jueves, enero 01, 2009
Un camino antiguo y oscuro (I), por Jorge Díez
Uno es un tipo corriente, de barrio, de una pequeña ciudad de provincias. Sí, pasé por la Universidad pero cuando era muy abierta. Antes había servido para diferenciar élites y puede que vuelva a hacerlo, pero no en mi época. Ahora tengo un trabajo vulgar mal pagado y vivo en un piso de alquiler compartido. Algo no cuadra con ciertas tendencias sibaritas, piensa gente cercana a mí; así que es buen momento para repasar alguno de los recorridos que me han traído hasta aquí y que desmitifiquen al gourmet, que en estas fechas me empalaga.
Respetados lectores, cuidado si tienen vértigo porque vamos a viajar dando saltos en el tiempo de más de veinte años: agárrense fuerte.
Recién habíamos dejado de ser adolescentes, aún estaba ahí el instituto y sus recuerdos y la cuadrilla se repartía entre los que seguíamos estudiando y los que buscaban ya una salida laboral pero todos igual de inmaduros, de indecisos, de esperanzados. Podía parecernos otra cosa aunque nuestro nexo era el ocio compartido, el pretexto para hablar más o menos, tratarnos más o menos y abrirnos más o menos; era pronto para otras ambiciones o simplemente no las poníamos en común. Cuánto hemos manoseado con los años la definición de amistad. En fin.
Tiempos de vorágine, cada vez el fin de semana era más largo y más intenso y la “semana” más invisible. Los años del lunes como día del espectador (ahora vuelve a serlo), del jueves de ciudad universitaria, cuando salían los que debían volver a casa de la familia el fin de semana (empezaba a serlo), del domingo vivo, de cierres relajados y precios bajos. Este último no ha sobrevivido.
Años sin exigencias, sin horarios. Fines de semana de cerveza corriente, de música alta, de mucho aguante físico y poca reflexión, aunque no nula. Empezábamos pronto porque cenar no era una prioridad. Y acabábamos cuando no había más remedio, vamos a omitir las causas. Había unos recorridos muy pautados sin necesidad de hablarlo, un orden para los locales, un horario, unos territorios. Curiosa periferia, de aquella la Mahou era rara por aquí y el dominio de la barra lo ejercían la Voll-Damm –que era una cerveza común, nada especial- y la Keller. Lo lamento, pero este post va a estar plagado de marcas, locales concretos, gustos musicales y otras referencias con entidad comercial.
- Jorge, ¿y esto qué es?, ¿dónde está aquí la gastronomía?
- No, no hay. Ya dije que era un camino turbio para desenmascarar al gourmet.
Comer se limitaba a los pinchos de soporte en medio o al final del recorrido y eran cualquier cosa menos refinados, como nosotros.
El punto de partida solía ser la calle Rosal, cómo no, donde convivían tribus y edades diversas antes de despegar cada cual hacia su zona protegida. Empecemos a definirnos: nosotros agrupábamos la manada en “El cuentu de la buena pipa”, que tenía entre otras virtudes estar en medio de la cuesta, ni muy arriba ni muy abajo, entre unos grupos y otros. En este checkpoint charlie particular sonaba un poco de todo y se bebía un poco de todo, justo lo que queríamos. La jerarquía del local se reflejaba en la zona que ocupabas: la barra, más para las chicas que lucían palmito y para los amigos veteranos de los camareros; las mesas del fondo para los habituales, con privilegio para la más apartada, la última de la izquierda (obviamente, por si las actividades no eran “del todo legales”) Las mesas de la entrada para los primerizos o los más desenfadados, aunque la primera de la derecha, por su tamaño, la ocupábamos a veces si la tribu tenía invitados.
Podía ser que algunos antes o después quisieran parar en “El Chiribí”, tan popular, tan para ver y ser visto, tan cuidada la decoración que fue capaz de resistirnos. Prodigio de bar longevo, todavía volví muchos años después en la pausa del café cuando trabajaba cerca. O en “La Maniega” si ya necesitabas avituallamiento o no podías perdonar la cena que no habías tomado en casa. Esos pinchos también lo mantuvieron durante muchos años en las listas de favoritos.
