lunes, septiembre 06, 2010

Crónicas gallegas, verano de 2010. Capítulo II. Historia del arte (gastronómico): renacimiento en Yayo Daporta y barroco en Pepe Vieira.Por Jorge Díez




Buenas noticias para lectores impacientes: empezamos a hablar de comida. Una ventaja que tiene Vigo es lo cerca que está de sitios interesantes, tanto en la propia Galicia como en Portugal. Y hay unos cuantos puntos destacados en el mapa de todo gastrópata. Primer objetivo: Yayo Daporta, en Cambados.

Para un recorrido así tiendo a esquivar grandes rutas y peajes y me lanzo a la N-550 pero es mala idea, al menos en esta época: demasiado tráfico, incómoda. Si sumamos un atasco impresionante en Pontevedra frustramos en parte la ida con calma.

Ya en Cambados, nueva pelea para aparcar (la fiesta del albariño tiene el pueblo revuelto) y por fin parada tranquila. Me gusta esta villa, tiene un paseo agradable –bastante sombra- y edificios interesantes. Es un pequeño laberinto también, pero uno en el que te pierdes sólo si quieres, donde algunas casas no sabes si tienen entrada o una vida dentro sin salida (Tengo por ahí una foto que con una pequeña distorsión parece un cuadro de Escher.) Hasta las callejas parece que juegan y se mueven, con ese empedrado irregular. Eh, que esto es antes de comer y de beber, así que sin bromas sobre mi estabilidad.

Yayo Daporta ofrece una carta peculiar con dos opciones: un menú degustación o componer a precio fijo cada uno el suyo con dos entrantes y un principal de una carta de mediana extensión. Yo me quedo con el primero. Para el vino no hay carta sino que pasas a la bodega de cristal y escoges allí mismo con una breve indicación del personal y con una botella testigo en la que figura algún dato sobre cada vino y su precio.

Me ha dado por hacer ese símil artístico del título sobre todo por la sensación que me dejó Pepe Vieira, del que hablaré luego, pero ya puestos a buscar imágenes la cocina de Yayo Daporta me sugiere eso: una relectura de elementos clásicos dispuestos con un nuevo código y un orden preciso, un “renacimiento” culinario.

Me sirven un aperitivo, Cóctel de albariño frío-caliente, combinación de granizado y espuma de vino de esa uva. Un poco alta la acidez pero fresco y agradable.

Luego, Coca de maíz y xoubas, sabrosa, con suficiente intensidad en las verduras de la base y en la sardinilla.

Mejillones en tempura con espuma de mejillón, todo montado sobre un crujiente de algas. Igual que con las xoubas, sabores potentes y conocidos en presentación muy ordenada, quizá falta de un plus de pasión, de arranque de carácter, pero platos sin tacha y que no pueden provocar rechazo en la memoria gastronómica tradicional.

Berberechos en espuma de cachelos, con emulsión de algas y ajada. Quizá aquí hay algún riesgo más en la combinación, se contrastan más sabores (por la ajada), pero seguimos esa misma línea clasicista, de ingrediente conocido y reconocible y de presentación puesta al día pero canónica.

Canelón de pulpo relleno de risotto de pulpo. El canelón lo formaba una lámina fina del pulpo y dentro iba el arroz. Sabroso aunque resultó un poco seco, más por escurrido que por el punto del arroz. Quizá la presentación en este caso perjudica al plato de origen.

Rabo de buey con pasta fresca, que ya sabemos que el “buey” lo es entre comillas pero incluso respetan la nomenclatura más tradicional para que nadie pierda referencias. También conseguido y también dentro de ese ritmo armónico, sin picos ni caídas.

Durante el concierto salado hizo de solista en todas las piezas un Zárate Balado 2006, un miembro desconocido para mí de una familia conocida y respetada. Al principio, el problema de temperatura que parecía perseguirme todo el viaje: caliente. Pronto funcionó la cubitera y cumplió a la perfección en coherencia con el carácter del menú: vino también “de la tradición” en una correcta y puesta al día ejecución. Tal para cual vino y platos, platos y vino.

