Con mi compadre Sibaritastur, que ha preparado un buen programa de visitas, arranco camino de Galicia con una sola cosa en la cabeza: vino. Todo lo que nos espera girará en torno al vino. Viñedos, bodegas, barricas, depósitos, catas, feria, productores… No hemos pensado en nada más, sólo lo mínimo, es decir, el hotel y el coche. Olvidaos esta vez de comidas, como yo me olvido a mi pesar de paradas, desvíos o visitas a tantos sitios interesantes que estarán ahí mismo. Vino, sólo vino.
Se nos va el viaje rápido, sin dificultades, entre conversaciones, planes y café. Mientras un Jorge tiene problemas con las medidas al pedir, el otro sólo tiene necesidad de más cafeína; cada uno es como es. Y en el tiempo previsto llegamos a Verín. Primera parada, Quinta da Muradella (Monterrei).
Aquí empezó el remolino de sensaciones más que de razones, la vivencia por delante del dato. A partir de aquí podríamos reproducir lo mucho que nos fueron contando sobre parcelas, orientación, suelos, uvas, elaboraciones, maderas… Los detalles de cada uno de los varios vinos probados (nunca pensé escupir tanto de un vino que me gustase) o aún proyectos de vino, sueños en depósito o en barrica a la espera de su momento. Pero hay como mínimo tres buenas razones para no hacerlo. Una, sería cansado recuperar tantos datos y bastante árido plasmarlos aquí. Dos, cada viticultor nos aportó sus motivos para hacer lo que hace y no coinciden en su forma de trabajar. Traer aquí ese debate, entre aficionados, me parece poco adecuado. Mejor dejar que los vinos de cada cual nos lo cuenten y que cada uno valore qué le gusta más. Y tres, lo que más nos marcó –o por lo menos a mí- fue lo que subyacía y que era común para casi todos, una pasión, una forma de entender las cosas un tanto especial, que nos ganó por completo. Esto último es lo que me apetece contaros.
Seguimos. Estábamos en Verín. José Luis nos lleva a su bodega, pequeña, doméstica, manejable. Porque este viticultor, este hacedor de vino, tiene una relación muy íntima con las uvas a pesar de ser casi accidental. De las viñas familiares salía vino para despacharlo en su bar, un bar que ahí sigue, con sus parroquianos, su bono-loto y su pequeño rincón para vender prensa. Y José Luis ha tenido que desmontar lo heredado, ha tenido que separar variedades y vinificar cada una por separado para entenderlas, para saber qué podrá hacer cuando las combine con otras. Todavía está en ese camino, en ese aprendizaje. Todavía manda a sus uvas a pelear contra las maderas y los depósitos para ver cuál es el resultado. Y aspira a seguir aprendiendo aunque se atreve ya con nuevas combinaciones. Cree que ya puede volver a juntar las piezas del rompecabezas, una vez que lo ha desmontado y las ha visto una por una. He conocido a poca gente tan centrada en su trabajo, tan apasionada con el mismo y tan generosa como José Luis. Gracias, amigo. Espero que puedas separarte de tus viñas en algún momento para visitarnos y que sepamos corresponder a tu paciencia y a tu generosidad.
Después de probar con él muchos, muchos vinos, de depósitos, barricas y botellas, hubo tiempo para comer y para charlar, para debatir si además de centrarse en viñas y bodega debe también preocuparse de la proyección pública, de estos mundos virtuales y tantas cosas más. Él opina que no, que eso no sabe hacerlo, que su trabajo –el vino en sentido amplio- no le deja tiempo. Yo estaba de acuerdo, frente a mi compañero de viaje que trató de captarlo para las sectas blogueras, de Facebook, Twitter y demás mundos paralelos que viven en la red. Lo dicho, cada uno...
Hubo que elegir la visita a un solo viñedo porque no teníamos tiempo para más y escogió uno especial (¿en Castrelo?), uno que tenía ojeado hace tiempo, uno que, por su pasión y su insistencia, su propietario, que ronda los setenta años, sigue labrando con un burro y con la ayuda del mismo José Luis para las faenas más difíciles, un viñedo salvado del abandono por ese afán tan especial que empezábamos a notar. La uva que nace con esas dificultades la convierte José Luis en vino. Para que os hagáis una idea os incluyo la foto. Eso negro que veis en la carretera es un familiar, es un coche bastante grande, así que con esa escala os podéis imaginar la pendiente que tiene la viña y lo que tiene que costar trabajar ahí. Pura pasión, la razón habría abandonado.
Tarde, mucho más tarde de lo previsto llegamos a Leiro, a Coto de Gomariz (Ribeiro). Sebio nos atiende con una paciencia que tendremos que agradecer una y otra vez, porque le hemos alterado sus planes de trabajo y de ocio y los de otros amigos que le visitan. Pese a ello, sin un reproche, sin un mal gesto, nos da unas pinceladas sobre la historia del vino en la zona, sobre el propio coto y su vinculación con el monasterio. Después damos un paseo por sus viñedos. Si antes habíamos pisado viñas en el suelo, entrelazadas, aquí hay bancales y espalderas muy ordenadas. Cada uno tiene sus motivos para tratar a sus viñas así.