Pero nuestra hoja de ruta marcaba el “Casablanca”, justo al lado del Cuentu y tan ecléctico como este, aunque menos acogedor, más bullicioso. Si el día era para los más raritos, los menos sociables, o si había salido de avanzadilla y tenía tiempo hasta la cita fijada, yo tendía al “Garaje hermético” que hacía honor a su nombre y que recuerdo siempre entre ensoñaciones, bastante ensimismado, como era la intención.
Rosal se agotaba temprano y era el momento de mirar al casco antiguo, de diferenciarnos más. Quedan como apunte de pocas veces o de andanzas solitarias el “Más madera”, porque no me gustaba compartirlo, lo quería sólo para mí, y el “Dharma”, porque a ningún amigo le gustaba compartirlo conmigo (Pero tío, ¡si ahí ponen jazz! ¿Tú qué te metes?)
Los años que duró, el cuartel general lo teníamos en “El Llar”. Sí, jovenzuelos, donde luego estuvo el “Chanel”, que creéis que habéis inventado algo. Qué sitio tan especial, aunque llegaran a echarnos una vez por no entender las cualidades artísticas de los graffiti del más dotado de nosotros para el dibujo. Sigo diciendo que sus mesas y las paredes del baño ganaban gracias a él. En todo caso, allí llegaba la vanguardia de la música en español. Eran sobre todo tiempos de rock fuerte, del radical vasco y sus asimilados. Era lo más parecido al punk que podía digerir Oviedo en público.
Insisto en que esto es una pequeña ciudad, que aquí no bebíamos de las mejores fuentes. Todavía nos quedaba un poco grande Radio 3, la Radio 3 de la edad de oro, cuando tenía los que puede que hayan sido los mejores informativos de la radio española (de la pública, sin duda). Recuerdo que José Miguel López ya estaba allí. Alguien con unos gustos tan amplios como los míos, supongo que mejor ordenados y justificados, no podía dejar de llamar mi atención. Le debo bastante. Al venerable Trecet de aquella lo asocio más a la NBA que a la música. (Por cierto, tiempos en que había que escoger los pocos bares que ponían el partido de baloncesto de la liga española los domingos por la mañana. Un brindis también por ellos, que nos ayudaron a descubrir la sesión vermut) Y había que sacar jugo de Los 40 principales, qué remedio, aunque una radiofórmula en la que podías escuchar con normalidad a Black Sabbath, a Silvio Rodríguez o a Leño indistintamente entre lo más comercial aún tenía una dignidad que tampoco ha sobrevivido. Los rincones para refugiarse en ese dial tan antipático eran, si el día iba de duro, el de Alberto Toyos, y si de moderno, “El expreso de medianoche”, de Enrique Bueres, que aunque el chaval nos pareciera algo empalagoso nos trajo la movida y sus secuelas, hay que reconocerlo. Él y la sala “Vértigo”, que entonces trabajó mucho en solitario para montar conciertos y tratar de poner al día Oviedo (La Mode, Golpes Bajos, Polansky y el ardor, entre otras fiebres pasajeras) Que nadie olvide que hasta hacía muy poco San Mateo eran los bailes de la Herradura y punto. La lluvia, un Miguel Ríos que no actuó, muchos chavales hartos y la vista para aprovecharlo del alcalde Masip inventaron unas fiestas nuevas pero poco a poco.
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¡Qué bueno, Jorge! ¡Pero qué bueno!
ResponderEliminarA mí, entre que la época en la que el alimento líquido superaba con mucho al sólido me pilla un pelín (sólo un pelín, eh!) más cercana, y que sólo podía disfrutar de Oviedo en periodos vacacionales, algunos de los garitos me suenan sólo de oidas. Pero conozco a unos cuantos a los que con la lectura de tus palabras les va a crecer el pelo.
El CHIRIBI, mi segunda (o quizá primera) casa en Oviedo; los 40, cuando se podían escuchar; Ramón Trecet, Cerca de las Estrellas, Larry Bird... uf.
Buena manera la de empezar el año, recordando lo bueno que vamos dejando atras.
Y pensar que yo fui testigo mudo, y sobre todo CIEGO, de la gestación de este post...
Yo de Oviedo echo mucho en falta el salón rojo del marchica.
ResponderEliminarPues sí, muy bueno Jorge.
ResponderEliminarYo recuerdo bien Radio 3, recuerdo aquello de "Cuidado es viernes y eso puede ser peligroso".
Y también a Trecet y cómo se emocionaba cuando Astor ya esta muy enfermo y ponía su Libertango>.
