sábado, abril 28, 2007

Percebes del Cabo Peñas















Este crustáceo hermafrodita, llamado por la gente estudiada Pollicipes Cornupia, amigo terco de abismos y precipicios, de mares indómitos ,del agua y del sol, habitante de fronteras extremas, es el bocado que más intensamente me trae el sabor del mar. Tersa gelatina llena de alga, de roca, de jugos yodados; de oscuridad y tragedia; de frescor y de vida,...mar comestible y bravío.
Y diréis que por qué me da por ponerme tan chipitifláutico. Pues porque tengo la suerte de conocer un percebero de Luanco (que es decir la mejor zona percebera de Asturias, que es la que va de Luanco al Cabo Peñas ), uno de esos que se juegan la vida semana sí y semana no (los tiempos de veda aquí en Asturias) para arrancar de las rocas los 7 kg. diariamente permitidos del apreciado bicho. Proveedor habitual de restaurantes de prestigio, a veces se apiada de mi y me trae algunos ejemplares, normalmente excelentes. Los que me trajo el otro día alcanzaron, sin embargo, la categoría de gloriosos: enormes, anchos, de piel arrugada y fuerte de soportar los temporales, sin presencia de aguarones, recogidos esa misma mañana. Memorables, porque difícilmente voy a olvidarlos en mucho tiempo. Y lo mejor de todo es que esa maravilla no necesitó nada más que un poco de agua y mucha sal.
Os dejo una foto, para que os de un poco de envidia.

3 comentarios:

  1. La primera vez que probé percebes, tenía 28 años. Me impactó muchísimo el sabor a yodo, era muy diferente de todo lo que conocía, tanto que al pasear por las rías bajas, uno de los mayores placeres es percibir ese olor a algas, a sal.

    Y cuando salen recién hechos, con su servilleta encima, humeando, los percebes con sus algas bien verdes... Van estupendamente con un vino blanco razonablemente ácido, mejor un albariño que una godello.

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  2. Mucha hambre debía de tener el primero que probó los percebes.
    El aspecto que tienen no es el más apetitoso precisamente. :-)

    toni

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