miércoles, octubre 22, 2014

Mestura (Oviedo)



Mestura es el nuevo restaurante insignia de la familia Loya en Oviedo que toma el relevo del antiguo Deloya del hotel Santo Domingo, al que gana en una más céntrica situación en la ciudad, en el Gran Hotel España, pero creo que pierde en comodidad de las instalaciones y sobre todo en espacio. Muy bonita la decoración y con empaque, pero poco espacio y en un ruidoso y en ocasiones agobiante comedor. Esto se refleja en lo pequeño de la mesa para dos, estilo bistrot francés.

La carta es bastante amplia y sobre todo en el apartado de entradas. Precios con IVA incluído.

Como aperitivo de la casa nos pusieron sendos mini bombones de foie. Rico, pero algo simple para lo que se supone que es la cocina de este restaurante.


Como entrantes pedimos dos. El primero fue una boca brioche de guiso de cerdo con ciruela Pasa y pepino, 11,50€. Caro. Se comía en dos bocados y además resultó insípido. Recuerdo haberlo comido en una anterior ocasión con mucho mejor resultado.
Por otra parte fue emplatado para dos sin cargo adicional pero esto tiene una parte buena y otra mala. La buena es el buen detalle del extra de trabajo para que los comensales lo puedan probar ambos, pero la mala es que deberían haber preguntado a la hora de la comanda ya que pudiera ser que a uno de los comensales no le gustase y acabara comiendo el otro solo mientras el primero espera por su entrada.


 El segundo entrante fue una papada confitada con lulo y nabo, 16,50€. El plato nos gustó, con una rica papada que contrastaba muy bien su grasa con el toque ácido del lulo y el ligero dulzor que aporta el nabo, pero si decíamos que el brioche se comía en dos bocados, éste casi en uno y medio. Excesivamente pequeña la ración para costar 16,50€.



 
 Para los platos principales, elegimos pescado. El pixín con espinaca yodada, limón y cebolletas tiernas, 22,50€, se les pasó demasiado en la plancha. Ya sabemos que no es fácil conseguir una buena textura al pixín pero con excesos de plancha, menos.




 En cambio el salmonete frito y su jugo de sidra, ajo asado y manzana, 21,80€, resultó el mejor plato de la noche, con unos sabrosos lomos de salmonete, en este caso excelentes de punto, una lograda y sabrosa salsa de sidra, servida en recipiente aparte, y el ajo asado que complementaba muy bien el intenso sabor del salmonete. Bien.



No tomamos postre. Ponen dos tipos de pan a 1,30€ por comensal. También apuntar  que es un horror
el ¿mantel? en relieve que tienen las mesas totalmente incómodo e incluso impropio de un gastrobar de tercera. Ya sé que los tiempos no están para grandes mantelerías y menaje pero podrían haber pensado otra solución menos cutre.

 
La carta de vinos, bastante bien escogida aunque como tantas veces, desequilibrada en favor de los tintos. Los precios, sorprendentemente comedidos y razonables y en algunos casos más baratos que en tienda. Tomamos un Milmanda 2011 por 32€. Para mí que se equivocaron en la carta…

El personal de servicio de buen nivel pero escaso para un sábado por la noche. Reseñar que entre el segundo entrante y los platos principales pasó algo más de tiempo de lo normal, pero tampoco demasiado, y se disculparon varias veces por ello y no solo eso, sino que nos invitaron en el Black Bar, que está justo debajo del restaurante a lo que quisiéramos tomar. Excelente detalle del restaurante.

La página web bastante buena pero mejoraría incluyendo los precios de la carta y la carta de vinos.

Se ve que hay una buena base de cocina, pero por lo comprobado en esta cena y en otra comida anterior, aún les queda por pulir algunos detalles, de coordinación cocina-sala, puntos de cocción, relación cantidad/precio de algunos platos, etc. En todo caso, es una opción válida en el panorama gastronómico de la capital y supongo que cuando lleven más rodaje y estén más asentados la impresión será más positiva.

Mestura

Gran Hotel España
C/ Jovellanos, 2, 33003 Oviedo
984 034 014   www.mesturarestaurante.es

viernes, octubre 10, 2014

Tràngol (Benicarló, Castellón)



Si algo ha proliferado en el panorama gastronómico nacional al hilo de la crisis han sido los llamados gastrobares. Sitios en los que comer más desenfadadamente que en un restaurante tradicional y con facturas más bajas, aunque habría que escudriñar estas para ver si de verdad lo pagado al final resulta más barato en comparación con otros restaurantes.