Tiempo de ver la bodega y de hablar de proyectos compartidos, de colaboración, de ayuda. El ambiente entre jóvenes viticultores de la zona –porque son muy jóvenes la mayoría de los que vamos a conocer- parece amistoso, solidario. Empezamos a probar vinos y a hablar de cambios, del clima difícil en la zona. Esa misma preocupación la habíamos comentado antes. Como nos pasó en Verín también en Leiro hay diferencias entre nuestro recuerdo de los vinos que ya conocíamos y lo que probamos ahora. Son proyectos muy vivos, que están creciendo, y a los cambios debidos a las añadas hay que añadir los intencionados, los que estos elaboradores van aplicando cada vendimia.
El sol se retira y nos invita a hacer lo mismo, a dejar descansar a Sebio después de darle las gracias otra vez. Camino de Cambados y a dormir.
Por la mañana damos una vuelta mínima por la villa y hablamos de vino (Bueno, de alguna cosa más también, hemos de confesarlo. Si no sería agotador.) mientras desayunamos. Al coche de nuevo y a buscar las carreteras menores, los indicadores que no están, a preguntar a vecinos que nos miran extrañados. En Caldas de Reis está Pedralonga (Rías Baixas) y Miguel nos recibe en cuanto su hija pequeña lo permite, claro. En esa mínima espera hay quien no puede perder el tiempo y se conecta a Matrix para seguir en contacto, como podéis ver en la foto. Por cierto, vamos por la mitad del camino y medio maletero ya está lleno de vino. No hace falta que os diga quién de los dos es el conectado.
¿Os he dicho eso de la paciencia y la amabilidad antes? Pues otra vez. La bodega está en la casa familiar y allí nos entrometemos este par de maníacos con preguntas y ganas de saber y de probar. Los viñedos están alrededor y aquí vuelve el terreno irregular pero las espalderas están bien organizadas. El “entrenamiento” que le dan a la planta aquí difiere con lo que hemos visto hasta ahora pero el objetivo es el mismo: la calidad, no la cantidad. Da igual por qué camino llegue cada uno. En pleno viñedo hablamos de otros aspectos ecológicos, del uso de los montes, que también tocan a Asturias. Hay momento incluso para la política y su intervención en este mundillo. No difiere demasiado de nuestra manera de pensar.
Todo lo que hemos visto fuera, con mucho calor, vamos a buscarlo ahora dentro, en los depósitos y en la botella. Seguimos dando vueltas a esos cambios, a la respuesta del vino a las temperaturas en la zona, sobre todo en el caso de los blancos. Y entre comentarios viene la sorpresa de un albariño con bastantes años y sin los elementos que se supone que le permiten envejecer. Sí, también vamos a ser testigos de esa magia: los albariños pueden envejecer. Todavía hay que repasar aspectos relativos a la distribución, a cómo podemos difundir ciertos vinos, o más egoístas, a cómo podemos disfrutarlos nosotros, y el pulso para estos pequeños productores es aun más duro. En fin, podríamos seguir hablando horas pero tenemos que ponernos en ruta otra vez.
Hay que llegar a Tui, instalarnos, guardar el coche a la sombra –no penséis que es por nosotros, qué va, es por el vino que llevamos- y pensar en comer. No suelo dar importancia a los hoteles porque los aprovecho lo mínimo y los escojo baratos (¡qué remedio!) pero el Hotel Colón me llamó la atención y sobre todo, la amabilidad de las chicas de recepción merece este reconocimiento.
Mientras comemos hablamos de ese algo mágico que tiene esta tierra, que ya nos está afectando, creo. Mi compañero de armas es muy optimista y está dispuesto a entrar en cuanto abran en la Feria, para catarlo todo y pronto, antes de que haya gente. Yo tengo la sospecha de que a primera hora poco vamos a catar.
Claustro de la catedral de Tui, una sombra acogedora. A emoción dos viños es el nombre del evento, una feria de pequeños productores gallegos y portugueses con muy buena voluntad. Pero los bodegueros han aprovechado la sobremesa, el hielo tarda en llegar y el calor puede con todo, no hay quien enfríe los vinos. Total, que gano yo la apuesta: empezaremos a catar tarde. ¿Nos molesta? No, no hay ninguna prisa, es lo que nos queda por hacer. Primera vuelta al claustro: reconocimiento. Quién está, qué trae y todo eso. Segunda, empezamos a probar blancos. La tercera será para los tintos y ya se hace más dura, buscamos avituallamiento (agua, picos de pan…).