De postre, Sopa de chocolate blanco con frutos rojos. Cremoso y en contraste con frutillos rojos y unas buenas fresas frescas. Un crujiente de sésamo remata como adorno. La presentación imita unas fresas con nata reinterpretadas y los sabores de nuevo son armonías bien experimentadas.

Y con el café unos detalles muy agradecidos: melón y piña (bolita y dado), una trufa y una orella frita. Un poco de todo lo que puede haber en un postre.

Por cierto, percibidas las conversaciones y situaciones de las mesas vecinas, que en el fondo llegaban a molestarme, me di cuenta de que otra vez el “comensal solitario” disfrutó bastante más él solo de su comida que los vecinos con sus desacuerdos diversos: personales, laborales, propios o con el menú. En fin…

La tarde invita a otro paseo y a acercarme al Museo del Vino, sencillo pero aquí también atendido con derroche de amabilidad. Puedes darle las vueltas que quieras, fotografiar y lo que te apetezca mientras respetes su integridad. Pocas piezas, bastantes paneles con un porcentaje de autobombo para la D.O. Rías Baixas pero ayuda a acercarse a ese mundo a quien no lo conozca. Había una exposición de carteles de las distintas Fiestas del Albariño a lo largo de los años que tenía bastante interés. Y es buena idea cómo lo gestionan: la entrada es única para todos los museos de la localidad y se puede usar en días diferentes. En ese momento y en ese museo me pareció muy bien (ya llegará la decepción otro día)

Al lado, las ruinas de Santa Mariña, que incluyen el cementerio actual. En pocos sitios encuentro cementerios tan pintorescos como en Galicia. Eso daría para un capítulo aparte.

Una última vuelta por el entorno de Fefiñanes pero aprieta el calor, en la plaza falta sombra y me parece que allí arriba, encima del pazo, aquella figura se burla, me toca una vuvuzela de esas tan de moda. Hay que irse.

Me pide el cuerpo seguir por la Ría de Arousa pero hay mucha gente para mi gusto, así que no paro hasta Carril, donde la cosa está más tranquila. Me gustó el pueblito, su relativa conservación frente a la presión turística y su también relativa calma en esas fechas. Empieza a refrescar, baja la luz, es un entorno realmente agradable. Y así tropiezo con una casita de pescador restaurada, con un rincón que seguro que se pelea con la legislación sobre costas (no es aconsejable marchar corriendo del local porque puedes acabar directamente en el agua), con la terraza un tanto onírica del Loxe Mareiro. Sepan ustedes que incluso se puede comer algo allí, parece que muy casero y mejor por encargo. Pero sobre todo se puede disfrutar con su decoración o se puede uno sentar a soñar en esa terraza con una cerveza y todo el mar para ti. Me hubiera quedado horas, hasta que un grupo bullicioso y con exceso de soberbia empezó a enturbiar el paisaje y decidí marcharme. Hay cosas que prefiero ni oirlas. ¿Veis? Este atardecer era tan bonito que hasta lo hubiese compartido. Si no soy tan huraño, hombre.

Al marchar vi incluso que existe un (mini)museo del ferrocarril allí. No le faltan alicientes al sitio.

Al día siguiente ya no hago concesiones a la ruta para aprovechar al máximo el tiempo. Me espera Pontevedra para pasar la mañana. Una delicia llegar a un sitio que visito pocas veces y sin embargo saber a tiro fijo dónde me esperan café y prensa a mi gusto. Una delicia aprovechar las sombras y pasear sin prisa, sin itinerario, a puro capricho. Una delicia volver a vernos, no como me pasa con tu hija descarriada (léase Vigo). Me dejo llevar, me meto en los sitios más ajenos al turista. En Santo Domingo me fijo en la imagen de una santa con aspecto de restauración reciente y me pregunto cuál es la que representan con esa fortificación… (Sí, ya lo sé, Santa Bárbara). Y en la calle, en mitad de nada, me pregunto quién ha colgado ahí arriba ese muñeco de la Rana Gustavo. Hay gente con ocurrencias extrañas. Me gusta Pontevedra. Por muchas cosas, por nada en especial.

