Albertobilbao y yo volvimos a hacer una cata en paralelo, aunque en este caso hubiera alguna fuga en el entreacto, lo que no impidió que encontrásemos algunas diferencias en nuestras apreciaciones, que quizás estuviesen más en las expectativas con las que nos enfrentamos al vino que en lnuestros propios paladares:
Alberto:
Acceder al territorio de Borgoña se antoja para cualquier intruso como el que escribe estas líneas como una aventura quimérica. Borgoña es un territorio mítico para el aficionado del vino como puede ser para el cinéfilo oír el nombre de Monument Valley o el aficionado a la literatura apelar al recuerdo de Macondo. Son iconos, pieles que forman parte de nuestro tejido sentimental, bastones que nos ayudar a ser más felices. Borgoña es para cualquier amante del vino la tierra prometida, el cielo, el Shangri-La del Dios Baco.
Como mejor se puede conocer es acotarla por zonas, en este caso utilizaremos como anfitrión a Arnaud Ente, conocido como el “protegido por Coche-Dury”. Uno de los grandes, hay que ponerse de pie para rendirle respeto.
La zona en la que se encuadra Meursault es Côte d'Or, nombre precioso para identificar un territorio, donde se encuentran los vinos más caros y famosos de Borgoña. Esta a su vez se divide en Côte de Nuits (mayor presencia de tintos) y en Côte de Beaune. Meursault se encuentra dentro de esta última.
Todos los años se celebra la comida conocida como Paulée de Meursault, en dicho festín, los viticultores y trabajadores del campo aportan su mejores botellas.
Se encuentra en el podium de los grandes vinos borgoñones blancos, junto a Puligny-Montrachet y Chassagne-Montrachet.
Los vinos blancos de Meursault son considerados los más grasos y opulentos, más potentes de lo que se acostumbra en Borgoña, algo a lo que sin duda ayuda también el 'bâtonnage' y la madera utilizada durante su crianza.
El vino que nos ocupa lleva el nombre de “Domaine Arnaud Ente Meursault Clos des Ambres 2005”.
En palabras de Paco Berciano “ tiene 4,2 hectáreas de viñedo muy viejo, al que se limita mucho su rendimiento, de forma que apenas produce. Se trabaja de una forma tan rigurosa el viñedo que hay una persona contratada por cada hectárea. Los vinos fermentan en barricas de roble de 600 litros, de los que un 25% es roble nuevo. La crianza en barrica dura 12 meses y después los vinos pasan a un depósito otros seis meses. Clos de Ambres tiene 1,6 hectáreas, con cepas de más de 50 años”.
En este vino vemos una característica esencial de Borgoña, el minifundismo que impera lo que acarrea el precio que alcanzan sus vinos y lo difícil que es conseguir una botella. Las otras dos características esenciales son el terroir y el clima, culto absoluto al primero y cualidad esencial la segunda, sin el clima que se da no se podría entender el vino que se produce en Borgoña. Ambas son vitales a la hora de catalogar un vino.
Me hubiera gustado beber este vino a ciegas, sin referencias, añoro los tiempos en que era un simple aficionado al vino, la inocencia perdida, ahora cada vez que me enfrento a un Borgoña espero ver dentro de la botella, el regate imposible de Maradona o la verónica irrepetible de Morante, el cruzar la frontera de afición a pasión, de convertirse en algo enfermizo te hace cada vez más complicado disfrutar, siento que si me hubiera enfrentado a este vino de forma desconocida, sin conocernos ni yo a él ni él a mi, el disfrute hubiera sido mayor.
El vino se presenta en su fase visual de color amarillo pajizo, con ligeros tonos verdosos, resulta limpio, lágrima densa. La Borgoña no se suele permitir suciedades, su presentación suele ser encomiable.
En nariz me resulta untuoso, graso, con notas tropicales, la mantequilla está presente, flores blancas, recuerdos herbáceos, me hubiera gustado sorprenderme con su mineralidad pero ésta no se presenta a la cita.