La lista es larga e interesante. Volvemos a ver a José Luis y a Sebio (no a Miguel, que se enteró por nosotros de la reunión y que hubiera participado, pero…). También hay referencias que no son nuevas para mí: Guímaro, Régoa, Forxas do Salnés, de cuyos vinos hemos hablado algunas veces. El lado más conocido lo ocupan Lusco y Do Ferreiro. Está Rafa Palacios con sus blancos, además, y Luis Anxo con sus Viña de Martín y A torna dos pasas. Probamos casi todo lo que había –salvo lo que ya habíamos tomado en sus bodegas respectivas- y hablamos bastante. Incluso yo pude olvidarme de aquel calor odioso y no había tanta gente como para molestar. Contaban también con unos músicos que ponían un fondo agradable en una esquina pero, la verdad, apenas les hicimos caso.
Entre lo que descubrí aquí disfruté con Benito Santos y el humor de Todd, probamos un monovarietal de treixadura de Triskel, cambiamos impresiones con los que ya conocían a Sibarita por contactos previos (ya sabéis que yo no hago caso a los blogueros, ellos sabrán para qué querían mi opinión), todavía nos sorprendió José Luis con un rosado que no habíamos visto en su casa (¿pero cuántos vinos hace este hombre?), Sebio predicó con el ejemplo sobre aquello que cité de las colaboraciones y presentaba varios vinos de amigos o proyectos compartidos.
La representación portuguesa era menor pero concienzuda. Las explicaciones atentas de los de Quinta do Vale da Perdiz, los vinos sorprendentes de Dorado (ese 2001) y sobre todo la pasión de Anselmo Mendes. Ante sus dificultades con el idioma no quitaba ojo a la expresión, a los gestos y las caras de quienes probaban sus vinos, buscando la respuesta a su trabajo. Sí, el albariño envejece. Y el alvarinho también, ahora lo sabemos.
Después vendrían las despedidas, la conversación embarullada en la Viñoteca de García, mi defensa de la sidra –con todas las críticas que se merece, eso sí- y hasta la prueba de un vino de Cangas, que tenían Penderuyos y ya que el asunto era el intercambio lo pedimos. Por cierto, es interesante esta vinoteca. Si pasáis por allí merece la pena ver su oferta. Algunos bravos todavía se fueron de copas pero nosotros ya no. Os lo repito: vino, sólo vino.
El viaje de vuelta y el recuerdo. Nada relevante en el viaje, insisto, sólo vino. Sin paradas, sin visitas, sin comida señalada. En la cabeza todavía nos bulle tanta información. En el paladar tenemos que esforzarnos para discriminar todo lo que probamos. En nuestro recuerdo queda pasión, mucha pasión; y algo de magia. Gracias, vecinos; gracias, amigos.
¡Qué exageraos sois! Tampoco hay tantas dificultades con los portugueses respecto al idioma. ;-)
ResponderEliminarEn serio, muy buena crónica de vuestra escapada enológica gallega. Y yo ese fin de semana currando. :-(((
Hablando de vinos gallegos. Estoy tomando ahora mismo un Do Ferreiro Cepas Vellas 2007 que no está mal, peeeeeeroooo, no me gusta más que otros albariños que cuestan la mitad...
ResponderEliminarComo probalemente se pierda, copio y pego el comentario que hice en el anterior post.
ResponderEliminarHablando de blancos, ayer tomamos un Saxum Terrenos Pedregosos Sauvignon blanc 2005. Por cierto, ya les vale tener la ficha del vino en inglés solamente.
Me gustó bastante. No llega al nivel de su hermano V3 o de un Naiades por ejemplo (vale no es un verdejo) pero para ser del 2005 estaba bastante vivo aunque la madera se notaba todavía.
Lo mejor fue el precio: 5,50€ cuando lo habitual es unos 16-17. Si alguien pasa por Zamora lo puede comprar en la tienda Entrevinos en la calle que va del ayuntamiento al Rincón de Antonio al igual que el V3 2006.
Si nos ponemos de acuerdo, no nos compenetramos tanto...
ResponderEliminarDoble pena el no poder haber ido a Tui; pero mi foie se estaba preparando para trabajar más intensamente de lo que a él le suele gustar, dos días después...
Hubiese sido una grata coincidencia
¡Que brutiños soys!!!
Por cierto Toni; yo a los portugueses, si no me hablan por señas, no les entiendo ni papa :)
En primer lugar, disculpas por la edición, pero no sé qué hacer para que blogger no me cambie el tamañao y la tipología de la letra respecto a lo que escojo.
ResponderEliminarEl Goliardo albariño barrica 2007 murió con gran dignidad y en plenitud de facultades. La verdad es que me gustó mucho, aunque tuviérais razón en que un par de añitos no le hubieran venido mal
Por partes.
