Desde hace unos meses disfrutamos en Oviedo de otro sitio que
enriquece la un poco alicaída oferta gastronómica de la capital. Se trata del
Bar La Fundición, cuyo responsable es Adrián Mancheño que hace
unos años fue el ganador del V Concurso Zoco de Jóvenes Cocineros y que
posteriormente pasó por L’Alezna, La Casona de Llerana y Ca
Suso.
El local está situado en la calle Campoamor al lado de una de
las zonas de vinos de la ciudad y sorprende por su pequeña superficie, y la
original decoración, y sobre todo por el tamaño minúsculo de la cocina a la
vista en la que llama la atención que Mancheño consiga sacar los platos
con tanta solvencia y sin demoras. No en vano su lema es “Lo grande de ser
pequeños”. Al nombre de La Fundición le acompaña el adjetivo de
Bistronomía y para entendernos se trata básicamente de un gastrobar del
tipo que está actualmente de moda.
La carta está estructurada por partes, con embutidos, quesos,
ensaladas, terrinas y tostas, “pizzetas” y finalmente los platos principales. El
IVA está incluido, menos mal. También tienen entre semana menú y medio menú del
día, con una pinta muy buena.
Como en otros posts, vuelvo a pedir disculpas por la mala
calidad de las fotos, pero las incluyo para hacerse una idea de lo
probado.
Como aperitivo de la casa nos pusieron un riquísimo salmorejo, aunque tenía una textura más líquida, más bien como un gazpacho.
Como éramos cuatro, pedimos varias cosas para compartir y comenzamos con unas notables croquetas caseras de picadillo, 8,50€, que no llegan al nivel de las mejores que recuerdo del restaurante Blanco de Cangas del Narcea, pero que duraron menos en el plato que una tarta en la puerta de un colegio. Crujientes, bien la bechamel y con materia.
Seguimos con un notable pastel de peces de roca,
10€. Nunca me dio mucho más por el manido pastel de cabracho, pero este sí me
convenció, muy fino y sabroso, en buena cantidad y con el punto de estar
acompañado por unas buenísimas sablès de mantequilla. Estupendo.
Continuamos con la potita de hongos, patata, paleta ibérica y huevo,
14,20€, excelente revuelto
en el que el único fallo fue el que la paleta le daba
un punto de sal algo elevado, pero nada grave como para no dejar la pota limpia.
Otro plato fue el canelón de frixuelo relleno de
carrillera ibérica, 10,50€. Magnífica textura del canelón con relleno de
una carrillera sabrosa, intensa y potente. Los lectores habituales recordarán mi
denuncia de que muchos sitios en los que tienen carrilleras, rabo, magret, etc,
te dan productos precocinados de quinta gama o inferior. Desconozco si este es
el caso pero en el caso de que lo fuera la calidad es alta.
Acabamos con sendos burguer de vaca vieja, cebolla
caramelizada y foie, 10,50€. El único pero que le pongo es que la carne no
está cortada a cuchillo sino a máquina, pero resulta en conjunto muy bien de
sabor y sin escatimar en foie.
Mención aparte merecen los postres, de un nivel muy
considerable para un gastrobar. Merece sin duda la pena guardar un poco de sitio
para ellos. Tal vez el que más me gustó fue nuestro lemon pie, crema cítrica,
galleta y merengue tostado, 4,50€, fantástica
mezcla de dulzor y acidez.
Notable el sobao de chocolate con helado de leche merengada, 4,50€,
adictivo el tiramisú con Abredo y bizcocho de café, 4,50€, excelente
versión de Mancheño y también bien pero algo inferior el soufflé de chocolate
Cibeles con helado de Baileys, 5,50€.
La carta de vinos pequeña pero muy interesante. Bastantes más
tintos que blancos aunque es lógico teniendo en cuenta la composición de la
carta de platos. Tomamos El Hombre Bala 2012, 20,70€ y Castrillo de
Duero 2013, 16,10€.
El pan, sin escatimar, 2€ en total. Muy bien. Evidentemente
con esta filosofía y precios, no hay mantelería y la verdad no hace mucha falta
en este caso.
El personal de servicio, Noelia, eficiente y además
simpática.
A la espera de su página web, que se retrasa demasiado, se
pueden ver los menús y algo de información en varias redes
sociales.
Está claro que si se quiere cenar sin dejarse la cartera,
platos sencillos pero bien hechos, con buena materia prima y bien elaborada y
postres sencillos pero muy notables, La Fundición se ha convertido en un sitio a tener
en cuenta en Oviedo. Mancheño tiene mucha cocina en sus manos y su cabeza
pero a la espera de que nos vuelva a demostrar, como en el pasado, su nivel en
fogones de más enjundia, disfrutemos de su buen hacer y su actual propuesta en
La Fundición.
La Fundición Bistronomía
Campoamor, 17, 33001 Oviedo
984 046 432
https://es-es.facebook.com/pages/Bar-La-Fundici%C3%B3n/475738369221576
Estoy de acuerdo contigo. Es un local informal, que se come muy bien a precio contenido y que además han mejorado mucho la carta de vinos con lo que es un mayor aliciente.
ResponderEliminarEs alucinante lo que puede hacer Adrian en tan poco espacio, no hay mucha variedad pero encuentras varias cosas apetecibles.
Me encantó la tortilla de bacalao "a su manera", lo mejor que probé de él y una cosa que me tiene pillado son esas ensaladas que hace en los menús. Nunca en mi vida comí ensaladas mas sabrosas que las que hacen.
Para una comida informal es mi local prioritario en Oviedo, sin duda
Adrián cocina muy bien y no ha perdido la ilusión, así que es normal que consiga buenos resultados sea a la escala que sea. Tiene mucho encanto ese pequeño local.
ResponderEliminarQue buena pinta!! tendré que pasarme algún día por ahía
ResponderEliminarYo voy mañana porque me habéis dejado inquieto!
ResponderEliminarVaya pinta tiene todos los platos. Habrá que hacerle una visita. Muchas gracias por el articulo...
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