El caso es que Tràngol se podría encuadrar en esta categoría aunque ellos se autodenominan restaurante-vermutería, concepto que suena casi hasta novedoso, por recuperar una bebida tan poco de moda como es el vermut. Disponen de menús de tapas para diferentes personas y una carta amplísima. Tanto, que nos hizo ponernos en guardia, ya que cuesta creer que dominen tamaña cantidad de platos.  Por lo menos en este caso sí tienen el IVA incluido en los precios.


 

Como aperitivo de la casa nos pusieron unos  bombones de foie bastante resultones.






Comenzamos con dos platos fríos. Uno era un roast-beef de pato con foie, vinagreta de naranja y frutos secos. 14€. Este plato podría ser el ejemplo de "plato resultón de gastrobar" y verdaderamente estaba  bien la carne, con una vinagreta lograda y la agradable mezcla del foie y los frutos secos. Nada que no te puedas hacer en casa parecido pero por lo menos sabroso.




 Algo inferior resultó el sashimi de atún rojo con salsa oriental casera. 15€. Con diferencia el plato más flojo de todos. El atún no parecía de la mejor calidad y su apariencia, textura y sabor lo manifestaban. Además la salsa era una vulgar de soja, no sé si “casera” de verdad pero el caso es que no la diferenciabas de otras muchas del supermercado.


 

 

Se lo comentamos y aparte de pedirnos disculpas sorprendentemente nos trajeron dos pequeños escalopes de foie, como invitación de la casa, que estaban realmente bien. Estupendo detalle poco habitual.





Seguimos con dos tipos de empanadilla. Bien las de musaka, 1,80€ unidad, pero quedaron eclipsadas por las riquísimas empanadas criollas, 2€ unidad, 

que bien merecían comer unas cuantas. Solo tengo un referente de este tipo del pasado, pero ni comparación con lo ricas que estaban estas.

Como platos principales, sendos aciertos. Uno fue una carrillada de cerdo ibérico de bellota estofada al vermut con crema de boniato, 15€.  Como ya comenté en anteriores post, es leer en una carta cosas como carrilleras, rabo, paletillas, etc, y empezar a revolotearnos la mosca cerca de la oreja; pero fuera la materia un producto de quinta gama o no, el caso es que hacía tiempo que no comíamos una tan sabrosa, bien de punto, melosa e intensa como esta. Además el toque dulce del estofado con vermut y la lograda crema de boniato la complementaban a las mil maravillas. Mejor plato de este tipo que en un montón de restaurantes de mayor (supuesto) nivel en los últimos años.


Igual pensamos del último plato. Algo que antaño pedía muy a menudo en los restaurantes era el magret de pato, pero dejamos de pedirlo porque una y otra vez lo solían destrozar. Aquí el magret de pato laqueado con peras al moscatel, 14€, no solo fue servido en la mayor ración que recuerdo en mucho tiempo sino que estaba hecho con un punto impecable, sabroso, bien cortado, casi elegante y bien atemperada su grasa por la dulzura de las peras al moscatel. Enhorabuena al cocinero por hacer tan bien un plato que puede parecer fácil pero por experiencia no lo es en absoluto.

La carta de vinos, reducida pero con cosas dignas para escoger y más en una zona como es la provincia de Castellón que no nos pareció muy amante de los vinos. Tomamos un Cava valenciano, Dominio de la Vega Brut, 14,50€. El pan, 0,85€, nada caro para restaurante.


El personal de servicio muy bien, conociendo su oficio y de formas impecables.

Un fallo a reseñar es que la página web está inoperativa.

Esto es lo que tiene a veces el mundo gastronómico, que donde no te esperas gran cosa salta la agradable sorpresa y te encuentras un sitio con el Tràngol. A lo mejor en este caso y al revés que en otros restaurantes  tuvimos suerte con los platos escogidos, salvo el sashimi, pero resultó así, por lo que no dudo en recomendar acercarse hasta Benicarló para probar su cocina a quien esté de vacaciones por el norte de Castellón.

Tràngol

Valencia, 19, 12580 Benicarló (Castellón)
964 044 323