ResponderEliminarPara aclararlo y como todavía está ahí la Feria del Ribeiro (Trascorrales), efectivamente mi "informante" se lió y el dato real es este: te venden tiras de diez puntos por cinco euros y cada copa de vino "cuesta" entre 2 y 8. De 8 creo que sólo está la del tostado. La mayoría oscilan entre tres y cinco (es decir, entre 1'50 y 2'50 euros) y son copas completas, no cata. Aparte cobran el "alquiler" de la copa con otros 2 euros.
Al respecto daré mi opinión: no me gusta ese sistema. Está claro que si quieres presentar tus vinos y has pagado por ello querrás evitar esa mayoría de gente que sólo busca beber y comer gratis, cuanto más, mejor, y que le importa poco o nada lo que tú hagas. Para eso está bien una entrada "disuasoria" pero el sistema elegido puede gustarle al consumidor normal pero no sirve para quien quiere catar, para quien quiere conocer los vinos (A eso se suponen que vienen, a darse a conocer, ¿no?). Porque me fundiré enseguida esos puntos en copas completas que quizá no me interesen y si quiero catar mucho o todo me gastaré un dineral. De hecho, no está pensada así, no hay escupideras. Está pensada para "vender" copas de vino.
Al margen del sistema elegido de pago y servicio de lo que pudimos probar ayer hay cosas interesantes y otra vez nos encontramos con esa misma pasión que vimos en el viaje allí mismo (Viene bien la coincidencia con este post.) repetida en estos puestos. Con respeto para el trabajo de todos yo destacaría especialmente vinos de Manuel Formigo, Coto de Gomariz, Casal de Armán y Sameirás. Probé alguno más (me dejó buen recuerdo el Terra do Castelo Selección y no tan bueno, aunque sea interesante, el San Clodio) pero yo me quedo con esos cuatro puestos. Y con la simpatía de Inma, con la cercanía de la gente de C. de Gomariz (perdón por no recordar el nombre), con las explicaciones llanas, sensatas y directas del propio Formigo y con el apego a su terruño y a su trabajo de Antonio Cajide. Otra vez gracias, vecinos y amigos de Galicia. Espero que sea provechosa vuestra visita.
ResponderEliminarVoy a ver las pifias de la F1 y luego sigo.
Vaya espesura la mía. Me releo y casi no me entiendo. Hay que afinar esa redacción y esa puntuación, Jorge (Es que sin mi sidra de la sesión vermut...). Pero creo que se capta la idea a pesar de todo, ¿no?
ResponderEliminarBueno, vamos al post.
Gracias, Toni. A ti te hubiese gustado ese viaje, por la zona y por algunos vinos. Lo del idioma lo digo en sentido inverso. Era él (Anselmo Mendes) quien quizá, exigente como tiene que ser, no quería perderse matices que no domina, no se conformaría con "está bueno", "me gusta", y por eso se fiaba más de las caras, de la primera expresión.
Daninland, te digo lo mismo: hubieses disfrutado allí. Pero es que se nos acumula el trabajo ;-) Y sí, somos un poco brutos. Bueno, no: estamos enfermos (maníacos).
Eldi, gracias por la aclaración. Esta vez juro que no he sido yo jugando con los tipos de letra ni nada de eso. La culpa es de Blogger. En serio, sé que es una faena dejarte todo el curro de edición. Muchas gracias. Aunque no esté perfecto, como nos gustaría, se entiende de sobra. Y lo que no se entienda es culpa mía, por no expresarlo con claridad.
Acabo de leer el post de Daninland sobre Coto de Gomariz y, con el permiso del autor, recomiendo esa simbiosis de blogs que tanto bien hace a veces. Las fotos que yo no incluyo, los detalles más "técnicos", por describirlos de algún modo, los podéis encontrar ahí. Suscribo todo lo que él comenta e ilustra.
ResponderEliminarHola Jorge, gracias por compartir con nosotros A Emoción dos Viños y por la crónica de vuestra visita por Galicia.
ResponderEliminarLa premura en la organización y lo limitado del espacio condicionó el número de bodegas, pero no cabe duda que Pedralonga tiene su espacio en la Emoción de los vinos.
Prometemos hacerlo mejor en la próxima edición y seguir contando con vuestra compañía.
Unha aperta
Antonio
Hola, Antonio. Un placer tenerte por aquí. Seguro que la próxima la organizáis más redonda aún, después de esta experiencia (que para mí como visitante fue muy buena; ojalá para las bodegas lo haya sido también), y será estupendo que podamos visitaros otra vez.
ResponderEliminarAunque ya sabes, somos maníacos, así que no creo que esperemos a la siguiente feria; alguna excusa buscaremos primero.
Mucha suerte.
Un abrazo.
Si tenéis al alcance el suplemento dominical de El País hoy publica un reportaje titulado "Los locos del vino español". Como divulgación me parece bastante bueno. Estos otros locos, los maníacos que escribimos por aquí, quizá pensemos que no están tan locos algunos de los citados, que no deben ir todos en el mismo saco. Pero todo es discutible.