Un matiz que siempre busco en los vinos es su evolución, este vino se estancó rápido, me recordó a una persona que te llama mucho la atención en las primeras conversaciones, pero que enseguida te das cuenta de que ya te ha contado todo, de que no da más de sí, este vino en su segunda copa se quedó mudo, no se vino abajo pero no cruzó el Rubicón de mis emociones.
Eldi:
El vino en copa tiene un color amarillo pajizo vivaz, limpio. En nariz huele a Chardonnay: a noisette, hierba recién cortada, miel , nuez moscada y lima. En boca es Borgoña. Y Chardonnay y Borgoña me ponen , por poco bien que se lleven, los vellos de punta y una sonrisa en mi boca. Tiene un paso con buena amplitud, una acidez natural, perfectamente integrada, lo mismo que la madera, con esas notas ahumadas, acres que son el contrapunto perfecto a esas otras de mantequilla o crema pastelera. Tiene fruta madura y fresca. Un retronasal largo , donde, después de los perifollos, la chardonnay muestra un fondo robusto, casi animal. El vino se da casi desde el primer sorbo, y es dúctil , honesto, tierno, de una elegancia callada. Es muy suave, armonioso, fácil de beber. Dejé media botella para compartirla con un amigo el segundo día y ya se había caído bastante, dominando la notas terciarias: la madera que ayer se daba imbricada, ahora dominaba, lo que no impedía que este amigo, aficionado al vino de los que no cruzan los Pirineos, me decía con voz entrecortada que era el mejor blanco que había tomado en su vida. Siendo como era su primer Borgoña , tampoco es algo de extrañar. El vino no es uno de los grandes , aunque pudiera estar entre los buenos de los menores. En la zona del mundo con el sistema de clasificación más minucioso del mundo, no llegar a Premier Cru probablemente signifique algo. Lástima que Borgoña se venda cara: la botella de una buena añada como esta puede llegar a los 70 euros
En todo caso, llegado el vino a la copa, lo mejor es olvidarse de todo, dejarse transportar y disfrutarlo a fondo, porque una buena Chardonnay de Borgoña es sin duda que nos hace sentir afortunados.
¿Vale lo que cuesta? Esa es mi pregunta con la borgoña blanca.
ResponderEliminarCarlos
ResponderEliminarNo es fácil la respuesta, entrando en el terreno de las comparaciones siempre odiosas y poniendo en la misma balanza a un Riesling la balanza se inclina por éste sin discusión para mí
Por menos dinero me dan más los Rieslings
Como bien dice Diletante para empezar a hablar de un Borgoña de calidad hay que empezar de la cifra de 70 euros que no es moco de pavo
Este vino para mí no valía lo que costaba sinceramente
Un abrazo
Yo creo que debería costar veinte o treinta euros menos. En Borgoña, por decir algo que haya bebido hace poco, prefiero el Jean Marc Pillot de Chassagne-Montrachet 2004, que son dos o tres euros más y me pareció más vino. Pero todo eso no quita para que este lo disfrutara mucho.
ResponderEliminarDile
ResponderEliminarPosiblemene la zona del Pillot, haga que sean más elegantes, más seductores
Mi problema fue un exceso de expectativas pero ahora firmaba la sensación de placidez que me invadió tras el primer viaje del vino
Un abrazo
Sin haber probado ese vino tengo mis dudas sobre él. Queda claro por vuestros comentarios que se quedó corto. Y queda claro que LA PREGUNTA, así, con mayúsculas, la ha hecho Carlos al principio. No sé si será por adicción enfermiza a la riesling, y que ya pido los mismos niveles en todo lo que pruebo.
ResponderEliminarDescripción estupenda, en todo caso.
Por cierto, jefe, por más que os haya decepcionado no merecerá tanto: ponle título al pobrecito ;-)
ResponderEliminarPase ayer noche por el Alezna Tapas, me gusto no es que me entusiasmase , pero me parece una buena opción para picar. Solo una pregunta, viendo los, para mi, ajustados precios tanto de tapas como de vinos, la capacidad del local y el personal ( si no conte mal 6 personas por lo menos), ¿realmente será rentable?.
