
Y esto me da pie para enlazar con el comentario de Toni sobre el Llumés. Habrá que darle un tiento, tienes razón. Lo de darme pie lo digo porque ese etiquetado tuvo problemas idiomáticos con nuestra Administración regional. Semos asín, oiga.
Keyeoh, tío, eso no vale, es jugar con ventaja. ¡Así pierdo el título fijo! Contra un suplemento de niños no puedo competir :-)) Tendré que intentarlo la próxima vez con un carrito de la compra cargado con botellas de vino y de Estrella de Galicia. Aparte, cochina envidia por lo que cuentas de ser objeto de esas prácticas. Un lujo.
Y ahora un toque de atención a mi compañero corresponsal.
ResponderEliminarToni, estás bajando la guardia demasiado. Primero, un corresponsal de Los Diletantes está obligado por contrato a conocer cada detalle de la vida y milagros de San Robert Parker, qué menos. Hasta yo sabía lo de la cruz, yo, que casi no sé quién es Parker ;-) De hecho siempre lo confundo con ese trastorno neurodegenerativo crónico de nombre parecido. Será por los tembleques que me producen las subidas de precios asociadas a sus puntuaciones.
Y segundo, ayer estuviste en el punto de mira de un comando de asalto vinatero muy peligroso, formado por un tocayo mío y el que suscribe. Tuvimos el detalle de no llamarte porque la operación en curso era de alto riesgo para el hígado, así que era mejor que siguieses tu paseo tranquilo. De trasegar vinazo perrero ya nos encargamos nosotros. Ya hablaremos de ello en su momento, ya. Pero que sepas que te pusiste en peligro.
En todo caso es duro el oficio del Tabernólogo. Ya que lo digo tengo dudas. ¿Qué palabro os gusta más para añadir a nuestras perversiones, Tabernólogo o Analista de Chigres?
¡Joer! Sois unos cabronazos los Jorges. Para una semana que no trabajo de tarde...
ResponderEliminarJorge, ni tabernólogo ni analista de chigres, pasivos, gilipollas o gente con paciencia, jejejejejejeje
ResponderEliminarYa te digo, paciencia a chorro la que vamos a necesitar ;-)
ResponderEliminarVigo es una cuesta de Enero que dura todo el año. Soy de aquí y por culpa de las cuestas, me cuesta mantener el sobrepeso. Llevas razón al afirmar que la cocina de la hostelería de la zona esta mas apegada a la tradición, y bien esta que vayan apareciendo los primeros restaurantes que, como en el caso de Maruja Limon, añaden innovación a la tradición. En todo caso, estamos ante una de las mas naturales y ricas cocí as del Pais. Un saludo.
ResponderEliminarSaludos, Buena Pitanza. Gracias por tu comentario. Es bueno que quien conoce la ciudad ratifique mis impresiones, que si no parece que estoy exagerando.
ResponderEliminarPortugal es un tesoro de variedades autóctonas de uva. Ayer tomé un vino hecho con una de ellas, Castelao de Bairrada junto con Cabernet Sauvigon. Fue un Contra a Corrente 2004 un tinto de la denominación Bairrada que mostró una elegancia y originialidad sorprendente para costar solo 6,45€.
ResponderEliminarESta semana anduve por el Melibea. la verdad es que comimos bien: un buen calamar plancha, de tamaño considerable, una buena ventresca de bonito y un entrecotte "Trasacar" correctamente plancheado . De beber un "la Servoisine" de Joblot y un Clos du Roie de Gigognan, a unos precios extraordinarios (35 y 39 respectivamente). Con un postre (requesón), agua, pan,... no llegamos a los 100 euros tres personas. La mala noticia es que los vinos eran los que quedaban de la devolución que iban a hacer, ya que iban a cambiar la carta del modelo anterior a otro mucho más estandarizado y, supongo, comercial y rentable.
ResponderEliminarPor otra parte, la conflictividad accionarial de los propietarios de La Maleta ha provocado que Germán deje de estar al frente de ella. Ha estado cerrada unos días, para reabrir, con una nueva gerencia que supondrá , supongo, algunos cambios.
ResponderEliminarjoer, que mala noticia lo de la maleta, con lo que a mi me gusta
ResponderEliminarespero que no cambie la cocina y la carta de vinos ...
si alguien tiene noticias o va que nos cuente por favor
a mi me dieron en el celler un clos de la servoisine que me gusto muchisimo, a fecha de hoy es el tinto que mas me gusto, increible, una autentica pasada.
que pena lo del melibea
Es una pena lo del Melibea pero estaba cantado. Somos 4 los "enochalados" que pedimos esos vinos "raros" y seguro que el modelo no les era nada rentable. Si ya no es nada habitual que la gente pida un tinto español que no sea Rioja ó Ribera del Duero ó un blanco que no sea de Rías Baixas ó Rueda, como para pedir encima vinos extranjeros.