Cada día estoy más seguro de que cuando uno escribe en un blog, escribe para sí mismo.
Carlos
Que bueno leer a gente que te hace ver con otros ojos, sentir con sus recuerdos y vivencias, amar sus gustos, y disfrutar de cosas con las que antes no reparabas. Me gusta que el blog este abierto a todo tipo de temas sin que por ello se tenga que abandonar nuestro buque insignia, la gastronomía. El post ha estado al nivel de las columnas semanales de los dominicales de los grandes de la estilográfica. Jorge, puede que tu trabajo sea "vulgar", que este mal pagado, que vivas de alquiler, parece que todo ello lo digas con aire de poca cosa, pero estate seguro que pocos escriben tan bien, pocos tienen ese don de escribir como hablan, de hacer que uno se quede con las ganas de leer más. Decirte además que el dinero no lo es todo, y aunque pueda parecer contradictorio, el tener morro fino y saber disfrutarlo es un don que otros que nadan en la abundancia no saben aprovecharlo, o no pueden disfrutar porque no tienen la sensibilidad que tu tienes.
ResponderEliminarJorge for president. Desde hoy soy el fan number one de tu club de la good life, y tomo nota y espero ansioso los nuevos episodios del decálogo de las buenas maneras.
Siempre tuyo,
kokotxa (antes Guaje)
Un saludo a todos desde mi retiro vasco.
Pedazo post Jorge, pedazo de post amigo mío ...
ResponderEliminarDe los que nombras en esta primera parte del post, mi preferido siempre fué el Cuentu De La Buena Pipa. Sin duda alguna del que mejor recuerdo tengo.
Despues estaría el Casablanca, y ya en tercer lugar, la imperecedera Maniega.
Creo que queda claro que en mis tiempos mozos y estudiantiles era un " Rosalero " total. Aún hoy día me pego alguna escapadita que otra por la mítica Calle Del Rosal para tomarme unos cortitos de cervezas y recordar viejos y lejanos tiempos.
Enhorabuena y un abrazo !
Aunque sea de la misma generación que Jorge, es más, del mismo reemplazo, yo apenas viví la explosión de la calle del Rosal porque justo cuando abrieron La Tortillería, La Maniega y demás yo empezaba mis años de "destierro" laboral, aunque algo de Chiribí y alguno más sí que me tocó en vacaciones, puentes, etc.
ResponderEliminarPero sí que paré en todo tipo de chiringos a mi vuelta durante unos cuantos años: Quo Vadis, Naima, Cuquiellu etc, para los carajillos. Tsaciana, Xiringüelu, El Topu Fartón, La Tintorería, El Duende, Diario Roma, La Santa Sebe, Ensayo... Variedad de ambientes. Bueno, casi mejor contaba en los que no paraba que eran pocos. ;-)
Ahora cuando alguna vez salgo de noche casi me parece que estoy en otra ciudad. Los años pasan y pesan.
No sé si será por esto pero mi interés por el buen comer y buen beber fue algo tardío: alrededor de los 35 ó algo antes. Más ó menos cuando dejé de salir de noche habitualmente. Nunca es tarde si la dicha es buena. :-)
Buenos días:
ResponderEliminarYo no estuve en casi ninguno de estos sitios que decís, o no me acuerdo. Iba de vez en cuando a Oviedo a ver a mis amigas. Alguno de los sitios sí me suenan de oír hablar a la gente.
Lo mío de comer es desde hace mucho. A penas me gustaba nada, pero me obligaban a probar todo y a no dejarme nada en el plato. Y poco a poco fui ampliando mis gustos y aceptando otros por obligación. Me alegro ahora de lo que hicieron mis padres, que no me consintieron nada en la mesa (ni en ningún sitio).
Siempre me ha gustado comer fuera. Pero lo que más, el aperitivo largo, largo; tapear con una caña, con una sidra, o con un vino, hasta la hora que sea. Y luego la cena formal y la última copa.
Muy bueno, Jorge.
madre mia que historia profundo-hisstorica, que tiempos aquellos del bueres y luis mayo aaaayyyy...
ResponderEliminarbueno y el chanel?, yo empezaba por el alkor hasta q me echaron, luego el movie, y luego el xalaban el q pintara, año 93, tampoco hace tanto no?, aunq el expreso fue antes de eso....
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Ya veis que Dile os cuida mucho y ha dividido esto en dos partes para no empachar. No digáis luego que está en horas bajas, que ahí sigue el instinto bloguero alerta.