ResponderEliminarCoincido con albertobilbao. Creo que muchos vinos de Borgoña se benefician del nombre de algunos vinos míticos que tiran muy para arriba de los precios de los demás.
ResponderEliminarSin duda los riesling alsacianos ó alemanes tienen muchísima mejor RCP. Ya sé que no es lo mismo pero sería como la comparación entre Rueda y Rías Baixas.
Compangu,
ResponderEliminar"el milhojas de pulpo del Garabuyu", mi ignorancia es supina. Dónde queda ese local? Que más se puede comer por ahí. Gracias.
Nacho T,
ResponderEliminarEl GARABUYU está en la calle Jacinto Benavente, pegado a la plaza Pedro Miñor.
Es uno de "mis" bares. Con esto quiero decir tanto que es uno de mis habituales, como que es simplemente eso: un bar. Manteles de papel, barra cercana a las mesas...
Pero ahí comí algunos platos ricos ricos: el milhojas que dije, cebollas rellenas, crepes de marisco, cachopos de setas, parrochas rellenas...
Y a unos precios que ayudan a pasar estas fechas de escasez.
Es que el blogger me hace una de cosas raras con los textos que se vuelve uno tarumba y se le olvida hasta de reponer el título.
ResponderEliminarPor cierto, que me pasé hoy por Coalla y están saldando el Zárate Tras da Viña2004, junto con otros cuantos, y sale a 6 euros.
También tenían los Pillot 2002 y 2003, de precio stándar, a poco más de 50 euros, que es algo respetable pera ya manejable.
Y ayer me hice mi primer gazpachito de la temporada de verano. Para convertirlo en plato único le puse un poco de codorniz escabechada y unos picatostes recién fritos. Correcto pero sabrosote.
ResponderEliminarJefe, gracias por el chivatazo de lo de Coalla. ;-)
ResponderEliminarEs verdad que Blogger muchas veces hace lo que le da la gana con los textos a publicar.
En el último número de Sibaritas sale un reportaje sobre La Tienda de Vino de Germán.
ResponderEliminarRecuerdos del abogau.
ResponderEliminarPrecisamente esta tarde estuve por lo de Germán (es que andaba con muchos huecos en bodega), y se acababan de enterar de lo de Sibaritas. POr lo visto se pasó una vez una chica de la revista por allí ,preguntó alguna cosa, se tomó alguna copa en La Maleta, y al cabo de los meses lo publicó sin previo aviso. Como debe ser, supongo.
ResponderEliminarAh, y fe de erratas. El Pillot 2004, que es el que tienen en la tienda de Germán , anda por los 54 euros. Y con esto me pregunto si no nos pasa como a los diletantes de , por ejemplo , la música, que suelen preferir las canciones con melodías pegadizas y evidentes. Y con esto quiero decir si a veces, más que fijarnos en la potencia, en la generosidad de un vino, de los Riesling por ejemplo, no debiéramos saber apreciar también la difícil naturalidad, la acidez bien imbricada, la voz desacentuada del que habla seguro de sí mismo, de las cosas bien hechas, distinguir lo que tiene más verdad, que no suele ser lo que se dice en voz más alta...en fin, supongo que todo irá llegando conforme sigamos tomando vino, y que uno llega a cada meta a su tiempo, por más que intente darse prisa.
Está interesante el último Sibaritas. Hace un extenso reportaje de restaurantes, tiendas gourmet y de vinos de Nueva York, perfecto para el que vaya ir de vacaciones.
ResponderEliminarTambién tiene un original reportaje sobre las tónicas, con cata incluída.
Dile
ResponderEliminarGran reflexión, yo en el tema del vino, sólo sé de donde vengo, tengo la maleta llena de dudas y lo que es mejor no sé dónde acabaré.
Creo que cuando demos en la tecla de un gran Borgoña vamos a claudicar definitivamente, el vino de Arnaud Ente podría interpretarse como la opera prima de un Director de la Borgoña, buenos destellos, pinceladas prometedoras pero con un camino por recorrer, una obra a seguir, pero cuando demos con una obra consagrada me temo que va a ser un camino sin retorno
Un abrazo
Donde puedo tomarme las mejores fabas con almejas en Oviedo? Tengo turistas en casa con capricho.