ResponderEliminarpues entonces tendremos que salir mas los "enochalados" porque tenemos que tener algun sitio y nos cierran todos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarasi que ale, a dejar de ahorrar y a gastar la pasta en el chigre de vinos foriatos ;-)
por cierto, mañana me voy a dar un homenaje de los de llorar, de los de una vez al año
esta noche dormire nervioso y despertare, como en reyes :-)
Me parece que los vinos foriatos solo vamos a poder tomarlos en casa, y tovía dar las gracias de que tengamos a Coalla y a La Tienda de Vino para conseguirlos.
ResponderEliminarLolo, espero que cuentes ese homenaje por tu blog
Joer, Lolo. ¿Homenaje de los de una vez al año?. Me parece que este año ya llevas algunos. ;-)
ResponderEliminarPues una pena lo de La Maleta. Hay muchas, muchas ciudades en España que no tienen un lugar así.
ResponderEliminarEspero que lo de la maleta se resuelva bien y que sigan adelante.
ResponderEliminarCon respecto al Melibea, creo que no solo hay que poner buenos vinos en la carta sino que hay que hacer algo por moverlos.
A mi me fastidia mas el cambio de carta por copas que la eliminación de ciertos vinos en botella (que tambien), no tengo muy claro que la cotidaniedad de esta les haga ir mejor, ser uno mas no creo que sea la solución pero veremos....
Ya lo comenté antes. Si en el Melibea el 95% de la gente, siendo optimista, les pide un Rioja, un Ribera ó un albariño, ¿para qué van a tener los vinos que tenían en la carta de vinos por copas?.
ResponderEliminarLas últimas veces que estuve los vinos por copas que pedí resultó que abrían la botella, osea, que yo era el primero que pedía ese vino porque no los pide ni Dios.
Desde el punto de vista del hostelero entiendo que cambien las cartas a algo más comercial y con más salida para la mayor parte de clientes. Por lo que a mi respecta viendo la oferta de la mayoría de los sitios y sumado a que estoy hasta los mismísimos de tragar humo, cada vez salgo menos y me tomo el vino tranquílamente en casa en plan europeo.
Os releo de nuevo con gran placer. Esta vida de exiliado es lo que tiene: tantas cosas que hacer y tan poco tiempo.
ResponderEliminarMi experiencia gallega la recuerdo con gran placer y cierta nostalgia (joer:sólo estaba a dos horas de casa) y ahora estoy en el otro extremo en todos los sentidos, gastronómicamente hablando.
Al principio me costó encontrar sitios, ambientes. Una zona tan orientada al turismo masivo no alienta los sitios interesantes y estando en soledad, salir a comer, ni apetece.
Un par de sitios recomendables por si venís por La Manga, Cartagena.
El Museo Nacional de Arqueología Submarina tiene una cafetería/restaurante con unas vistas al Puerto de Cartagena que incitan a quedarse. La comida es en plan tapa de diseño y la verdad es que nos gustó. Precios normales.
El Patio (Los Alcazares) es donde me escapo a comer carne a la piedra.De los mejores en rcp y siempre lleno llenísimo. Fallan los postres que son prefabricados.
El Chato en Los Alcázares también. Es el que más nos gusta. Tiene una buena carta de vinos con referencias de la zona y la comida, tiene toques de todos los sitios. El sitio es agradable y es fácil aparcar.
Casa Ramón. Es el mítico de la zona junto al Roblemar. Tienen todos los pescados y mariscos que os podais imaginar (de la zona y que no conozco la mitad). Suele estar lleno y los postres muy buenos.
Collados de Roda. Imaginaros un restaurante en medio de un campo de golf PGA donde en la puerta hay Porsche, Audi, Bmw,etc. Donde te encuentras con "triunfitas" y toreros...Tienen un menú degustación por 45€ que está a años luz de cualquiera de los que se toman en Asturias pero no está mal. La última vez que vino Chocolatea por allí anduvimos.
Estoy pendiente de ir a uno que se llama El Rincón de Joaquín que creo que está muy bien. Queda relativamente cerca de casa y mis compañeros fueron el jueves y les gustó. No hay carta y el menú es "degustación total". Lo que diga el dueño. Precio, 40 euros pidas los que pidas y tomes lo que tomes. No sé los vinos.
Vinos. He descubierto el Juan Gil (en todas sus variantes) y me gusta.
Ya veis qué crónica de 15 meses de exilio....Tengo que pulir mi estilo y volver a escribir.
El sábado estaré de nuevo en casa por unos días y cargaré las pilas que 6 meses sin subir es mucho tiempo.
Intentaré ir a la degustación de quesos.
Nos vemos en los bares.
Esta vez El Corral no se escapa...
Ánimo, Candasu. Tomamos nota de las referencias por si acaso.
ResponderEliminarSería estupendo coincidir en la degustación de queso. Y vete tranquilo al Corral: ya te lo dejamos en forma.
De hecho, ese homenaje del que hablaba Lolo ha salido como era de esperar. Grandes platos en gran ambiente. Hemos tenido que pelearnos con el chipirón gigante de Arriondas -el primo menor del calamar gigante de la CEPESMA- y lo hemos vencido por poco. Si recuperamos las fuerzas hablaremos de ello.