Y ahora rumbo a Pepe Vieira que está… que está en ningún sitio, qué sé yo dónde está. Porque ¿qué sitio exacto es ese? De acuerdo, a la primera interpreté yo mal las explicaciones (bien detalladas, eso sí) que me dieron al hacer la reserva, pero una vez que estoy en el camino bueno todavía hay que dar unas cuantas vueltas por el laberinto antes de llegar.


Pepe Vieira está ahí, discreto, sin nada que resalte por fuera toda esa fama y esos reconocimientos que tiene. Dentro, en la sala, empieza el barroco. Empieza en el protocolo de atención y servicio, empieza en aquellos sofás que son cómodos en la sobremesa, aunque menos para comer. Aquí sólo hay dos menús preestablecidos, uno, el degustación tipo, y otro, el denominado gastronómico, más extenso. ¿A que ya sabéis cuál escogí? En cada caso existe una opción de maridaje y aparte hay una extensa carta de vinos. La verdad es que su menú degustación me parecía, sobre el papel, coherente y atractivo y también era acorde la oferta de copas que lo podían acompañar. Sin embargo yo quería probar todo lo posible y el menú gastronómico ponía en más aprietos al vino para combinarse. En este caso no me convencía tanto la oferta de maridaje y me parecía cara, así que preferí elegir por mi cuenta otro vino, un H. Dönnhoff Felsenberg 2006, que provocó en el personal primero cierta sorpresa y luego creo que complicidad. Algo así sí podría plantar cara a tan diversos platos. Todavía iba a tener acidez a toda prueba y fue casi lo máximo que podía remontarme en años para pedirle complejidad.

Se haría interminable describir el menú completo y casi resulta pedante. No es para “desmenuzarlo” sino para reflejar en lo posible la experiencia. Aquel gazpacho con una rebanada de pan en forma de rodaja de tomate (¿eso es un trampantojo?), las vieiras lañadas con picual y manzana, las xoubas guisadas como caldeirada, el rape para terminar en el caldo (¿plato “interactivo”?), el sabroso sanmartiño, el estupendo lomo de vaca… La queimada fría, dentro de una lima y con nitrógeno, hasta aquella gominola de manzana al jengibre de los petit fours. Todo ello me baila en la memoria. Un amplio repertorio técnico, producto de primera, buen hacer. Satisfacción.

Con los postres llegó una copa de otro riesling con más años (esa era la complicidad de la que hablaba). El café sí agradecía aquellos sillones muelles, que invitaban a relajarse.

Entonces, cómo definir el balance de la comida. Barroco. Hubo algo excesivo, hubo algún alarde técnico que hubiera preferido evitar, hubo reiteración en alguna presentación vistosa. No es que me faltase nada, quizá me sobró. Por eso establecí esa comparación artística. Si Yayo Daporta me recordó a la arquitectura del Renacimiento, tan rectilínea, tan ortogonal, todo bien medido y en su sitio pero quizá falto de “fuego”, de pasión, Pepe Vieira me recordó a la del Barroco, eficiente, funcional, bien ejecutada pero decorada con esa exuberancia que a mí me fatiga.

En ambos casos fueron grandes comidas, nada que ver con lo dicho sobre Vigo, pero todavía faltaba ese algo que tocase mi fibra sensible, que me cambiase el estado de ánimo.

