jueves, agosto 25, 2011

Corton-Bressandes Grand Cru 2002 de Follin-Arbelet


Aunque tengan la virtud de ser muy diferentes entre sí, con no pocos borgoñas de Pinot Noir acertaríamos si intentáramos explicar su discreto encanto hablando de tonos cereza , de una entrada ligera , a la que sigue un paso en boca sedoso, refinado pero accesible, de una elegancia bien entendida…..y que sorprende, por el contrario,con un fondo rústico, terroso, animal, telúrico y embriagador, atenuado por un bajo contínuo de balsámicos y especiados . Podría decirse que una mayoría de ellos siguen un estilo tradicionalista, incluso que, en no pocas ocasiones, no se libran de un exceso de madera. Pero estas maderas que huelen más a antiguo que a viejo, que transportan a uno a salones antiguos y linajudos, que no exterminan lo que tienen debajo, que se dan de forma conjuntada con el vino, no consiguen cansarme. Uno quiere detenerse y paladear cada sorbo con detenimiento, aunque cuesta resistirse a la sed que pide seguir bebiendo. El vino pasa y llena la boca y el alma. Y no es infrecuente que uno maldiga los muchos brebajes confusos y confundidos con vino, lamentando haber perdido tanto tiempo, hígado y dinero en cosas que no lo merecían. Como el hijo pródigo que vuelve a casa después de malgastar el dinero en rameras, para encontrarse con el amor verdadero que encuentra entre los suyos. Este vino, hecho de uvas procedentes de la parte inferior de las colinas de Corton,al norte de la Côte de Beaune, con fama, en este caso inmerecida, de ser más corpulentos que sus vecinos del norte, puede ser , sin lugar dudas, un buen ejemplo de lo antedicho.

2 comentarios:

  1. Estupendo vino sin duda, pero en la cata que hicimos de pinot noir gustó más en general el Schubert Block B neozelandés.

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  2. Vaya que buen certificado! de donde diablos lo sacaste!

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