ResponderEliminarLa diferencia de los vinos de Borgoña es, en mi opinión y sobre todo, la acidez. Son vinos con madera y con maloláctica, su gran activo es la acidez que les permite envejecer y sobrevivir a una vinificación que los marca.
ResponderEliminarHay borgoñas blancos maravillosos, pero cuestan un pastón.
Y esto tiene también que ver con los Rueda comparados con los albariños. La razón por la que no me gusta el Belondrade & Lurton o el Ossian es porque les falta esta acidez, en mi opinión la madera se los come. No dirías jamás que es verdejo a ciegas -o al menos yo no.
La verdejo sólo me gusta en vinos sencillos, afrutados y aromáticos y me parece difícil, si no imposible, que de ahí salga un vino que me guste con madera.
Con la albariño es otra cosa. Si tenéis oportunidad probad el portugués Dorado, por ejemplo el 2002.
Buenos días
ResponderEliminarMe considero un hombre afortunado, hay gente que se pasa la vida buscándolo y no lo encuentra, yo a mi edad puedo decir firmemente que he encontrado Mi Lugar en el Mundo y no pienso marcharme
Ya habrá tiempo de comentar más detenidamente pero en compañía de tres amigos viví una jornada épica, nunca volverá a ser lo mismo, nunca...
Sólo puedo gritar una cosa qué grande es Alemania y ponerme de rodillas y pedir perdón por haber dudado de Borgoña
Un abrazo desde Bilbao
Grande lo de ayer. Aún estoy asimilándolo. Y grande Andrés de La Cigaleña. NO solo por su saber hacer , por compartir lo que sabe con honestidad y sencillez, sino también por encontrar dos borgoñas perfectos para beber ya. Y qué bueno está el Madeira.
ResponderEliminarMalvado, perdona la tardanza. Yo para unas fabes con almejas me iría a Conrado.
ResponderEliminarCarlos, yo creo que, acidez aparte, lo bueno de Borgoña es , sobre todo, ser patria de la Chardonnay y de la Pinot Noir. La acidez les da, sin duda, la longevidad que los convierte en mitos.
ResponderEliminarEse Dorado lo he tomado varias veces, pero en joven, no me acuerdo ahora si 2006 o 2007. Gustándome, lo encontré un poco falto de exporesividad. Quizás necesitara esos años para lograrla, lo mismo que , en opinión de Andrés , le pasó a este Clos des Ambres que tomamos.
Vivo también está el Zárate Tras Da Viña 2004, que conserva una acidez violenta bajo la cual se encuentra un vino que empieza a estar maduro.
Buenas tardes,
ResponderEliminarBuenísimo lo de ayer. Todo perfecto.
Muchas gracias a los tres y a Andrés, que cómo se portó el hombre.
Compartió mucha sabiduría.
Razón tienes Dile, vale más apostar sobre seguro.
ResponderEliminarEn una de estas llega el verano, aunque aquí la lluvia nos lo esconda un poco, y salimos más, viajamos, vemos a los amigos... Escribimos menos, no sé.
ResponderEliminarSerá porque en el fondo lo que disfrutamos ya lo hemos contado, será porque nos conformamos y somos felices con un bocado en un paisaje bonito, con una sidra fresca o una caña bien fría. Será porque no somos tan elitistas, porque somos gente muy normalita al fin y al cabo. Y todo eso que tanto nos gusta y a lo que dedicamos tantas líneas, eso que sorprende a los que no comparten afición, es el resultado de perseguir sueños hasta que nos duela durante el resto del tiempo. Y ahora nos apetece relajarnos.
Por eso he sido el último en escribir sobre esto, sobre lo que mis magníficos acompañantes ya han apuntado: que el otro día en La Bodega Cigaleña alcanzamos alguno de esos sueños que llevábamos tiempo persiguiendo. Y que eso no nos impidió seguir disfrutando después como cualquiera con las cosas más sencillas. Es la vida.