Y ahora vendría eso de releer y dar vueltas exhaustivas a los matices, de buscar que se me entienda, que no se malinterprete nada, de anticiparme a sus defensores cuando me repliquen, que no los pongo mal en absoluto, que esos detalles son muy subjetivos, que son mejores que…, que si la RCP… Ya me cansa toda esa mojigatería del bloguero, ya no voy a perder el tiempo así, que todos somos mayorcitos para saber entender y para opinar cada uno lo suyo. Tiempo habrá en los comentarios posteriores de precisar lo que cada cual quiera.

Grandes comidas en sí, sí; la segunda un escalón por encima de la primera, también; satisfacción, con las dos. Paradas gastronómicas en sí mismas, con entidad, recomendables. Pero no fueron la gran sorpresa, que también la hubo.

Después, otra vez la pésima (no) señalización. Armenteira no es para tanto, la verdad; prefiero perderme por Meis y alrededores. Para volver rodeo la península de O Grove y estudio la etapa que aún me falta. El paisaje me encanta, me susurra muchas cosas; el infierno de tráfico que tengo alrededor chilla y chilla para interferir.

Mañana será otro día.

Buena digestión.




40 comentarios:

  1. Como siempre, excelente crónica. Me llama la atención ese Zárate, nunca había oido hablar de él.

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  2. ¡Joer!. Y eso que decías que te estabas quitando. ;-)

    El detalle de escoger el vino en Yayo Daporta es llamativo pero si eliges un blanco estará invariablente caliente ya que la temperatura de la bodega la tienen pensada para los tintos.
    ¿Y la carta?. ¿Siguen teniendo 4 de 5 entrantes y 4 de 5 platos de pescado dominados por el marisco?.

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  3. Por cierto, jefe. Se te olvidó poner las etiquetas de "Pontevedra" a estos 2 últimos post.

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  4. Buen recorrido. En breve haré algunas de sus etapas (aunque a mi me pilla más cerca).

    En ese Loxe Mareiro de Carril, por cierto, un gintonic al anochecer en la terraza mínima que sacan al paseo, con la puesta de sol sobre la Ría, es difícil de olvidar. Apúntatelo para la próxima.

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  5. puede llegar a sonar bien pero parece que no enamora...
    falta algo y me da que podias haber escrito mas pero amarraste un poco la pluma, quizas solo sea una impresion mia.
    a mi me parece fatal eso de comer en un sofa, incomodo no, incomodisimo
    hay que comer en una silla, coñe!!!!
    no comentas nada de los precios, pero barato no es, verdad???
    esperaremos a una de esas sorpresas que pronto nos contaras para la escapada gallega

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Desconcerdado me dejas con lo de PEPE VIEIRA.
    Este mismo verano, una opinión que considero muy válida me habló de poca cocina, de cierta "vagancia"... y ahora tú me hablas de barroquismo.
    No sé...

    Por cierto, me gusta mucho esa rebeldía hacia la ortodoxia bloguera que están cogiendo tus textos.

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  8. Por eso lo escogí, Sibarita, a mí también me sorprendió. Pero si buscas verás alguna referencia entre nuestros medios habituales.

    Toni, no te podría decir cuánta presencia de marisco había pero hay que precisar: poco crustáceo y más molusco (¿la crisis?) Si objetas a los dos sí tendrás problemas.

    Gourmet, eso más o menos fue lo que hice pero con cerveza en lugar de GT. Una delicia. Salí un poco antes y repartí esa caída del sol entre Carril y la Praia da Lanzada. Una visión así te da vida.

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  9. Y separo esta otra respuesta porque ya llegamos a donde suponía que inevitablemente había que llegar.

    Dudé bastante con el tono que le iba a dar a este post. Reconozco que leído así no emociona y también que puede resaltar el primer restaurante más que el segundo. Pero lo real que hay detrás se condensa en esa especie de conclusiones o resumen del penúltimo párrafo antes de las despedidas. Buenas comidas y buenos restaurantes aunque no salí con ese "algo más". En esos casos la explicación está tanto en uno mismo como en los establecimientos (¿qué esperabas?, ¿qué ibas a buscar?, ¿con qué ánimo previo?) Y ya digo que Pepe Vieira está en un peldaño más alto pero por eso mismo y lo largo del menú no quise reducirlo a una tabla descriptiva de platos, que es algo que cada día me apetece menos hacer. Hubo sorpresas más gratas en sitios más modestos. Podemos culpar a "las expectativas" pero a todos ellos iba con cierto juicio previo y dispuesto a "pedirles" bastante así que creo que hay algo más.

