viernes, septiembre 28, 2012

Peixerot (Vilanova i la Geltrú, Barcelona), por Toni

  
Peixerot es uno de los restaurantes con más solera no solo de Vilanova i la Geltrú sino probablemente de toda Cataluña pues lleva funcionando nada menos que desde 1918. Situado en pleno paseo marítimo enfrente del puerto ofrece una cocina eminentemente marinera con especial hincapié en los mariscos.
 

Aquí tampoco han aprovechado la oportunidad del cambio de IVA y siguen sin incluirlo en los precios de la carta de platos no así en la de vinos como explicaré más adelante.

Sorprendentemente no nos trajeron ningún aperitivo por cortesía de la casa, que no es que tengan la obligación de ponerlo, pero sí que es lo más habitual en restaurantes de estas características.




 

 Como entrante solo pedimos unos calamares a la romana, 17,49€, ricos, suaves y con eses puntín dulce tan apreciado, pero como se puede ver en la foto la ración no es que fuera muy generosa.






Para los platos principales no dudamos en pedir pescado. El tronco de merluza al vapor con verduras, 18,54€, les salió perfecto ayudado por la buena calidad del producto y la preparación respetuosa con este. Nada novedoso ni visto mil veces pero cuando se hace respetando lo que anuncian en la carta y en este caso el justo tratamiento, el plato convence.





 El otro pescado fue un rape con salsa Peixerot de tomate y calabacín, 23,79€, hecho al horno y bien conseguido también el punto, sin gomosidades, y con una rica salsa.






El arroz a la marinera con cigalas y mejillones, 21,45€, aparte del punto que se anotan al hacerlo para un comensal, cosa rara,  aunque evidentemente no lo probé tuvo un éxito absoluto además de que la ración daba de sobra para dos personas.



El pan aquí sí lo cobran a 1,65€ pero por lo menos era de buena calidad.


La carta de vinos clasicota pero con la sorpredente característica que no recuerdo haber visto nunca, de que tenían más blancos que tintos, lo que debería ser lógico en un restaurante básicamente de pescado y marisco como éste pero que casi nunca es así. Tomamos un Fransola 2011, 28,60€. 


Pero en la carta de vinos está el borrón de la noche y del restaurante, cosa que parece que no cambia según que sitios. Aquí había una novedad que tampoco había visto nunca. Lo habitual cuando hay ¿fallos? de este tipo es que la carta que lleva los precios con IVA incluído suele ser la de platos y la de vinos sin IVA como me ocurrió en El Celler de Can Roca, Deloya, Kabanova y hace bien poco en Adolfo. Aquí es al revés. Es la de vinos la que tiene el IVA incluído, pero a la hora de cobrar el Fransola que venía en carta a 28€, al desglosarlo vete a saber con qué calculadora harían la operación ya que pone 26€ en vez de los 25,45€ pertinetes sin IVA con lo que a la hora de aplicar el 10% de IVA a los 26€ salen 28,60€. Encima de no cumplir con la Ley, de confundir al cliente, además se quedan unos centimos de propina sin habérsela ganado.

¿Estas cosas no les pasan nunca a los inspectores de la Michelin, de la Repsol, etc, etc?. ¡Vaya puntería que tengo!.

La web del restaurante  bastante mala. Algunas fotos, mucho autobombo pero faltan más fotos y por supuesto las cartas.

 Si nos fijamos solo en la parte gastronómica, es un restaurante que se puede comparar con La Goleta o Casa Conrado en el estilo clásico, clásico, y por el buen producto poco tratado que viendo a la clientela habitual dudo que les permitieran cambiar.

Si nos fijamos en el sempiterno engaño con el IVA, tarjeta roja, expulsión y toda la temporada sin jugar.


