domingo, abril 28, 2013

Vino Domaine Michel Gaunoux Bourgogne 2009








Ya sabéis como funciona esto de los apetitos , y después de leerme el libro de Diego Núñez me bajé al trastero a por un Borgoña. Un básico de Garnoux, productor de Pommard,  truequeado con el  exiliado bloguero Albertobolbao. Nada más echarlo, pienso que una gran parte del público lo rechazaría. Capa media baja, con un color que tira al granate. Hay rosados con más apariencia de cuerpo que este vino. La añada 2009 fue bastante equilibrada, algo que ayuda en esta categoría de vinos. Y a olerlo,…..dios , qué bueno. Me gusta, primero,  por lo que no tiene: no hay lácteos, ni olor a yogur de fresa, ni gominolas, ni vainillas , ni  coco,….no hay fruta primaria, que en España hemos pasado de los tablones a los mostos, y se les llena la boca a los bodegueros con la palabra fruta. Hay equilibrio, hay vino: hay el Cassis de Frutas rojas, matizado por hermanas más  oscuras, tabaco, los ahumados de un roble viejo,   balsámicos, esa  tierra mojada que confundo con mineralidad. Lógicamente, con la intensidad que corresponde a esta categoría de precios. Aunque un punto por encima de la habitual. En la boca, la finura esperada. La acidez marcada, aunque no descompensada, como sí pasa en muchas ocasiones, con una buena longitud y persistencia , que invita a seguir bebiendo hasta acabarse la botella. Hay Borgoña. Sin duda una buena oportunidad para iniciarse en ella, o simplemente para disfrutarla.


Precio aprox: 22-25 euros
Nota :82 pts

martes, abril 23, 2013

Viaje al corazón de la Borgoña vinícola


Hoy es el día del libro, así que vais a permitirme recomendaros uno, el que estoy leyendo ahora mismo. Es un libro editado hace ya unos años , del que ya hablaron en su día pistoynopisto , y antes Luis Gutiérrez, crítico de elmundovino experto en Borgoña. Probablemente desactualizado incluso en el momento de su edición en cuanto a informacion de sus productores. No se trata , ene ste libro, de descubrir al "último mago de la pinot noir".  Pero está muy bien escrito , en un estilo que sabe ser certero, minucioso sin ser aburrido,  apasionado sin caer en la bobaliconería. Especialmente indicado para aquellos curiosos del vino que todavía no han sido atrapados en su magia, que lo ven descreídos  desde la barrera: este libro habla de la verdad en el vino y los animará  a buscarla en el ruedo de los grandes vinos.  Sabe transmitir lo que significa Borgoña,  lo que es el vino trascendente, el terroir, frente al vino convertido, cada vez más , en un banal objeto de consumo. Pero mejor que cualquier cosa que diga yo, os transcribo el fin del primer capítulo, después de quejarse del acoso mediático de estos viticultores campesinos forzados a aprender inglés:

"El vino se considera como la expresión máxima de Borgoña, y ésta a su vez se percibe como una manera singular de acceso a la cultura, como una feliz ptopuesta sobre el arte de vivir , que incluye tanto la elevación del espíritu como el placer de los sentidos. Jean-Pierre Charlot -encarnación personificada de la expresión " bon vivant" en su sentido más profundo- nos hablaba del vino, no como de un artículo mercantil cualquiera, sino, ante todo, como de un producto personal y cultural. "El vino- nos decía- refleja la personalidad del viticultor ", y efectivamente sus vinos están a tono con su concepción epicúrea de la vida: son vinos finos , a la par que sensuales. "Hay que respetar la vida y su ritmo, así como el ritmo de la evolución de un vino. En la actualidad, se vive demasiado rápido, y de ese modo no se puede recoger el goce de la vida. Es preciso tener paciencia y saber esperar". Una botella de vino lleva en su interior la Borgoña toda: su historia , sus paisajes, sus tradiciones, el genio y el buen hacer de sus hombres. Esta es la mejor manera de acercarse al vino de Borgoña."

miércoles, abril 10, 2013

Maralba (Almansa, Albacete), por Toni



En el anterior post hablaba de todo un clásico en la restauración manchega como es el Mesón de Pincelín, representante de la cocina más tradicional y de producto. Una ciudad pequeña como Almansa tiene la suerte de tener otro restaurante de categoría como es el Maralba, en este caso exponente de la versión más creativa de la cocina manchega y premiado con una estrella de la guía Michelin.

En la cocina oficia Fran Martínez con una experiencia de 9 años en Mas Pau y en sala está Cristina Díaz de la que se puede decir que es la simpatía personificada.