Y aprovecho los escasos recursos vitales que me permite una digestión de boa para hablar de vino.
ResponderEliminarUno muy elogiado por nuestro compañero digital Sibaritastur, Clan 2006. Precioso color, limpio, nítido; nariz rica, de tostados nobles, cacao, fruta negra; cálido en boca, rotundo, con nota licorosa de las mejores, de las de la fruta en sazón bien evolucionada, no las de un vino deslavazado que apunta el alcohol sin integrar. Muy rico.
¡Pero que bien os lo pasais!, y yo mientras tanto levantando el país con el sudor de mi esfuerzo. :-(
ResponderEliminarCandasu, bienvenido por aquí y que casualidad hombre: el sábado te vienes a casa y yo me voy de vacaciones al Puerto de Mazarrón. Tomo nota de tus recomendaciones.
ResponderEliminarBueno, aqui estamos.... ha llevado tiempo pero tengo la sensación de haber redirigido mi vida por un camino mas sensato y de mayor proyeccion... a ver si esta vez acierto.
ResponderEliminarMientras termino de reintegrarme al cibermundo gastroenologico (joder, que profesional ha quedado ) un matiz sobre lo del Melibea (antes three caracols)... los vinos, para tenerlos hay que querer trabajarlos. Solos no se vender, solos en España solo se venden Coto, Campoviejo, Alcorta, Paternina Bandas azul o roja y tres cosas similares mas el "vino de la casa" de cada chigre/taberna/cuchitril particular....
Y dicho esto, no creo que deshacerse de la aportación que a una carta hagan una docena de vinos foraneos sirva para nada mas que para "soltar lastre" y anunciar un cierre proximo.... medidas desesperadas...
Y que estoy contento de volver... y de veros a todos, panda de fartones ;-)))
Qué buenos reencuentros, Candasu y Pepe Luí!. ESto le anima a uno , que anda también muriendo en trabajos solo útiles que le obligan a ir dejando de lado lo importante.
ResponderEliminarY mira que pasé hoy por Arriondas camino de Cangas y me comentaba que Lolo estaría por allí. Envidia me dais.
En cuanto a lo del Melibea, creo que vence , una vez más ,el realismo.
¡Qué bueno que volviste Jose Luís! ;-)
ResponderEliminaraun ahora saco unas minimas fuerzas para escribir 4 lineas.
ResponderEliminarcosto hacer la digestion, costo, pero al final pudimos.
cuando sono hoy el despertador crei que era una broma pesada...
en fin, gran no, grandisima comida ayer, no iba yo desencaminado con lo de una asi al año, quizas cada mas tiempo.... buffffff
el chipiron, la navaja, los berberechos, todo parecia salido de una peli de terror, esas dimensiones no son normales.
una merluza de 8 kilos, un salmonete de roca de kilo y medio.
todavia nuestros mares guardan tesoros, a ver cuanto tardamos en acabar con los pocos que hay...
por cierto, el vino ese gabacho no estaba nada mal, golia como un munster pero taba bueno, coño
Je, je, el paladar es débil, Lolo. Aparte de la merluza que nos enseñaron y del salmonete del que nos hablaron, allí estuvieron aquella navaja y aquel chipirón que eran auténticos pívot NBA. ¡Qué piezas! ¿La digestión? Yo todavía me tambaleo como un tentetieso sobre mi barriga.
ResponderEliminarY esa "nota de cata"... voy date yo a ti munster. No, si con el "ta bueno" le acabarás sacando notas de Sidra Pachu ;-)
Mozos, he subido al blog ayer
ResponderEliminarHistoria de una parrillada cualquiera, que quería dedicarla a todos los que este verano estuvimos a punto de hacer una memorable como el año pasado y al final no fue posible, jajajajaja.
Oye, esas fotos -que están muy bien- no se parecen a "nuestra" parrilla legendaria. Por orden: en primer lugar, en la nuestra no hubo más elemento vegetal que la hierba del prau y conseguimos pasar sin comerla; lo segundo, no hubo tal cerveza gourmet (exquisiteces, las justas); nuestro pescado se metió ya a calzador y quedó malamente; la carne, a pesar de los meritorios esfuerzos de los maestros parrilleros, no estaba tan "de foto"; la sidra, ah, la marca de la sidra. Aquí hago un alto. Soy devoto de la (buena) Sidra Fran y consumidor de una cuota significativa de la misma pero todos tenemos claro como el agua que la sidra de la parrilla fue la inefable Sidra Pachu (que ta buena, ho). Por último, aparte de mi cuchillo de sierra doméstico que se enfrentó a la hogaza de pan sin achicarse, entre las dudas de mujeres de poca fe, la navaja oficial de la parrilla fue la auxiliar del sacacorchos múltiple de La Vitualla.
ResponderEliminarEs que publicas las fotacas ahí toas guapas y a ver si la gente que no estuvo se confunde. Así no se hacen una idea de lo que fue aquella Parrilla de Leyenda. ;-))
Jorge, quería decir que estas son unas fotos de una parrilla cualquiera,pero que podían haber sido las de "nuestra parrilla frustada de este verano"...., lástima.
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