ResponderEliminarJorge eres muy exigente, el post esta de pm.
ResponderEliminarCon respecto a la feria de ribeiro, a mi si me gusta el sistema que llevan para evitar los bebedores de "cualquier cosa" mientras sea gratis, aunque si es cierto que los que queremos catar/probar todo es inasumible y quizá deberian buscar un sistema para nosotros. Es verdad que habia una jornada profesional pero era por la mañana y solo dos horas, lo que lo hacia muy dificil para muchos.
En resumen que me gusta el sistema, tanto este como el cobrar una entrada y que no me gusta nada las ferias gratuitas donde es muy dificil estar tranquilo y hay que tener los codos entrenados. Ademas este último sistema creo que no ayuda nada en la promoción del vino.
Antonio, que alegri leerte por los blogs asturianos. Mi apoyo incondicional a lo que habeis echo para seguir haciéndolo, felicidades.
ResponderEliminarCon respecto a Pedralonga es una opinión muy particular pero también entiendo que dado el espacio alguien se tenia que quedar fuera.
Os dejo aquí al respecto del post de Jorge, lo que yo he publicado sobre la visita a Jose Luis Mateo de Monterrei, increible :
JOSE LUIS MATEO VITICULTOR: GORVIAS, MURADELLAS, ALANDAS, A TRABE…
Me ha gustado mucho. Me recuerda a lo que sentí hace hace ya 7 años cuando probé en el Pepe Vieira de Sanxenxo, los primeros vinos gallegos -algunos los mencionas- de esos pequeños productores. Estaba todo por ganar.
ResponderEliminarGoliardo, Pedralonga, Quinta da Muradella, Sketch, A Trabe, Leirana...
Hacía mucho que no visitaba el restaurante LA CAMPANA en Pruvia. Unas compras en el Decathlon ese de la Fresneda y la indecisión de no saber a donde ir hizo el resto. Pues bien, o ya no lo recordaba o la carta que me encontré a dado un giro de precios y preparados de lo más populares, es más, muchos de los platos a precios más económicos que en la mayoría de sidrerías de la región. Amén de la presentación, la vajilla y cristalería, el ruido, el servicio.... o sea, todo. Tiene un menú para terraza a 12 euricos de lo más apañao, pero ese tocará en otra ocasión en el que el tiempo sea más benévolo.
ResponderEliminarUn exquisito revuelto de merluza y oricios 8€, bueno bueno, un criollo a la parrilla con patatas fritas (2.50€), bacalao a la brasa (14.03€), costillas de gocho a la parrilla con salsa Perkins o barbacoa (8.01€), y unos postres caseros y super baratos, como un delicioso tiramisú con mascarpone (3.69€)y un arroz con leche para repetir junto con una botella de blanco Leirana del 2007 (21.99€) que nos encantó.
Pagamos 69.65€ por una de esas comidas informales pero bien hechas. Una oferta en carta para gustar todo a todos.
Probar. Os lo recomiendo.
Un saludo a todos
Gracias, Carlos. Yo creo que todavía "queda partido", todavía van a anotar más puntos estos vinos gallegos. Por lo menos, alguno de los que conocimos más de cerca.
ResponderEliminarGracias a ti también, Sibarita, pero hay que exigirse; ya que dedicamos un tiempo a contar estas cosas hay que procurar que se entienda y difunda lo más posible entre los aficionados.
ResponderEliminarPor ejemplo, cito las bodegas que me dejaron más huella pero queda alguna en el tintero.
Tampoco hablo de ese licor de café de Coto de Gomariz y es un producto exquisito. Mira que yo rehuyo esas bebidas desde hace tiempo pero esta es impresionante. Puro café de buena calidad que deja un sabor marcado y disimula el grado alcohólico de maravilla.
Y no entramos en los detalles que nos contaron sobre las enfermedades (escasas) de sus vides y cómo las tratan, o sobre cómo forman en Pedralonga el pie de cuba, o sobre varios datos de cultivo y elaboración que nos enseñaron y que podrían interesar al lector pero el post se haría interminable.
Respecto a lo de la Feria del Ribeiro vuelvo a discrepar. Al fin y al cabo, si lo piensas, el sistema empleado no es disuasorio, no es para limitar el público sino para vender. Si la gente lo encontró caro y compró poco es otro problema pero por ellos podría haber entrado todo Oviedo a comprar boletos y beber todo el vino disponible. Poco tiene eso que ver con condiciones de cata ideales. Y respecto a la jornada profesional tampoco lo arregla todo. Precisamente entre los que escribimos y leemos por aquí apenas hay profesionales de la hostelería y sin embargo a muchos nos gusta ir a probar, a catar (a mí el primero, por supuesto), y para beber vinos por copas ya tengo un montón de bares de los que alguno incluso está bien, estoy a gusto, y es allí donde quiero ir a pedir y pagar mis vinos.