ResponderEliminarCompangu, muy bueno lo de "testigo ciego"; bien cierto, pero seguro que también estabas de acuerdo con la idea, ¿no?
Es verdad, Carlos, que en los blogs escribimos mucho para nosotros mismos. Su faceta de diario lo facilita. Lo curioso es que haya más de media docena dispuestos a leernos. Y también es curioso que este sea el primero que escribo "de encargo" pero luego es uno el que se pone a la tecla y escribe mirándose.(Por cierto, estupendos objetivos gastronómicos para 2009 -del post anterior. Los comparto, con la ventaja de que el primero lo tengo fácil)
Tranquilo, Guaje, que no abandonaré la gastronomía. De hecho, tengo uno en cartera, para seguir sosteniendo el negocio. Lo que pasa es que este era más "para estas fechas" y se ha adelantado.
Tony, espera a la segunda parte. Seguro que hay más cosas que te suenan. Y lo sabes ;-)
Y a Toni esperaba yo para apuntalar esto, que algo tenía que guardarse por ahí. Quo Vadis, Cuquiellu y, en menor medida, Duende también eran paradas habituales. Si quedan muchos en el tintero. Lo mismo que a tu tocayu: espera a la segunda parte, que hay más.
Limonta, lo que más me pesaba de este post era dejar fuera de juego a quien no conociese Oviedo de aquella pero era inevitable. Y es tentadora la idea de dedicar uno a las rutas de aperitivo, lo que pasa es que ahí empiezan a entrar algunos conocidos y no sé si será abrir la caja de los truenos... A mí también me encantan esas sesiones previas que se alargan y a veces sustituyen la comida (vermut-río, en expresión de una amiga que me parece muy apropiada)
Sibaritastur, el apunte del Alkor es para nota. Aunque más joven se ve ahí que tienes la casta del noctámbulo antiguo. Muy bueno.
Jorge, y los que se me olvidan. Ahora me acuerdo de El Mono Desnudo, Plash, Montañés, Berlín...
ResponderEliminarpoco tengo que decir, de oviedo solo recuerdo las salesas que me traian mis guelos algun sabado y flipaba con las escaleras mecanicas jeje.
ResponderEliminardigamos que manejo mas aviles y algo de gijon, asi que a aprender leyendo :-)
jorge, aunque no conozca ni un garito me muerdo las uñas esperando la segunda parte.
un saludo
Jorge: aunque no conozca estos lugares, me hace la misma ilusión que si los conociera. Se habla de una ciudad preciosa donde casi todos los que escribís aquí vivís o conoceís bien. Y este blog es muy asturianín, así que es normal que se hable de Oviedo, tanto de su presente como de su pasado.
ResponderEliminarSeguid, seguid, que os leo con atención.
Yo a Ramón Trecet en Radio 3 solo lo pillé en su programa New Age. POr más que lo intenté nunca escuché uno entero. De aquella era más impaciente y prefería a Julio Ruiz y su Disco Grande. NO me lo perdía. Allí estaba yo con mi casete de doble pletina, a ver qué canciones pescaba.
ResponderEliminarDonde sí me hizo disfrutar Trecet fue con los partidos NBA de Cerca de las Estrellas, donde pude ver los últimos Sky Hook de Abdul-Jabbar, mi ídolo de aquella, o las asistencias a una mano mirando al tendido de Magic Jhonson. Me acuerdo de las finales con los Celtics (Dennis Jhonson, Danny Ainge, Bird, Machale y Parish), , las finales contra los Pistons Isaiah Thomas, Joe Dumas, el rambito Lambeer, Vinnie "microonas" Jhonson", uno de los mejores sexto hombre de la historia...) "microondas" Jhonson), el primer Jordan. "Ding -dong" para los triples. Catacrock para los mates.
A Alkor íbamos a pillar calimocho y cachis de cerveza baratos antes de subir a tomar alguno de los cachis pijos del Tertulias, que era por donde caían las niñas que nos gustaban entonces.
ResponderEliminarjorge diez, para noctambulo antiguo el primer cechinni, q recuerdos, jajaja, mis primeras jarras de calimotxo, jejeje
ResponderEliminardile, si creciste con juklio ruiz miratelo bien q seguro q te lobotomizo con grupos de pop infumables, otros no, jejejeje
ResponderEliminarAdvertido por uno de los diletantes de que al no ser ni aconsejable compañero de mesa, ni siquiera interlocutor interesante por vivir en el Monte Vindio...