    Lolo, ya sabes que últimamente tampoco me gusta hablar de precios pero no hay ningún secreto, así que detallo: en Yayo Daporta el menú costó 50 euros y en Pepe Vieira, 72'60. En ambos casos era la opción más cara de las que ofrecían, bebida y complementos aparte.

    Compangu, procuro mantener esa heterodoxia, lo procuro.

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  10. ¿Dónde tendré yo la cabeza? Obviamente en la respuesta a Gourmet de Provincias sobre las puestas de sol hablo de dos distintas... como queda recogido en el post (¡Si es que no me leo!) Mucha ubicuidad sería ver caer el sol en los dos sitios a la vez (Y en Carril lo vi hundirse del todo, que casi me apetecía echarle un cable para que se quedara un poco más.) Eso, ni yo.

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  11. Está claro que cada uno tiene su estilo de contar lo comido y que todos son enriquecedores, pero el detalle del precio me parece fundamental.

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  12. Por cierto, menudo subidón que ha dado el menú de Yayo Daporta con respecto a hace un par de años.

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  13. Un amigo catalán al que recomendé los quesos (a un precio bastante superior) de Gamoneu de Juan y cabrales de Bada me escribe esto:
    El Cabrales es de 3 leches, crudas y del Bada Herrero y bla, bla...(14,95 euros /kilo) . Y el Gamoneu, tambien de leche cruda, ahumado y todo el tema, madurado en cueva y bla, bla,...el que han traído a 18euros/kilo. Esta exactamente igual que aquel el cabrales, ni mejor ni peor. Donde??? en el mercado que hacen los Domingos en Cangas de Onís, quesos enteros pequeños
    Os escribo esto para que opineis sobre el tema.

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  14. Vamos por partes; entonces Yayo, muy bien, ¿no? y a buen precio.
    Me encantaron el postre y los mejillones de los que has hablado.

    Aunque os parezca mentira , yo leería encantado el artículo de los cementerios. Ahora, si quieres ver cosas raras, por la mariña lucense y los alrededores de Lugo encontrarás más de uno al más puro estilo Tim Burton.


    ¡Forza COMENSALSOLITARIO!

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  15. Sibarita, del tema de los quesos yo creo que voy a pasar en esta mano. (Todavía ayer estuve hablando de precios, calidades, rotaciones y demás con Marisún y me dura la "resaca".)

    Daninland, dejémoslo en "bastante bien", que se ajusta mejor. Podemos mejorar todavía esa apuesta y su RCP. Es verdad que postre y mejillones fueron platos resultones dentro del menú, de los destacados. Sumaría la coca.
    Y respecto a lo de los cementerios tienes toda la razón.
    Gracias, seguiré en la brecha ;-)

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  16. Jorge, entiendo lo que me dices pero he puesto eso aquí para que cada uno opine.
    Evidentemente a mi no me parecen igual los grandes que los pequeños, ademas de que comprarlos al productor siempre será mas barato. Y con respecto al gamonedo, todos sabemos qeu hay productores y productores y formas distintas de elaboración....

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  17. Excelente post Don Jorge, tengo Yayo Daporta apuntado en mi agenda para próximas visitas a la comunidad vecina.Por otra parte, en Pepe Vieira estuve en Diciembre de 2009, concretamente durante Enotur,pero al llevar un menu prestablecido con anterioridad no pude conocer su verdadera cocina, debo reconocer que el lugar es espectacular aunque un poquito difícil de encontrar.