Peixerot


 Paseo Maritim, 56,  08800 Vilanova i la Geltrú
938 15 06 25   http://www.peixerotrestaurant.com/#!vilanova

miércoles, septiembre 19, 2012

Ceferino (Vilanova i la Geltrú, Barcelona), por Toni



 
Ceferino es el restaurante del hotel homónimo situado en Vilanova i la Geltrú en la comarca del Garraf en Barcelona. Está situado casi a pie de playa y después de ver la buena pinta de la carta era una opción obvia ya que nos quedaba a tiro de piedra del apartamento.

El comedor está situado en la primera planta y está decorado en un estilo tal vez excesivamente clásico aunque viendo a la mayoría de su clientela probablemente no opine lo mismo.

Aquí también tienen en la carta los precios con el IVA incluído. Parece que poco a poco se está convirtiendo en algo normal.


La primera noche nos pusieron un par de croquetas como aperitivo de la casa y pedimos solo un entrante que fueron unos calamarcitos de Vilanova salteados con ajo y perejil, 14€, que para mi se les fue un poco la mano con el ajo y mira que me gusta el ajo. Eso sí, los calamares muy buen producto.



Para los platos principales seguimos con pescado. El primero fueron unos rapecitos ligeramente asados con su sopita de ajo y setas, 21€, en los que la primera crítica que merece el restaurante es que además del ajo y las setas venían acompañados con unas almejas y unas gambas, además de un fondo ligero de marisco. Para mucha gente no sería motivo de crítica que te pongan unas almejas y unas gambas, pero a los que no nos gusta el marisco y sobre todo a los que sean alérgicos les puede chafar la experiencia. En este caso no hubo mayor problema ya que el plato lo pidió mi mujer pero deberían ser más fieles al enunciado del plato para evitar rechazos.
La otra crítica que merece el plato es que les quedaron los trozos de rape con una textura algo gomosa.


El otro plato fue un rodaballo al “all i pebre”, 17€. El precio puede parecer barato pero la cantidad estaba en consonancia. Aquí sí que resultó bien el punto y la salsa de "all i pebre" resultó muy rica. Buen plato.




Esta vez y al revés de lo habitual yo no pedí postre y en cambio mi mujer sí. Se decidió por un cremoso de mascarpone, almendras y canela, 7€, simplemente correcto. Lo acompañamos por una malvasía de Sitges de l’hospital  Sant Joan Baptista que nos cobraron a 6€ y luego vimos en la carta que está marcado a 5. Como siempre, cuando hay equivocaciones en los precios el 99,99% de las veces es a favor del restaurante.

En cambio y como en el Aragonia Palafox no cobraron el pan, que también era de diferentes tipos y buena calidad, por lo que llevamos dos sorpresas totalmente inesperadas en días consecutivos.

Para beber tomamos un blanco del Penedés, Castellroig Blanc Selecció 2009, 27€, una mezcla de xarel.lo y chardonnay de viñedos viejos, fermentados en barrica por separado y criados cinco meses sobre sus lías, que resultó con muy buena estructura, cremoso y a la vez mineral. Lo malo, como en tantos restaurantes, es que cuesta bastante más del doble de lo que se puede encontrar en tienda: La carta de vinos también se puede consultar en la web. Lo que sí podían mejorar eran las copas, impropias de un restaurante de teórico nivel.

 
La segunda noche nos pusieron un apertivo que era un Bloody Mary de tomate y sandía, rico y refrescante. Como entrante pedimos un tataki de atún salvaje , wasabi y verduritas, 14€, en el que el tataki lo sirvieron inmediatamente después de pasar por la plancha y personalmente prefiero que esté algo más frío. Ricas las verduras que lo acompañaban.


 Esta vez también nos decidimos por el pescado. En el lomo de bacalao al pil pil con almejas y cigalitas, 19€, el  bacalao era de buena calidad pero el pil pil era más bien una mayonesa indeterminada, no el pil pil que se saca del bacalao y el pescado venía sobre una salsa agridulce con garbanzos que no pegaba ni con cola con el bacalao y supongo que menos todavía con las almejas y cigala de acompañamiento. Será que no acabamos de entender el concepto del plato pero el caso es que no nos gustó.