ResponderEliminarJa, ja, ja...
Pues he de reconvenir al "campeador diletante", fundador de este maravilloso contubernio cibernético para que sea cuidadoso con el rigor. En los adjetivos y en la poesía todo ha de ser permitido, ¡pardiez!, pero nunca jamás cuando son pronunciados nombres en vano. Aquel arrollador pinchadiscos -hoy DJ- no se llama Julio, sino Julián Ruiz. Era y es nieto de un memorable escritor del "Café Gijón" -no al que va "el guaje" a zamparse su pincho mañanero de tortilla, no- del paseo matritense que es algo así como la cueva de Alí Baba y los 40 ladrones. Su nombre es César...Mi memoria me falla ya y no recuerdo en estos momentos los apellidos de aquel impresionante escribidor sobre una mesa de mármol que tituló su entrevista con una tal Lola Flores, como "Lerele"...
Je, je, je...
A Jorge Díez le reprocho no hablar en la calle Mon de aquel entrañable lugar donde ni se podia fumar porque el humo le afectaba al dueño, ni se permitía la entrada a señoritas, señoras y viudas.
Je, je, je...
Limonta no quisiera que se sintiera usted marginada y debido a ello le recuerdo tiempos vividos por mi para que su casa pueda ser como el salón blanco, con luz tamizada, papel satinado y grabados clásicos del “Lhardy”. Allí se celebraban los consejos de ministros. Y para que pueda poner también en su salón un gran espejo de fondo con marco de talla dorada, imitación de aquel retrovisor del “Lhardy” que tan bien definiera Azorín, como silencioso reflejo de lo que entonces era realmente nuestro país, nuestro paisaje y nuestro paisanaje.
ResponderEliminarY, ¿qué cosas!, el "Lhardy" lo fundaron emigrantes matritentes de Cangas del Narcea.
Je, je, je...
...No se pierda el caldín en el somobar del "Lhardy", por facor, en estos tiempos de fríos. Y luego camine unos metros por la carrera de San Jerónimo para degustar los turrones de "Casa Mira"...Nunca jamás volverá usted a saborear mejores delicias...
Je, je, je...
Sibarita, a Julio/Julián Ruiz (acabo de mirar la página de Radio 3 y pone Julio) no le podrán reprochar lo de la falta de oportunidades. Allí cabía todo. Pero a un montón de cintas que me hice con su programa les tenía un amor del que solo se podía tener en aquella época. Y no hemos hablado de Ordovás y su Diario Pop. Con los Ruta 66, fueron para el descubrimiento de que el mundo alternativo tenía más verdad y era mucho más divertido que el estándar.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsto del tiempo es la hostia. Pensaba ir este puente para Andalucía pero lo dan tan malo que he cambiado de sitio a última hora. Esto ya se va convirtiendo en habitual el último año.
ResponderEliminarFinalmente marcho para Oporto. Así que a partir del miércoles que viene, sí las experiencias lo merecen, esperen los lectores algún post sobre lo disfrutado.
dile, lo alternativo tenia mas verdad?, creo que no lo conoces por dentro, no?, sino quizá no dirias eso.....
ResponderEliminar¡¡¡¡¡¡¡PRIMICIA PRIMICIA!!!!!!!
ResponderEliminarEl gran bloguero y más mejor perzona ANTONIO LOPEZ ha creado un blog de esto del comer, sobre todo de recetas, creo.
Yo he intentado meterme desde el móvil pero no lo consigo, os dejo aquí el nombre:
labarrigadelolo.blogspot.com
Larga vida a los blogs asturianos, menuda comuna golosa que estamos creando pajaros.
Un abrazo a todos, yo sigo de pinchitos, de comidas, y de cine diario, la de esta noche horrorosa.
Guaje
Sibarita, no conocí ese mundo desde dentro, pero tener más verdad que los 40 del Fernandisco qe te mordía en el menisco no es difícil.
ResponderEliminarJoer, qué bueno lo de Lolo.
Enrique Bueres ha sido el mejor periodista musical de la radio asturiana. Todavia estoy esperando que aparezca alguien con la misma intuición y gusto que demostró al frente del Expreso. Eso si quue era elegancia y conocimiento.
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