Para nuestra primera visita nos decidimos por el menú gastronómico con maridaje de vinos que cuesta 60€ e incluye el pan, toda una novedad que aunque siempre debería ser así ya que estás pidiendo un menú, por lo general no suele ocurrir. Excelente pan hecho por ellos mismos . Disponen también del menú gastronómico por 48€ y el menú sorpresa por 63. Precios siempre con IVA incluído aunque no será así en la carta de platos y vinos como comentaré más adelante.

 Sería capaz de apostar que Maralba si no es el restaurante con estrella Michelin más barato, seguro que está entre los 3 más baratos de Europa. Además en el maridaje de vinos no solo no se escatima la cantidad en la copa sino que encima nos pusieron por lo menos 8 copas distintas, y digo por lo menos porque tengo algunas lagunas ya que en una ocasión así no es cuestión de dejar vinos sin acabar. Todo un lujo.


 En este caso el enunciado de los snacks, tapas y platos es una descripción en sí mismo. Pido disculpas por algunas fotos que no se por qué salieron muy amarillentas.

Empezamos con 6 snacks . Las bolitas de calabaza con granos de mostaza y polvo de ajo fueron muy resultonas. Parecían confitadas en aceite con un punto de mostaza y el ajo espolvoreado.



 A la vez vinieron las tortas de gachamiga serrana con piel de sardina salada. Magníficas. Original presentación en un tenedor , la torta de gachamiga tenía incrustada la piel de las sardinas lo que le daba un sabor a mar intenso y muy bien conjuntado con el de la gachamiga. Muy buen snack.



Para acompañar Cristina nos sirvió una copa de El Aprendiz 2011, vino leonés de Prieto Picudo. Sorprendente empezar el menú con un tinto.

 
 Depués llegó otro pase de cuatro snacks. El ajopringue machego con pan tostado nos gustó pero tengo que reconocer que no tanto como el que comimos hace un par de meses en el Azafrán de Villarrobledo que tenía más intensidad. La tajada de cerdo con manteca especiada, lima y menta también estaba muy rica y es de esos bocados que incitan a pedir otro y otro. Muy rico.

Seguimos con el cornete de atascaburras, que tenía una lámina de ajo frito encima, otro guiño al recetario típico manchego y acabamos con los pimientos secos y fritos, largos y dulces que se secan y luego se fríen, excelentes de sabor y textura, todo un descubrimiento.

El vino en esta ocasión fue Rodríguez de Vera Merlot 2009, tinto de Chinchilla de Montearagón.



Entre los snacks y el apartado "Tapitas sorpresa" nos puesieron sendas cucharillas con su versión del gazpacho manchego en forma de empanadilla que lo único malo que se puede decir es que se hace muy corto su disfrute al tomarlos de un bocado. Notable.



En las tapitas nos pusieron unos bombones de queso manchego curado al romero. Los bombones tenían impregnado el sabor del romero pero tal vez estaban algo fríos como para que el disfrute sea total. De todas formas nos gustaron mucho.

Otra tapa fue la cucharita de mejillón con espuma y perlas de Martini, acertada combinación en la que las esferificaciones de Martini realzan el sabor del mejillón. Acabamos con otra cuchara de caballa semicurada en sal con emulsión de tomate y olivas negras, con una caballa muy jugosa bien combinada con la emulsión de tomate y las olivas. Acompañamos las tapas con Treinta Mil Maravedies 2010, tinto madrileño.


 Llegamos a los platos principales. El primero fue un pulpo de roca con alcachofas confitadas en aceite de anchoas y caldo caliente de alcachofas al fuego.  Plato arriesgado pero que sale totalmente airoso con una excelente  armonía entre el pulpo y las alcachofas bien apuntalado por el intenso aceite de anchoas. No suelen convencerme muchas de las preparaciones que he probado del pulpo pero esta lo hizo completamente. 


 Seguimos con las habas repeladas con royal de michirones, velo de panceta ibérica, tomates secos y consomé de Jabugo. Excelente interpretación de un guiso típico de la zona de Murcia y Albacete aunque creo que hubiera ido mejor antes del pulpo. De todas formas estaba buenísimo.

Estos dos platos los acompañamos de una copa de Picarana 2010 blanco madrileño que se enfrentó perfectamente con las difíciles alcachofas.


Seguimos con el salmonete de roca con carpaccio de galeras y algas marinas, perfecto de punto y con intensos sabores marinos. El vino fue The Flower and the Bee 2011 con diferencia el más discreto de toda la cena.





La carne fue vaca al brandy con tartar de setas de temporada y jugo de asado, excelente también de punto y textura y muy bien acompañada de las setas. El vino fue Tierras del Mediodía 2007, una garnacha de Almansa aunque fuera de la denominación. 