ResponderEliminarNo obstante lo dicho vuelvo a separar la organización de los productores. Lo que comenté de los vinos que me gustaron sigue en pie al margen del sistema de venta.
Además en este caso os lo pongo en bandeja. ¿Un buen modelo para una feria, a mi entender? El de la que visitamos en Tui, de la que hablo en el post. Entrada para sufragar gastos y evitar gorrones y a partir de ahí cata al gusto. Tu copa, los vinos presentados por los productores, escupideras y a probar. Y efectivamente funcionó. No había "profesionales del papo" y podías probar lo que quisieras, con independencia de si eras del sector o simple aficionado.
Como siempre, cada post es una lección magistral y lo he "devorado" literalmente. Uno de esos viajes y aventuras que apetece hacer y que como dijo una vez Arguiñano: "Cuando tengo dinero no tengo tiempo y cuando tengo tiempo no tengo dinero".
ResponderEliminarRecuerdo de mi estancia en Galicia el descubrimiento de los mencía, especialmente el Algueira que tomé por primera vez en Villalba en buena compañia allá por 2006¡qué recuerdos!.
Toni, conozco la tienda de Zamora. Creo que pertenece al dueño de un local de vinos mítico que se llama LaSal y donde descubrí, de su mano, el Corral de Campanas. Mi vaso nunca se vaciaba.
Os planteo una cuestión. Como sabeis, estoy recien llegado del exilio y un poco desconectado de la gastronomía de la región. Digamos que gané en un concurso-apuesta 150 euracos con la condición de gastarlos en una comida para dos. ¿Alguna recomendación? Había pensado en La Solana (ya conocido) o Ca Suso del que tan bien hablais. El Corral queda para después del verano. Incluso nos planteamos Palermo. Lo malo es la carretera.Estamos abiertos a todo tipo de propuestas. Ya me contareis.
Gracias, Candasu.
ResponderEliminarSobre esa comida de 150 euros te doy mis opciones. La primera sería El Corral, pero ya me dices que la dejas para después del verano. Como segunda me plantearía Casa Gerardo. Si vas a menú degustación más bebida tendrás que añadir algo más en estos dos casos pero vale la pena. Por afinidad personal la tercera propuesta sería Ca Suso, en efecto, donde además te sobrará presupuesto. A partir de ahí entran en juego otras consideraciones: distancia, entorno, etc. Se me ocurren Casa Marcial, Koldo Miranda, el AGU nuevo, La Tabla... Pero ninguno de estos lo tengo lo bastante reciente para insistir en él.
A mí lo de la Feria del Ribeiro me gustó.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que para los que quisieran conocer la mayor cantidad de vinos posible no es la mejor opción.
Pero me pareció buena idea para tomarte 3 o 4 vinos a buen precio, de marcas que es casi imposible localizar en los bares de por aquí; además de la posibilidad de comprar botellas pagando lo justo, o degustar un riquísimo (y bien cobrado) plato de pulpo.
Como dijisteis por arriba hubo una jornada para profesionales. Y, sinceramente, creo que fue la mejor manera de organizarlo para que tuviera cierto éxito de asistencia (No olvidemos que estuvo 3 días ocupando la plaza del Pescao).
Conpamgu, y que has probado que te haya llamado la atención?
ResponderEliminarY entrando en detalle:
ResponderEliminarMe gustó mucho el Abadía de Gomariz, cada vez tengo más claro que esos tintos "atlánticos" están entre mis favoritos.
En cambio me pareció flojete el Sameirás tinto.
En cuanto a los blancos, muy rico el Coto de Gomariz. Y frutal a tope, quizá demasiado para mi gusto, el godello de Terra do Castelo, del que me quedo con su monovarietal de treixadura.
Como me quedé con "algo de sed", en LA NIÑA BONITA probé el Urbión, un vino menor de los elaboradores de 200 Monjes, que me pareció una muy buena opción para el chateo, con agradable predominio de la fruta sobre la crianza, vamos, un buen riojita.
Compangu, el sameiras tinto no me pareció flojete, me pareció bastante bueno, tengo que probarlo con calma.
ResponderEliminarEl godello demasiado goloso pa mi gusto y lo del abadia de gomariz tinto es la leche por los 10 € que cuesta.
Bueno, yo sigo con mis costumbres y aunque sea con retraso os apunto esa "revista de blogs" que a veces incluyo.
ResponderEliminarSi os interesa la discusión sobre la nueva cocina, la vanguardia, su trascendencia y demás, el artículo último de Ph. Regol en Observación gastronómica os espera. Y si os apetece más el recreo literario con fondo de "estas nuestras aficiones" dejaos caer por donde Ligasalsas. El que sea puntual leyéndolo y lo haya visto el lunes -como yo, sin ir más lejos- puede que se haya reconocido.