 Pero peor fue lo de la lubina de Vilanova al horno, 22€. Con el precedente del rape que no enunciaba marisco y lo llevaba y viendo que este es el típico restaurante que le echan marisco hasta la tarta de chocolate, pregunté cómo hacían la lubina y acerté en lo que me imaginaba: llevaba una salsa con fondo de marisco y las sempiternas gambas y almejas. Le dije al maitre que me lo hiciera sin rastro de marisco y cuando llegó a la mesa efectivamente no tenía ni gambas ni almejas, pero la salsa tenía media cetárea en su preparación. Menos mal que había avisado...  Además la cantidad de lubina como se puede ver en la foto no era precisamente para empachar y se les había pasado unos cuantos minutos de horno.


 Se lo comento a un camarero, ya que al maitre no le vimos más el pelo, y se ofrece a cambiarlo por una lubina a la plancha. Pasó un tiempo más que suficiente y me la traen con una descongelación tan penosa que parecía que estaba comiendo un chicle y con las mismas verduras que el tataki. Un horror.




Para beber tomamos un Augustus Chardonnay, 36€.

Una pena. Un restaurante del que evidentemente desconozco su trayectoria pero da toda la impresión de que va cuesta abajo y con detalles como el de la lubina hizo que lo tachásemos definitivamente cuando aún nos quedaba una semana en Vilanova.


Ceferino

Passeig Marítim de Ribes Roges, 2, 08800 Vilanova i la Geltrú, (Barcelona)
938 15 17 19    http://www.hotelceferino.com/es/gastronomia-es/restaurant-ceferino-es.html


jueves, septiembre 13, 2012

La cortedad de miras de algunos hosteleros (por Toni)


 La foto que abre el post la hice en un viaje a Portugal en el que visitando la población de Amarante me llamó poderosamente la atención el hecho de que varios restaurantes de la localidad tuvieran sus cartas y sus publicidades además de logicamente en portugués, en cualquier idioma menos en español.

Lo mismo vi en otras localidades como Viana do Castelo, Evora, Guarda y más, lo que me hace pensar en la poca visión de negocio y apertura de miras de esos hosteleros que obvian poner sus cartas y publicidades en la lengua de por lo menos el 80% de los turistas extranjeros que visitan sus ciudades que en los casos citados somos los españoles.

Y sí, también en este lado de la frontera he visto el mismo olvido del portugués en los restaurantes españoles. Inexplicable.





Pero lo que he visto los días que llevo de vacaciones en Cataluña me llama aún más la atención, porque pasa lo mismo y no en unos pocos restaurantes sino en muchos, muchísimos. Las fotos de cartas que adjunto son solo una pequeña parte de las que podría haber hecho.







Aquí en esta zona de Cataluña por la que me he movido estos días, el Garraf y Barcelona capital, en muchos restaurantes directamente no ponen la carta en castellano y he llegado a verla en unos cuantos idiomas acompañando la del catalán.




Desconozco si es obligatorio o no que los restaurantes tengan que ofrecer la carta en catalán y castellano al ser ambas lenguas oficiales en Cataluña pero independientemente de esta posible obligación, hay que ser muy pero que muy corto de miras para no ofrecer tu oferta en el idioma de muchísimos de los turistas de otras partes de España que visitamos sitios tan turísticos como pueden ser Vilanova i la Geltrú, Sitges y no digo ya Barcelona capital. Me da la impresión de que ser ultranacionalista del tipo que sea y llevarlo hasta sus últimas consecuencias, y tener un restaurante en unas zonas tan turísticas no parece pegar muy bien.



 A lo mejor a estos restaurantes les sobra la clientela autóctona y del norte de Europa, pero en varios de los ejemplos vistos no lo parecía precisamente y en cambio, restaurantes que estaban al lado y que si tenían la carta en castellano se acercaban al lleno.

Cada uno sabrá como lleva su negocio pero con estas actitudes no parece muy lógico que luego se quejen de falta de clientela como he leído en algún periódico local.