 
Llegaron los postres y el primero fue un flan de tarta de queso, bizcocho de nueces, sorbete de lavanda, virutas de mango y caldo de mango y maracuyá, todo un alarde de ingredientes y preparaciones del que destacaría el flan. Estupendo. Lo acompañanos con una copa de MR, dulce de Málaga.




El otro postre fue el toffee con sorbete de pera, macadamia garrapiñada y granizado de especias, magnífica conjunción de sabores donde el sorbete matizaba la dulzura del tofee y muy bien acompañado por la macadamia y el frescor del granizado. El vino esta vez fue un Domaine des Coqueries, dulce de Coteaux de Layon del Loira.


No solemos tomar café pero esta vez sí, al bonito precio de 3€. Aquí no se notó la moderación de precios aunque también hay que contar con los petit fours que fueron unos trozos de chocolate blanco con pipas saladas, kikos bañados en chocolate, bombones de higo y gominolas de mango, todos de muy buen nivel con sus contrastes dulce-salado.

Como decía al principio un excelente menú a un precio de los que no se ven y menos en restaurantes de estas características.


Dos días después repetimos visita y esta vez con la intención de comer a la carta y aquí tengo que criticar el punto negativo del restaurante. Como los menús sí que tenían el IVA incluído en los precios, a la hora de pedir por carta ni nos fijamos en ese detalle dándolo por descontado. Otra vez, error. Al revisar en casa las fotos de la carta y las facturas, comprobé que ni la carta de platos ni la de vinos tiene el IVA incluído. Si esto ya no cumple con la legalidad vigente que obliga a tener los precios con el IVA incluído, choca más al tener los precios de los menús correctamente. Quiero pensar que es un despiste del restaurante porque no tiene lógica alguna que los menús lleven el IVA incluído y los platos de carta y los vinos no, pero que se trate de un descuido no quita para que sea un detalle a corregir urgentemente.

La noche era la del sábado de Semana Santa y nos encontramos con que fuimos los únicos comensales de la cena. Deprimente que un sábado noche y en fechas festivas solo tengan una mesa para cenar por mucha procesión que hubiera. Menos mal que nos comentaron que al mediodía sí habían llenado.

Antes de que llegaran los platos de la comanda nos llamó la atención que el pase incluyera los snacks y las tapitas sorpresa que nos habían puesto la vez anterior por lo que pácticamente la cena se conviritió en otro menú degustación aunque esta vez sin maridaje de vinos.


 Después de dar buena cuenta otra vez de todos los entrantes llegaron lo que habíamos pedido nosotros. Excelente el ravioli de morteruelo de caza, con virutas de pichón, salvia y caldo caliente de caza, 13,30€. Potentes sabores enraizados en la tierra.





El otro entrante fue el conejo de monte en escabeche con hortalizas con infusión de jugo del conejo con aromáticas del entorno, 13,20€. Muy sabrosa la carne con un suave escabechado y bien realzada por el jugo infusionado con las hierbas. 




  
Para los principales nos decidimos por la carne. Decir primero que aquí las raciones nos parecieron algo escasas ya que los platos  se comían prácticamente en dos bocados. Fantástica la liebre al civet, ligado con su sangre, enebro y setas, 24,20€. Extraodinario sabor, incisivo pero domado, refrescado por el enebro y con el buen añadido de las setas. Excelente plato.



Acabamos con el cabrito lechal manchego, con patata ahumada, hinojos y jugo del asado. 19,80€. Una preparación clásica de un cabrito que se deshacía en la boca pero de intenso y elegante sabor y unas ricas patatas.  Muy bien, pero como dije antes, algo escaso de cantidad.



 Esta vez tampoco nos pudimos resistir a los postres. Uno  fue la torrija bañada en vino dulce, mantecado de vino, mousse de almendras y granizado de vino blanco con toques de naranja y limón. 6,60€. El enunciado ya lo explica perfectamente. Muy buena la torrija, impregnada del sabor del vino. Lo mejor es comerlo todo a la vez para mezclar los sabores y las texturas crujientes, heladas, cremosas y dulces.


 
 Y acabamos con la ensalada de remolacha y fresas con sorbete de yogur de cabra y bizcocho de especias al vapor, 6,60€, otro alarde de diferentes preparaciones en un mismo plato, en un postre muy fresco y con contraste dulce-ácido muy logrado.

Acompañamos los postres con copas de Casa del Inca, 3,93€, PX de Montilla y PX Monteagudo, 2,75€, de Jerez.