Otro tema. Estoy con un Viña Almate abierto y otra vez me ha vuelto a gustar. Después de un primer contacto en que no me convenció me ha ganado por su frescura en los siguientes encuentros. Aprovecharé además para poner a prueba otra virtud que dicen que tiene: aguante una vez abierto. Ya os lo cuento.
ResponderEliminarPues yo tomé ayer un Finca Terrerazo 2005 que estaba para hacerle la ola.
ResponderEliminar¿Alguien estuvo recientemente en Casa Tataguyo en Avilés?.
ResponderEliminarEn Casa Tataguyo, sobre todo, sobre todo, sobre todo, cuenta las botellas de agua que te ponen y las que te van a cobrar luego. Me apuesto el postre a que cuando estéis para levantaros os abren una última botella y os llenan las copas.
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge. Aun no hemos decidido nada y las opciones más o menos coinciden con las que nos habíamos planteado. Por cierto ¿cuál es el AGU nuevo? Joer...a ver si va a ser verdad que estoy totalmente desconectado de la gastronomía astur...
ResponderEliminarEso de las botellas de agua que no se toman y se intentan cobrar es un clásico de la restauración española al igual que no incluir el IVA en los precios.
ResponderEliminarCandasu, yo tampoco sé que es el AGU, ni nuevo ni viejo.
ResponderEliminarMe refiero al nuevo restaurante de Alejandro García Urrutia, en la plazuela. Sólo fui una vez a tomar un vino en la barra. Mantiene más o menos la carta que ofrecía en el Galery y la sala tiene buen aspecto.
ResponderEliminarHoy en El Yantar entrevistan a Ramón Celorio (Los Arcos, Cangas de Onís). Entre otros temas "mayores", casi escondida, viene una reflexión interesante sobre el producto de proximidad. O más bien lo contrario: el producto de ida y vuelta, reses propias enviadas a engordar fuera para luego comprar su carne y cosas así. Llamada de atención.
ResponderEliminarbueno amigos
ResponderEliminaryo pasando mas calor que un bobo
como envidio el frecuco que teneis ahora por ahi jeje
por girona y a falta de celler nos caimos por can fabes
si vuelvo con animo a la vuelta os cuento (si soy capaz de recordar algo...)
sed buenos
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ResponderEliminarLolo, o cuentas, o no pongas los dientes largoooooosssssssssssssss.
ResponderEliminarPor cierto si habéis estado por Girona, os habréis fijado en una pescadería-café-restaurante llamado FISHOP.La estética es arrolladora, el café pasable y lo demás no se...
Ayer, degustación de cerveza y queso en La Tienda de Vino (sí, leñe, aunque sea de vino) con bastante público.
ResponderEliminarSe trataba de cervezas artesanas, aunque en este caso la línea que separa lo artesano y lo industrial es más delgada. Quizá le convenga más la definición de "pequeña producción". Y como siempre, los detalles en cada caso y la calidad final.
Bebimos Glops blanca (de trigo) que lleva cilantro en su elaboración. 5'5%. Turbidez. Nariz agreste, un punto cítrico. Sensación picante moderada.
Después, Bleder Espurna de Drac, con higo. 2'7%. Color amielado, nariz muy floral.
Estas dos primeras eran de trago muy fácil y frescas. Me gustaron bastante.
En tercer lugar, La loca Juana, una pale lager de Valladolid (6%) con dominio del grano en nariz. Quizá la de perfil más comercial. Me gustó algo menos.
Volvemos a las Glops con la torrada. Cerveza de color más intenso y con más cuerpo. 4'8%. No obstante, tampoco le encontré una personalidad muy definida. Se queda en el último vagón con la anterior.
Me gustó más, en cambio, la Glops tipo Munich (4'4%). Fuerte, mucho cuerpo, nariz intensa. Esta sí tiene un caracter marcado.
Aunque mi ganadora particular fue la Bleder Presen (7'5%) con zumo de naranja fermentado. Notas amargosas sutiles, muy corpórea. A la vez firme pero con frescura de sobra para beber sin hacerse notar ese grado alcohólico.
Por último, Bleder Cova de Drac, una Imperial Stout de 8%. Una "negra" con tostado muy intenso en nariz y dominio de las notas de café. Punto dulce en boca. Ese rasgo caramelizado a mí no me gusta, por lo que me cansó enseguida. Pero en su especie es fina, sin duda.
Bleder y Glops son catalanas y tiene páginas web bastante ilustrativas, si queréis saber más.
Aparte de los detalles técnicos hay dos características llamativas de estas cervezas frente a las industriales típicas. Como podéis observar, su "potencia", su cuerpo no se asocia al grado alcohólico. Y el hecho de que el gas sea natural, de la fermentación, y no añadido es algo que agradecen nuestro aparato digestivo y nuestros vecinos de mesa. Se evitan flatulencias desagradables.
