lunes, abril 21, 2014

Azafrán (Villarrobledo, Albacete)



Es posible que alguno de los (pocos) lectores habituales del blog recuerde mi anterior entrada sobre el restaurante Azafrán ya que fue hace solo unos 15 meses. Si ya decía en ese post que había caído allí casi por casualidad, ni por asomo pensaba que volvería en poco más de un año vista la localización del restaurante aunque dicha localización fue fundamental para que esta vez hiciera un desvío en un viaje con dirección Valencia.

Llegados con casi una hora de antelación a la hora prevista nos sentamos solos en el comedor después de saludar a la cocinera y dueña del restaurante Teresa Gutiérrez, ahora también profesora de pastelería de la escuela MasterChef.




Pronto llegaron los aperitivos de la casa consistentes en un fino pastel de pescado y una mantequilla de hierbas con unas excelentes cortezas de masa madre. Muy buen comienzo.




No pudimos resistirnos a pedir dos de los platos que tomamos el año pasado. Uno fue  el “Ajopringue” albaceteño de matanza con piñones y pan de algarroba. Invitación. Esta vez no daba opción la carta a pedir media ración por lo que a pesar de su contundencia pedimos una ración y nos extrañó que la cantidad fuera parecida a la de la vez anterior. La explicación fue que tuvieron el detalle de invitarnos y juiciosamente, y visto lo que habíamos pedido para después, ponernos una cantidad más reducida del contundente ajopringue, un paté hecho de casquería de cerdo y matanza parecido al morteruelo, extraordinario de sabor, intensidad y gusto. Si lo tuvieran los franceses seguro que sería universalmente conocido.


El otro plato repetido fueron las empanadillas de "desmigao" de cordero y asadillo de berenjena. Invitación. También pedimos media ración y como en el caso del ajopringue también fuimos invitados. Doble buen detalle. En cuanto a las empanadillas, reitero lo dicho el año pasado y me autoplagio: plato con aires árabes, el relleno de cordero finamente especiado estaba de matrícula de honor con la masa de las empanadillas magníficamente lograda y el asadillo de berenjena con un toque de comino merecía un desarrollo aparte como entrante por sí mismo.
Sorprende que encontrándose croquetas de todo tipo en restaurantes y gastrobares, no sean aprovechadas las posibilidades de las empanadillas.




Seguimos con las migas “ruleras” con sardina, melón y papada asada, 10€,  fantástica puesta al día del plato típico manchego por antonomasia, en el que la contundencia y grasa de la papada se conjuntaba muy bien con la sardina y refrescaba con el melón. Muy ricas.



Continuamos con la perdiz en escabeche casero con membrillo y patata asada, 14€. Excelente el escabechado de perdiz, sin escatimar ésta, con un sabor intenso a la vez que elegante, matizado por el suave dulzor del membrillo y todo ello mezclado con la patata. Otro acierto pleno.





Y acabamos la parte salada con unas patatas al montón con secreto ibérico, setas y huevo gratinado, 13€, contundente revuelto de extraordinario sabor con todos los ingredientes en su punto. Ejemplo de la sencillez en forma de gran plato.



A pesar de que lo comido hasta ese momento no era como para quedar con hambre precisamente no dudamos en probar la especialidad de Teresa: los postres.


 Fue una pena de que no tuvieran en carta la estratosférica Merienda manchega del año anterior, así que esta vez pedimos otro guiño a la tierra como fue el helado de queso con pan de naranja, pralinés tostados y vino tinto Cencibel. 6,50€. Fantástico el intenso sabor del helado de queso bien flanqueado con el toque agridulce del pan de naranja, el tostado del praliné y el frescor del añadido del vino. Otro postre kilómetro cero a recordar.




El otro fueron unas sopas de leche con bizcocho de naranja, helado de limón, sésamo tostado y chocolate blanco. 6,50€. Un postre con la misma filosofía y planteamiento que el anterior y resultado similar. Muy bueno.




El pan fue de dos tipos: de tomate y de queso, ambos excelentes, acompañados de aceite de oliva virgen extra. Por concepto de cubierto cobran la muy sensata cantidad de 1,15€ por persona.

Para beber tomamos una copa de Finca Antigua Syrah, 2,50€, y una botella de agua mineral de litro, 2,75€.

El personal de servicio, femenino en su totalidad, demuestra tablas, simpatía y profesionalidad.

Al igual que el año anterior, de Azafrán salimos llenos y satisfechos. Aquí no hay que buscar cocina vanguardista, molecular o tecnofuturista. Simplemente cocina de la tierra convenientemente puesta al día, sabrosa, contundente y sobre todo bien hecha. Parece fácil, pero está claro que no lo es por lo que se podría resumir como la dificultad de la sencillez.

Y acabo como siempre cuando un restaurante lejano me convence: lástima que nos quede tan lejos.

Azafrán

Avenida Reyes Católicos, 71, 02600 Villarrobledo (Albacete)
967 145 298   www.azafranvillarrobledo.com