Para beber tomamos un PF 2010, tinto de Manchuela a 23,76€. Buena y escogida carta de vinos con bastantes de la zona de Alamansa y provincias vecinas y como curiosidad decir que tenían unos cuantos de Coalla Gourmet.

El pan, 3,24€ c/u.

El personal de servicio está compuesto por la propia Cristina y un chico muy joven pero con muy buenas maneras para su juventud.

La página web está bien pero estaría mejor con el añadido de las cartas.

Sin olvidar el mal detalle del IVA y tal vez la parquedad de algunas cantidades en los platos de carta , sin duda es un restaurante a recomendar. Excelente puesta al día del recetario manchego y de provincias vecinas, técnica, dominio de los contrastes, precios muy contenidos y buen servicio hacen que no sean de extrañar los reconocimientos logrados. Y parafraseando a la famosa guía roja, si se pasa cerca bien merece el desvío.

Maralba

C/ Violeta Parra, 5 Bajo.
02640 Almansa (Albacete)
967 31 23 26 www.maralbarestaurante.es

lunes, abril 01, 2013

Mesón de Pincelín (Almansa, Albacete), por Toni



El Mesón de Pincelín es sin duda uno de los restaurantes clásicos de Castilla-La Mancha y podríamos decir que de España. Fundado nada menos que en 1952, está claro que si mantiene este prestigio desde hace tantos años, por algo será. Actualmente está regentado por los hijos del fundador, Pascual Blanco "El Pincelín".

No está situado en pleno centro de Almansa, pero sí a un corto paseo. A la entrada disponen de una amplia barra en la que se pueden tomar numerosas tapas y en el interior tiene varios comedores y también salones privados.

Una vez sentados en una mesa al lado de la bodega,  nos trajeron la amplísima carta que tiene un montón de entrantes calientes y fríos, mariscos de Santa Pola y Cambados, varios pescados fijos y los que entren de la lonja y carnes variadas.  También bastantes platos se pueden pedir por medias raciones. Precios con el IVA incluído.

  
De aperitivo nos pusieron unas cortezas de cerdo y unas almendras, pero como en tantos sitios, no fueron una invitación de la casa ya que cobran por el concepto pan y aperitivos varios, 1,40€ c/u. No es caro pero como ya comenté muhcas veces quedaban mucho mejor quitando el concepto de aperitivos.

 En el restaurante en el que habíamos cenado la noche anterior, Maralba, nos habían dicho que en  las raciones eran contundentes además de recomendarnos que pidiéramos los gazpachos, por lo que solo pedimos de entrada, media ración de lomo de orza, ajo-aceite, pisto y patatas a lo pobre, 7,25€.  Productos de la tierra, de buen nivel y suficiente para abrir boca. Aclarar que el ajo-aceite es lo mismo que el  alioli.


Haciendo caso de la recomendación pedimos sendos gazpachos manchegos. Los gazpachos con rape, atún, gambas y almejas, 17,85€, no los probé, pero fueron elogiados ampliamente por mi mujer. Como se puede ver en la foto, a primera vista bien parece una pizza.


Yo pedí los gazpachos manchegos con conejo, pollo de corral, pichón, níscalos y caracoles, 13,25€. Plato contundente donde los haya no solo por la cantidad sino por la abundancia de ingredientes. Difícil acabarlos  y además nos apetecía probar un par de postres. tal vez estos platos sean más adecuados a la hora de la comida.



 Uno de los postres que tomamos al parecer es la estrella de la carta y un clásico del restaurante: souflé de melocotón con helado de vainilla, 4,85€, resultón pero que se hace un poco empalagoso.



Más nos gustó la leche frita flambeada con helado de turrón, 6,25€, una de las mejores que recuerdo con un buen helado también. Acompañamos los postres con una copa de dulce de Adaras, 2,80€, olvidable.



 

La carta de vinos bastante decente y con una buena selección de vinos de la región. Tomamos un Cava rosado de Utiel-Requena, Tantum Ergo Pinot Noir Brut Nature, 26,80€, un descubrimiento y uno de los mejores cavas rosados que recuerdo en mucho tiempo.




 
El servicio, veterano y muy competente tanto en sus formas como en el trato. Se notaban los muchos kilómetros de sala recorridos.

Por lo comido, sin duda este es el restaurante recomendado para probar platos del recetario clásico manchego e incluso por lo visto en otras mesas, es también muy recomendable para los amantes del marisco ya que tenía muy buena pinta el producto que llegaba a ellas.  Platos bien preparados, raciones abundantes y precios sensatos, hacen de Pincelín un sitio a tener en cuenta en la ruta Madrid-Alicante.


Mesón de Pincelín

Calle las Norias, 10  02640 Almansa, Albacete
967 34 00 07   www.pincelin.com