Ellos sabrán.




domingo, septiembre 09, 2012

Aragonia Palafox (Zaragoza), por Toni




Aragonia Palafox es el restaurante del hotel Palafox situado en el centro de la capital aragonesa. Antes era conocido como Aragonia Paradis.

La que parece eterna crisis se hace notar y el comedor estaba a menos de la mitad de su capacidad siendo un viernes noche.

Nada más sentarnos nos pusieron unas olivas del bajo Aragón, notables, una longaniza de Graus también bastante buena y pan con tomate. También teníamos en la mesa un excelente aceite también del bajo Aragón del que se me pasó tomar nota. Todo esto invitación de la casa al igual que los excelentes panes que tampoco cobraron. Un auténtico milagro en la restauración española a la que añado que la carta incluye los precios con IVA, menos mal. A ver si muchos restaurantes españoles toman nota del buen hacer en este sentido del Aragonia.


Para los entrantes nos decidimos por platos fríos o templados y los sirvieron a toda velocidad inmediatamente después del vino y en raciones generosas. El atún rojo templado con miso rojo, sake y aguacate, 18€, tenía poco de templado ya que estaba bastante frío. En vez de servirlo tan rápido creo que deberían haber esperado un poco para que se templara algo. De todas formas lo comimos tranquilamente por lo que fue ganando temperatura y resultó un plato estupendo con los acompañamientos del miso rojo, el sake y el toque graso del aguacate. Bien.


El otro entrante consistió en un roast-beef de ternera marinada con rúcula selvática y acaparras de Ballobar, 16€, que en este caso sí venía templada y con un excelente sabor. Ballobar es un pueblo de Los Monegros y parece que son famosas sus alcaparras.







Previendo mucho pescado los días posteriores en Cataluña esta noche nos decidimos por la carne. Excelente el ternasco de Aragón I.G.P. asado a baja temperatura con ensalada de trigo libanesa. 23€.







Magnífica la calidad del ternasco, con un punto perfecto y todo un hallazgo la ensalada de trigo libanesa de gran sabor y refrescante para acompañar el cordero. Muy bueno el conjunto.





 También estuvo bien el pato “retour des Indes”, con pera y maiz, 22€, con pato confitado en el propio restaurante como nos explicó el maitre, pero aquí se les pasó un poco la cocción para mi gusto, pero no tanto como para apreciar bien el sabor del confit perfectamente acompañado por el maiz y el toque dulce de la pera. Buen plato.




 Aunque íbamos llenos no me pude resistir a pedir un postre que fue un helado de cacao con aceite de oliva virgen extra “koroneiki”, vainilla y pan. 8,50€. Adictivo el chocolate, para tomarse varios seguidos, realzado de un excelente aceite de oliva, la vainilla y un sabrosísimo pan que coronaba el helado. Fresco y riquísimo.



Para acompañar el postre nos sirvieron sendas copas de una garnacha dulce de Calatayud a la que también invitó la casa.

Para beber tomamos un Viñas del Vero Colección Pinot Noir  Las Almunias 2007, 29€, que resultó correcto sin grandes alardes. La carta de vinos muy cargada en los precios, tal vez el único borrón de la noche, aunque no tiene en papel ni una pequeña parte de la enorme bodega de la que dispone el restaurante.

El personal de servicio de buen nivel, comandado por un profesional de prestigio como es Jesús Solanas muy conocido en el mundo del vino nacional y toda una enciclopedia vinícola.

Indudablemente fue una exitosa cena, con una cocina básicamente basada en el buen producto local, con toques exóticos como el del miso y el sake, sin alardes creativos pero interpretando bien que el producto de calidad se basta para su disfrute cuando es bien tratado. Sin duda una visita obligada en Zaragoza.


Aragonia Palafox

C/Marqués de Casa Jiménez S/N
50004 Zaragoza
976794243 www.restaurantearagonia.com/


Toni