En cuanto al lote de quesos (otra selección de Guillermina Sánchez Cerezo) hubo españoles, franceses e italianos y casi todos gustaron. Salvo un époisses demasiado evolucionado lo demás iba de bueno a muy bueno. Un pecorino, que representó a Italia junto a uno más suave criado en vino tinto; un Mahón muy curado que no obstante era una delicia; un brie que se defendió como el mejor a pesar de estar fuera de su temporada óptima; un Valençay que prometía intensidad y no la daba pero a cambio daba una finura exquisita, infrecuente; dos pastas duras más y dos blandas en el apartado nacional, más una torta: de Aragón a Castellón, de Navarra a Extremadura. Incluso olvidaba citar un irlandés azul muy noble y cremoso del que no recuerdo el nombre. Un festín.
Yo he disfrutado un Chateau D'Angludet 2005 que estaba muy bien, un Margaux con una buena expresión de la cabernet (pimiento verde, chocolate,....) que hacía buenas migas con las notas de barrica vieja y torrefactadas. Que nadie espere un superburdeos, pero me pareció muy disfrutable y su precio, para ser Burdeoos y 2005 , no se va muy lejos. GAguantó muy bien los días que lo tuve en vacío.
ResponderEliminarAyer, otro estupendo menú Anova + en Ca Suso.
ResponderEliminarUn fresco cóctel de melocotón de aperitivo. Después, ajoblanco de manzana y almendra; ostra con lima; tataki de bonito con pisto y helado; chipirones con crema de cebolla; como pescado, chopa con almejas; y de carne, lomo de res vieja con pimientos asados y crema de patata. De postre, helado de gin tonic sobre salsa de melón y bizcocho de haba tonka.
Puntos perfectos, presentaciones cuidadas al detalle. Menú fuerte, con carácter, pero con múltiples detalles frescos para adaptarse a la temporada.
Jugando con los vinos probé un Divinus, de Pago Guijoso. Creo que hacen de la necesidad virtud. Imaginaos una chardonnay plantada en entorno cálido (Albacete) lo que puede dar. Fermenta parte en barrica y parte en depósito y le dan tres meses de crianza en madera nueva. Al final necesariamente será un vino cálido, maduro, pero les queda bastante redondo, bastante fino. No sería mi perfil preferido a priori pero el resultado está bien. Y cumplió con la comida perfectamente.
Mientras miraba la sala, que me parece muy acogedora, me entraba una duda: ¿toco a rebato para que vaya la gente a disfrutar de algo así o prefiero esa tranquilidad? Viene al caso porque durante parte de la comida era el único comensal. Luego llegaron dos personas a otra mesa. Previsto, de todos modos, porque ellos saben que esta es su semana más floja del año, dentro de los peculiares arcanos de la hostelería. Pero nos dio para reflexionar: ahora que quizá empieza a haber clientes maduros para probar cosas nuevas, ahora que se ha recorrido un buen camino de pedagogía gastronómica y enológica, ahora falta dinero. Mala suerte para quien vive de esto y también para quien disfruta con ello.
Jorge, a mi ca suso me gusta mas con poca gente, se disfruta mas del comedor y de la comida.
ResponderEliminarEso desde el punto de vista egoista, evdentemente por ellos prefiero que esté lleno siempre, se lo merecen.
Y algunas veces lo hemos hablado en privado, Ca suso es el triunfo de la regularidad en todos los sentidos y el buen trato al cliente a buenos precios, un espejo donde podrían mirarse muchos.
Tengo muchas ganas de volver y probar ese menú...
Coincido totalmente con lo que comentáis de Ca Suso. También se me ocurre que esos calificativos de regularidad en todos los sentidos y el buen trato al cliente también se le pueden aplicar a Casa Fermín donde estuve el otro día comiendo tan bien como siempre.
ResponderEliminarEl experimento de longevidad del Viña Almate acabó bien. Duró hasta ayer con sus cualidades originales casi intactas. Frío y vacío (Desde el segundo día; el primero, no.) permitieron comprobarlo.
ResponderEliminarLa forma de llevar Ca Suso me parece un ejemplo sensato de adaptarse a los cambios de la hostelería, un tanto caprichosos, y a los más forzados derivados de la situación económica. Y todo ello sin perder calidad.
ResponderEliminarJorge, cuantos días tuviste abierto el almate?
ResponderEliminarAcabo de comentar en el nuevo post sobre mi experiencia en Ca Suso.
ResponderEliminarTengo pendiente un viaje iniciático a Rivadavia, que yo era de los que pensaba que el Ribeiro es el hermano pobre del Alvariño y me juran y perjuran que no es así.
ResponderEliminarBuenisima esta la detalada experiencia del viaje. Las fotos estan muy buenas.
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