    Un saludo

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  18. 2ª parte:

    Compagu, permíteme que te de por encima mi opinión del Pepe Vieira; sala y servivio de lujo en el buen sentido (solided y profesionalidad) y cocina como tu has descrito (puede que sin querer) inmejorablemente, desconcertante, de primera, pero desconcertante y, pese a lo que dicen algunos, barato, barato, tampoco es; pero merece la pena.

    Lo que no acierto a comprender es lo que Jorge ha querido decir con el exterior "discreto". ¡Pedazo garito! ( :) :) ;) )

    Saludos.

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  19. Ja, Ja, ¡el video, que buenoooorrr!
    Así no hay quien haga un reportaje.

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  20. Hola Jorge,

    Me ha gustado mucho el post y la analogía artística...

    Ya sabes que Pepe Vieira es una de mis debilidades. Casualmente, siempre he sido devoto del barroco... (ojo, no hasta llegar a lo rococó, je je).

    Un abrazo

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  21. Sibarita, ¿algún otro enlace para ver ese video?. En el que das hay que tener cuenta en Facebook.

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  22. El fumar en los bares y otros lugares se va a acabar- :-) :-) :-)

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  23. Como bien dices, Sibarita, desde luego que el tamaño de las piezas establece diferencias pero con eso ya puedes contar cuando escojes uno de los pequeños.
    En lo que no estoy tan de acuerdo es en lo de la compra directa. Así podría ser, claro, pero en el caso que apuntas ni compra directa al productor ni na. Un mercado donde venden metiendo margen a gusto según se dé el día. ¿La diferencia con otro canal comercial para el mismo producto? Depende de si son realmente "lo mismo" (como bien apuntas sobre el Gamonéu), depende del margen que marque cada vendedor final (ya hemos apuntado precios aquí bastante distintos para el mismo queso) y depende de cuánto quiera exprimir el productor y de si tiene en cuenta el no convertirse él mismo -en el puesto del mercado- en su peor competencia.
    Por último, por desgracia el Gamonéu sigue siendo una ruleta rusa. Cada vez me arriesgo menos.

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  24. Muchas gracias, Jordán. Ya nos contarás tu visión cuando vayas.

    Daninland, con lo del exterior me refiero a que ni el edificio ni su entorno inmediato me parece que alcanzan al interior. El paraje está bien, ahí perdido entre arbolado, pero la explanada en sí pierde puntos (¿eventos obligan?) y el edificio a mí no me "llama" por fuera. Puestos a ello me gusta más la idea del Yayo Daporta, en ese edificio del casco histórico de Cambados (ya sé que no es comparable) Pero lo principal que quería reseñar con ese comentario es en realidad favorable a la sala (interior) que está por encima de lo que anuncia, a mi entender, el envoltorio.

    Gracias también a ti, Mariano. Sé que Pepe Vieira es uno de tus preferidos, en efecto, y volvemos a lo que comentamos en su día sobre El Corral: al margen de lo limitado de la experiencia (la tuya en El Corral y la mía en Pepe Vieira) cuestión de gustos, que es el criterio por el que cada uno se acaba rigiendo y que incluye demasiados factores, muchos difíciles de explicar.
    Lógicamente, a mí me gusta mucho menos el barroco ;-)
    Un abrazo.

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  25. En cuanto al post , la verdad es que me ha sorprendido lo del Pepe Vieira, porque la última referncia me comentaba platos fríos, cosas en semicrudo , marinados y escabeches,...vamos , algo bastante lejos del barroco. Los dos sitios apetecen...pero no como para hacerse el viaje por ellos

    En cuanto a los quesos, pues pudiendo elegir, normalmente mejor el tamaño grande. En el caso de los Gamoneus suele haber diferencia. En cuanto a los precios , este finde compré un Picu´l Sella en el mercao de Cangas y me salió por lo mismo (o casi) que en lo de Marisun, así que desde el punto de vista del consumidor, importa poco.

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  26. Ah, y hoy me he abierto un Emrich-Schönleber Riesling "Mineral" trocken 2005 realmente soberbio. Creo que no llega alos 20 euros en tienda.

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  27. O. K. mea culpa; yo también soy amante de lo "pequeño", Casa Marcelo sería un buen ejemplo, pero si es un un edificio tipo Yayo Daporta ya ni te digo.

    Saludos y por cierto, enormes crónicas, esta y la anterior.

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  28. Yo la compré en Coalla. Ah, y lo de trocken va porque es seco.

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  29. lo se, lo se
    vaya fama tengo de llambion jeje

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  30. Eldi, en ese sentido a mí me tocó cocina, no esa gama de platos fríos. No sé qué decirte.

    Daninland, gracias por tu valoración de las crónicas. (En algo seguro que muchos te dan la razón: son enormes, es decir, larguísimas, excesivas, je, je.)

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  31. Bien, mañana empiezan las fiestas de San Mateo (o San Pateo, o San Puteo, o como hostias sean) y como se puede notar no soy muy devoto, así que es el momento de escapar. Fin de semana a Madrid, a afrontar una etapa con un puerto gastronómico de primera categoría. Por si acaso no me da tiempo a pasarme mañana un rato, me despido hasta el lunes o el martes. Procuro dejar los deberes hechos y espero traer algo sabroso que contar a la vuelta.

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  32. que la suerte te acompañe en esa aventura...
    puede ser la comida del año pero tambien puede no salir tan bien...
    esperamos ansiosos, yo por lo menos

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  33. ¡Vaya! Qué casualidad Jorge. Mañana me voy de vacaciones y la etapa la acabo en Aranjuez. Vamos a estar cerca.

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  34. Ya se está convirtiendo en tradición del blog que tal viernes como este escriba que en cuanto acabe estas palabras apague el ordenador y me vaya de vacaciones. :-) :-) :-)
    La novedad es que este año estaré casi seguramente conectado por lo que no os librais del corresponsal. ;-)

    Que lo paseis bien en San Mateo.

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  35. Muy interesante el repaso a vuelapluma de dos guías de vino francesas en elmundovino, donde aparecen muchos de los productores que nos han hecho aficionarnos a esto.

    Ayer probé un Santenay 2008 de Paul Pillot de lo más agradable, y un La GUiraude 2007 de Graillot que me egustó mucho, con una nariz subyugante, con una syrah dando con potencia y complejidad sus características notas de violeta y densa vegetalidad, y una boca con carácter, materia y , también, acidez y astringencia por pulir. La otra botella voy a intentar aguantarla un par de años

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  36. Corresponsalía en Murcia informa. Ayer cena en Rodrigo de la Calle en Aranjuez. Me los esperaba más rompedor,no sé, más galáctico. Tomamos un menú de 45€. De aperitivo uno chips de plátano frito con un mantequilla muy rica y unas esfereficaciones imitando a aceitunas.
    Luego unos germinados con crema de queso y gel de pimientos, bien sin emocionar. Un huevo a baja tempratura con setas de verano y crema de patata aceptables, y un excelente arroz de ibéricos muy rico y en cantidad considerable para ser del menú.
    Siguió un tataki de atún con salsa teriyaki (me parece) y wasabi, bien pero no de los mejores que recuerdo y para acabar un steak tartare con mostazas, bueno pero tampoco de los mejores. De postre unos frutos rojos con queso y galletas bastante rico pero sin quedar para el recuerdo.

    Lo dicho, estuvo bien la cena pero lejos de las famosas expectativas.
    Me llamó la atención que estando en Madrid gran parte de la carta era de Coalla. Se está conviertiendo en un emporio. ;-).

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  37. Y hoy a ver si hay sitio en el Miramar, al parecer todo un clásico de la zona. Los precios son considerablemente más baratos que en Asturies. Un besugo a la murciana, 19€.
    Ya contaré.

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